La Imagen Olvidada . Rosario Antigua
Rosario en su Bicentenario
 
 

Los habitantes de la ciudad nunca dejaron de recordar sus orígenes. Después de la creación del Curato en 1730 en los alrededores de la Capilla utilizada desde 1731, la gente recordaba a su pueblo festejando como su día los primeros de cada mes de octubre al celebrarse la fiesta de la Virgen del Rosario costumbre que se mantiene hasta hoy.


Don Francisco de Godoy tuvo su reconocimiento en 1902 al designarse con su nombre una importante avenida (actualmente Presidente Perón) y luego un barrio de la ciudad también lo recordaría. Rosario crecía a un ritmo vertiginoso y se afianzaba como la segunda ciudad del país por su población e importancia. Ocupaba más de 130 hectáreas y al aproximarse 1925 su población excedía los 300.000 habitantes. Llamaba la atención por la rapidez de su embellecimiento urbano y la actividad de sus negocios donde el trabajo constituía la base de su bienestar.


Sus cultores aseguran que la importancia de la ciudad no se regía en la protección oficial, ni en las inseguridades de las políticas nacionales ni provinciales, sino en el fundamento sólido de su comercio y de su industria. Rosario era una población de desarrollo esencialmente económico y su puerto la base de su desarrollo secundado y apoyado por numerosos bancos y entidades afines. Existían consulados de casi todas las naciones del mundo y las instituciones de enseñanzas eran numerosas y de un alto nivel. Había alrededor de 100 escuelas oficiales y otras tantas del sector privado en su mayoría dirigidas por religiosos. Ambos sectores instruían a más de 50.000 alumnos. En 1891 comenzaron a funcionar los tranvías eléctricos. Poseía la ciudad tres facultades dependientes de la Universidad Nacional del Litoral.


Rosario fue la primera del interior en disponer de teléfonos: en 1900 tenía 935 abonados. El francés Enrique Magerans instala en Rioja 1151 lo que bautizó como “Cinematógrafo Lumiere”, en agradecido homenaje a los hermanos que apenas tres años antes habían dado a conocer el invento en París. La primera película exhibida fue “La Pasión de Cristo”. La ciudad contaba con el Hospital Rosario fundado en 1898, que 50 años después pasó a llamarse “Dr. Clemente álvarez”. Se habilita la Asistencia Pública. La Sociedad de Beneficencia nacida en 1854 por inspiración de creyentes y piadosas mujeres inauguraron el hospital de Caridad, el mismo que hoy conocemos como Provincial.


Las redes ferroviarias posibilitaban la salida de alrededor de 100 trenes por día. El proyecto del puerto se hace realidad y en 1902 con la presencia del Presidente de la Nación General Julio Argentino Roca, del Gobernador de Santa Fe Dr. Rodolfo Freyre, del Obispo de Santa Fe Monseñor Juan A. Boneo y otras personalidades, comienza a funcionar convirtiendo esta ciudad en una enorme puerta al mundo. El Centro Comercial de 1884 dio origen a la Bolsa de Comercio. El intendente Lamas crea el Parque de la Independencia en 1902, un hermoso lugar de paseo con numerosas plantas y flores de distintas especies, engalanado por su Jardín Zoológico, la Sociedad Rural y el Hipódromo. Importantes teatros nacieron como el Olimpo ubicado en la calle Corrientes entre 3 de Febrero y Mendoza que abrió sus puertas en 1871 destruido por un incendio en 1980; La Comedia en Mitre y cortada Ricardone en 1891; el hermoso teatro Colón de Corrientes y Urquiza hoy lamentablemente demolido y en 1904 en Mendoza y Laprida se sitúa La Opera (hoy El Círculo).


En la zona oeste de la ciudad Don Eloy Palacios, propietario de las tierras forma un pueblo que inicialmente lleva su nombre. En 1908 pasa a denominarse Barrio Vila y en 1910 adquiere su actual nombre de Barrio Belgrano al ser incorporado al municipio de nuestra ciudad. Al norte de Rosario Don José Nicolás Puccio funda el pueblo Alberdi en 1876, que al irse extendiendo en todas direcciones pasa a integrarse a la urbe rosarina en 1919.


El estilo francés empezaba a notarse en la construcción de numerosas mansiones con destino a domicilios privados como también en edificios de instituciones comerciales, sociales o con otras finalidades. En 1892 concluyen las obras del Palacio de Justicia o de los Tribunales ubicado frente a la plaza San Martín y en 1898 terminan las obras para la Municipalidad, edificio que es llamado el Palacio de los Leones, debido a que en su acceso tiene en cada costado un león de mármol.




La pregunta era obvia. Por qué la pujante Rosario, orgullo nacional por el trabajo de su gente, por su alto desarrollo económico, financiero, industrial y comercial, con ejemplares actividades culturales y sociales, a la altura y algunas superiores a la Capital Federal, no celebraba como correspondía sus orígenes. ¿Posiblemente “huérfana” por no tener fundador oficial, pero existía, “había nacido”, tenía un glorioso nombre y por qué no debía tener “partida de nacimiento”?


El año 1725 había sido para nuestra ciudad una época de acontecimientos significativos, hechos, historias, leyendas o simplemente suposiciones que total o parcialmente reales son motivo de permanente análisis que provocan polémicas, algunas fuertes. Anteriormente, al destacar la actuación de distintas personalidades de la época se señalaron algunos de esos episodios. Seguramente autoridades, colaboradores y fuerzas vivas de la ciudad querían recordar lo sucedido en aquella época.


La propuesta era inevitable. Durante la intendencia del señor Manuel Pignetto el Consejo Municipal dictó en 1925 por iniciativa del edil e historiador Antonio Cafferata, una ordenanza declarando como fecha oficial de Rosario el 4 de octubre y estableció a 1725 como el año de su creación (La legislatura provincial posteriormente en 1940 fijó para celebrar el día de Rosario el 7 de ese mismo mes, para que coincidiera con la celebración del día de la Virgen del Rosario).


El entusiasmo de la ciudad, ante la aprobación de la ordenanza mencionada, tuvo ribetes de alta movilización. La ciudad que más había crecido en los últimos años, polo de atracción de importantes inversiones, con una proyección cultural de avanzada, salía del “anonimato” y daba lugar a festejos mayores conmemorando el segundo centenario de la urbe.



Celebración del Bicentenario en 1925


Los acontecimientos, que tomamos de la narración de Juan álvarez, comenzaron con la entrada a puerto de una flotilla de guerra compuesta por los buques Almirante Brown, Jujuy, Paraná y La Plata. El Presidente de la República Dr. Marcelo T. de Alvear llegó al día siguiente en tren con una escolta de lujo ya que fue acompañado por dos aviones. Las ceremonias comenzaron con el Te Deum, banquete, representación en la ópera del poema “Raquel”, fuegos de artificio en diversos barrios y colocación de piedras fundamentales para determinadas obras que en su gran mayoría se concretaron posteriormente.


Los residentes franceses donaron al municipio una artística escultura; los españoles y los belgas sendas fuentes; el Jockey Club la Diana del rosedal; los ferroviarios honraron con una placa la memoria de Stephenson, inventor de las locomotoras; hubo acto inaugural de la nueva casa del colegio San José y bailes en el Jockey, y en los clubes Uruguayo, Italiano, Español; y carreras en el hipódromo, torneos de ajedrez, ciclismo, fútbol, regatas, tenis, atletismo y boxeo.


Asimismo se realizó un gran desfile de rodados y concentración de aeronaves y conciertos en la biblioteca del Consejo de Mujeres, en las dos escuelas normales, en el colegio nacional, en el teatro El Círculo y en la Biblioteca Argentina. Hubo desfiles escolares y reparto de víveres, ropas y medallas; jura de la bandera, colocación de varias placas recordatorias, revista naval con bronco retumbar de artillería iluminarias tendidas en forma de inmenso pabellón patrio y gran procesión cívica cerrando los festejos que duraron diez días.


Tal vez sobre la conmemoración de una discutida fundación, Rosario festejaba en realidad su vigoroso desarrollo y su bien logrado presente.


La Iglesia rosarina también estuvo presente al invitar al Presidente Alvear a conocer el camarín de la Virgen, joya arquitectónica complemento final de otras reformas llevada a cabo en la Iglesia matriz por Monseñor Nicolás Grenón. La cripta, recordamos, fue inaugurada y bendecida el 24 de mayo de 1925 por Monseñor Juan Agustín Boneo obispo de Santa Fe.


En la Catedral de Rosario en el camino hacia su altar mayor y al inicio del mismo hay dos escalones. El primero tiene la inscripción “1725 -7 de octubre- 1925” y en el segundo está grabado “la Virgen del Rosario es fundadora y patrona jurada de esta ciudad”. Fuerte testimonio religioso que penetra profundamente en la historia de la ciudad.


Los festejos que homenajearon a la ciudad en su llamado bicentenario fueron por sobre las controvertidas motivaciones, un ejemplo de virtuosismo rosarino, del resurgimiento del Pago de los Arroyos y de un clamor de argentinidad como pocas veces se ha visto en todo nuestro suelo patrio.