Viaje al estrecho de Magallanes
Testimonio sobre naturales
 
 
Otro sí, Yo Juan de Esquibel infra escritpo doy fé y verdadero Testimonio que este dicho dia mes y año susodicho, en este dicho Puerto parecieron ciertos Indios naturales de esta tierra en un monte cercano deste dicho Puerto, y por voces y señas pidieron á la gente desta Nao Capitana: á lo que se entendió, que fuesen allá que querían hablar con ellos. Y Pedro Sarmiento, General, embio al Alférez Juan Gutierrez de Guevara y cinco soldados marineros en el batel, para que les hablase y les diese algunas cosas de donas. El cual fué y habló con ellos en amistad, y les díó lo que llevaba: y segun se entendió de las señas que hacían deaban a entender que habían visto otros dos Navíos con gente que tenían barbas y dagas como el dicho Alférez llevaba. A lo qual se pudo dar crédito porque trahian unas tiras de lienzo de ruan, con costuras y pespunte á nuestra usanza, lo qual no pudieron haber de otra parte sinó de la gente y navíos que habían visto en este estrecho. El qual dicho lienzo yo el dicho escribano lo vi y lo tuve en mis manos, y dello doy fe y testimonio para que haga fe. Fecho ut supra. —Juan Desquibel, Escribano Real.

Este dia hizo alguna bonanza y de noche tormenta. Viérnes cinco de febrero amaneció bonancible y ventó oeste y sudoeste, y aclaró algo el día, y granizó; y á mediodía vinieron los indios como lo habían prometido, y Pedro Sarmiento embió á tierra al alférez y á Hernando Alonso con seis hombres y con algunas cosas de rescates para dalles, con instrucción que, si pudiesen, tomasen algunos para lenguas, y para nos informar de cosas de la tierra, y de lo que habían dicho de los dos navíos que habían visto. Fueron los nuestros; y no queriéndose llegar los indios, hicieron las mesmas señales que el dia ántes; y viendo los nuestros que no se querían llegar á ellos, ni ir al navío para nos informar, arremetieron seis de los nuestros á ellos y se abrazaron dos hombres con cada uno de los indios, y así tomaron tres, los cuales por ser soltar dieron puñetazos a los nuestros por los hocicos; pero no lo pudieron hacer, aunque tienen grandes fuerzas; y los nuestros no les quisieron hacer mal, aunque recibieron muchas puñadas, considerando que cada preso quiere ser suelto, y los trajeron al navío donde el General los trató con mucho amor; y les dió de comer y beber, y comieron y bebieron, y tanto les regaló que les hizo perder el temor y enojo y se rieron: y preguntándoles por señas por lo que habían dicho el dia ántes, y mostrándoles las tiras de lienzo, señalaban con la mano una ensenada donde habían estado los que se lo dieron, y que eran barbaros y tenían dos naos como la nuestra, y que traían flechas y partesanas, y uno dellos mostró dos heridas, y otro una, que les habían dado peleando con ellos.

En este Puerto se vido Pedro Sarmiento más atribulado de espíritu que en todos los trabajos pasados, porque vido toda la gente tan cansada y mohina con tantas tormentas, que del todo estaban desconfiados de poder descubrir el estrecho, estando ya, como estaban, dentro dél: y como los cables que teníamos eran tan pocos y molidos y hechos pedazos, parecíales que conforme á los tiempos que hacían no podíamos dejar de peligrar por falta de cables y anclas si íbamos adelante: y en corrillos decían y tractaban que Pedro Sarmiento los llevaba á ahogar, y que no sabía donde iba, que mejor sería volverse á Chile á repararnos; pero no se lo osaba decir nadie á Pedro Sarmiento, aunque él sabía muy bien lo que pasaba, y iba puniendo remedio en ello:,y llegó el negocio á tanta desconfianza, que los dos pilotos Anton Páblos y Hernando Alonso entraron en la cámara de Pedro Sarmiento, y le dijeron: Que mírase que había hechos mas que todos los descubridores del mundo en llegar allí, y que la Almiranta era vuelta, y estábamos solos; y que si algun peligro nos subcedíese ningun remedio teniamos, si no que pereceríamos donde jamás se supiese de nosotros; y que no teníamos anclas, ni cables, ni jarcía, y que los tiempos eran de tal condición, como se había visto, que era imposible poder ir adelante, sin esperara la perdición de todos por momentos; que nos volvíésemos a Chile, y de allí avisaríamos al virréi. Esto dijo Antón Páblos en nombre de ambos; y sospecho que de todos, que se lo habrían rogado que lo tratasen: y no era de espantar, que todo lo que decían era verdad y todos los hombres del mundo temieran lo mesmo si lo vieran. Mas Pedro Sarmiento, como tenía determinado, con la confianza que tenía en Dios y en su gloriosísima Madre, de perseverar hasta el fin en acabar el descubrimiento, ú la vida en él, respondió á Anton Páblos: Que aunque se había hecho mucho en llegar allí, que todo era nada si de allí nos volviésemos; que se espantaba, que siendo hombre de tan buena determinación, agora que era menester le faltase, y más teniendo en él tan grande confianza como tenía; que mirase las mercedes que Dios nos bahía hecho, y esperase que no nos desampararía, sino que ántes nos las bahía de hacer mayores; y que estas palabras las decía como amigo, y no le tratase él, ni nadie, más de aquel negocio. A lo cual Hernando Alonso dijo al General: Que lo mirase bien, que lo que Anton Páblos decía era lo que convenía, y querer perseverar en ir adelante era tentar á Dios. A esta palabra Sarmiento, no pudiéndolo ya disimular, le quiso castigar rigurosamente; pero porque lo dijo simplemente y con pecho de hombre llano, y con solo temor de ahogarse, lo disimuló y se reportó, diciéndole: Yo no quiero, ni pretendo tentar á Díos sinó confiar en su misericordia, haciendo de nuestra parte lo que fuera posible á nuestras fuerzas; y lo que él decía era desconfiar; y no me trate mas desta materia, que al que dello me tratare le castigaré poderosamente: y con esto no tengo mas que decir, sinó que luego nos hagamos á la vela. Y no convino entonces más rigor por muchas causas. Esto era viérnes en la noche, y por esto no nos podimos hacer á la vela.

Otro dia sábado por la mañana, por la misericordia de Dios Nuestro Señor, amaneció bonanza y salimos deste puerto, habiendo esperado los quince dias que el general habia dado por órden al Almirante para quel navío que se hobiese derrotado y llegase primero á la boca del estrecho agua roase quince dias al otro, y pasados, siguiese su camino á España, no viniendo el otro, conforme á lo mandado por el virréi del Pirú. Salidos, pues, deste puerto de Nuestra-Señora-de-la-Candelaria, seguimos la canal como una legua al sueste cuarta al leste, y en este parage hacían señas los indios que en un ancon por donde íbamos pasando habían estado los barbados que nosotros creemos ser ingleses del año pasado; y dábamos mucha priesa para que llegáramos con la nao. Llegamos cerca; no vimos mas de una ensenada la vuelta del sueste, y habiendo andado tres leguas vimos una boca de puerto limpio, y dos leguas más adelante al lesueste vimos un Puerto que entraba la vuelta del oeste, y mas adentro iba una ensenada al sur. Aquí nos dijeron los indios que llevábamos, que allí habían estado los barbudos, y habían tomado agua. En este puerto entramos á las tres despues de mediodía: las aguas corrían aquí para el noroeste á la mar del sur, y mas en el reflujo que en la creciente, y con viento fresco rompíamos con dificultad las corrientes. Nombróse á este puerto de Sancta Mónica. Tiene veinte brazas de fondo bueno, arena, y veinte y dos brazas. Es abrigado de todos vientos. Aquí tiene la canal de ancho tres leguas, que es desde este puerto la vuelta del nordeste hasta una isla que está al nordeste, que se nombró isla de Santa-Ana, que es puncta en remate de la ensenada de San-Gerónimo.

Domingo siete de febrero partímos desde puerto de Sancta-Mónica en el nombre de la Santísima Trenidad; y con viento lesnordeste y mar bonanza, navegamos por esta canal mas arrimados á la costa de la mano derecha, la cual iba al lesueste como tres leguas, hasta una punta, que llamamos puncta de Sancte-lifonso; y en medio desta distancia hace la costa ensenada en arco, y muchas caletas y abras, donde parecía haber puertos; pero no entramos en ellos por no perder tiempo. Es toda esta isla pelada y de peñascos. La primera ensenada nos dijeron estos indios que se llamaba Puchachailgua en su lengua, y la segunda ensenada se llama Cuaviguilgua. Aquí dicen estos naturales que los barbudos pelearon con ellos, y mostraban las heridas que les dieron. La tercera ensenada es grande y va la vuelta del sur, y la llaman Alguilgua. En la costa contraria de la mano izquierda al Nordeste se llama Xaultegua. Este dia hizo muy claro sol y bonanza. Tomamos el sol en cincuenta y tres grados largos. La ensenada llamada Xaultegua está en esta altura. Por esta ensenada Xaultegua entra una boca y brazo que va á raiz de la cordillera Nevada de la tierra firme; y dos leguas mas al sueste de donde se tomó el altura surgimos en un puerto que nombramos Puerto Angosto. Tiene veinte y dos brazas de fondo limpio, un ahuste de tierra. Medio cable fuera, y prois en tierra. Luego que surgimos esta mesma tarde subió el General, y con él Anton Páblos y otros dos hombres á una cordillera á descubrir la canal, y descubrieron gran quantidad de canal la vuelta del sueste cuarta al leste. Este día hizo claro y sol caluroso, y vientos bonancibles oesnoroeste: corrientes contrarias. Descubrímos otras muchas abras y caletas á barlovento y á sotavento. En lo alto de la cordillera hizo mucho calor. Pusieron aquí una Cruz en un monte sobre la mar, y Pedro Sarmiento tomó aquí Posesion por V. M., y en señal puso una gran mojon de piedras que hizo él y Anton Páblos, y en él puso una Cruz; y otra cruz hizo poner en otro monte mas alto á un hombre llamado Francisco Hernandez, que embió á descubrir. Esta noche á una hora de noche á la banda del Sueste quarta al Sur vímos salir una cosa redonda bermeja como fuego, como una darga, que iba subiendo por el cielo, ó viento. Sobre un monte alto se prolongó; y estando como una lanza alta sobre el monte, se hizo como media luna entre bermeja y blanca. Las figuras eran de esta manera.

El Lúnes ocho de febrero amaneció calma, y luego refrescó el oesnorueste claro y bonacible, con el qual hicimos vela de puerto Angosto en el nombre de la Santísima Trenidad, y navegamos por la canal de este estrecho la vuelta de sueste quarta al sur; y dende á tres cuartos de legua, por la costa de la mano derecha descubrimos una ensenada grande, que tiene una isla grande a la boca, que se llama Capitloilgua, en la costa llamada Caycayxixaisgua. Hay mucha nieve y muchos picos nevados. Tiéne por aquí la canal legua y media de ancho.

Andadas tres leguas al sueste quarta al leste, por la costa de la mano derecha, hay una gran ensenada, que entra mas de dos leguas la vuelta del oessudueste, y tiene en la boca una isla. LLamámosla Abra, porque no la vimos cerrada; y al nordeste desta abra, en la otra costa de mano izquierda hay otro puerto y playa parda, y tiene una isla que la abriga. Llamóse la playa Parda. Dentro de la abra es tierra baja y amogotada. Media legua adelante de la abra hay un ancon en la costa de la mano derecha, y al lesnordeste de este ancon en la otra costa una legua de travesía está otra caleta que hace puerto, que llaman los naturales Pelepelgua; y el ancon llaman Exeaquil.

Desde este ancon una legua al sueste quarta al leste está una anconada grande que entra la vuelta del sur dos leguas hasta unas sierras nevadas. Llamóse ensenada de Mucha nieve. Desde allí vuelve la costa: al lessueste legua y media ambas costas de mano izquierda y derecha hasta una punta que sale de la costa del leste y va la vuelta del sur: con la cual punta desde una legua ántes que lleguen parece que se cierra la una y la otra tierra, lo cual fué causa de harta tristeza y desconfianza en muchas personas deste navío, pensando que no había salida; y en esta distancia de legua y media hace una gran ensenada en la costa de la mano derecha, y por allí hace rompimiento y boca la vuelta del sur. Así que como fuimos siguiendo fué abriendo la punta, y hallámonos en una anchura que en la dicha punta hay, ménos de una legua de ancho de tierra á tierra: y desde esta punta parece otra punta una legua lesteoeste cuarta de norueste-sueste, y enfrente de esta punta en la otra costa sale otra punta que cierra la una por la otra, que ántes de llegar á ellas parece que la tierra se cierra. Entre estas puntas en este compas de legua hacen ambas costas dos ensenadas grandes, y en la de la mano izquierda la vuelta del norte esta una abra y boca que hace canal, que va arrimada á la cordillera Nevada de la tierra-firme. A esta boca sale la canal que comienza en la ensenada Xaultegua frontero de puerto Angosto; y la tierra que queda entre esta canal de la cordillera, y la que nosotros navegamos es isla, llamada Cayrayxayúsgua. Es toda un peñasco pardo sin hierba: y acabada esta boca que dicho tengo aquí, fuimos favorecidos de la corriente que iba para adentro; y en estas angosturas hallamos muchos remolinos de corrientes que fué menester ir arribando y á orza, huyendo de ellos y dandoles resguardo, porque no hiciesen al navío dar alguna vuelta. Acabada esta isla comienza luego la tierra-firme con llanos á la mar y valles entre loma y loma. Desde las puntas dichas sigue la canal y costas al sueste cuarta al leste, legua y media por la mano derecha, y dos por la izquierda; y por la izquierda es todo playas á la mar, y algunos herbazales que salen mucho fuera; y por la derecha sigue legua y media como es dicho; y desde allí sigue por esta banda al sueste y al susueste dos leguas. Y al sueste cuarta al leste desta punta están cuatro islillas pequeñas en espacio de tres leguas á media canal, unas por otras lessueste- oesnoroeste; y entre la primera y la segunda hay cuatro farallones de una banda y de otra. Este dia surgimos en la primera isla de la banda del leste en catorce brazas buen fondo un ahuste de tierra con proises á las peñas; y luego vimos humos en la costa, y los indios que llevábamos comenzaron a llorar: y lo que pudimos entender fué que lloraban porque temían que aquellas gentes de los humos los matarían, que significaban que eran grandes hombres y tenían flechas y peleaban mucho; y consoláronse con decirles por señas que nosotros les defenderíamos y mataríamos a los otros: y aconsejábannos que fuésemos allá de noche y los prendiésemos y matásemos. En surgiendo salimos á la isla Pedro Sarmiento, y Anton Páblos, Piloto Mayor, y algunos soldados, y marcamos la canal grande, que va la vuelta del sueste cuarta al leste muy ancha, y volvimos á ver el humo de la gente grande, cuya tierra llaman en su lengua Tinquichisgua, y marcamos la canal que va al noroeste. Esta isla primera donde subimos tendrá dos leguas de boj: es llena de unas frutillas como uvillas negras y colorada y murtilla, manjar de aves. Por entre esta isla y la tierra del oeste va canal de media legua de ancho. En esta isla puso Pedro Sarmiento cruz, y tomó posesión por V. M. Púsosele nombre isla de la Cruz. Aquí apercibimos la artillería y arcabucería por la sospecha de los cosarios, como por los naturales, y se hizo siempre guarda con las armas en la mano. Aquí se vieron ballenas y muchos lobos-marinos, y buféos, y vimos grandes pedazos de nieve andar sobreaguados por la mar, que salen de las islas nevadas que están al sur desta isla de la Cruz tres leguas, y las tormentas del viento despedazan la nieve, y la echan y sacan á la mar.

Mártes nueve de febrero amaneció bonanza: levámonos de esta isla, y con viento oeste hicimos vela por la canal que va entre esta isla de la Cruz y la costa de la mano izquierda del norte, y luego calmó el viento, y tuvimos corrientes contrarias: y á las dos del dia el gua comenzó á estar estóa, y con el batel fuimos remolcando la nao, y llegados á la isla tercera, que es la mayor, oímos voces de gentes que iban atravesando de una Isla á otra. Embié allá á Hernando Alonso, piloto, y á Juan Gutierrez con gente en el batel con armas, para que viesen qué gente y tierra era aquella. Los cuales entraron en un buen puerto que tiene la isla donde vieron una población y gente crecida que habían anegado las piraguas: y ellos se habían puesto en la montaña con sus armas; y desde el bosque llamaron á los nuestros que saliesen en tierra, y los nuestros á ellos que viniesen á la mar. Los isleños estaban emboscados con arcos y fechas para matar á los nuestros en saliendo á tierra; y entendiendo esto los nuestros, tiraron á tierra algunos arcabuzazos; y unas mugeres comenzaron á dar grandes voces, por lo cual los nuestros dexaron de tirar mas arcabuzazos. Entre tanto la nao andaba barloventeando de una vuelta y de otra sobre la boca del puerto esperando el batel, y quando oyó Sarmiento la arcabucería hizo arribar para el puerto y aprestar una pieza; y el batel vino luego con una piragua amarrada por popa, y digeron lo arriba dicho, y que habían visto quantidad de gente y buen puerto y tierra apacible. Llamamos á ésta, isla de la Gente. Aquí tomamos la altura en cincuenta y tres grados y dos tercios. Tiene esta isla de la Gente arrimada otra á sí, la vuelta del sueste, que le abriga el puerto. Esta es la postrera destas isletas.

Legua y media al leste desta isla está una ensenada que llamamos la Playa, porque la tiene grande. En esta ensenada en la mesma altura dicha, y al susudueste della en la costa del sur de la mano derecha tres leguas, está una gran ensenada, que llamamos bahía de San Simon. Desde esta bahía de San Simon va la costa al leste tres leguas hasta una punta que se llama Tinquichisgua. Desde esta punta va la vuelta del sudueste una gran bahía donde está un monte muy alto agudo delante de unas sierras nevadas. Este monte es el que llaman las Relaciones antiguas la Campana de Roldán. Toda esta bahía de la Campana es cercada de sierras altas y nevadas: y las tres leguas de tierra que se dijo haber entre la bahía de San-Simon y la punta de Tinquichisgua es toda tierra despedazada, alta y nevada. Aquí son las islas Nevadas que dice las Relaciones viejas, y no las cuatro que están en medio de la canal del estrecho.

Por la bahía de San Simon entra un brazo la vuelta del sueste. Por aquí tiene la canal deste estrecho tres leguas de ancho, y la costa de la banda del norte es de mejor vista, y tiene faldas y llanadas á la mar, y valles y rios; y la costa del sur es toda peñascos é islas nevadas hasta la bahía de San Simon. Toda poblacion que hasta aquí se topó se halló de la banda del sur.

Desde la playa de 53 grados y dos tercios sigue un cuarto de legua la costa al sudueste hasta una punta que se nombró San Julian, y luego detras della entra un rio por una playa que va la vuelta del nornordeste como una legua, y desde allí vuelve al leste. Es todo esto playa y tierra baja á la mar, y va un valle por este rio arriba, y parece abrigado; a lo ménos hoy, á la hora que esto escribo, hace calor de estío y calma, y sabe muy bien la agua fría con estar cercados de sierras nevadas y balsas de nieve por la mar en cincuenta y tres grados y dos tercios, donde en muchos meses no suele verse el sol. Este dia hizo poca corriente hasta puesta del Sol ni en flujo, ni reflujo, y la calma y calor fué grande, que no pudimos caminar sinó obra de tres leguas, y lo mas dello con el batel al remolque fuimos á surgir.

Este dia se puso el sol al Oeste quarta al sudueste á las seis horas y cuatro minutos, de manera que este dia, que son nueve de febrero, tuvo el dia trece horas y media y un décimo de hora, que son seis minutos de hora, y la noche tuvo diez horas y dos quintos de hora en este rio Hondo en cincuenta y tres grados y dos tercios en este estrecho, agora de nuevo nombrado por el General Pedro Sarmiento Estrecho de la Madre de Dios, estando el sol en veinte y nueve grados y cincuenta y siete minutos de Acuario.

Este dia anduvimos poco mas adelante por las calmas y corrientes. Anduvimos cuatro leguas, y lo mas fué remolcando la nao con el batel lo mas del dia y toda la noche, y nunca pudimos llegar á la costa, ó á parte donde pudiesemos hallar ningun fondo.

El miércoles diez de febrero amaneció el cielo claro y el viento calma; y como no habíamos surgido, no tuvimos que levarnos. Fuimos al remolque hasta que comenzó á ventar viento sueste bonancible. Duró poco; calmó luego: y desta manera un rato al remolque, y otro con viento ó vahajuelos del suestes, íbamos unas veces adelante y otras descayendo. Este dia tomamos la altura en cincuenta y tres grados y tres cuartos, y dende á poco despues de mediodía comenzó el vahage del sueste y atravesamos á la otra costa de la banda del sur, y por ella vimos dos grandes boquerones, junto uno de otro, y muchas caletas y puertos, y mucha cuantidad de hierba cerca de la costa. Calmónos el viento, y con el remolque nos llegamos á la costa del sur, y dimos fondo desabrigados y frontero de una caleta de agua dulce: y aquí salimos en tierra Pedro Sarmiento y Anton Páblos con algunos soldados arcabuceros y rodeleros, y subimos á un alto á marcar y explorar: y estando en lo alto vimos refrescar el norte y bajamos aprisa y nos embarcamos, y en zarpando el ancla para nos hacer á la vela para surgir detras de una punta que parecía adelante calmó el viento, y por esto volvimos á dar fondo;.y aquí estuvimos esta noche surtos y con gran cuidado y guarda. Refrescó una vez al noroeste, y luego calmó. Tiene por aquí la canal de ancho cuatro leguas. Llamóse esta caleta de Agua dulce.

Esta parece buena tierra; pero no vimos barrial.

Juéves once febrero hicimos vela en nombre de la Santísima Trenidad, y seguimos la costa de la mano derecha, que es la del Sur desde la caleta de Agua dulce dos leguas, hasta una punta que nombramos de San Bernabé; y media legua de la caleta de Agua dulce hay un brazo ancho que va la vuelta del sur hasta topar en una frente de tierra mas de cinco leguas, y al cabo por una parte y por otra hace brazos. Tiene una isla grande y dos farallones á la boca. Llaméla bahía de San Pedro. Tiene de boca y ancho quasi media legua, y desde aquí va la costa haciendo arco, y en medio tiene una gran caja, y al norte de la punta de San Bernabé en la otra costa parte la cordillera que está sobre la mar hasta la mar, y por aquí parece gran valle la tierra adentro. Llamóse Gran Valle. Tiene de ancho la canal por aquí dos leguas.

Desde la punta de San Bernabé va la costa al susueste, y desde la mesma punta de San Bernabé arrimando á ella entra una bahía la vuelta del sur cuarta al sueste tres leguas, y vuelve con un brazo la vuelta del sudueste, y lejos parece una cordillera nevada. Nombráse este brazo bahía de San Fernando. Tiene por aquí la canal tres leguas de ancho de Norte-sur.

De la punta de San Fernando la vuelta del nordeste tres leguas que es la travesía del estrecho, está una punta que se llamó punta de Santa Agueda. Esta punta hace un morro alto gordo nevado, y una quebrada entre él y la Sierra Nevada, desta manera:

Desde la punta de San Bernabé vuelve por aquella parte de la tierra del sur la costa al lessueste seis leguas hasta una cordillera, que es de mucha nieve, que está tendida llana; y ántes della está un morro alto con un pico como vernal, y en medio deste vernal y de un monte que parece pan de azúcar está otro morro con tres puntas. Este vernal, ó Pan de Azúcar, tiene figura de campana. De la una parte de los morros hai una boca y de la otra hai otra:. la figura es esta:

Desde esta punta y morro de Sancta Agueda por la costa del norte vuelve la costa al norte sobre la cuarta del nordeste hasta una punta, que se llamó punta de Santa Brígida una legua. Es punta delgada y baja. En esta legua hay muchas playuelas de arena. Este pedazo de tierra es montosa, y tierra alta, y la punta de Santa Brigida es toda playuelas desde el Pan de Azúcar de los boquerones hasta esta punta. Demora el uno por el otro norueste-sueste cuarta de norte-sur seis leguas. Desta ensenada de la mano derecha, donde está el Pan-de-Azúcar y vernal, van dos brazos y canales grandes una la vuelta del sur, que llamé la canal de la Madalena, y otra al sueste, que se nombró canal de San Gabriel; y al oeste de la puncta de Santa Brígida está una gran bahía toda de playales de arena. Tiene rio y en medio de la bahía un faralion. Llamóse bahía de Sancta Brígida y Sancta Agueda, por estar ambas juntas y mas arrimadas á la de Sancta Brígida. El rio hace un gran valle entre dos sierras, y va un trecho al nornoroeste, y de allí parecía volver al nordeste. Llamámosle rio del Valle Grande. La punta de Santa Brígida es isla pequeña algo prolongada, y hacia la banda del sur es tajada, que parece cortada, con unos árboles ralos y solos en lo alto della.

Desde la puncta de Santa Brigida está otra punta delgada lesnordeste-oessudueste. Llamé á esta punta de Sanct-Isidro que hace al remate un mogote como á manera de farallon. Entre estas dos puntas hay dos ensenadas grandes. Desde la punta de Sancti-Isidro á la costa del sur de la otra banda y costa de la mano derecha están dos sierras y en medio dellas un valle hondo lesueste- oesnoroeste, cuatro leguas de ancho de estrecho y canal de la punta de Sancti-Isidro. Llamámosla Valle Hondo. Aquí hallamos escarcéo y grandes hileros de corrientes, que es encuentro de maréas. Desde la puncta de Sancti-Isidro á un morro alto que está de la otra banda en la otra costa la vuelta del sueste tiene por aquí la canal del estrecho de ancho cuatro leguas. Llamóse morro de Lomas: y desde este morro de Lomas, siguiendo la costa al lesnordeste, comienza la tierra baja y de buen parecer de lomas; y acabada la punta del Morro, sobre la tierra baja hace una gran ensenada, y por aquí tiene de ancho la canal ocho leguas lessueste-oesnoroeste.

La puncta de San Isidro está en cincuenta y cuatro grados escasos. Desde esta dicha punta vuelve la costa firme del norte hasta una punta larga llamada punta de Santana, nornordeste-susudueste: y junto á la punta de Sanct-Isidro está una playa de arena á manera de ensenada. Aquí vimos gente en tierra, y desde la playa nos dieron voces: por lo cual la llamamos la playa de las Voces. Desde aquí va entrando la ensenada hasta la punta de Sancta Ana; y dos leguas desta punta de Santa Ana al, sudueste en medio de la ensenada surgimos en siete brazas, buen fondo, que toda esta ensenada es de buen fondo; á lo rriénos esto que nosotros sondamos. Aquí tomamos agua y leña; y estando nuestra gente en tierra, vinieron á ellos los naturales que nos habían dado voces, como se dijo ántes, y abrazaron á los nuestros y comenzaron á tratarse familiarmente unos con otros: y como Pedro Sarmiento lo vido desde la nao, les embió sartas de chaquiras, peines y cascabeles, bizcocho y carne; y estuvieron sentados con el Alférez y Hernando Alonso y con los demas christianos, que eran diez, en buena comunicacion por señas, y dieron á entender estar contentos con nuestra amistad con lo que se les había dado, y digeron que se querían ir á dormir, y que mañana volverían; y quedando, á lo que pareció, muy nuestros amigos, se fueron á sus chozas. A esta bahía se llamó bahía de la Gente, y al rio que había allí, rio de San Juan. En este rio tomamos la altura en cincuenta y tres grados y dos tercios.

Desde este puerto y rio de San Juan parece una abra y boca de canal entre dos tierras la vuelta del leste cuarta al nordeste ocho leguas; y la tierra que esta abra tiene al sur llamamos punta de San Valentin, y la que tiene al norte se nombró punta del Boqueron. Tendrá este boqueron de ancho media legua. La tierra del cabo de San Valentin es continuada hasta el morro y ensenada de Lomas ántes dicha; y desde la ensenada de Lomas va descendiendo la tierra, haciendo llana y adelgazándose hasta que en la punta de San Valentin se viene á hacer tan llana como la mar; y la chapa que desciende desta tierra hacia la canal del Estrecho es tierra blanca como arenales blancos. Es tierra buena, sombrada y apacible á la vista y en la costa del norte hai buenos valles y rios de buen agua, y muy buena madera, y buenos puertos y surgideros. Este dia tuvimos viento oeste bonancible hasta las diez, todo lo que duró la menguante de la mar, y dende las once ventó sur fresco claro toda la creciente de la maréa. Las corrientes de aquí son con las maréas.

Desde este puerto y ensenada, y desde la canal adentro la vuelta del sur, se vé un volcan nevado que hace una sillada de dos puntas en la cumbre; y al norte del volcan nevado parecen el vernal y pan de Azúcar, que por esta parte hacen esta figura.

Quando el que viniere entrando por este estrecho de acia la mar del norte para desembocar á la del sur verá estos volcanes y montes de la figura aquí pintada, y por medio un gran canal y boca que parece mayor que la principal, y podríase engañar y ensenarse, y errar el parage y camino. Por tanto, sea aviso que no vayas por la canal que va entre los montes, sinó que, en llegando á descubrir estos dichos montes todos tres, se descubre una canal á mano derecha de los dichos montes, la vuelta del noroeste quarta del oeste, y aquella es la buena canal, y por allí se ha de ir, y dejar á la mano izquierda todos los dichos tres montes; y el que viniere de la mar del Sur los ha de dejar á la mano derecha.

Viérnes doce de febrero salió la gente nuestra en tierra para acabarnos de apercibirnos de agua y leña, y á cortar madera para fortalecer la nao, que tenía mucha necesidad dello para tan largo camino como se esperaba; y entretanto que hacían esto en tierra, Pedro Sarmiento fue en el batel fuera á descubrir, y llevó consigo al Padre Vicario y á Antón Pablos, piloto de la Capitana, y siete compañeros marineros, y fueron á la punta de Sanctana, que está dos leguas y medio del rio; y legua y media del rio sale una punta de tierra de arena muy baja, y della un placel que va saliendo mas de media legua á la mar, y mas de úna á luengo de costa: y entre esta punta de Placel, y la de Santana hay una gran ensenada. En todo esto hai gran suma de madera echada á la Costa en las partes que bate el sur, que debe ser aqui tormentoso en imbierno, porque el Norte viene aqui por sobre la tierra. Llegamos á la punta de Santana, y subimos á una mesa alta donde hay grandes rasos y cabañas de muy buena hierba para ganado, y vimos dos venados grandes y muy gordos: y un arcabucero mató el uno, y el que se huyó tenía grandes astas. Aquí reconocimos la canal y altura y marcamos la tierra.

Desde esta punta de Santana demora la abra de San Valentin al leste cuarta al nordeste seis leguas; y desde esta punta de Santana vuelve la costa al norte cuarta al nordeste hasta una punta que llamé de San Antonio de Padua, diez leguas; y, en medio, hace cinco ancones; y en la Punta del quarto ancon sale una restinga que tendrá una legua de largo la vuelta del sueste; y tomamos con Sarmiento y Anton Páblos la altura en tierra en cincuenta y tres grados y medio largos, y pusimos una cruz grande en esta punta: y el General Pedro Sarmiento tomó solemnemente la Posesion por V. M. y puso al pie de la cruz, dentro de un gran mojon de piedras, una carta en unos cascos de botija breados y con polvos de carbon, por ser incorruptible, y en el palo de la cruz escrito de letras cavadas: Carta al pie. En esta carta se daba aviso á todas las naciones y gentes como esta tierra es de V Magestad, y como se tomó la Posesion por la Corona de Castilla y Leon para que no pretendan ignorancia, y como este estrecho en nombre de Su Magestad le fué puesto nombre Estrecho de la Madre de Dios, á quien Pedro Sarmiento tomó por abogada en este Viage y Descubrimiento: y mándase al Almirante, si acaso por aquí llegase, que con la Relacion de lo hecho, y con saber como esta nao capitana, y Pedro Sarmiento en ella iba delante, se volviese al Pirú á dar aviso á su Excelencia. Y firmaron esta carta Pedro Sarmiento y el Padre Vicario, y el Piloto Anton Páblos, y volvimos al navío de baja mar, donde hallamos quel placel descarna aquí mucho en la menguante, que hubimos menester meternos á la mar con algun trabajo de los bogadores para poder montar el placel. Púsose fuego á la cabaña con el fuego que se hizo para derretir la brea y, segun despues supimos, a este tiempo habían venido los indios adonde estaba nuestra gente haciendo agua legua con sus hijos y mugeres y, estando en gran conversación, vieron el humo del fuego que salía del monte que se quemaba, y luego se fueron, que no los pudieron detener, creyendo que eran aquellos humos de los gigantes con quien deben de tener guerra, y deben ser mas Poderosos que ellos. Trajeron de presente un pedazo de carne de lobo marino hediondo, y pájaros niños de mar, y murtiña, fruta colorada como cerezas, y unos pedazos de pedernal, pasados, y pintados de margarita de oro y plata: y preguntándoles que para qué era aquello, dijeron por señas, que pára sacar fuego; y luego uno de ellos tomó unas plumas de las que trahía, y sirviendole de yesca, sacó fuego con el pedernal. Paréceme que es caja de metal de plata u oro de veta, porque es al natural como el curiquijo de poíco en el Pirú.

Quando hicimos fuego en esta punta respondieron con otros muchos humos en la otra isla de [en] frente, que se llamó de S. Pablo.

Desde el rio de San Juan demora la punta de Santana al Nordeste cuarta al norte dos leguas y media. El sábado trece deste mes de dijo Misa en tierra y se puso la fragua en tierra, y se hizo la pernería que fué menester para corbatones y llaves, y fortaleciose la proa con corbatones y reatas. Aquí en este rio de San Juan, Pedro Sarmiento tomó la Posesion, y hizo un gran mojon de piedra y en él arboló una Cruz alta que se parecía desde toda la canal de el estrecho, y se puso una carta que es la siguiente.