desde 1900 hasta 1992
segunda presidencia de Roca
 
 

El 12 de octubre de 1898 tenía principio la segunda presidencia del general Roca, quien integró su gabinete con Felipe Yofre (Interior), Amancio Alcorta (Relaciones Exteriores), José María Rosa (Hacienda), Osvaldo Magnasco (Instrucción Pública), el general Luis María Campos (Guerra) y el comodoro Martín Rivadavia (Marina).


Al asumir Roca, gobernaba aún en Chile el presidente Errázuriz, un estadista prudente que, hasta entonces, había frenado los ímpetus belicistas de algunos ministros suyos. También era cauto Roca, y ello, unido al equilibrio que se estaba alcanzando en cuanto a fuerzas terrestres y navales, determinó una distensión, que quedaría plasmada en lo que se llamó “el abrazo del Estrechoâ€. Ambos presidentes, en efecto, se reunieron frente a Punta Arenas, el 15 de febrero de 1899, abrazándose cordialmente. Roca llegó a bordo del acorazado “Belgrano†y Errázuriz embarcado en el “O’Higginsâ€, otro acorazado. Tres meses después, el árbitro norteamericano Buchanan –llamado finalmente a laudar en el caso– repartió la Puna de Atacama entre la Argentina y Chile.


En agosto de aquel año, el ministro Rosa creó la Caja de Conversión, que emitiría “pesos moneda nacional†y establecería su valor con relación al oro.


A mediados de 1901 sobrevino el rompimiento entre Roca y Pellegrini. Ocurrió que la deuda externa argentina estaba fraccionada entre distintos acreedores. Y el gobierno consideró oportuno unificarla para facilitar su manejo, aún a costa de que resultara algo incrementada. Roca encomendó la gestión a Pellegrini, que la concluyó exitosamente, viajando a Europa. En carácter de garantía, se ofrecieron las rentas aduaneras. Aprobado el acuerdo por el Senado, pasó luego a Diputados. Antes de tratarse allí, se inició una violenta campaña periodística contra el mismo. Hubo ruidosas manifestaciones de estudiantes, que apedrearon las casas de Roca y Pellegrini. Tal oposición se fundaba en considerar que el arreglo afectaba la soberanía nacional, al permitir que los extranjeros controlaran rentas del país. Roca retiró el proyecto. Y Pellegrini, sintiéndose desautorizado por el presidente, se disgustó con él.






En 1901 llegó a Buenos Aires la expedición del sueco Otto Nordensjöld, que exploraría las regiones polares antárticas. Aquí fue abastecida y se agregó a ella el alférez de marina José María Sobral. Bloqueada por los hielos, debió ser auxiliada por la corbeta argentina “Uruguay” que, en una notable empresa, rescató a Nordensjöld y los suyos en 1903. Ese año, arribó a las Orcadas del Sur el escocés William S. Bruce, en un viaje científico privado. Concluido el mismo, ofreció en venta al gobierno nacional la casilla que instalara en las islas y el instrumental que había en ella, pidiendo que la venta apareciera como una transferencia gratuita, destinada a retribuir las ayudas recibidas por parte de nuestra Armada. La propuesta fue efectuada al doctor Carlos Ibarguren, a la sazón subsecretario del ministro de Agricultura, Wenceslao Escalante, siendo Roca presidente. Advirtió Ibarguren la importancia que revestía como antecedente contar con un observatorio en aquellas regiones y, luego de impulsar la operación, redactó de su puño y letra el decreto mediante el cual fue concretada, de fecha 2 de enero de 1904. En virtud de esa medida, el país llevó a cabo su primer asentamiento antártico, dejando en él una dotación permanente que se releva anualmente. La compra a Bruce importó 5.000 pesos. Hoy, un istmo de la Antártida se llama “Carlos Ibarguren”.