La Imagen Olvidada . Rosario Antigua
Introducción
 
 

Instituto Cristo Rey


Corto receso en una concurrida reunión sobre temas históricos. Alguien dice, dentro de la informalidad del momento, y como rápida referencia, que una imagen de la Virgen, posiblemente la primera que se veneró en estas comarcas estaba en poder de una congregación religiosa católica en la localidad de Roldán, una simpática y progresista población muy cercana a Rosario.


Fácil me resultó conseguir el nombre de la institución: “Instituto Cristo Rey”, su dirección y teléfono. Advierto que poseía sólo una vaga referencia de su existencia. No conocía su nombre ni su ubicación geográfica. También ignoraba su finalidad, su misión, sus objetivos. No tenía idea de quienes la integraban ni de quien la dirigía. Tampoco de quien dependían. Ausencia total de datos.


Por su parte, los miembros del Instituto Cristo Rey ignoraban todo lo referente a mi persona: nombre, ocupación, credo religioso, familia, absolutamente todo. Era para ellos, como para casi todo el mundo, un desconocido.


El no saber quien era el otro iba a frenar mi ilusión de encontrar la verdad sobre la imagen de la Virgen Fundadora? Jamás.


Cuando disqué el número telefónico del Instituto me invadió una emoción nada común. Al ser atendido me dí a conocer y pedí una entrevista con el Director, manifestando mi interés por la imagen de la Virgen y el deseo de conocer su historia. Me respondieron que el Padre Fundador, Rdo. Padre José Luis Torres Pardo, estaba ocupado en ese momento, que sería consultado y que llamase al día siguiente. Fue un día muy largo y la respuesta a mi llamado fue positiva, indicándoseme la forma de llegar al Instituto. Cuarenta y ocho horas después de mi primer contacto y con rigurosa puntualidad tocaba el timbre en la casa de la calle Talacasto 113, Roldán.


Me recibió el Padre Torres Pardo a quien acompañaba el Padre Gustavo. La charla se caracterizó por su amabilidad y sinceridad. Les expuse mi intención de escribir sobre la Virgen, cuya imagen tienen en custodia y a la que consideran como la original y primera que se veneró en estas tierras del Pago de los Arroyos. Sentí un impacto en la conversación dado que el recinto parecía invadido por aires de bondad, ternura y dedicación por el prójimo como nunca antes había experimentado.


El Padre Gustavo me acompañó luego al altar donde está ubicada la imagen. Sé que la Virgen es una sola, cualquiera sea la denominación con que se la venere, pero al estar frente a esa Virgen pensaba con toda emoción: será ésta la imagen que hace casi tres siglos veneraban los habitantes de estas tierras, la imagen de Nuestra Señora del Rosario, la Virgen Fundadora, la Virgen del PAGO DE LOS ARROYOS?


Cuando termine de contar su historia, con la ayuda de Dios, seguramente tendré la respuesta.


Me despedí con la sensación de haber estado con amigos de toda la vida. Subí a mi automóvil y demoré en arrancar. Mis pensamientos se iban aclarando y al ordenarlos totalmente sentí el haber estado en un lugar diferente, distinto a los caminos que se recorren todos los días. Estuve en un sitio donde había amor y no odio, paz y no violencia, humildad y no soberbia, generosidad y no envidia, en un ambiente de real y plena felicidad. Un pedacito de mundo no contaminado.


Regresando por la ruta 9 hacia Rosario sentí que un poco del aire respirado en esa Comunidad quedó dentro de mí. Respiré profundo y sonreí largamente dado que fui invadido por una gran alegría.



Perla


Durante la conversación, los padres Torres Pardo y Gustavo me informaron que la imagen les fue entregada por la señora Perla Picabea de Vitri. Mi sorpresa fue mayúscula pues conocía a esa señora, no personalmente, pero por referencias directas.


Perla es un apodo, su nombre real es Rosa Antonia Judith Picabea. Vivió con su familia en Rosario, en la calle Presidente Roca 1637/39, entre Montevideo y Avenida Pellegrini. En la casa vecina, pared de por medio vivía don Enrique Tortella con su esposa Rosa Malvestiti y su hija Marta.


Entre Perla y Marta, prácticamente de la misma edad, Marta un poco mayor, se entabló una profunda amistad compartiendo durante muchos años sus deseos e inquietudes, estrechando lazos de afecto que el tiempo nunca pudo destruir. La vida las llevó por distintos senderos pero el afecto entre ellas se mantuvo intacto y se prolongó hacia mi familia.


Marta Tortella contrajo matrimonio con Ernesto Saccone y tuvo tres hijos: Mónica, Ernesto y María Eugenia. Mónica, la mayor, es mi esposa. Por su parte, Perla Picabea vive actualmente en la ciudad de Buenos Aires con su esposo Mauricio Vitri.


Visité a Perla en su domicilio acompañado por mi esposa. Ella y su marido nos recibieron con una cordialidad poco común. Intercambiamos referencias sobre nuestras familias y luego la hice partícipe de mi inquietud. Su colaboración fue espontánea y durante varias horas me relató diversos episodios sobre la autenticidad de la imagen y me entregó valiosa documentación al respecto. Demás está decir como aumentó mi entusiasmo por la tarea a emprender. Recordé en ese momento lo que muy acertadamente me dijo alguien que la conocía muy bien: “sabes cómo es Perla?” y continuó: Perla es eso, una “Perla”.


Plenamente convencido estoy de que si los creyentes de todos los credos, justos o pecadores, y aún los no creyentes, conocieran a Perla Picabea, al Padre Torres Pardo y a sus sacerdotes exclamarían: todavía en este mundo la santidad es posible.