Rosario. La Imagen
Rosario La Imagen: Su emblema fundacional
 
 

(1) El día 7 de mayo de 1731 el padre Ambrosio de Alzugaray se hace cargo de nuestra primera iglesia (entonces capilla, recientemente habilitada) y ejecutando lo dispuesto en la creación del Curato del Pago de los Arroyos en 1730, abre los libros de bautismo, matrimonios y defunciones y administra los primeros cuatro bautismos. Este significativo episodio lo analiza el investigador e historiador Monseñor Francisco Nuñez en su relato sobre los orígenes de nuestra ciudad, en su libro “Rosario y su Virgen Fundadora”, afirmando: “esta fecha 7 de mayo de 1731, bien pudiera ser considerada como el verdadero día de la fundación de Rosario, si es que se ha de fijar alguna con algún motivo serio e histórico”. Posteriormente Alsugaray recibe en la ciudad de Santa Fe del Cabildo Eclesiástico el día 16 de agosto de 1731 una imagen de la Virgen del Rosario que éste tenía depositada en custodia, aunque ubicada en depósito y en desuso. Las características y circunstancias de la época provocan que posiblemente llegue a nuestra zona el día 22 de agosto de 1731. Entronizada, comenzó a conocerse la región como Capilla de Nuestra Señora de los Arroyos, Capilla de la Virgen del Rosario, y también como Capilla del Rosario, formándose a su alrededor la aldea, luego el pueblo y la ciudad que tomó su bello nombre. Hace 280 años (1731-2011) llegaba de la mano del padre Alzugaray la imagen de la Virgen, que debe ser considerada en Rosario, sin ninguna duda, como su Emblema Fundacional. En su origen esa imagen de la Virgen, imagen de bulto, se hallaba en la capilla “Nuestra Señora del Rosario” en la reducción calchaquí del Salado Grande ubicada a varias leguas al norte de la ciudad de Santa Fe. Manuel Cervera nos dice que en sitio inmediato a la estancia San Antonio de los jesuitas esa suntuosa capilla tenía como tutelar patrona la serenísima reina de los ángeles de nuestra Madre María Santísima del Rosario cuya imagen de bulto dio para que se colocase el sargento mayor Ignacio Arias Montiel. La talla está realizada en madera del litoral, “palo de yerba”, madera de la zona donde se considera su origen y ejecutada por las manos del indio bajo las enseñanzas de los evangelizadores. Además del rostro finamente trabajado tiene tallado todo el cuerpo con la particularidad de que el grabado representa una vestimenta inexistente. Como no tenían o no sabían como vestir a la Virgen lo hicieron en la madera. Excelente trabajo único y admirable que indica el virtuosismo de sus autores. Los calchaquíes siempre sostuvieron su propiedad sobre la Imagen de la Virgen del Rosario porque decían haber participado fundamentalmente en su confección, a lo que se puede agregar la fuerte devoción mariana que penetró profundamente en el corazón de las comunidades indígenas. Cuando el padre Alzugaray obtiene la imagen la misma esta vestida de raso verde labrado a flores con jubón y pollera. Llevaba manto carmesí guarnido de plata. Una corona de plata y el niño Jesús que tiene en sus brazos, vestido y también con su corona de plata. Recibe además los otros ornamentos, que le fueron provistos por la Iglesia Metropolitana de Santa Fe que habían estado en la capilla Nuestra Señora del Rosario del Salado Grande. Por su parte el Padre Francisco Arias Montiel titular de la capilla de la Bajada del Paraná, curato creado en la misma fecha que el curato del Pago de los Arroyos, recibe también una imagen de Nuestra Señora del Rosario con los ornamentos que estuvieron en la capilla que se desalojó del Pago del Rincón. El padre Montiel no solamente fue el primer cura sino también el primer maestro y al nacer su parroquia nace con ella una nueva ciudad. La Catedral de Paraná, aseguran historiadores, es uno de los templos más grande y hermoso del país construido con una especial belleza arquitectónica y en su altar mayor se encuentra y es honrada permanentemente la imagen de su Virgen del Rosario que reside en la Iglesia Matriz desde 1731. Paraná no tuvo tampoco fundación oficial. Sus habitantes manifiestan con orgullo que su ciudad se formó paulatinamente junto al río homónimo, alrededor de la Parroquia del Rosario de la Bajada siempre bajo la protección de la Virgen del Rosario. La imagen de esa Virgen, la nativa, la primera y la única es la que se venera en la Iglesia Catedral rodeada desde siempre con el fuerte cariño de los entrerrianos. Imposible no recordar también la antigua imagen que se encuentra en Mendoza. Hace más de 400 años llegó a esa ciudad una imagen de Nuestra Señora del Rosario traída desde Lima a través de senderos de montaña por el fraile dominico Juan Vázquez, provocando una enorme y piadosa veneración en los habitantes de la zona. No fue la Fundadora dado que Pedro del Castillo la había fundado el 2 de marzo de 1560 por encargo de Hurtado de Mendoza, en cuyo recuerdo recibió su nombre, pero acompañó a la comunidad desde sus principios y de tal forma que el 15 de noviembre de 1760 el Cabildo de Mendoza interpretando cabalmente el espíritu y el deseo de los habitantes de la villa, en sesión solemne, proclamó a la Santísima Virgen del Rosario patrona de la ciudad.


El Papa Pío VI, trenita años después, extendió este patrocinio a las otras ciudades de la zona de Cuyo: San Juan y San Luis. El 21 de octubre de 1961, bajo el reinado del Papa Juan XXIII, tuvo lugar la coronación pontificia de la imagen de la Virgen. Multitud de peregrinos han concurrido a la Basílica “Virgen del Rosario” –Convento Santo Domingo– en Mendoza a visitar a su Patrona dejando a lo largo de los años sus ruegos, promesas y agradecimientos al pie de la imagen, la primera, la original que desde hace más de cuatro siglos es reconocida y venerada con todo cariño. Nuestra Virgen del Rosario, la del Pago de los Arroyos, sufrió muchas vicisitudes y cambio de lugar. Por los años 1708 y 1709 las reducciones fueron atacadas por una fuerte ofensiva de tribus indígenas, Abipones, Guaycurúes y Mocovíes que habitaban en las provincias del Chaco. La desbandada fue general y agrupó tanto a los colonizadores como a las tribus indias evangelizadas. Abandonada la reducción calchaquí del Salado Grande se hizo necesario desplazar la imagen de la Virgen de oratorio en oratorio pertenecientes a diversas estancias de la región hasta que finalmente fue depositada en la Iglesia Matriz de Santa Fe. Ello luego motivó que numerosos colonizadores como así también indios amigos se dirigieran hacía el sur, zona en la que hoy se sitúa nuestra ciudad, al encontrar mejores tierras y sobre todo más seguridad radicándose en el paraje entonces llamado de Romero que recuerda cabalmente las tierras de Romero de Pineda.


La superficie del Pago de los Arroyos luego de producirse diversos incidentes entre los cabildos de Buenos Aires y Santa Fe sobre los límites que separaban sus respectivas jurisdicciones, fue dividida en 1721, quedando la parte comprendida entre el río Carcarañá y el Arroyo del Medio bajo la dependencia de Santa Fe, y desde este arroyo hasta el de las Hermanas, de Buenos Aires. Creado luego en 1730 el curato de los Arroyos, Alzugaray, nuestro primer cura y fundador de la primera escuela cumple una misión altamente valiosa. Había nacido en la ciudad de Santa Fe el 1 de abril de 1700, siendo sus padres el capitán Ambrosio de Alzugaray y doña Bartolina Gómez Recio nieta de don Luis Romero de Pineda. Estudia y recibe su ordenación sacerdotal en Chuquisaca en 1724. Inicia su labor sacerdotal en la naciente ciudad acompañado en sus funciones por su señora madre, quien fallece el 31 de julio de 1733 y es sepultada en el interior de la capilla. Utilizando los locales contiguos a la capilla –Casa Parroquial de la Iglesia Catedral– el padre Alzugaray crea la primera escuela que surge en la ciudad de Rosario constituyéndose así en nuestro primer maestro. “Al dictar personalmente las primeras clases puso las bases de nuestra cultura rosarina”. Demostró en todo momento una profunda veneración por la imagen de la Virgen que lo acompañó desde el principio de su labor pastoral y que se constituyera en el Emblema Fundacional de nuestra ciudad. Sacerdote criollo Ambrosio de Alzugaray fallece en Rosario y es sepultado en su templo parroquial el 21 de mayo de 1744. Una calle al sur de nuestra ciudad muy cerca del límite del municipio, lleva su nombre.



II


Don Santiago Montenegro, santiagueño de origen, se dedicó a la explotación ganadera, al transporte de carretas, acopios de cueros y a su famosa pulpería ubicada en la zona de la actual calle Sargento Cabral antes Bajada Grande. Su talento para el comercio y su visión de futuro fueron un incentivo concreto para el desarrollo de la aldea. Los rosarinos de entonces siempre reconocieron la generosidad de Montenegro. Fue Alcalde en 1751 y anteriormente había sido designado Mayordomo de la Virgen. Una plaza céntrica de la ciudad lleva su nombre. Sobre un terreno donado a la iglesia por Santiago Montenegro se empieza a construir una nueva capilla. El padre Francisco Antonio de Cossio y Therán, español, oriundo de Barcelona, segundo cura párroco, encarga a España para la nueva iglesia otra imagen de la Virgen que es la que hoy se encuentra en el camarín de la Catedral donde se la venera con cariño desde su llegada en 1773 y que fuera recibida por el tercer párroco Miguel Escudero. La primera imagen inicialmente en depósito, fue prontamente olvidada señalándole un “destino incierto” o “desconocido”. Sin investigación alguna se llegó a decir “se perdió en la historia” y también “el pasado se llevó muchas cosas”. Fuertes testimonios recientes, como así también afirmaciones relevantes por parte de serios historiadores, avalan la posibilidad de que avanzada la segunda mitad del siglo XVIII y en vista de los insistentes reclamos de los calchaquíes, el párroco Escudero o en su defecto su inmediato sucesor, haya resuelto el retorno de la imagen a quienes se consideraban legítimos propietarios tal como se menciona en valiosos informes. Es razonable deducir que esta actitud fuese tomada sobre la base del dictamen del Gobernador Echagüe y Andías quien en su oportunidad determinara que “era razonable acceder al requerimiento de la comunidad calchaquí”. Echagüe consideró importante el pedido de restitución de la imagen efectuado por el cacique calchaquí Tomás de Lencina dado que ellos la habían venerado en su capilla antigua. Precisa es la respuesta del gobernador Echagüe. Manifiesta: “la Imagen que piden los aborígenes, que con suma devoción y amor la miran los feligreses del Curato de los Arroyos, no se duda que de querérsela quitar sería un caso muy sensible para todos; aunque por razón de derecho… y no aceptando el cacique Lencina recibir otra imagen, es entonces razonable acceder al requerimiento de la comunidad calchaquí” (devolución de la imagen). Fray Lucas de Leguizamón, sacerdote franciscano, a cargo de los servicios espirituales de los aborígenes liderados por el cacique Lencina, reclama varias veces la entrega de la Imagen de la Virgen del Rosario para la comunidad calchaquí a quien considera propietaria. Sus solicitudes no fueron escuchadas en esos momentos. Disueltas posteriormente las reducciones indígenas, y tomando los aborígenes diversos caminos hacia otros destinos, un grupo de ellos trueca la imagen por onzas de oro en la localidad de Coronda a los Leiva, familia culta, muy creyente y conocedora de la historia religiosa y de las imágenes de la región, quienes comprobaron su autenticidad al reconocer la escultura indígena realizada en maderas del litoral y que era la de jubón y vestido verde, labrados a flores y el manto carmesí guarnido de plata. Era la imagen de bulto que había paseado durante casi medio siglo antes de llegar al Pago de los Arroyos.



III


La familia Leiva y sus descendientes guardaron la imagen como el más grande tesoro familiar, compartiendo durante más de dos siglos de su pertenencia las oraciones de sus visitantes entre los que se encontraban gobernantes, políticos de todas las tendencias, historiadores, investigadores, militares, docentes, sacerdotes y monjas y hasta algún obispo y muchísimos fieles que permanentemente veneraban a la Virgen del Rosario. Perla Picabea Mori nos cuenta que en la casa de sus antepasados en Coronda concurrían todas las personalidades que llegaban al lugar. Entre ellos, el ministro, senador, constituyente de 1853, Manuel Leiva, Nicasio Oroño y el Gral. Justo José de Urquiza toda vez que cruzaba el río Paraná. Monseñor Agustín Boneo había orado delante de la venerada imagen también en Coronda, como así también el Padre Julián Garcilazo, Fray Patricio O’shea, Gustavo Martínez Zuviría y numerosos párrocos de la ciudad de Santa Fe. Residiendo la familia en Sante Fe pasaban a venerar la Virgen, entre otros, Pedro de Larrechea, Dr. Mariano Quiroga, Juan Tuells, Dr. Estanislao Zeballos, Dr. José Gálvez. Perla recuerda también que entre la ciudad de Santa Fe y la de Rosario pasaron a saludar a la Virgen Monseñor Nicolás Grenón, sacerdotes carmelitas, Monseñor Vicente Picabea, Dr. Nereo Melo, Dr. Calixto Lassaga, Dr. Amadeo Ramírez, Endocio Giménez, Augusto Fernández Díaz, el Dr. Julio Marc y otras destacadas personalidades. Monseñor Antonio Caggiano, asiduo visitante de la casa veneraba con gran devoción a la imagen de la Virgen del Rosario. Establecidos los continuadores de la familia Leiva en la ciudad de Rosario al iniciarse los albores del siglo veinte, mantuvieron fuertemente su devoción a la preciosa talla poniendo en manifiesto la contextura moral de la familia, su acentuado patriotismo, su grandeza espiritual, representando la idiosincrasia y características de nuestro verdadero ser argentino. Permanentemente en su domicilio concurrían a conocer y venerar a la Virgen numerosas personas de toda condición social y cultural. El Dr. Julio Marc primer director del Museo Histórico de Rosario, un distinguido ciudadano y figura notable de la intelectualidad rosarina, siempre dio crédito a la historia que la familia Leiva y sus descendientes exponían sobre la imagen de la Virgen. Prueba de ello es que al producirse la coronación pontificia de la actual y segunda imagen de Nuestra Señora del Rosario en 1941 se realiza en el museo una “Exposición de Arte Religioso Retrospectivo” y en ella se presenta a la población la “Virgen del Rosario talla indígena de principios del Siglo XVIII. Procede de la familia de Leyva y por tradición de la misma es la imagen primitiva que estuvo en la Capillita hasta 1773”. Expuso esa imagen a pedido del Director del museo la señorita Severa Mori quien era su custodia por decisión familiar. Durante los años subsiguientes con motivo de la celebración del Día de Rosario en el mes de octubre, el Dr. Marc exhibía en el museo la sagrada talla con permiso transitorio. Doña Severa Luisa Mori descendiente directa de los Leiva fue poseedora durante muchos años de la virgencita del Rosario. Era de gran cultura, inteligencia y fe, jovencita a la muerte de su padre (1891) se hizo cargo de sus doce hermanos a quienes educa y hace estudiar en los más importantes colegios de la época. Ella fue la primera maestra superior diplomada de la provincia de Santa Fe por el Consejo General de Educación. Directora de la escuela de niñas, fue trasladada a Rosario en 1902, con ella se mueve toda esta familia a esta ciudad. Rosa Mori de Picabea, la menor de todos los hermanos fue la siguiente poseedora de la primera imagen de la Virgen del Rosario, después pasó al hogar de su hija Perla Picabea Mori de Vitri.



IV


Perla Picabea de Vitri última poseedora de la primera imagen de la Virgen del Rosario en decisión familiar en pleno, con la aprobación de doña Rosa Mori de Picabea, su madre casi centenaria, entregan en el año 1983 en irreprochable decisión al Instituto Cristo Rey ubicado en la localidad de Roldan la imagen de la Virgen. Perla, dirigiéndose al reverendo Padre José Luis Torres Pardo, escribe en su misiva: “Con todo respeto me dirijo a Ud. para decirle que con la gracia del Señor he decidido entregarle la gloriosa, inmaculada, milagrosa, purísima imagen de la histórica Virgen del Rosario”. Meses más tarde le remite todos los antecedentes sobre el tema. El reverendo Padre Torres Pardo en su nota de agradecimiento manifiesta, entre otras cosas: “Que alegría nos dio su carta y todo el historial de nuestra Venerada Virgen. Lo guardamos como oro en paño.” La familia de Perla Picabea elije al Instituto Cristo Rey como depositario de la primera imagen de la Virgen por sentirse identificados plenamente con el carisma y la alta misión apostólica de esa institución religiosa. La familia Leiva y sus descendientes, poseedora de esa histórica imagen nunca buscaron protagonismo por su posesión ni tampoco intentaron beneficios financieros, políticos, religiosos o similares. Poseen un profundo fervor por nuestro glorioso pasado y con un admirable convencimiento de los hechos que relatan, procuran sólo revivir la verdad histórica de un determinado y apasionante episodio que sacude fuertemente el espíritu de quienes vivimos en el Pago de los Arroyos. Raza dura de hombres y mujeres que fueron y son parte de una auténtica cultura nacional. Su historia sobre la primera imagen de la Santísima Virgen María del Rosario adquiere una veracidad que únicamente pueden ofrecer las personas de bien, generosas y honradas. La historia nos ofrece siempre nuevos elementos que corrigen o complementan circunstancias puntuales. En este caso, después de tantos años de oscuridad, del “destino incierto”, “se perdió en la historia”, “el pasado se llevó muchas cosas”, nuevos y válidos testimonios recientes ratifican que la primera imagen de la Virgen del Rosario se encuentra en el Instituto Cristo Rey de la localidad de Roldán, donde es conservada con todo esmero y devoción. Cuando interrumpe en nuestra vida una verdad que puede modificar nuestro comportamiento y nuestros conocimientos anteriores produce una gran alegría y una fuerte satisfacción en algunos, y en otros es motivo de asombro, tristeza y desconcierto. Pero en el futuro cercano produce, para los que avanzan por el camino recto, una profunda paz y un enorme bienestar que con legítimo orgullo pueden sentir los que poseen una inteligencia honrada y un corazón abierto. La creación del Curato del Pago de los Arroyos en 1730 y la habilitación de la Capilla entronizando en la misma la imagen de la Virgen del Rosario, en 1731, significó, en aquel momento, el acontecimiento histórico, político, cultural y religioso más importante en nuestra región. El hecho fue ideado para lograr una organización institucional en la zona y para formar hombres que mediante el conocimiento de la verdad, se caractericen por su integridad moral, vocación de servicio y auténtico sentido nacional. Cumplidos 280 años, este extraordinario acontecimiento eleva el espíritu de los rosarinos hacia la Fundadora que desde lo alto nos guía, nos ilumina y nos protege recordándonos que después de tantos años de oscuridad podemos afirmar que: La Imagen olvidada”. La primera, la de la Virgen Fundadora, la que dio el nombre de Rosario a nuestra ciudad. No será más olvidada. Su Imagen Emblema Fundacionalestá ahora entre nosotros, y ya no se volverá a ir.