desde 1852 hasta 1899
porteños y provincianos
 
 
Urquiza había impuesto como gobernador de Buenos Aires a don Vicente López. Ausente aquél en San Nicolás, López renunció bajo presión, siendo repuesto al regresar Urquiza.

A principios de septiembre, van llegando a Santa Fe los delegados al Congreso General Constituyente, que allí se habría de realizar. Urquiza se embarca para inaugurar sus sesiones y, en la noche del 10 al 11 de ese mes, estalla en Buenos Aires una revolución. Es ésta expresión del disgusto porteño y amalgama a unitarios, ex rosistas y partidarios de la autonomía provincial. Entre los revolucionarios se cuenta un joven, al que aguardan altos destinos en la República: Bartolomé Mitre, que, nacido en Buenos Aires el 26 de junio de 1821, ha formado parte del Ejército Grande, integra la legislatura porteña y escribe en el diario Los Debates, ostentando ya el grado de teniente coronel.

Por medio de la Sala de Representantes, son adoptadas las primeras medidas revolucionarias: se revocan los poderes conferidos a Urquiza para manejar las relaciones exteriores, se declara inválido el Acuerdo de San Nicolás, se deja sin efecto el nombramiento de diputados al Congreso Constituyente y se desconoce de antemano lo que el mismo pueda resolver. El 30 de octubre, la Sala instala como gobernador a Valentín Alsina.

Alsina despacha una expedición a la Mesopotamia, comandada por Juan Madariaga, que ha quedado en Buenos Aires con las fuerzas de Corrientes que participaran en Caseros. La expedición tiene mal fin, pues los correntinos, que sólo piensan en volver a sus casas, son derrotados por Ricardo López Jordán, cuando pretenden tomar Concepción del Uruguay.

También dispone Alsina el envío de tropas contra Santa Fe, que estarán a órdenes del general Paz, secundado por Hilario Lagos. Este intento fracasa, asimismo, pues Lagos se subleva y pone sitio a Buenos Aires.

El sitio se prolonga, sumándose Urquiza al asedio. Inglaterra y Francia actúan como mediadoras pero, antes de lograrse un acuerdo, hacen firmar a Urquiza un tratado, por el cual se establece la libre navegación de nuestros ríos, precisamente una de las causas del conflicto sostenido por Rosas contra esas potencias.

El acuerdo con Buenos Aires consistió en pactarse el fin de las hostilidades, el reconocimiento del gobierno porteño surgido de la revolución y la retirada de Urquiza, previo pago a éste de una indemnización. El 31 de julio de 1853 concluyó el enfrentamiento, si bien las condiciones del acuerdo distaron de conformar a muchos.

Poco antes, el 9 del mismo mes y año, en toda la Confederación –salvo en Buenos Aires– se juraba la flamante Constitución Nacional, sancionada por el Congreso reunido en Santa Fe.

Con la jura de la Constitución, se cierra un período bien definido de la historia argentina. Un período que comienza con los sucesos augurales de 1810, abarca la declaración formal de nuestra independencia, en 1816, y las guerras que la afianzaron, incluye feroces luchas internas y ofrece el largo gobierno de Rosas como material para polémicas aún no acalladas.