La Imagen Olvidada . Rosario Antigua
El alto patriotismo de los rosarinos
 
 

La guerra con el Paraguay. El abanderado Grandoli.


En nuestro propósito de evocar acontecimientos transcendentes a los que titulamos “algo para recordar”, nos encontramos con aquellos que, además de ser interesantes, nos emocionan profundamente. Nuestro relato esta basado fundamentalmente en los testimonios de Calixto Lassaga y Juan álvarez.


Producida la guerra con el Paraguay, cuyas motivaciones son todavía fuente de encendidas polémicas, el Gobierno Nacional ordena la formación de un batallón en la Provincia de Santa Fe. Deberá ser un contingente de tropas de infantería y aglutinar quinientas plazas. Su jefe será el Coronel José María ávalos y su segundo el Mayor Miguel Panelo. Formado en Rosario se le denominó “Primero de Santa Fe” por constituir el primer cuerpo de tropas en marchar hacia el frente. Posteriormente se organizan otros cuerpos de combate.


El Coronel ávalos nombra a los oficiales, todos voluntarios y pertenecientes a antiguas familias rosarinas y manifiesta que nunca hubo ni mayor entusiasmo, ni tan completa decisión para una campaña y que su oficialidad estaba compuesta de lo mas brillante y distinguido de la juventud. Esos jóvenes oficiales eran veintisiete y consideramos del caso recordar en estos momentos sus nombres: Capitanes: Pedro Nicolorich, Benjamín Sastre, Augusto Agote, Bernardo Martínez, Tomás Argaranás, J. Antonio Echagüe; Tenientes: Manuel Guillón, Manuel Fernández, Marcelino Freyre, Almanzor Lassaga, Martín Viñales, Sixto Taltabul, Anselmo Cabrera, Máximo Lara, Pedro Rueda, Benjamín Calderón, David López, Carlos Rueda; Subtenientes: José María Ruiz, Saturnino Lara, Pedro Cortina, Cleto Salvatierra, Joaquín Echagüe, Pedro Rapela; Ayudantes: Nicanor Manso, Rosario Suárez; Abanderado: Mariano Grandoli.


Mientras el batallón cumplía con su adiestramiento, una Comisión Damas confeccionaba y bordaba la bandera que entregaría luego al “Primero de Santa Fe”. Esas patrióticas mujeres eran: Tomasa Gómez de Guillón, Agustina Carbonell de Lassaga, Magdalena Correa de Grandoli, Salomé Maciel de Freyre, Felisa Juárez de Zeballos, Josefa Gálvez de Mazza, Justina Rodríguez de álvarez, Restituta Esquivel de Lejarza, Inés Nicolorich de Aldao, Cecilia Rosa de Tiscornia, Margarita Mazza de Carlés, Manuela Freyre de Lamas, Manuela Ojeda de Hertz, Mercedes López de Comas, Rita Alcácer de Ibarlucea, Teresa López de Fragueyro, Delfina Fernández de Almeyra, Celestina Echagüe de Salvá, Juana Fernández de Lara, Carlota Maderna de Pérez, Juana Mirasso de Lezona, Laureana Correa de Benegas, Trinidad Carranza de Juárez, Joaquina Alvear de Arrotea, Eugenia López de Grognet, Angela Cardozo, Dolores de Medina, Rosa Aldao, Isaura Crovalán de Lagos, Felisa Zeballos de Torres, Carmen Guillón de Marquardt.


La bandera con los colores patrios lleva en letras pequeñas la inscripción Batallón Santafesino en uno de los costados del escudo y en el otro la fecha Rosario 31 de Mayo de 1865. Acompaña a la insignia un medallón con la imagen de la Virgen del Rosario. En todo momento nuestra Virgen protege y acompaña a sus hijos fortaleciéndolos en circunstancias difíciles pero recubiertas de nobles ideales.


El día 19 de Junio de 1865 se realiza la bendición y entrega de la bandera. El doctor Marcelino Freyre, Jefe de Policía de entonces, fue padrino de la ceremonia que se desarrolló en la Iglesia Matriz donde la enseña patria fue bendecida por el Padre Claudio Seguí. Concluido el solemne acto, el doctor Freyre, padre de uno de los oficiales, toma la bandera, sale con ella del templo, la presenta al batallón y dirigiéndose al jefe le dice que en nombre de las damas rosarinas deposita en sus manos el pendón glorioso que ha de guiarlo en la justa cruzada del pueblo argentino.


Salúdala el batallón con una descarga, después desfila y regresa al cuartel entre aplausos y vítores de la concurrencia, culminando así una conmovedora convocatoria en donde el emblema de la patria fue puesto bajo los auspicios de la religión de nuestros mayores.


El batallón Santafesino partió el 8 de Julio de 1865 a bordo del Pampero y cinco días después llegó a la ciudad de Concordia. El día 20 arriba a la misma ciudad el vapor Tévere con el batallón Libertad al mando del coronel José Ramón Esquivel. Ambos combatieron en Uruguayana logrando la rendición de un ejército paraguayo y concluida victoriosamente la campaña por el lado del Brasil las tropas argentinas emprenden su avance sobre Corrientes. El batallón Libertad se une con el batallón General Paz y forman un nuevo cuerpo que se denominará Regimiento Rosario bajo el mando de Esquivel. Esta nueva unidad y el batallón Santafesino actuaron en casi todos los encuentros de la cruenta epopeya. Terminada la campaña de Corrientes se resuelve invadir al Paraguay que se efectúa por el Paso de la Patria y poco después tienen lugar las batallas de Estero Bellaco y Paso de Sidra hasta llegar a los sangrientos combates de Tuyutí y Curupaytí.


En todas las oportunidades el valor, la destreza y la bizarría de los soldados rosarinos fue motivo de elogiosos conceptos.


Finalizada la guerra de manera favorable a nuestras tropas, comienza los destacamentos a retirarse del Paraguay llegando a nuestra ciudad por vía fluvial en Enero de 1870 varios batallones: algunos eran de aquí y otros iban con destino a varias provincias del interior.


La ciudad estaba de gala. Habíanse erigidos arcos triunfales y por doquier había numerosas banderas. Desembarcan los batallones, se organizan para el desfile y marchan hacia la Plaza de Mayo con el Coronel José Ramón Esquivel al frente. Terminada la ceremonia empieza la tropa nuevamente a desfilar con destino a sus respectivos cuarteles y a su paso las familias arrojaban flores a los soldados que regresaban de la cruenta campaña, mientras que los inválidos en carruajes descubiertos iban al frente de la columna.


Rosario recibió a sus héroes así, con todos los honores.



Mariano Grandoli


Trabajo meritorio y penetrante, cuyos lineamientos seguimos, ofrece Calixto Lassaga interpretando cabalmente los sentimientos de nuestro Abanderado.


Mariano Grandoli nació el 26 de Abril de 1849 en Rosario siendo sus padres Mariano Grandoli y Magdalena Correa y bautizado cuatro días después en la Catedral teniendo por padrinos a Domingo Correa y Laureana Correa. Murió heroicamente en la batalla de Curupaytí el 22 de Septiembre de 1866.


Mariano tenía solo 16 años cuando se incorpora al Batallón Santafesino como su abanderado dando muestra en todo momento de una dedicación y de un valor poco común. Al llegar su destacamento a Concordia, revelando el temple de su alma, escribe a su madre: “el argentino de honor debe dejar de existir antes de ver humillada la bandera de la patria. Yo no dudo que la vida militar es penosa, pero que importa si uno padece defendiendo los derechos y la honra de su país”. Hermosas palabras de un joven que en su corta y heroica vida dejo recuerdos imborrables.


En la víspera de la batalla de Curupaytí, intuyendo tal vez, la posición en el combate de su batallón, nuestro abanderado sin duda recordará su familia, su hogar, sus amigos ante el incierto destino que le espera en el momento supremo de la lucha. Se dirige a su madre diciéndole: “mañana seremos diezmados por el enemigo pero yo he de saber morir defendiendo la bandera que me dieron”.


El General Fotheringhan, veterano de nuestro ejército, refiriéndose a la batalla de Curupaytí expresa que jamás hubo un desfile más brillante que esa mañana fatal. Agrega que nuestras tropas fueron al asalto de trincheras formidables e inexpugnables con alta la frente, la mirada bravía y con el aire marcial de los vencedores. Manifiesta que el abanderado que sostenía con sus brazos vigorosos el emblema nacional se llamaba Mariano Grandoli, hijo de Rosario, bravo oficial que sostuvo a pie firme el pabellón desplegado sobre el mismo foso de la trinchera más de una hora recibiendo una lluvia de balas.


El jefe del batallón Santafesino o Primero de Santa Fe, Coronel Juan María ávalos en carta al vecino de Rosario señor Juan Antonio Rosas, entre otros párrafos le dice: “como mediante usted tiene el batallón una bandera tan hermosa no quiero ni debo dejar de darle el parte de cómo salió de Curupaytí. Había recibido anteriormente su bautismo de fuego saliendo con toda felicidad. El 22 de Septiembre (Curupaytí), su confirmación, no fue tan feliz: salió con 14 balazos perdiendo su vida el que la llevaba tan dignamente y retirándose todos heridos su escolta. Hecha pedazo como está y manchada con la sangre del intrépido Subteniente 1º de Bandera don Mariano Grandoli, tal vez no la conozcan más las distinguidas damas que la trabajaron. Sírvase usted decirles a ellas que en el ataque del día 22 fue la primera bandera que flameó contra la trinchera, mediante haber sido nuestro batallón el destinado para servir de vanguardia a todo el ejército argentino”.


El mismo Coronel ávalos, de regreso de la campaña del Paraguay, dijo a la madre del joven abanderado que él lo vio caer herido de muerte envuelto en los pliegues de su bandera.


Mariano Grandoli fue un valiente y patriota soldado forjado en los ideales más nobles de nuestra nacionalidad. Estanislao Zeballos en el año 1870 y con tan solo 16 años de edad dedicó a su memoria una delicada composición poética grabando una frase inolvidable: “del que fuera y no volvió”. Una calle al sureste de la ciudad lleva el nombre de Abanderado Grandoli.