desde 1900 hasta 1992
Perón contra la guerrilla
 
 

El 1º de mayo de 1974 es una fecha de significación relevante en nuestra historia reciente. Se realizó ese día una concentración multitudinaria, en Plaza de Mayo, a la cual se suma “Montoneros†con banderas y pancartas, férreamente encuadrados sus militantes –algunos de ellos enmascarados–, que ocupan un lugar próximo al Banco Nación. Repiten estribillos adversos al gobierno. Y uno que dice: “Rucci traidor / saludos a Vandorâ€.


A media tarde, Perón se dirige al gentío desde la Casa Rosada. En su discurso truena contra los “Montonerosâ€, a quienes trata de “imberbesâ€, “traidoresâ€, “estúpidos†y “mercenariosâ€, siendo ovacionado por ello.


Los aludidos, que no esperaban esa descalificación violenta y explícita, se desconciertan. Y terminan por enrollar sus enseñas características, abatir sus pancartas y retirarse de la plaza, abucheados por el resto de la concurrencia, entre la que priman los sindicatos y las banderas argentinas, agitadas como símbolo opuesto a las negras de la subversión.


Diez días después, el 10 de mayo, José López Rega es ascendido de cabo 1º retirado a comisario general de la policía. Meteórico ascenso que refleja otro de los tantos aspectos del peronismo que, pronto, serían denominados eufemísticamente como “desprolijidades de los muchachosâ€. El beneficiario de aquella fulminante promoción, en virtud de la cual saltó del penúltimo escalón de la suboficialidad policial al más elevado del cuadro de oficiales, fue un personaje que merece algunas líneas.


Ejerció un inmenso poder desde el círculo íntimo que rodeó a Perón y su mujer. Anticomunista declarado y fundador de la “Triple Aâ€, adhería, como ya se dijo, a los cultos esotéricos, militando en una secta hermética llamada “Anaelâ€. Tuvo ésta estrechos contactos con otra, conocida como “Los Caballeros del Fuegoâ€. Transcurrido algún tiempo, López Rega impulsó una iglesia cismática, cuyo nombre llegó a inscribirse en el Registro de Cultos: la “Iglesia Apostólica Católica Ortodoxa Americanaâ€. Incluso, cuando se iniciaron las obras del “Altar de la Patriaâ€, que cobijaría los restos de Evita –proyectado por “El Brujoâ€, como se le decía–, se celebró en el lugar de las obras, lindero a la avenida Figueroa Alcorta, un ritual que semejaba una misa, celebrado por un miembro del clero de dicha iglesia disidente. Obra de “Lopecito†fue un libro titulado Alpha y Omega, un mensaje para la Humanidad: un mensaje esotérico, naturalmente.


A todo esto, las “AAA†habían entablado una lucha sorda y feroz contra la guerrilla, que alcanzaría su momento culminante durante el gobierno de María Estela Martínez, teniendo por consecuencia que empezaran a aparecer –acribillados a balazos– cadáveres de personas vinculadas de un modo u otro con la subversión. Las dependencias del ministerio de Bienestar Social se transformaron en un arsenal de armamento sofisticado.


López Rega, por otra parte, había anudado relaciones con el coronel Kadhafi, montando una operación de suministro de trigo, que le dio ocasión para viajar a Libia, acompañado por una delegación numerosa. La operación fracasaría finalmente, pues los granos enviados estaban llenos de gorgojos.