La Imagen Olvidada . Rosario Antigua
Opiniones: reflexiones
 
 

Nuestra tarea, si llegase a realizar algún aporte sustancial a la historia de la región, se debe al deseo, que también podría decirse pasión, de incentivar el pensamiento en una época plagada de conformismo y de complacencias fáciles, ofreciendo un relato encaminado a abrir nuevas brechas al estudio y a la acción.


Indagar, inquirir, hacer diligencias para descubrir lo que buscamos fue la base de nuestra investigación, tendiendo a aumentar la esfera de nuestros conocimientos o buscar lo desconocido a través de lo conocido. Exponemos opiniones y hacemos reflexiones.


Recurrimos a nuestra Catedral. Monseñor Raúl Giménez muy gentilmente respondió a nuestra inquietud mani138 festando que en los archivos de la Iglesia no existe ningún antecedente o información que indique el destino de la primera imagen de la Virgen del Rosario y descartó totalmente la versión de que algunos historiadores podrían tener referencias sobre la misma por medio de polémicos inventarios. Monseñor Giménez nos dijo también conocer ciertos aspectos de la imagen ubicada en el Instituto Cristo Rey de Roldán pero manifestó que era un capítulo cerrado y el reabrirlo no tenía objeto, ni era necesario. No encontramos antecedente alguno en otras instituciones religiosas.


En su libro “La música religiosa en el área de Rosario de Santa Fe y en el Convento San Carlos de San Lorenzo durante el período aproximado de 1770 a 1820”, publicado en 1956, Francisco Curt Lange nos dice que “varios libros con documentación de nuestra principal parroquia fueron declarados perdidos por las actuales autoridades de la Catedral” en fecha bastante anterior a 1956.


Existe una endeble versión sobre la devolución de la imagen de la Virgen que merece ser explicada, aclarada y corregida. Exponemos los hechos. Mikielievich nos dice: “Abandonada la capilla del Salado, denominada Nta. Sra. Del Rosario por la imagen en ella venerada, ésta es llevada a capillas u oratorios de estancias libres de enemigos, en paulatino retroceso hacia Santa Fe a medida que el enemigo extiende el campo de sus depredaciones. Cuando los salvajes amenazan la ciudad misma, la imagen ya se encuentra en su iglesia matriz”. Ambrosio Alzugaray, nuestro primer párroco, obtiene de esa Catedral a la Virgen y el sacerdote historiador Francisco Núñez sostiene que la misma es entregada para la Capilla del Pago de los Arroyos en carácter de préstamo.


La imagen de la Virgen había llegado a la iglesia matriz en depósito, dado que procedía de la capilla del Salado y cuya propiedad los aborígenes la consideraban como suya alegando testimonios válidos. El Cabildo Eclesiástico entonces le entrega al Padre Alzugaray también en depósito la sagrada talla, es decir en calidad de préstamo. Monseñor Francisco Nuñez agrega que esa imagen de Nuestra Señora del Rosario estaba en desuso.


Haciendo una apresurada deducción supusieron que no estando la Virgen en la ciudad de Rosario y habiendo llegado prestada, la misma fue devuelta a la iglesia matriz en Santa Fe.


Siguiendo la línea de recurrir a toda fuente de información, le preguntamos sobre el tema al Padre Javier González Grenón, titular de la Catedral de la capital provincial, quien con suma amabilidad nos respondió: “No existe en nuestra Iglesia ninguna imagen antigua de Nuestra Señora del Rosario y tampoco poseemos información sobre una posible devolución de ella”. El Padre Marcos González del Convento de Santo Domingo de esa ciudad, gentilmente, nos dio una respuesta similar. Queda aclarado que no hubo ninguna devolución de la Virgen a la ciudad de Santa Fe.


Aclaramos y corregimos. Es cierto que la imagen de la Virgen estaba en la iglesia matriz de Santa Fe. Cierto es que esa imagen es la que trajo el Padre Alzugaray, cierto es, que la misma vino en calidad de préstamo y cierto es también que la imagen de la Virgen no se encontraba en la ciudad de Rosario. Pero no es cierto que la misma fuera restituida a la Catedral santafesina, sino que fue devuelta a sus dueños originales, los indios calchaquíes que siempre la reclamaron. La misma fue después “rescatada” por la familia Leiva. En su relato Perla Picabea lo explica con absoluta claridad.


El Padre Carlos Costa, reconocido y respetado historiador, señala que en una conferencia ofrecida en 1941 por el Obispo de Santa Fe Monseñor Fasolino ante un requerimiento expresó: “la primera imagen se pierde en la historia”. La historia permanentemente se analiza y se revisa y determinadas circunstancias y hechos reviven o se conocen a la luz de documentos posteriormente encontrados. Es nuestro caso.


Imposible no reflexionar luego de conocer sucesos elocuentes, que siempre inducen a recordar análogas situaciones. Relataremos lo sucedido en San Nicolás con la imagen de Nuestra Señora del Rosario.


La parroquia de San Nicolás había sido encomendada desde el principio a Nuestra Señora del Rosario. La imagen, hoy venerada en el Santuario, había ocupado un lugar destacado en la Catedral en 1884. Luego de ser bendecida por el Papa León XIII, fue traída desde Roma y donada para este lugar. Después de distintas ubicaciones y a raíz de su deterioro fue depositada la imagen en un depósito, el campanario, a la espera de una reparación que nunca llegaría.


La Virgen le dijo a Gladys Quiroga de Motta que existía en la Catedral una imagen suya bendecida por un Papa. El Padre Pérez recibe y conduce a Gladys ante las diferentes imágenes pero ninguna concuerda con la que tenía ella en su memoria. Luego este sacerdote y Gladys encuentran en el campanario de la iglesia, junto con otros objetos que se habían deteriorado con el tiempo y que habían sido abandonados allí, una imagen de la Virgen que Gladys reconoció inmediatamente como la que había visto en la aparición.


Frente a la imagen encontrada en ese momento se le apareció a Gladys la Virgen María y le dice: “Me tenían olvidada pero he resurgido. Ponedme allí (en el Santuario) porque me veis tal cual soy”




Hemos consultado con serios y talentosos historiadores sobre las bondades de nuestra historia. Tres de ellos, uno más entusiasta que los otros, coincidieron que nuestro relato tiene, a la luz de testimonios y documentos una más que apropiada veracidad. Otros dos manifestaron ciertas reservas por no contar con algunos documentos indiscutidos aunque reconocieron la dificultad, por su época, de obtenerlos. Pedimos, seguramente por nuestra formación de economista, qué porcentaje de veracidad podía tener. Nos respondieron, que entre un 80 y 90%, alegando risueñamente que nunca habían contestado de esa forma en casos similares, pero agregando que ese “sistema” era sumamente gráfico, concreto e interesante.


La opinión de otros dos investigadores fue coincidente. Aunque existen argumentos muy valederos, no pueden confirmar una historia sin documentos indiscutibles que la avalen. Los testimonios que llenan el vacío de alguna documentación, son para ellos de discutible validez.


Prácticamente no se discute que la primera imagen de la Virgen del Rosario había pertenecido a los indios calchaquíes liderados por el cacique Tomás de Lencinas quien permanentemente reclamó la devolución de esa imagen que consideraban como propia. Lo confirma el historiador Wladimir Mikielievich al analizar el petitorio de Valeriano Giménez, procurador general de naturales de Santa Fe, certificado por el Cabildo de esa ciudad en 1740 y del informe del teniente gobernador de Santa Fe Don Francisco Javier de Echagüe y Andías sobre el mismo tema. Este último aconseja entregar la imagen ubicada en los Arroyos a los indios calchaquíes. Fray Lucas de Leguizamón, doctrinero de los calchaquíes en el paso del Carcarañá, recuerda Mikielievich, hizo repetidas gestiones en nombre del cacique Lencinas reclamando al Padre Alzugaray la entrega de la imagen del Rosario. Originado el respectivo expediente y apoyado por numerosos vecinos el Padre Alzugaray se niega a complacerle. La devolución de la primera imagen de la Virgen, a manos de los indios calchaquíes como así también su recupero por parte de María Mercedes Cabral de Leiva, abuela de la bisabuela de Perla Picabea, está fundamentado por el testimonio de la bisabuela Petrona Leiva de Giménez y por las constancias de la familia de los Leivas durante los años establecidos en Coronda, Santa Fe y Rosario.


Encontraríamos a la Historia Universal muy breve e incompleta si solamente se diera validez a los hechos acaecidos respaldados por documentos indiscutidos. Lamentable sería no contemplar los acontecimientos avalados por serios testimonios que han penetrado fuertemente en el desarrollo de la humanidad.