desde 1492 hasta 1800
cruzando la cordillera
 
 

El gobernador de Chile, Pedro de Valdivia, alega derechos sobre la primera ciudad del Barco, que dice haber sido fundada en tierras de su jurisdicción. Y, en 1553, envía a Francisco de Aguirre para apoderarse de ella. Aguirre cumple el encargo, funda Santiago del Estero y muda el amarradero de aquel Barco que no acaba de anclar con firmeza.

 

Se suceden las fundaciones. García Hurtado de Mendoza, nuevo gobernador de Chile, dispone las de Londres, Córdoba del Calchaquí y Cañete. Comisionado por él, Pedro del Castillo funda en 1561 la ciudad de Mendoza. El 13 de junio de 1562 Juan Jufré funda San Juan (“San Juan de la Frontera”). Treinta años después, su hijo Luis funda San Luis (“San Luis de Loyola de Medina del Río Seco en la Punta de los Venados”).

 

En 1564, Francisco de Aguirre es designado gobernador y, al año siguiente, manda fundar a su sobrino Diego de Villarroel la ciudad de San Miguel del Tucumán. Aguirre es depuesto por una revuelta, sometido a un largo juicio y absuelto por la Audiencia. Repuesto en sus funciones, afronta nuevas turbulencias y pierde finalmente el cargo. Lo sucede Jerónimo Luis de Cabrera, en 1571.

 

Cabrera funda Córdoba (“Córdoba de la Nueva Andalucía”), en 1573, y, sobre las ruinas del fuerte Sancti Spiritus, un puerto que bautiza San Luis.

 

Gonzalo de Abreu es tercer gobernador del Tucumán, pese a contar con un título viciado de nulidad, que le confirman luego de haber ordenado la ejecución de Cabrera. Funda las ciudades de San Francisco y San Clemente.

 

Salta (“San Felipe de Lerma en el Valle de Salta”) es fundada por Hernando de Lerma, un sevillano licenciado en Salamanca, que resulta cuarto gobernador del Tucumán. El quinto será Juan Ramírez de Velazco, fundador de La Rioja (“Todos los Santos de la Nueva Rioja”) en 1591 y, en 1593, de la ciudad de Jujuy (“San Salvador de Velazco en el Valle de Jujuy”), que erige por orden suya Francisco de Argañaraz.

 

 

 

 

 

 

 

La fundación de una ciudad debía realizarse conforme a instrucciones cuidadosamente establecidas, que determinaban cada uno de sus detalles. Con pequeñas variantes, así nacieron aquellas erigidas en la Argentina y América toda.

 

Se elegía el lugar con cuidado, atendiendo a su clima, a la proximidad y calidad del agua, a estar reparado, si fuera posible, de los vientos predominantes en la región. Situada la Plaza Mayor, se plantaba en medio un grueso tronco, llamado “Rollo de Justicia”. Junto a él, el fundador preguntaba en voz alta si alguien se oponía al acto, que llevaría a cabo en nombre del rey.

 

Ante el silencio de los presentes, se realizaba la fundación, procediendo quien la efectuaba a cortar algunas matas de pasto con su espada, tirando con el arma “tajos y reveses”, para ordenar luego disparar una salva de arcabuces “y otros regocijos”. Designaba enseguida a los miembros del cabildo que regiría la ciudad y repartía entre los pobladores solares urbanos, chacras y estancias contiguas a la misma. Por fin, celebrábase una misa, pidiendo la protección divina para esa población flamante.