desde 1800 hasta 1851
Cañuelas y Barracas
 
 
Lavalle se interna en la campaña para sujetarla al gobierno. Bustos, desde Córdoba, se pronuncia contra él. A fines de marzo, con 600 coraceros, Lavalle marcha hacia Santa Fe para enfrentar a López. éste, mediante hábiles maniobras, lo atrae hasta la Cañada del Carrizal, cerca del Arroyo del Monje, donde abunda un pasto venenoso llamado “míomíoâ€: Lavalle se queda sin caballada. Mientras tanto, Rauch –oficial unitario– es apresado por los federales en Vizcacheras, cerca de la localidad bonaerense de Monte. Le han boleado el montado y se defiende bravamente, pero muere atravesado a lanzazos. Estomba, otro oficial que combate por el gobierno, se vuelve loco de remate y, luego de cometer atrocidades, lo encierran en un manicomio, donde se deja morir de hambre. Las montoneras y los indios amigos de Rosas ponen sitio a Buenos Aires.

La situación de los revolucionarios pasa a ser comprometida. Lavalle moviliza a los extranjeros para sumarlos a sus filas, lo cual le suscita un incidente con el cónsul francés. El 29 de abril de 1829 intenta una salida de la ciudad, pero es derrotado en Puente de Márquez. Corre mayo y la escuadra francesa se apodera de los barcos anclados en Los Pozos, como represalia por la leva que realizara Lavalle: licenciados los franceses, se devolvieron las naves.

Comienzan a huir los principales comprometidos en la revolución, dejando solo a Lavalle que, mediando junio, se presenta en la estancia del Pino –acompañado apenas por un ordenanza– para conferenciar con Rosas. Ambos se estiman mutuamente, pese a las profundas diferencias que los separan, concluyendo el Pacto de Cañuelas, que firman el día 24.

Las condiciones de ese pacto son razonables, pero Lavalle no logra que las cumplan los hombres del partido unitario. En las elecciones realizadas, el 26 de julio, se incluyen candidatos diferentes a los acordados en Cañuelas. La lucha vuelve a hacerse inevitable. Lavalle convoca a las milicias urbanas y acuartela las tropas de línea. Rosas llega hasta el saladero de Piñeyro, en Barracas.

Antes del choque, sin embargo, se alcanza una solución precaria, mediante el Pacto de Barracas: el general Juan José Viamonte es designado gobernador provisorio y lo secunda un gabinete de transición formado por Lavalle; éste pasa a ser comandante del arma de caballería y se confirma a Rosas como comandante de la campaña.







El 6 de febrero de 1829 llegó a Buenos Aires un buque inglés: el “Countess of Chichester”. En la lista de pasajeros que trae a bordo figura un tal Matorras. Cuyo verdadero nombre es José de San Martín, que ha utilizado su apellido materno para viajar de incógnito.

Al enterarse de la caída de Rivadavia, enemigo declarado suyo, el Libertador resolvió regresar a su patria, para vivir y morir en ella. Pero la encuentra dividida por una enconada lucha fratricida, desatada con motivo de la revolución unitaria del 1º de diciembre. Prefiere no desembarcar y evitar así toda posibilidad de verse envuelto en esa contienda. Por otra parte, el gobierno revolucionario se mostró reticente ante la noticia de que San Martín estaba en el puerto. Por fin, el buque levó anclas, llevándose para siempre al ilustre viajero.