Estanislao López y el federalismo del litoral
Las ideas monárquicas
Pasemos a ocuparnos de esos proyectos de monarquía en el Río de A Carlos A. Villanueva se le cita hasta en los manuales de instrucción secundaria, (Véase Levene: Lecciones de Historia Argentina), porque ya han pasado los tiempos en que se hablaba de nuestros héroes oficiales con fórmulas retóricas Las tentativas de los gobiernos de Buenos Aires para implantar una monarquía en el Río de En 1814 fueron enviados a Europa Belgrano y Rivadavia, para entablar una negociación diplomática con Inglaterra y España encaminada a obtener el reconocimiento de la independencia y la fundación de una monarquía constitucional en el país. No es el caso de historiar el desarrollo de esas gestiones; bástenos saber que fracasaron, pero abundan en episodios absurdos. Rivadavia y Sarratea ante Carlos IV Para 1815, Belgrano y Rivadavia estaban en Londres Habían encontrado en esta ciudad a Sarratea y con él combinaron sus planes diplomáticos. Era imposible en aquellos momentos tratar con Inglaterra. Precisamente, Napoleón, fugado de la isla de Elba, había entrado en Francia, y aclamado por su ejército y su pueblo, restauraba su monarquía, en aquel célebre gobierno de los cien días y desafiaba a toda Cabarrús llevó a Roma un compromiso firmado, por Rivadavia, Belgrano y Sarratea, en que estos declaraban “hallarse plenamente facultados por el Supremo Gobierno de las Provincias Unidas para tratar con el Rey Nuestro Señor el señor Don Carlos IV (que Dios guarde) a fin de conseguir del justo y piadoso ánimo de Su Majestad, la institución de un reino en aquellas provincias, y cesión de él al Serenísimo Señor Infante don Francisco de Paula, en toda y la más seria forma”. También se “obligaban en justo reconocimiento de los buenos y revelantes servicios para con las Provincias Unidas del Serenísimo Príncipe de Proyecto de Constitución Monárquica Sedujo tanto esto a Belgrano y Rivadavia, que remitieron a Carlos IV un proyecto de constitución monárquica, para el reino que había de instaurarse y comprendería las Provincias Unidas del Río de Parece ser que el proyecto sedujo a la reina y al favorito Godoy, quienes convencidos por Cabarrús se encontraban dispuestos a trasladarse a Buenos Aires. Pero Carlos IV rechazó la propuesta declarando que “su conciencia le mandaba no hacer nada que no fuese favorable al rey de España”. Había tenido lugar la batalla de Waterloo, que reafirmaba el trono de Fernando VII. 16 Cabarrús y Sarratea no se resignaron al ver desvanecida la soñada monarquía y pretendieron robar al infante para llevarlo a Buenos Aires, oculto. Belgrano, por su parte, escribía en 1816 al Supremo Director interino en Buenos Aires: “Considerando que este era el único arbitrio que se nos presentaba para llenar nuestras instrucciones, nos resolvimos a entrar en el proyecto, a favorecerlo, y prestarle todos los auxilios, procurando que se guardase en la materia todo el sigilo que ella requería pues aspirábamos a que el infante fuese a Londres y traerlo sin que se llegase a penetrar hasta que se supiese hallarse en ésta”. (Revista de Buenos Aires, tomo XVI, citado por Saldías). Tan descabellada solución fracasó, como había fracasado el proyecto constitucional y Belgrano volvió desengañado a Buenos Aires. Ya le veremos renovar sus propósitos cuando en el Congreso de Tucumán se trate de coronar a un descendiente de los antiguos Incas, cuya exaltación al soñado trono se hacía más problemática por el hecho de encontrarse preso el candidato en los calabozos de Ceuta. Rivadavia y Sarratea quedaron en Europa dispuestos a encontrar el ambicionado monarca. Fernando VII, restaurado al trono de España, había declarado en 1815 por boca del ministro Toreno refiriéndose a la revolución americana que “no había que capitular con rebeldes pues la calidad de tales los inhabilitaba para que rigiesen con ellos las reglas y pactos establecidos entre las naciones cultas”. Rivadavia en Madrid Sin embargo, Rivadavia, ya sin poderes porque habían caducado a consecuencia de la revolución del 15 de abril de 1815, se presentó en Madrid en mayo de 1816, felicitó a Fernando VII “por su venturosa y deseada restitución al trono” y le ofreció el vasallaje de los pueblos, que según él “le habían diputado”. Para que no se crea que aventuro juicios peligrosos léase las notas cambiadas entre Rivadavia y Cevallos ministro de Fernando VII. Se publicaron en Buenos Aires en 1880, por un hijo de don Manuel J. García, y habían permanecido hasta entonces en el archivo del conocido diplomático. 17 He aquí una nota de Rivadavia a Cevallos: “Exmo. Señor: — El 27 del corriente tuve la satisfacción de presentarme a V. E. en cumplimiento de la real orden de 21 de Diciembre de 1815, de poner en sus manos la credencial de mí comisión, y de explicarle el objeto de ella, así como los incidentes que puedan influir más sustancialmente en el asunto. Como la misión de los pueblos que me han diputado se reduce a cumplir con la sagrada obligación de presentar a los pies de Su Majestad las más sinceras protestas de reconocimiento de su vasallaje, felicitándolo por su venturoso y deseada restitución al trono y suplicarle humildemente el que se digne, como Padre de sus pueblos, darles a entender los términos que han de reglar su gobierno y administración, V. E. me permitirá que sobre tan interesantes particulares le pida una contestación, cual lo desean los indicados pueblos y demande la situación de aquella parte de la monarquía.— Dios guarde a V. E. muchos años. — Madrid, a 28 de Mayo de 1816. — Bernardino Rivadavia”. Contestación del Ministro de Fernando VII. — El Ministro Ceballos contestó en estos términos: “El Rey Nuestro Señor, acordándose que es padre de sus vasallos, y deseando por todos los medios posibles restablecer la tranquilidad de sus dominios se prestó a oír las expresiones de sumisión y vasallaje de los que se dicen diputados del llamado gobierno de Buenos Aires. En consecuencia de esta determinación expedida por el distinguido Ministerio Universal de Indias, he dado a usted pasaporte, para venir a En esos dos años de trabajo —dice Saldías— no obtuvo mejor resultado (Rivadavia), que el de conocer lo que ya preveía, a saber, que la expedición armada que se creía dirigida sobre el Río de Las instrucciones de Alvear a García Pasemos a las instrucciones dadas por el director Alvear a don Manuel García. Cuando Rivadavia y Belgrano, diputados de Posadas, se encontraban en Río de Janeiro dispuestos a embarcarse para Londres, llegó de Buenos Aires a Río de Janeiro, don Manuel García. Este ya venía comisionado por Alvear que había reemplazado a Posadas, y traía instrucciones distintas. “Su misión positiva” era pedir al agente diplomático de Inglaterra ante Otra nota contenía estas palabras: “ García tuvo una conferencia con Lord Stangford, pero las negociaciones no dieron resultado. Hacia el protectorado brasileño En esta sazón llegó a Río de Janeiro, don Nicolás Herrera, ex Ministro de Relaciones de Alvear, y con García se decidieron a trabajar por el protectorado brasileño. Era en vísperas de subir al trono el Príncipe Regente de Portugal, con el nombre de Juan VI, elevando el Brasil a la categoría de Reino y Metrópoli (1816). Bajo su reinado tomaron auge las negociaciones y de allí arranca todo el proceso diplomático que determinó la invasión de Ese proceso diplomático explica la política vacilante de los gobiernos de Buenos Aires, desde Pueyrredón hasta Rivadavia, y la intervención patriótica, leal y desinteresada del general Estanislao López, gobernador de Santa Fe. Manuel García había dicho a Lord Stangford refiriéndose a los levantamientos del Litoral, contra la .autoridad del Directorio y las sublevaciones de sus ejércitos: “Todo es mejor que la anarquía; y aún el mismo gobierno español después de ejercitar venganza, y de agobiar el país con su yugo de fierro, dejaría algunas esperanzas más de prosperidad que las pasiones desencadenadas de pueblos en anarquía”. Cuando se reunió el Congreso de Tucumán y nombró director a Pueyrredón, García llevaba muy adelantadas las gestiones “para asegurar la independencia de “El Congreso ha tomado las disposiciones más favorables a este respecto y cree que los vínculos que lleguen a estrechar estas provincias con esa nación sea el mejor asilo que nos reste en nuestros conflictos. Usted pues, en el desempeño de su comisión debe aprovechar los instantes para tratar con absoluta preferencia de este particular. No omita usted medio alguno capaz de inspirar la mayor confianza a este Ministerio sobre nuestras intenciones pacíficas y el deseo de ver terminada la guerra civil con un poder estable que no obraría contra sus propios intereses, cultivando nuestra gratitud”. Por su parte el doctor Tagle, Ministro del Directorio decía en carta particular a García: “Convengamos en la necesidad a tomar medidas prontas para fijar con fruto nuestra suerte y así no pierda usted ocasión para alcanzarlo. Todo amenaza una disolución general, y lo más sensible es que los pueblos que ya nos miran y tratan como a su mayor enemigo, pueden si nos descuidamos reducirnos a la impotencia de ajustar y concluir tratados”. Y el doctor García que como hombre de gran inteligencia presentía el efecto que haría en los pueblos del Plata, ver invadido el Uruguay por una fuerza extranjera, tan extranjera como las fuerzas españolas, y veía al mismo tiempo el tacto político que se hacía necesario por parte del Directorio para distraer y engañar la atención de esos pueblos que lo miraban con desconfianza, escribíale: “Suspenda usted su juicio. Sobre todo por lo más sagrado que hay en el cielo y en la tierra, le suplico que no se precipite a medida alguna decisiva, mire usted que sí la erramos de esta vez la perdemos pata siempre. Yo he de enviar a ustedes mí opinión fundada acerca de los movimientos hostiles de los portugueses de |
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