Grupos Políticos en la Revolución de Mayo
Segunda oportunidad: Independencia con la Carlota
 
 

En enero de 1808, a raíz de la ocupación del territorio lusitano por las tropas napoleónicas, la corte portuguesa se traslada al Brasil, y luego de una corta estada en Bahía se establece en Río de Janeiro.


Junto al príncipe Juan, regente de su madre, la reina María —declarada incapaz—, ha llegado su esposa, la princesa Carlota Joaquina de Borbón, ligada por un estrecho parentesco a la corona española, que pronto hará valer, al empuje de los acontecimientos peninsulares. En efecto, debido a la invasión napoleónica en España, la infanta Carlota, como escribe Corbellini: “...se transforma en la hija de Carlos IV y hermana de Fernando, en el pariente más cercano de los reyes de España que pisa tierra americana. El 10 de agosto, la infanta publica un manifiesto, en donde expresa que las colonias españolas debían confiársele en depósito, para entregarlas al legal representante de la misma augusta familia, que exista o pueda existir independiente, en la época de la paz general. Hablaba como hija del monarca legítimo, Carlos IV, desconociendo implícitamente la investidura de Fernando. Sin pérdida de tiempo, la princesa comenzaba a dar órdenes para el mantenimiento de las leyes en la colonia “hasta que Mi muy amado Primo, el Infante Don Pedro Carlos, u otra persona llegue entre vosotros interinamente para arreglar los asuntos de Gobierno de esos Dominios” 29.


Paralelamente a esta postulación, llegaba al Río del Plata, el 13 de agosto, comisionado especialmente por Napoleón, el Marqués de Sassenay. Liniers lo recibe en una entrevista pública y otra privada, eludiendo toda posibilidad de compromiso con el corso. Sassenay debe partir de inmediato para su país, pero en Montevideo Elío lo hace detener y luego lo remite prisionero a España. Liniers emite dos días después una proclama acordada con el Cabildo y la Audiencia, por la que se da cuenta de las últimas novedades y se fija el día 21 para la jura de Fernando VII. Con todo no logra despejar la atmósfera de duda que se había creado en su torno.


Para complicar aún más el panorama, el 23 del mismo mes desembarca en Buenos Aires, luego de una breve escala en Montevideo, el brigadier José Manuel de Goyeneche, enviado de la Junta de Sevilla, quien, con sus intrigas contribuyó a separar a los partidos revolucionarios. Elío, alentado por Goyeneche y apoyado por el grupo de Alzaga, se insubordina entonces contra Liniers, y queda, el día 21 de septiembre, a la cabeza de una Junta local, independiente de la autoridad del Virrey.


Entre tanto, el grupo de Castelli, creyendo entrever una coyuntura favorable, se decide a enviar una Memoria a la princesa Carlota. Este documento, fechado el 20 de setiembre de 1808, está firmado por Castelli, Beruti, Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña y Belgrano, en este orden; “cinco de nuestros principales amigos”, como dice Saturnino desde Río de Janeiro. Fue redactado por Castelli y constituye el verdadero manifiesto de la revolución.


En él, luego de pasar revista a la desgraciada situación de la Península y puntualizar el repudio a la Junta de Sevilla, como asimismo a los ineptos gobernantes del territorio americano, se concluye con estos significativos conceptos, que ponen de relieve el pensamiento de sus autores:


“Un consuelo resta a los amantes de la salud pública: es qe. V.A.R. no debe abandonar las ideas justas que ha manifestado de conservar estos Reynos en la Augusta Casa de que es rama tan inmediata y recomendable. Debe hacerlo por qe. el Cielo ha querido salvar a V.A.R. y al Sor Infante Dr. Pedro del naufragio en la proselosa inundación de la Europa, para hacer que renazca en estos Predecesores, a quienes podrían exigir los actuales habitantes el cumplimiento de unas promesas que no han tenido efecto, por cierta fatalidad. Si; para ello tiene V.A.R. las proporciones y medios que la naturaleza le ha indicado y su crédito le ha añadido, no podra dudar que los amigos de la Paz, quietud y felicidad de los hombres en estos Reynos harán por V.A.R; y el señor Infante Dn. Pedro Carlos quanto les sujiera el amor sincero a un dulce gobierno, por si y Sus relaciones con los demás de buena disposición; asegurando a V.A.R. que son muchos los hombres de bien, y de sano juicio con que puede contar”.


Si habitamos un suelo que no ha conocido la libertad, y que aora mas que nunca se procura coartar, aun en la opinión racional, por un Gobierno opresor: si no obstante esto nos exponemos al riesgo que amenaza a nra. seguridad individual, y a la suerte de nras. familias: es seguramente, con el noble fin y esperanza de merecer dispense V.A.R. y el Sor. Infante Dn. Pedro Carlos, su protección y fomento, con, el Gobierno, a estos Reynos que son el retrato de las delicias y mineral de la opulencia30.


En las instrucciones a su apoderado, para el juicio de residencia que se le promovió en 1814, Cornelio Saavedra ha dejado su opinión sobre este episodio: “También sabe usted que en estos tiempos, por huir y evitar aquellos males, muchos de nuestros celosos americanos interesados en el bien de la Madre Patria, pensaron en que se reconociese por regente del reino a dicha señora doña Carlota Joaquina...”. “Los principales promotores de estas ideas, es sabido, fueron en aquel entonces, el finado Dr. D. Juan José Castelli, don Hipólito Vieytes, el doctor don Mariano Moreno, [se equivoca por Manuel Belgrano] y otros, mandando sus pliegos y correspondencias a la corte del Brasil, por mano de Nicolás Peña a su hermano don Saturnino. El fin y objeto de estos conatos e ideas no era otro, que hacer a la América independiente de la España Europea, y constituirla en Estado”31.


Manuel Belgrano, en su Autobiografía, explica a su manera estoa acontecimientos apareciendo como el principal promotor de los mismos:


“En Buenos Aires se hacía la jura de Fernando VII, y los mismos europeos aspiraban a sacudir el yugo de España por no ser napoleonistas. ¿Quién creería que don Martín de Alzaga, después autor de una conjuración fuera uno de los primeros corifeos?... Entonces fue, que no viendo yo un asomo de que se pensara en constituirse, y sí, a los americanos prestando una obediencia injusta a unos hombres que por ningún derecho debían mandarlos, trate de buscar los auspicios de la infanta Carlota, y de formar un partido a su favor, oponiéndome a los tiros de los déspotas que celaban con el mayor anhelo para no perder sus mandos; y lo que es mas, para conservar la América dependiente de la España, aunque Napoleón la dominara; pues a ellos les interesaba poco o nada ya sea Borbón, Napoleón u otro cualquiera, si la América era colonia de España32.


El grupo de Saavedra también se pone en movimiento a raíz de las noticias europeas, “...y según las informaciones de un contemporáneo concurrían a la casa de Martín Rodríguez, don Cornelio Saavedra, don Pedro Andrés García, don Florencio Terrada, don Jorge Pacheco, un hijo y un hermano de madame Perichon y algunos otros; y se decía “que estaban tratando de la independencia de esta provincia33.


Vieytes, en nombre del grupo carlotino, lo invita a Saavedra al participar del proyecto, pero éste se niega, con lo cual las posibilitados de éxito quedaron visiblemente disminuidas. Saavedra dice que Vieytes. “...trató de convencerme de los males que estábamos expuestos a sufrir si la América sufría la suerte de la España; que ésta no podía resistir el poder de Napoleón que la atacaba, y de consiguiente íbamos a ser dominados por los franceses; que no nos quedaba otro recurso que tomar en tan apuradas circunstancias, que erigir a nuestra América en Estado Independiente de la España europea, y esto se conseguiría fácilmente reconociendo a la señora Infanta de España doña Carlota Joaquina de Borbón, única heredera libre, por regente del reino, y llamándola viniese en persona a Buenos Aires a tomar posesión de dicha regencia; que esta idea tenía a su favor a todos los verdaderos americanos y gente sensata de todos los pueblos; que el clero secular y regular, al momento de asomarse a las playas del Río de la Plata dicha señora, la predicaría por las calles y plazas como legítima sucesora de su hermano cautivo y exhortaría a los ciudadanos a prestarla obediencia, con otras muchas cosas más que añadió en comprobación de su opinión”34.


Un hecho fortuito vino en ese momento a quebrar nuevamente las ilusiones forjadas por los jóvenes ilustrados, la princesa Carlota, a causa de que Gran Bretaña se convierte en aliada de España en la guerra contra Napoleón, denuncia a Saturnino Rodríguez Peña y hace detener en Montevideo al comisionado de éste, Diego Paroissien, quien era portador de comprometedores documentos.


Liniers, de inmediato hace iniciar la célebre Causa Reservada contra los conspiradores. Sin embargo, Castelli jefe del grupo, no es procesado. Comparece como testigo y luego se encarga de la defensa de los inculpados. Es importante destacar que en esta emergencia, su alegato se basa en la tesis del Pacto Político del teólogo jesuita Francisco Suárez, que más tarde habría de esgrimir en el Cabildo Abierto del 22 de mayo de 1810, como doctrina jurídica de la Revolución.


A partir de este momento, el proyecto no será desechado totalmente, pero en lo sucesivo se tornará inoperante.