Camperadas
Arreos de montar
 
 
Se generalizó en el siglo XIX el recado de arzones o lomillo, consistente en dos cilindros de junco o paja liados fuertemente, «en los dos extremos de los cuales y para fijar el paralelismo, colócanse los fustes o cabezadas»... «El conjunto de esta armazón retóbase después en cuero crudo de vaca, lonjeado y húmedo para que se ciña bien, cosiéndolo en su tercio anterior casi en el sitio donde se aseguran las faldas, que suelen ser de suela dibujada a punzón como las caronas y unidas unas con otras en la parte superior del asiento del jinete por dos largos tientos pasados por ojales a manera de cordones de botines».30Por lo general esta silla de montar era de construcción casera. Los arzones o cabezadas de las mismas eran mucho más bajos que los primitivos de las sillas de jineta, pero más altos que los que se usaban en la provincia de Buenos Aires, para la misma época.

En los demás arreos de montar, las costumbres no cambiaron mayormente. Continuaron usándose las mismas pilchas que integraban el recado en la época anterior, hasta pasadas las dos terceras partes del siglo XIX. No obstante, comenzaron a establecerse ya algunas diferencias regionales entre los aperos del litoral y los de la región pampeana, como así también con los serranos y precordilleranos. Diferencias que se irán acentuando con los años e incluso se manifestarán dentro de la misma provincia, según los departamentos, partidos o pagos de origen o procedencia de los criollos.