De los orígenes toponímicos de símbolos e instituciones en la historia de Santa
Prňlogo
 
 


Leo Hillar Puxeddu trata en esta obra de rescatar varios de aquellos símbolos que, de una forma u otra, fueron dando una fisonomía propia a nuestra provincia de Santa Fe. Algunos subsisten todavía, otros desaparecieron con el tiempo o no han sido interpretados debidamente; todos han contribuido a configurar lo que podríamos llamar el “Ser Provincial”.

En la mayoría de estos casos, dichos símbolos son poco conocidos en cuanto a su origen histórico y posterior evolución. Si bien existen publicaciones sobre estos temas, no se notan en los programas escolares, ni se usa bibliografía adecuada al alcance de los estudiantes.

El trabajo del Dr. Hillar Puxeddu procura llenar ese vacío informativo, sin pretender una obra que trate los temas exhaustivamente, pero sí satisfacer el conocimiento de cosas que son tan nuestras.

El autor aborda los siguientes temas: El Escudo de la Provincia de Santa Fe; la Bandera Provincial; el Estatuto de 1819; el viejo Cabildo, y el Origen del Topónimo Cayastá.

Del escudo, describe su forma oval y las armas que ostentaba: dos flechas volcadas en cruz de San Andrés y una lanza con la punta hacia arriba cortando las flechas.

El Escudo sufrió, con el tiempo, varias modificaciones, pero volvió siempre al diagrama tradicional, que fue ratificado por una ley de la Legislatura provincial.

Reconoce al tratar la Bandera Provincial de Santa Fe, que fue José Gervasio Artigas el primero en enarbolar una bandera propia para el litoral, al agregar a la tradicional celeste y blanca un listón colorado en diagonal.

Santa Fe adoptó en un principio dicha bandera, como también lo hicieron las demás embanderadas en el protectorado de Artigas.

Desaparecido de la escena el caudillo oriental, se enfrentan Ramírez con Estanislao López en 1821.

A raíz de esta ruptura, el gobernador de Santa Fe resuelve crear una bandera propia santafesina.

La Provincia poseía pues su Escudo y su Bandera, pero ello no bastaba para reafirmar su autonomía frente a los gobiernos centralistas de Buenos Aires; hacía falta una base legal e institucional. “Correspondía a Santa Fe -afirma Hillar Puxeddu- ser la primera provincia que se diera una constitución republicana representativa en Argentina”. Así nació el Estatuto Constitucional de 1819.

Este Estatuto o Reglamento rigió los destinos de la Provincia hasta el año 1841.

El primer Cabildo, fue creado por Juan de Garay en 1573, en Santa Fe la Vieja.

Trasladada la ciudad a su actual emplazamiento, se construyó “un sencillo recinto de adobes y tapias con techo a dos aguas” ubicado frente a la Plaza Mayor.

Por deterioro del primero hubo de construirse el definitivo. “Era un edificio sólido y ponderado arquitectónicamente por viajeros y visitantes”.

Se lamenta, Hillar Puxeddu, y nos lamentamos todos, que a principios del siglo XX se dispusiera su demolición.

De la campana del Cabildo nos cuenta Hillar Puxeddu que provenía de las reducciones jesuíticas y fue cedida al Cabildo luego de su expulsión en 1767. En 1816 en una de las invasiones que padeció Santa Fe por parte de los ejércitos de Buenos Aires, el General Díaz Vélez, al retirarse, forzado por Mariano Vera y Estanislao López, como trofeo se llevó la campana del Cabildo.

Dicha campana fue recuperada en 1986.

El topónimo Cayastá y su migración geográfica han dado lugar a que se confundieran sus distintas ubicaciones en el tiempo y en el espacio. El autor del trabajo que prologamos, procura aclarar bien esta situación, que ha llevado a que muchos creyeran que Santa Fe la Vieja se ubicaba en el pueblo de Cayastá actual.

Comienza analizando el origen del vocablo Cayastá, como así también a qué etnia pertenecían quienes lo usaban.

Trata luego el lugar del primer asentamiento de los collastás o cayastás.

Las migraciones del topónimo aparecen a partir de mediados del siglo XVIII. Fueron varias y el autor las va siguiendo una por una hasta llegar, a fines del siglo XVIII al actual Cayastá o Cayastá Nuevo, como se lo designaba entonces, para diferenciarla de los otros asentamientos.

Con el topónimo Cayastá concluye el Dr. Leo Hillar Puxeddu su erudito trabajo en el que pretende recordar y reafirmar la vigencia histórica de cosas que son muy nuestras, hoy casi olvidadas.


Bernardo E. Alemán.