desde 1900 hasta 1992
el año 1990
 
 

Aquí, la economía sigue siendo un potro difícil de domar. La alianza de Menem con Bunge & Born se deteriora y el ministro Rapanelli es reemplazado por Antonio Erman González, un hombre del riñón presidencial que se ha desempeñado mucho tiempo en el gobierno de La Rioja. El dólar marginal orilla los 1.600 australes y González juega la carta de liberar los mercados, conforme a la más ortodoxa doctrina liberal. Al comenzar 1990, se adopta una medida que aterroriza a los ahorristas: los depósitos “a plazo fijo†–que reportan cuantiosos intereses– son confiscados y, en lugar de ellos, se entregan a sus titulares bonos de tesorería, con lejanos términos para ser rescatados. Aunque tal recurso tiene poco de liberal, se susurra que su inspirador ha sido el ingeniero Alsogaray.


Mientras tanto, toman estado público las desavenencias del matrimonio Menem-Yoma, abandonando Zulema la residencia de Olivos por razones de seguridad, según se dice.


Detona en febrero un escándalo, relacionado con los “bonos solidarios†–por 20.000 australes cada uno– que el gobierno ha dispuesto repartir entre los necesitados, en reemplazo del PAN radical, y que se descubre son entregados discrecionalmente o retenidos en beneficio personal. El asunto involucra a diputados y senadores peronistas, la CGT San Martín y el ministerio de Salud y Acción Social.


Ha llegado al país, por otra parte, el nuevo embajador de los Estados Unidos, Terence Todman, un hombre de color, astuto y cordial, que tendrá señalada influencia en el acontecer nacional de allí en más, hasta ser conocido como “el virrey negroâ€. Sus primeras intervenciones se vinculan con las coimas que se estarían exigiendo a compañías norteamericanas que operan en la Argentina o que se proponen hacerlo, como así también con el destino de créditos otorgados por la Unión, parte de los cuales habría terminado por engrosar las cuentas que poseerían en Suiza diversos funcionarios. En coincidencia con ello, Menem declarará que el ente binacional que construye la presa de Yaciretá es un “monumento a la corrupciónâ€, removiendo de él a varios de sus directivos.


La inflación de febrero es del 61,6%.


En Nicaragua se realizan elecciones bajo control internacional, imponiéndose en las urnas Violeta Chamorro, que derrota al régimen marxista encabezado por el presidente Ortega. Y, en Moscú, Gorbachov y el jefe del gobierno teutón, Köhl, llegan al acuerdo final para la reunificación germana.


Muere en marzo del 90 el general Cáceres, víctima de un aneurisma en la aorta. Lo reemplaza el general Félix Martín Bonnet.


El gobierno urge las privatizaciones de ENTel y Aerolíneas Argentinas, que ya intentara el ministro Terragno en épocas de Alfonsín. Aquelintento no llegó a buen puerto pues, para instrumentarlo, se incurrió en groseras anomalías administrativas. Y, ahora, las cosas no pintan mejor pues, mientras corren rumores referidos a “comisiones†astronómicas en juego, los principales interesados en las operaciones respectivas son la Telefónica de España y la línea aérea Iberia, ambas pertenecientes al Estado español. Circunstancia ésta que torna improcedente hablar de “privatizaciones†pues, en caso de concretarse las tratativas, resultará que los bienes del Estado nacional pasarán a un Estado extranjero, manteniendo éste en su favor, incluso, situaciones de monopolio que disfrutaban las empresas en vías de enajenarse.


También tiene problemas el gobierno con la Corte Suprema de Justicia, ya que el tribunal ha sido conformado por los radicales y tal circunstancia constituye una traba considerable para llevar adelante los propósitos de la administración peronista, muchos eventualmente objetables desde el ángulo de la ortodoxia jurídica. De modo que, luego de procurar sin éxito la renuncia de algunos de sus integrantes, opta Menem por otro camino. Y, mediante un entendimiento con legisladores de la UCD y el PI (¡!), logra que se apruebe una ley, en virtud de la cual se eleva de 5 a 9 el número de ministros del máximo órgano judicial, colocando magistrados afines en las nuevas plazas así creadas. El radicalismo protesta a voz en cuello contra la maniobra, olvidando que durante su gestión se propuso consumar una idéntica, por iguales motivos, aumentando de 5 a 7 los miembros de la Corte.


Corre mayo cuando sobreviene otro escándalo, que compromete ahora al ministro de Salud y Acción Social, Eduardo Bauzá. Se trata de la compra de un millón de guardapolvos a cierto proveedor que no está en condiciones de fabricar dicha cantidad de esas prendas. La Fiscalía Nacional de Investigaciones Administrativas absolverá no obstante a Bauzá del cargo que se le formula. Si bien, más tarde, serían denunciadas serias irregularidades con relación al funcionamiento de la referida Fiscalía.


En julio, se firma la venta de ENTel a la Telefónica de España. María Julia Alsogaray, hija de álvaro y ex diputada por la UCD, ha impulsado la operación contra viento y marea, desde su cargo de interventora del ente adjudicado.


Y, mientras se sigue negociando sin éxito con los ingleses, bajo el “paraguas†abierto respecto al tema soberanía de las Malvinas, en la plaza San Martín se inaugura un sobrio monumento dedicado a la memoria de los caídos en la guerra del 82, cuyos nombres aparecen grabados sobre placas de mármol negro.


Tal como ocurriera con Collor de Mello en Brasil, un ingeniero apolítico, de origen japonés, sorprende con su triunfo electoral en Perú. Alberto Fujimori –el “Chinitoâ€â€“ derrota, en efecto, al candidato liberal, el escritor Vargas Llosa –ex marxista y ahora liberal acérrimo–, dejando ambos muy atrás al candidato oficialista, ya que Alan García había concluido su mandato luego de una gestión desastrosa.


En julio de 1990, un seleccionado nacional de fútbol al que se le asignan escasas posibilidades y que debuta perdiendo con Camerún, se rehace a lo largo del campeonato mundial disputado en Italia y, luego de vencer a Brasil y al equipo local, alcanza la final con Alemania. Lo dirige nuevamente Carlos Bilardo y algunos chispazos de Maradona –que juega varios partidos lesionado–, unidos a la inspiración de su arquero Goicoechea para atajar penales, una defensa eficaz y un veloz Caniggia, le han permitido llegar a esa instancia decisiva. Gana sin embargo Alemania por 1 a 0, gracias a un penal dudoso que le otorga el árbitro mejicano Codesal.


Al empezar agosto, se lleva a cabo un plebiscito en la provincia de Buenos Aires, destinado a obtener el respaldo de la población para reformar la constitución local. Coinciden en tal propósito el gobernador Cafiero, quien brega por su reelección –bloqueada por el texto constitucional vigente– y los radicales, que procuran mayor autonomía para las comunas donde mandan. Menem, conforme a un estilo que le es propio, manifiesta estar de acuerdo con la reforma proyectada; pero lo hace de una manera que induce a suponer lo contrario. Por otra parte, la reforma huele a mangoneo, percibiendo la gente ese aroma poco atractivo. Así, sin partido alguno que canalice la reacción, una catarata de votos adversos sepulta el intento reformista, alentado por los partidos mayoritarios. Y un toque de alarma suena en el ámbito de los comités políticos, donde nadie deja de recordar las recientes elecciones de Brasil y Perú.


Aquel mismo mes de agosto, Saddam Hussein, un caudillo que encabeza el régimen autoritario establecido en Irak, se apodera de Kuwait, pequeño sultanato vecino que nada en petróleo. Viejas querellas territoriales determinan la invasión, pero la apreciable participación de Kuwait en el mercado petrolero confiere al caso dimensiones internacionales. Los Estados Unidos, que han auxiliado a Irak en una prolongada guerra que mantuviera con Irán, lideran ahora vigorosamente una coalición occidental contra Saddam, a la cual se agregan varios países árabes, gobernados por hombres que escuchan alarmados las propuestas revolucionarias del líder iraquí, cuya influencia política y poderío militar desean quebrar. Además, a Israel le preocupa en grado sumo el riesgo que implicaría un Irak triunfante y expansivo.


Las Naciones Unidas –con el voto coincidente de los norteamericanos y los soviéticos–, condenan de inmediato el ataque y autorizan un bloqueo en torno al agresor. La prensa europea denomina a Saddam “El Satanás del Golfoâ€. Y el presidente Bush apresta una formidable fuerza militar para intervenir en la zona. A fin de justificar tal intervención, relacionada ciertamente con el suministro de petróleo y la protección a Israel, se invocan el Derecho Internacional y la defensa de la libertad. Lo cual no está exento de matices paradójicos pues, poco antes, los Estados Unidos han invadido Panamá y, además, el sultán de Kuwait es un autócrata, que nunca se mostró inclinado a permitir demasiadas libertades en sus dominios.


Carlos Menem, empeñado en su deseo de “hacer ingresar la Argentina al Primer Mundoâ€, según expresa, resuelve acudir en auxilio de su amigo Bush. Y dispone por decreto la zarpada de dos fragatas misilísticas –la “Almirante Brown†y la “Spiroâ€â€“, que se sumarán a la flota que patrulla el Golfo Pérsico en cumplimiento del bloqueo establecido contra Irak. Esto suscita un entuerto de poderes, ya que la Constitución reserva al Congreso la facultad de despachar tropas. Se procura zanjar la dificultad, definiendo el cometido de esos buques de guerra, armados con misiles, como una “misión de paz†y, más tarde, el Parlamento avalará la decisión presidencial. Que, concluida la contienda, no reportará beneficios tangibles al país.


La “privatización†de ENTel se complica, pues los adjudicatarios no cumplen con sus obligaciones, contenidas en el pliego de la licitación respectiva. Tampoco es sencilla la adjudicación de Aerolíneas Argentinas, dado que una comisión parlamentaria objeta que los compradores paguen parte del precio vendiendo o hipotecando aviones de la empresa nacional, que aún no es suya.


A fines de octubre, el coronel Seineldín envía una carta pública al presidente Menem, donde lo acusa de no haber resuelto los problemas del Ejército y de estar malvendiendo el patrimonio nacional. Le advierte asimismo que ello puede generar nuevos alzamientos militares. Es claro que las cordiales relaciones que, en un momento dado, existieran entre los “carapintadas†y el entonces candidato justicialista, prolongadas durante el primer tramo de su gobierno, han quedado definitivamente rotas.


Rellenados los baches que entorpecen el avance de las enajenaciones de ENTel y Aerolíneas, el ímpetu privatizador se intensifica. Así pasan a manos particulares el Jardín Zoológico, el cobro de peaje en ciertas rutas, las “Galerías Pacífico†(que ya no se llaman “Malvinas Argentinasâ€), el ordenamiento del tránsito en el centro de Buenos Aires y el ferrocarril Urquiza. Paralelamente, se difunden rumores referidos a grandes negociados, vinculados o no con la venta de esos bienes. Sale a luz que, en el Departamento Legal de Ferrocarriles Argentinos, se pierden juicios intencionalmente por sumas siderales. El gremialista Luis Barrionuevo, partidario del gobierno, afirma con desparpajo que en el país nadie gana dinero trabajando. Y monseñor Quarracino señala que aquí se sufre una acusada “decadencia moralâ€. A través de alguna encuesta, se revela que el 80% de los argentinos da por cierto que los funcionarios se valen de sus puestos para lucrar ilegítimamente.







Monseñor Antonio Quarracino es designado arzobispo de Buenos Aires. Ya lo ha sido de La Plata, como así también de Avellaneda y 9 de Julio. Se trata de un prelado al que caracterizan su firmeza doctrinaria, su trato campechano y su lenguaje coloquial, matizado por algún término lunfardo, con el que encubre una vasta cultura. Su acceso al arzobispado porteño ha sido demorado por gestiones de Raúl Alfonsín quien, siendo presidente, llegó a enviar una carta manuscrita al Papa para evitarlo.



En Catamarca comienza la investigación de un crimen que tendrá múltiples y graves implicaciones. La menor María Soledad Morales ha sido asesinada, implicándose en el crimen a allegados al gobierno provincial, ejercido desde tiempo atrás por la familia Saadi. Dicha investigación se lleva a cabo morosamente y comienzan a realizarse sucesivas “Marchas del Silencio”, reclamando la individualización y castigo de los culpables. Tan loable propósito se ve enturbiado, sin embargo, por el hecho de impulsar las mismas la oposición a los Saadi y contarse numerosos agitadores de izquierda entre los participantes.