Rosario. La Imagen
Lógica. Sentido común
 
 

El ilustre historiador Manuel Cervera encuentra en papeles sueltos del Curato de Coronda la prueba de la existencia del antiguo pueblo de los calchaquíes en la desembocadura del río Carcarañá. Esta reducción indígena había sido denominada anteriormente bajo diversos nombres y el último, antes de su extinción, era Nuestra Señora del Rosario de los Calchaquíes. Fray José Antonio Arias, Fray Bernardo de Rocha y Fray Francisco de la Peña fueron sus curas doctrineros. Investigadores, historiadores y amigos colaboradores coinciden que tanto la lógica como el sentido común son muy útiles para interpretar hechos históricos. Todos ellos afirman que es factible, lo fortalecen hechos posteriores, que teniendo nuestra ciudad su remodelada Iglesia Matriz y venerada una nueva imagen de la Virgen (la segunda) y quedando la primera imagen en desuso, la misma fuese entregada a los aborígenes de la mencionada reducción que siempre sostuvieron su propiedad sobre la misma realizando permanentes reclamos. Puede suponerse que cobraron actualidad los distintos dictámenes y peticiones que aconsejaban restituir la imagen a los calchaquíes. (Dictamen del gobernador Echagüe y Andía y requerimientos de Fray Lucas de Leguizamón). Disuelta esta reducción aborigen dependiente de la iglesia de Coronda ésta reclama la entrega de los ornamentos de la capilla. La reconocida historiadora corondina Alcira Marioni Berra asegura que entre los objetos recibidos no aparece entre las pertenencias ninguna imagen. Todos los objetos están, inclusive los libros clásicos de toda iglesia, pero increíblemente ninguna imagen. El hecho descripto anteriormente induce a afirmar la posibilidad de que los calchaquíes no pusieron ningún obstáculo en la remisión de todos los ornamentos a Coronda, pero se quedaron con la imagen que siempre consideraron propia. Poco tiempo después, calchaquíes dispersos, posiblemente impulsados por necesidades de sobrevivencia trocan la imagen de la Virgen del Rosario a la familia Leiva quienes aceptan el trato después de comprobar con absoluta prolijidad su autenticidad.


El aporte de la lógica y el sentido común que utilizan investigadores para conocer e interpretar circunstancias históricas puntuales, debe valorarse como un medio idóneo en toda su dimensión.