desde 1800 hasta 1851
batalla de Tucumán
 
 
El “Ejército del Perú” se encuentra en Jujuy, con Belgrano a su frente. Hacia allí avanzan las fuerzas realistas, al mando del brigadier Pío Tristán. Desde Buenos Aires, ordenan a Belgrano retirarse hasta Córdoba, ya que su tropa está anarquizada y carece de pertrechos.

Pero Belgrano ha llevado a cabo una labor notable desde el momento en que recibió esos hombres, desabastecidos y desmoralizados. Restableció la disciplina, gestionó el envío de armas y, sobre todo, logró levantar la moral de sus soldados, ganando la adhesión de los pobladores. Aplicó al efecto una política diametralmente opuesta a la de Castelli y Monteagudo, haciendo rezar el rosario a la tropa y disponiendo se bendijera la bandera que ha hecho jurar.

En cumplimiento de las órdenes recibidas, Belgrano abandona Jujuy, retrocediendo hasta Tucumán y, luego de conseguir que la población se vuelque a la causa patriota, consigue también que se retire en masa junto con su ejército, dejando tan sólo ruina y desolación al paso de Tristán. Esta marcha extraordinaria de todo un pueblo, se recuerda como el “éxodo Jujeño”.

Una enorme presión se ejerce sobre el general, para que no abandone Tucumán. Antes de llegar allí, la retaguardia de sus fuerzas chocó con una partida enemiga en Las Piedras, derrotándola. De modo que la victoria sonríe nuevamente a nuestras armas. Como, además, han llegado refuerzos y cañones, Belgrano demora el cumplimiento de las órdenes impartidas por Rivadavia.

El 24 de septiembre de 1812, se entabla el combate en las afueras de la ciudad. Tristán cuenta con 3.000 hombres; con 1.800 Belgrano. éste monta un caballo rosillo. Las acciones son confusas. Cargan los jinetes gauchos, golpeándose los guardamontes y desconcertando a los realistas con esa algarabía. Para aumentar la confusión, una manga de langosta se abate sobre el campo. Dorrego y Díaz Vélez se apoderan del parque de Tristán, consistente en 39 carretas cargadas de armas y municiones, arrastrando tras de sí varios cañones enemigos. A la mañana siguiente, el ejército atacante está en posición comprometida, entre las defensas de la ciudad y las tropas argentinas, distribuidas a su espalda. Belgrano intima rendición a Tristán que, sin responder, se retira en dirección a Salta. Ha perdido casi 1.200 hombres (453 muertos y 687 prisioneros), 13 cañones, 358 fusiles y 70 cajas de munición. Del lado patriota hay 65 muertos y 187 heridos.