Camperadas
Conclusión
 
 
Al finalizar el siglo XIX y comienzos del presente, nos encontramos con dos tipos regionales de criollos santafesinos, muy auténticos ambos, muy camperos, pero diferentes en muchos aspectos. El del norte asimilado al paisano del litoral en su vestimenta, en su apero, en su forma de hablar, en su música, en sus bailes y hasta en su conformación racial con una gran influencia de sangre aborigen en sus rasgos. Y el del sur, del primitivo Pago de los Arroyos, identificado con el paisano pampeano, sin tanta sangre indígena, con rasgos más bien hispanos, con modalidades similares a los del criollo de la provincia de Buenos Aires, tanto en su forma de vestir, como en los aparejos de su caballo, en sus inclinaciones artísticas, en su música y en sus bailes.

Pero el prototipo del gaucho santafesino al que se refería Emilio Coni en su obra comentada cuya fama rayó muy alta en los siglos XVIII y XIX, ese gaucho fue perdiendo poco a poco identidad.

El gaucho de las montoneras del Brigadier General don Estanislao López, de quien el General Gregorio Aráoz de Lamadrid expresara lo siguiente, dirigiéndose a las milicias cordobesas en 1830: «Esto es, mis amigos, lo que quisiera yo que me expliquéis; más veo que no podréis hacerlo sin confesar una verdad muy amarga para vosotros, habéis oído decir, desde el año 18, que los santafesinos a pesar de ser un puñado de hombres, se llevaban por delante a los ejércitos porteños, y hasta que llegaron a imponerle un tributo en el año 20 para comprarles la paz. Y esto mis amigos, que es lo más vergonzoso, os ha hecho cobrarles un terror pánico; así es que cuando dicen ‘vienen los santafesinos’ ya no atináis ni a poneros en guardia, ni a preguntar su número, sino a huir como unos fantasmas, abandonando cuanto tenéis».44 ése era el prototipo del gaucho santafesino que primaba no sólo en toda la provincia por igual, sino que trascendía las fronteras de la misma.

El General Lamadrid los conocía bien; había peleado contra ellos en el combate de La Herradura en 1810; junto a ellos cuando la invasión de Pancho Ramírez a Santa Fe en 1821; nuevamente contra ellos en Puente Márquez en 1829 y finalmente, en la campaña del Gral Paz en Córdoba en los años 1830 y 1831. Como él, también conocieron la bravura del gaucho santafesino militares distinguidos como los Generales Viamonte, Díaz Vélez, Balcarce, Bustos, Rondeau, Soler, Dorrego, Lavalle, Paz y otros.

ése fue el gaucho que se hizo famoso en las vaquerías del litoral, en los arreos mulares al Perú, en las campañas de las fronteras con los indígenas, en las luchas de la Independencia y de las Guerras Civiles.

Ese personaje tan característico nuestro, se fue perdiendo poco a poco, desplazado por las nuevas corrientes inmigratorias que transformaron radicalmente el bendito suelo santafesino. Arrinconado en los dos extremos, Norte y Sud, fue absorbido, transformado en su idiosincrasia por culturas regionales, también gauchescas, de provincias vecinas.

Hoy ya no lo podemos resucitar, pero sí podemos y debemos rescatarlo del olvido.