Viaje al estrecho de Magallanes
El encargo del viaje y descubrimiento
 
 
Después que Don Francisco de Toledo, Virréi del Pirú, embió una Armada de dos Navíos con más de doscientos hombres tras el Corsario Francisco Draquez, y habiendo llegado a Panamá sin hallar más que la noticia dél, se volvieron á Lima (como dello Vuestra Magestad tendrá relación); considerando lo mucho que importaba a la seguridad de todas las Indias desta Mar del Sur, para el servicio de Dios Nuestro Señor, aumento y conservación de su Sancta iglesia, que en estas partes V. M. tiene y sustenta, y la que se espera que se plantará, y para el de V. M. y de sus Vasallos, no dexar cosa por explorar; y así mesmo por la pública fama y temor de los dos Navíos Ingleses, compañeros de Francisco Draquez, que quedaban atrás en las Costas de Chile y Arica, de que por horas había armas en los puertos de esta Costa, que no sabían las gentes que hacerse, cesaban las contrataciones por estar los mercaderes temerosos en aventurar sus haciendas, y los navegantes de navegar; y porque la común voz del pueblo era que Francisco había de volver por el Estrecho, pues lo sabia ya: por lo qual, y para obviar á lo futuro, determinó embiar á descubrir el Estrecho de Magallanes, que por esta Mar del Sur se tenía quasi por imposible poderse descubrir, por las innumerables bocas y canales que hai antes de llegar á él, donde se han perdido muchos Descubridores que los Gobernadores del Pirú y Chile han embiado allá; y aunque han ido á ello personas que entraron en él por el Mar del Norte, nunca lo acertaron, y unos se perdieron, y otros se volvieron tan destrozados de las tormentas, desconfiados de lo poder descubrir, que á todos ha puesto espanto aquella navegación; para que quitado este temor de una vez, y descubierto el Estrecho, se arrumbase y se pusiese en cierta altura y derrota, y se tantease por todas partes para saber el modo que se tendrá en cerrar aquel paso para guardar estos Reynos ántes que los enemigos lo tomen, que importa lo que V. M. mejor que todos entiende: que á juicio de todos no va ménos que los Reinos, haciendas, cuerpos y ánimas de los habitadores dellos. Esto bien mirado y comunicado con la Real Audiencia de los Reyes, Oficiales-Reales, y con otras muchas personas de gran Experiencia en gobierno y cosas de Mar y Tierra, se concluyó en que se embiasen dos Navíos para lo arriba dicho al Estrecho de Magallánes: y dentro de diez días como llegó la Armada de Panamá, le comenzó a despachar el Virrey; y personalmente, aunque estaba indispuesto, fue al Puerto, que está dos leguas de la ciudad, y entró en los navíos, y con candela y oficiales los andubo mirando hasta la quilla, y de todos escogió los dos más fuertes, más nuevos y veleros, y comprólos por Vuestra Magestad; y mandó al Capitán Pedro Sarmiento aceptase el trabajo deste Viage y Descubrimiento con título de Capitán-Superior de ambos navíos: y Pedro Sarmiento por servir a V. M. lo aceptó, no obstante muchas cosas que hubo y podía haber en ello, pero como su oficio siempre fue gastar la vida en servicio de su Rei y Señor natural, no era justo se vendiese, ni escusase su persona en éste, por temor de la muerte, ni trabajos que se publicaban, ni por ser cosa de que todos huían; antes por esto se ofreció con más voluntad al servicio de Dios y de V.M. cuyo esclavo es en voluntad, con la qual, si sus obras igualasen, V. M. se tendría por mui servido dél. Y luego que se compraron estos dos navíos se puso mano á la obra dellos, así á la carpintería y herrería, xarcias, velas, mantenimientos, como á las demás cosas necesarias, asistiendo en el puerto para el despacho de los navíos Don Francisco Manrique de Lara, Fator de V. M. y caballero del Hábito de Sanctiago, y Pedro Sarmiento, el qual iba y venía á la Cidad y al puerto, dando mano al despacho y haciendo gente, haciendo pagar la gente de mar, y haciendo dar socorro a los soldados: y en juntarla hubo mucha dificultad y trabajo, porque como era jornada de tanto trabajo y tan peligrosa y de tan poco interés, nadie se quería determinar á ella, y así muchos se huyeron y escondieron. En fin, se juntaron los que fueron menester entonces, que por todós fueron ciento y doce, la mitad marineros y la mitad soldados. Y porque el verano se pasaba y convenía mucho la brevedad, fue el Virréi segunda vez al puerto y personalmente asistió á todas las obras hasta que se acabó: y trahía ordinariamente en el despacho de la mar al Licenciado Recalde, Oidor de la Audiencia Real de los Reyes, que con mucha diligencia executaba lo que el Virréi le mandaba: y el Tesorero y Contador, en la Cidad trabajaban en las pagas y socorros y vituallas como por el Virréi les era ordenado. Con esta diligencia se despacharon los navíos y gente con brevedad, qual no se creía que se pudiera hacer.

Expedidos los despachos desta Armada, nombró el Virréi á la nao mayor Nuestra-Señora-de-Esperanza, á quien Pedro Sarmiento eligió para Capitana; y á la menor nombró San-Francisco, que fue hecha Almiranta. Por Almirante, á Juan de Villalobos; y para despedillos Su Excelencia el viernes nueve de Octubre de 1579, mandó parecer ante sí al Capitán-Superior, Almirante y los otros oficiales y soldados, que entonces se hallaron en la Cidad, y hablóles apacible y gravemente, encareciéndoles la mucha dificultad del negocio á que los embiaba, puniéndoles también delante el premio y mercedes que les prometía hacer, encargándoles mucho el servicio de Dios Nuestro Señor y el de V. M. y la honra y reputación española. Tras esto entregó la Bandera al Capitán-Mayor, y él al Alférez Juan Gutiérrez de Guevara: y besándole todos la mano, y echándoles el Virréi su bendición los despidió; y el sábado por la mañana se fue el Capitán-Mayor á embarcar, y tras él los demás oficiales, soldados y marineros que estaban en la Cidad. Este mesmo sábado en el puerto, en presencia del Oidor Licenciado Recalde, y Oficiales Reales, el Secretario álbaro Ruiz de Navamuel leyó la Instrucción del Virréi al Capitán-Mayor, Almirante y Pilotos, que es la siguiente, que la pongo aquí porque el Virréi me manda que me presente con ella ante la Persona Real de Vuestra Magestad y de su Real Consejo de Indias.