Poblamiento español del litoral rioplatense
Santa Fe, madre de ciudades y pueblos
 
 

Entre 1651 y 1660, el Cabildo de Santa Fe efectúa el traslado de ésta al Pago de la “Vera Cruz” 11, topónimo que se agregó durante mucho tiempo al nombre original, dado por Garay; y por acción de su gobernantes españoles o criollos, empieza, a su turno, a ser madre de ciudades, pues de ella salieron para establecer (aunque informalmente, a las veces) misiones, fortines y otros asientos. Algunos de ellos desaparecieron, pero los más se fueron transformando en pueblos y urbes. Así casi en seguida de ubicarse la ciudad en el nuevo lugar empieza a ser ocupada, en la margen derecha del Colastiné, la tierra adjudicada a Antón Martín, hoy San José del Rincón; que medio deshecho luego, es repoblado por Antonio Vera Mujica, y después de lograda la autonomía provincial, fue reconstruido y evangelizado gracias al afán apostólico y civilizador de Fray Francisco de Paula Castañeda 12.


La fundación de Garay atravesaba un período de aislamiento y continuo temor a causa de los malones, cuando asumió el mando como teniente de Gobernador, Francisco Javier Echagüe y Andía, descendiente de D. Francisco Pascual de Echagüe y Lasterra, oriundo de Navarra, llegado al Río de la Plata en el Siglo XVII. El cronista Urbano de Iriondo 13 califica a aquél de “noble hijo de ésta ciudad de Santa Fe, que con sus gloriosos trofeos acreditó su origen”. El historiador Ramón J. Lassaga escribe: “Exploró el desierto... y redujo a la vida civilizada el hasta entonces indómito centauro del Chaco Gualamba” 14; y el Deán Gregorio Funes: “No es la gloria mayor de Echagüe la de exterminador. Esta se pierde al lado de otra que le tributa la humanidad. Con el buen tratamiento que dio a los prisioneros, logró que concibiesen que lo eran más del cariño y del beneficio, que del temor y de la tuerza” 15. Después de ordenar la administración pública, de rechazar a los salvajes enemigos y de lograr la conversión de muchos de ellos al catolicismo, inicia trabajos para formar en la costa septentrional, con tribus mocovíes, la reducción de San Javier; que su temprana muerte le impide concretar, pero en 1743 realiza Francisco Antonio Vera Mujica 16, denominándola “Francisco Javier” para honrar a su iniciador; la cual, trasladada varias veces quedó definitivamente, con el nombre abreviado, junto a un afluente del río Paraná.


Cuatro años después, una reducción de indios abipones es instalada en San Jerónimo del Rey, base de la floreciente ciudad de Reconquista. 17 A fines del siglo XVII y principios del siguiente, los santafesinos van construyendo viviendas en la Bajada del Paraná, hoy capital de Entre Ríos, y se empieza a consolidar el Pago de los Arroyos, actualmente Rosario, 18 la mayor urbe de nuestra Provincia. Durante el gobierno de Melchor de Echagüe y Andía en 1777, se manda construir el fuerte de Mehncué, 19 hoy cabecera del Departamento General López, y el de India Muerta; cuyos habitantes se mudan más tarde a Mercedes y es ahora Colón, en la Provincia de Buenos Aires. Se van poblando asimismo —siempre por acción de Santa Fe de la Vera Cruz— Sunchales, cerca de la laguna Huncales (por los “huncos” o juncos de la región), punto de abastecimiento en la ruta a Tucumán; Coronda, escala entre aquéllas y el Pago de los Arroyos, 20 que empezaba a denominarse Capilla del Rosario; Hernandarias, en las estancias que pertenecieron a este gran gobernante, en la actual Entre Ríos.


La Guardia de la Esquina, reforzada desde Santa Fe por Bruno Mauricio de Zabala (1726) se convirtió en San José de la Esquina. De la estancia San Miguel, cerca del Carcarañá, donde había una reducción de mocovíes organizada por los jesuitas, cuando éstos fueron despóticamente expulsados por Carlos III (1767), se hicieron cargo los franciscanos; quienes la levantaron y se establecieron en San Lorenzo. Donde estuvo el fuerte Loreto se edificó la actual ciudad de Venado Tuerto. Arequito debe su nombre al diminutivo amistoso de Areco, maestro de posta en ese lugar; la que fue establecida en 1771. Con la gente de la posta de los Desmochados, ya existente en 1750, se pobló Casilda en el siglo pasado 21.


Pero la ciudad-provincia (como la llama el historiador Cervera) no se limitó a prodigarse en nuevas fundaciones sobre la vasta jurisdicción que le asignó Garay, abarcante del territorio de su nombre, todo Entre Ríos, casi todo Corrientes, sendas secciones orientales de Santiago del Estero y Córdoba, la septentrional de Buenos Aires, una franja en el occidente de la actual República del Uruguay y hasta el rincón suroeste de Río Grande del Sur (hoy Brasil); sino que —paradoja inverosímil— hubo de enviar periódicamente, durante algunos años, contingentes de sus jóvenes vecinos para sostener la entonces vacilante Buenos Aires; 22 contribución de brazos y de sangre que fue una de las causas del estancamiento santafesino.



Nuevas fundaciones de la corriente del litoral



Gobernando Buenos Aires D. Francisco de Céspedes (1624-1632) los padres franciscanos, con la denominación de Santo Domingo de Soriano, fundaron en la Banda Oriental, a orillas del río Negro, una reducción de indios; origen de la actual población de ese nombre. 23 El Teniente de Gobernador en Corrientes General Nicolás Patrón funda San Femando de Río Negro 24.


Las pretensiones de los portugueses sobre la Banda Oriental les inducen a fundar la Colonia del Sacramento, frente a Buenos Aires (1680) pero el Gobernador de ésta, D. José de Garro, se apresura a recuperarla enviando un ejército de 200 españoles y 3.000 indios de las misiones jesuitas, comandado por el santafesino Antonio de Vera Mujica. También para afirmar el dominio hispánico en ese territorio, otro Gobernador de Buenos Aires, Bruno Mauricio de Zabala, funda en 1726 San Felipe y Santiago de Montevideo.


Sin detallar la creación de otras poblaciones, no he de omitir la de San Nicolás de los Arroyos, en jurisdicción de Buenos Aires; como tampoco las del Capitán Tomás de Rocamora: Concepción del Uruguay, Gualeguay y Gualeguaychú (1783) en Entre Ríos; nombre éste que el fundador es el primero en dar a esa región mesopotámica. 25.



La gesta pobladora



Dejo así delineada suscintamente la labor tesonera y heroica que, con anterioridad a nuestra independencia nacional, realizaron en el sector rioplatense los españoles y sus descendientes criollos; exploradores incansables, como Alvar Núñez Cabeza de Vaca, que mereció ser apodado “el primer andarín de América”; hombres viriles que, con el coraje e intrepidez de su raza, fueron cubriendo la región de nuestros grandes ríos; que soportaban las enfermedades, el hambre y la fatiga de campañas epopéyicas, tonificando los agotados cuerpos con el vigor de sus almas valientes, más templadas que el acero toledano de sus tizonas; aventureros como el Quijote, románticos a la par que ambiciosos, que durante siglos aguantaron las adversidades del clima, la incomunicación y las malocas indígenas. Ellos y sus mujeres —como ha escrito de todos en general y de los santafesinos en especial, el historiador Dr. José Pérez Martín— “trabajaron, soñaron y adoraron a Dios, en quien tenían más fe que en el destino del Nuevo Mundo”, y en las primeras fundaciones, como mucho después, previniendo los frecuentes ataques sorpresivos, “más de una vez debieron oir Misa con la armadura puesta, la espada al cinto, y el caballo de la rienda... 26. Gentes nunca satisfechas con las proezas realizadas, que bien pudieron repetir, aplicadas a nuestra pampa litoral, las palabras que el romancero atribuye a Rodrigo Díaz de Vivar, el audaz Cid Campeador:


Por necesidad batallo


y una vez puesto en mi silla,


se va ensanchando Castilla


delante de mi caballo.


O anticiparse a los versos que José Hernández pone en boca del gaucho Martín Fierro, tan hispano en su tipo mestizo:


Para mí la tierra es chica


y pudiera ser mayor...