La diplomacia en los archivos europeos
Las investigaciones especiales
Hacia 1892 era presidente de la República el doctor Carlos Pellegrini, y se desempeñaba como titular de la cartera de Relaciones Exteriores don Estanislao Zeballos. El nuevo ministro estaba compenetrado de la trascendencia y repercusión que podían tener las piezas documentales de los archivos europeos en las cuestiones de límites de nuestro país con las naciones vecinas y aun pendientes los fallos arbitrales con Brasil y Chile. Estos motivos lo decidieron a elaborar un índice de toda esa documentación en su propio ministerio. Catalogación del Archivo de Indias A tales efectos designó a José de Orellana con carácter de comisionado ante el Archivo de Indias, para que anotara toda la documentación relacionada con la historia argentina y copiara los documentos más valiosos. Esta labor debía realizarse bajo la experta conducción de Vicente G. Quesada, quien en ese momento era jefe de la legación diplomática argentina en Madrid. La tarea de Orellana, aunque lenta, fue de resultados estupendos, como se refleja en las Memorias del Ministerio de Relaciones Exteriores. Esta investigación duró diez años (hasta la muerte de Orellana ocurrida en 1902) continuándola el primer secretario de la legación Carlos María de Ocantos. Con los envíos efectuados por Orellana y los que continuaron por parte de Ocantos hasta 1905, el Ministerio de Relaciones Exteriores publicó dos tomos con el título de Catálogo de Documentos del Archivo de Indias en Sevilla, sin agregarle ninguna nota explicativa. Reunidas las fichas siguientes, la dirección de la Biblioteca de Relaciones Exteriores (que desempeñaba Francisco Zenteno) solicitó al presidente de la República la impresión de lo que aún faltaba y así apareció en 1910 el tercer tomo con el título de Repertorio Cronológico de Documentos del Archivo de Indias referentes al Río de la Plata, en el cual ya se cita a Orellana como el autor de la meritoria y fecunda labor realizada. Los extractos que sirvieron para esa compilación se hallan encuadernados en la biblioteca de nuestra Cancillería. La importancia de estas guías ha sido extraordinaria para todos cuantos hemos trabajado en el Archivo de Indias, no sólo por la indicación sobre documentos utilizados en las cuestiones de límites, sino también para todos los temas que de alguna manera interesaron a la historia patria. Debe señalarse que la investigación de Orellana llegó tarde porque, como ya dijimos, el arbitro Mr. Cleveland falló en 1895 contra la posición argentina 18. Misiones de investigación Los pleitos de límites habían sido resueltos contra nuestros intereses. Las investigaciones que se habían efectuado con fines diplomáticos descubrieron la existencia de un gran material histórico que se conservaba en los archivos europeos, especialmente en los españoles. Calvo, Quesada, Mitre, Trelles, Vélez Sarsfield, Frías, López y Zeballos habían invocado en las defensas y alegatos internacionales numerosas circunstancias nuevas, y Madero en su Historia del Puerto de Buenos Aires mostró antecedentes ignorados. La publicación de la colección Orellana ya citada revelaba la existencia de abundante documentación inédita que impulsaba a una revisión de nuestro pasado. Esos trabajos despertaron en los círculos de investigación histórica una notable preocupación. Las reclamaciones internacionales que habíamos presentado se habían solucionado mediante arbitraje que, casi siempre, desconocieron nuestros legítimos derechos y dejaron en el ánimo nacional ese desagradable sabor de la injusticia. Todo eso se quiso poner en evidencia mediante investigaciones emprendidas con entusiasmo. Se creía que los fracasos internacionales en los pleitos de límites habían tenido como motivo fundamental el desconocimiento de nuestra historia y ahora se estaba seguro de que las investigaciones modificarían el itinerario apenas esbozado por los precursores de la búsqueda documental. Destacados directores de instituciones nacionales creyeron conveniente enviar a varios funcionarios especializados a Europa con el objeto de reunir el contenido de las futuras colecciones documentales, que servirían para defender el patrimonio territorial de la Nación y, a la vez, reconstruir nuestro pasado. La conmemoración del Centenario de la Independencia Argentina movió a la Municipalidad de Buenos Aires, presidida entonces por Manuel J. Güiraldes, enviar en 1909 a Don Enrique Peña, cuya misión se repitió en 1911 y 1913. La Biblioteca Nacional, dirigidida por Paul Groussac, destacó en 1910 al jefe de la Sección de Manuscritos, Gaspar García Viñas, cuya labor duraría hasta 1918 y reanudada desde 1922 hasta 1927, pero en representación del Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. El Archivo General de la Nación, a cargo de José Juan Biedma, encargó al doctor Rómulo D. Carbia, en 1911, las investigaciones correspondientes en los archivos españoles. Entre 1912 y 1926, Roberto Levillier efectuó una profunda investigación en nombre del Ministerio de Relaciones Exteriores, del Congreso de la Nación y de otras reparticiones nacionales 19. El Instituto de Investigaciones Históricas Esta dependencia de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires envió a José Torre Revello también a Europa, desde 1918 hasta 1935. La misión consistió en una exploración de los grandes repositorios españoles con el objeto de buscar la documentación original relacionada con la historia del Virreinato del Río de la Plata. Durante los diecisiete años ininterrumpidos que desarrolló su labor en Madrid y en Sevilla, consultó centenares de miles de títulos, copió, ordenó los legajos de las “comisiones pacificadoras de América”, es decir, todo lo relativo a las guerras de la Independencia. Trabajó durante tres años en los diecisiete legajos americanos del régimen de las Intendencias, que comprendían los virreinatos de Nueva Granada, del Perú y del Río de la Plata y las capitanías de Chile y Paraguay. En 1933 inició una ordenada investigación sobre las islas Malvinas, en base a las carpetas que se encontraban en los legajos correspondientes a la Patagonia y a las tierras australes, y a otros lugares de que se habla en documentos diseminados en el archivo. Recordemos que la obra fundamental de Torre Revello fue El libro, la imprenta, y el periodismo en América durante la dominación española 20, laureada en 1943 con el Gran Premio Nacional de Historia. Desde hacía varios años el rumano León Baidaff, de grandes condiciones para la investigación histórica, trabajaba para su país en los archivos de París. Una circunstancia casual lo puso en relación con el Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras, en el momento en que se necesitaba una persona capacitada que desarrollara en la capital de Francia la misma actividad que cumplían quienes actuaban en España. Baidaff realizó una afanosa labor poniendo al descubierto las ricas colecciones parisienses reunidas principalmente en los archivos de los ministerios de Asuntos Exteriores y de Marina y en la Sección de Manuscritos de la Biblioteca Nacional. Publicó numerosos artículos en periódicos, sobre todo en “La Prensa”, y en el “Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas”. Los informes que envió durante los trece años que sirvió a los intereses argentinos demuestran su inteligencia, perspicacia no común y consagración total al trabajo que se le había encomendado. Sus vinculaciones con el Instituto de Investigaciones Históricas comenzaron al finalizar el año 1927, cuando recibe el encargo de “realizar un índice suficientemente comprensivo de los documentos que tengan interés para la historia de América y, en especial, del Río de la Plata, en los archivos existentes en la ciudad de París”. Compenetrado de la importancia de la misión encomendada, envió una lista de títulos de obras francesas referidas a temas argentinos, desconocidas en su mayor parte en nuestro país y que había encontrado en las bibliotecas de París. Comunicó, además, que esos repositorios y fondos bibliográficos encerraban tesoros insospechados no sólo en sus colecciones de manuscritos sino también en la de periódicos de los siglos XVIII y XIX y aconsejaba publicar su inventario. Hizo llegar más de trescientos títulos de obras, casi anónimas, que luego sirvieron a José Toribio Medina para completar su obra en este tema y que publicó en el suplemento. Baidaff destacaba que en la Biblioteca Nacional de París se encontraban manuscritos que contenían 130 mil piezas y aconsejaba la publicación de un índice como tarea previa al inventario, con el siguiente título: Los Archivos de París. Documentos relativos a la América latina. El departamento de manuscritos de la Biblioteca de París. Puso de relieve que los fondos americanistas adquiridos por esa biblioteca eran los más ricos y que la colección Margry comprendía más de doscientos volúmenes sobre temas americanos con documentación que abarcaba desde 1570 hasta 1870. Trabajó también en el Ministerio de Asuntos Extranjeros de Francia. En 1931 explicó con claridad la distribución de las secciones del archivo de ese repositorio diplomático, en las que había encontrado importantísimas piezas para la historia argentina. Además de las tareas en París, Baidaff se había propuesto trabajar en los archivos de El Havre, Versailles, La Rochella, Burdeos, etc. En 1932 estaba investigando sobre el gobierno de Rosas y estimaba que su tarea era tan importante que solamente con los extractos podría escribirse “una obra de incontrastable interés, estudiando esta recia personalidad a través de la correspondencia diplomática francesa”. El epistolario de los jefes de misión y otras personas radicadas en el Plata, con el Ministerio de Marina, y el de los agentes diplomáticos de Montevideo y Río de Janeiro, dilucidaban muchos problemas sobre el gobernante argentino. Todo este material, a su juicio, podría dar lugar a una obra de alcances insospechados. En 1933 Baidaff debió suspender por orden del gobierno argentino toda investigación que no se refiriera a las islas Malvinas. Con ese motivo consultó los fondos ingleses del Ministerio de Asuntos Exteriores correspondientes a los años 1765 a 1771 y de su examen surgieron las intrigas de Inglaterra para “adormecer” a España y a Francia, con el objeto de realizar una penetración en los dominios españoles. Ante la amenaza de la guerra mundial, en 1938 el gobierno francés trasladó sus archivos a diferentes ciudades del país para salvarlos de la eventualidad de bombardeos. Poco después, Baidaff murió 21. El coronel Carlos Roberts recomendó al Instituto de Investigaciones Históricas a la investigadora inglesa Phina Schoerer. Durante siete años (1933-1940), investigó en el Public Record Office, en el British Museum y en el Almirantazgo. Reunió abundante documentación con numerosos mapas sobre las invasiones inglesas, las Malvinas, etc. Schoerer murió en 1940 22. Para indagar en los archivos alemanes el Instituto de Investigaciones Históricas designó a Iso Brante Schweide. Debía cumplir su tarea en los repositorios secretos de Prusia, Austria, Hamburgo, Bremen y Lübeck. Los temas principales que se le encomendaron se referían a la acción diplomática de la Santa Alianza frente a la América revolucionaria. Las investigaciones más importantes que pudo concretar (1930-1933) se referían a la correspondencia de Metternich con su representante en Brasil. En el “Boletín del Instituto de Investigaciones Históricas” 23, se publicó una importante conferencia que pronunció en Berlín titulada: Alemania ante la independencia sudamericana, entre los años 1810-1825, en la cual resumió sus trabajos. La Biblioteca y el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores En 1879 se establecieron los fundamentos de la Biblioteca y Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores, que adquirió importancia bajo la eficaz dirección de Juan A. Alsina. Contenía un interesante material que se iniciaba en 1810, al que se agregó el proveniente de la Confederación (después de 1861), una buena parte del cual se incendió en 1867. En la clasificación y ordenamiento de ese archivo destruido trabajaron Zinny, Ruiz de los Llanos, Ugarriza, de la Llave y Mr. Schoobred. En 1890 Mariano Pelliza lo entregó al bibliotecario Francisco Zenteno. La parte histórica fue donada al Archivo General de la Nación y los papeles secretos se guardaron en cajas fuertes, que hizo adquirir el doctor Zeballos en 1892, en las cuales se distribuyeron los legajos que contenían documentación relativa a las fronteras con Brasil, Paraguay, Chile y Bolivia. La Biblioteca publicó tres ediciones del ya citado Catálogo de Orellana, un Digesto de Relaciones Exteriores y una recopilación de los tratados de nuestro país desde la Independencia. Esta obra comprende 11 volúmenes, es única en su género en el país y contiene los convenios de límites entre España y Portugal desde la bula del Papa Alejandro VI; sentencias arbitrales desde 1870 hasta 1909; armisticios, capitulaciones, alianzas, nómina de gobernantes, pactos interprovinciales, etcétera. La Biblioteca y el Archivo fueron organizados en virtud del acuerdo de gabinete del 12 de febrero de 1908 y en esa fecha fue designado director Francisco Zenteno, quien después publicó Virutas históricas 1810-1928 24. |
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