desde 1900 hasta 1992
un dinámico coronel
 
 

Perón, mientras tanto, ha solicitado se lo designe presidente del Departamento Nacional de Trabajo, con retención de sus funciones en el ministerio de Guerra. El pedido causa extrañeza, pues se trata de una repartición sin mayor relieve, que confecciona estadísticas y dirime los diferendos laborales que se someten a su decisión.


La afiliación gremial era libre por entonces y los pocos sindicatos que existían contaban con escasos adherentes, agrupándose en 4 confederaciones dominadas por socialistas, comunistas y anarquistas.


El aislamiento que las dos guerras mundiales determinaron con respecto a los países industrializados, tuvo por consecuencia el nacimiento de una incipiente industria nacional. Como los sueldos pagados en las fábricas superan los que se abonan por otros trabajos, tiene lugar una migración progresiva hacia las grandes ciudades que cuentan con plantas fabriles, sobre todo Buenos Aires. Van llegando así los llamados “cabecitas negrasâ€, que se instalan precariamente más allá de los suburbios porteños, dando origen a esos patéticos conglomerados conocidos como “villas miseriaâ€.


La acción del dinámico coronel pronto se hace sentir, en el plano que ha elegido para desplegarla. El Departamento que dirige es elevado de rango y pasa a ser la Secretaría de Trabajo y Previsión, trasladando su sede al gran edificio que, contiguo a un ángulo de la Plaza de Mayo, ocupara el disuelto Concejo Deliberante de la Capital. Los 80.000 obreros sindicados en 1943 ya son medio millón en 1945. Se forman nuevos sindicatos. Las 4 Confederaciones existentes se reúnen en una sola, de gravitación en alza. Se crea el fuero laboral, con tribunales propios, organizándose el sistema jubilatorio. Comienzan a firmarse convenios colectivos de trabajo.


Tal expansión del flamante organismo obedece principalmente a la afiliación obligatoria del trabajador a la organización gremial más representativa en la actividad que desempeña, correspondiendo a la Secretaría de Trabajo y Previsión establecer de cuál se trata. Así, van desapareciendo paulatinamente en los sindicatos sus direcciones izquierdistas, que dejan lugar a nuevos dirigentes, nacionalistas y agradecidos a Perón. éste, poco a poco, suscita las esperanzas de los “cabecitas negrasâ€, que lo harán su líder indiscutido.