desde 1800 hasta 1851
tramando con franceses
 
 
Mientras sigue el bloqueo naval, diversos acontecimientos tuvieron lugar en la Confederación. La Junta de Representantes ha aprobado lo actuado por Rosas en la emergencia; más tarde, las provincias se suman a esa aprobación. Muere Estanislao López. Lo sucede su ministro y pariente político Cullen, que anduvo en conversaciones con los franceses para intentar que sus buques no impidan el tránsito fluvial a Santa Fe. Sin apoyo de Rosas y hostilizado por sus vecinos federales netos, Cullen dura poco en el mando, es reemplazado por Galisteo y a éste, vencido en la batalla de Tala, lo reemplaza a su vez Juan Pablo López, hermano de Estanislao y apodado “Mascarilla” por su fealdad.

En noviembre de 1838 es asesinado el gobernador de Tucumán, Alejandro Heredia, conocido como “el indio Heredia” pese a ser general y doctor. La responsabilidad por esa muerte se atribuyó a Marco Avellaneda que, juzgado por un consejo de guerra, fue condenado, ejecutado y exhibida su cabeza en la plaza pública, ensartada en una lanza. Se lo recuerda como “El Mártir de Metán”.

Al comenzar Rosas su segundo gobierno, se reunieron en Buenos Aires varios jóvenes con inquietudes literarias, políticas y filosóficas. Fueron ellos Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi, Vicente Fidel López, Juan María Gutiérrez, Miguel Cané, Carlos Tejedor, Félix Frías y algunos más. Forman la llamada “generación romántica”, visten con alguna extravagancia y están poderosamente influidos por las ideas de moda en París, que exaltan cierto nacionalismo, las peculiaridades distintivas del propio país y de su gente. Es por eso que adhieren intelectualmente a la figura de Rosas, pero éste –equivocándose– no muestra ningún interés por aquellos muchachos, con los cuales pudo llegar a constituir quizá un elenco ilustrado, que plasmara su pensamiento intuitivo y se sintiera comprometido con su acción. Desairados y despechados, quienes habían fundado el “Salón Literario”, en 1837, se fueron alejando de Rosas y, condicionados por su formación, terminaron por constituir la “Asociación de Mayo”, adversa al Restaurador y que se volcaría hacia el lado de los franceses.

Rivera se propone extender su poder a las provincias argentinas del litoral. Berón de Astrada, que gobernaba Corrientes, firma una alianza con “El Pardejón” (así llamaba Rosas a Rivera). Cullen se escribe con éste y con el almirante Leblanc, jefe de la flota sitiadora. Oroño y Salas, encabezan sendos alzamientos en Santa Fe y el norte de Córdoba, tendientes a sumar elementos al bloque antirrosista que se iba formando. Aunque confían en contar con apoyo francés, éste no se hace efectivo y las sublevaciones son sofocadas. Rodríguez se levanta también en Catamarca, siendo derrotado y fusilado.

Rivera declara la guerra a Rosas, en febrero de 1839. Pero, pese a la insistencia de sus aliados, demora en cruzar el río Uruguay con sus tropas, que permanecen acampadas en Durazno. Mientras tanto, reitera sus exigencias de dinero a los franceses que, en ocasión de cada entrega, lo impulsan sin éxito a ponerse en campaña.

El 5 de marzo de aquel año, los chilenos vencen a Santa Cruz en la batalla de Yungay, liberando a Rosas de la preocupación que le significaba la guerra con Bolivia, en el norte. Ese mismo mes, ordena al general Pascual Echage, gobernador de Entre Ríos, que marche contra Berón de Astrada, al que vence en Pago Largo. Berón muere en la retirada, por causas que no están claras.

Cullen buscó refugio al lado de Ibarra, compadre suyo, después de perder el gobierno de Santa Fe. Y Rosas, cuyos agentes han interceptado algunas de sus cartas dirigidas al almirante francés, exige a Ibarra que le entregue a Cullen. El santiagueño elude hacerlo, dándole largas al asunto, pero termina por ceder. No bien la escolta que conduce a Cullen cruza el arroyo Del Medio, poniendo pie en la provincia de Buenos Aires, el prisionero es fusilado sin más trámite.