Grupos Políticos en la Revolución de Mayo
La primera Junta de Gobierno
 
 

En resumen, de los cinco grupos sociales que señala Zorraquín Becú en su trabajo citado (los funcionarios, los sacerdotes, los vecinos de mayor categoría, los militares criollos y los intelectuales burgueses) solamente uno se opuso a la Revolución, y era el constituido por la administración real, los funcionarios y magistrados; el “partido metropolitano”, como lo llama Mitre, o “cisnerista”, como lo denomina Federico Ibarguren; que no es otro que el antiguo partido “sobremontista”, del cual, según reza un documento, eran “suyas las personas de su innumerable parentela, suyas las tribus de aduladores, suyo el erario, suyos en fin casi todos los conductos del valimento de la verdad, de la justicia y de la fe pública”. “Entablada esta secta, infeliz del que no se suscribía en ella: ni hallaba justicia en los tribunales, ni favor, ni concepto, sino indiferencia, desprecios o persecuciones, aunque fuesen los hombres de más luces, probidad y mérito” 82.


“Superfino parece insistir —escribe Zorraquín Becú— en la gravitación decisiva de esa burocracia. Ella ejercía el gobierno político, tenia el mando militar, desempeñaba la justicia superior y cuidaba de las rentas y del ordenamiento económico. Sus decisiones eran soberanas, y su poder no aparecía coartado o controlado sino por el de otros organismos de idéntico origen y condición; aunque preciso es recordar que la Iglesia y los cabildos tenían también su parcela de poder, y la posibilidad jurídica de impedir los desmanes o los abusos de estos funcionarios”83.


Y agrega más adelante: “De esos cinco grupos saldrá la ¿unta nombrada por el Cabildo el 24 de mayo, que era a la vez corporativa y estamental, y estuvo constituida por los representantes más destacados de cada fuerza social. Cisneros era el primer funcionario; Castelli el vocero de los intelectuales; Saavedra el jefe militar más prestigioso; Juan Nepomuceno Sola, cura de la parroquia de Monserrat, actuó en el Cabildo Abierto como uno de los dirigentes del sector moderado y portavoz de una parte del clero; y José Santos Inchaurregui era un antiguo miembro del cabildo y un comerciante muy considerado”84.


En efecto, el Cabildo, a quien se había conferido la facultad de nombrar el nuevo gobierno, constituyó el 24 de mayo una Junta Provisional, presidida por el ex-Virrey, asociado con el Dr. D. Juan Nepomuceno Sola, cura rector de Montserrat; el Dr. D. Juan José Castelli, abogado de la Real Audiencia Pretorial; Don Cornelio de Saavedra, Primer Comandante del Cuerpo de Patricios y de Don José Santos Inchaurregui, vecino y comerciante, “cuya corporación o Junta ha de presidir el Exemo. señor Virrey con voto en ella, conservando en lo demás su renta y altas prerrogativas de su dignidad, mientras se erige la Junta general del Virreinato”.


“...sólo el último (Inchaurregui) era europeo —afirma Groussac—, y había votado en el Cabildo Abierto con Sola, es decir, como Belgrano, Castelli, Moreno, Paso, etc.”85, por la deposición del Virrey, Es importante insistir en este detalle para desvirtuar la versión corriente de que en la Junta del 24 había mayoría de europeos.


A las tres de la tarde de ese mismo día, juraron los integrantes del nuevo gobierno, que indudablemente representaba un progreso sobre la situación anterior, por cuanto, si bien subsistía Cisneros al frente del ejecutivo, su autoridad ya no emanaba de un organismo europeo, como era la Junta Central de Sevilla, sino del pueblo mismo de Buenos Aires En verdad éste fue el primer gobierno autónomo y no el del 25. Como observa Corbellini: “La designación de la junta del 24 era un acto impopular; pero no era la violación del pacto celebrado el 22 de mayo. Era una consecuencia razonable de ese pacto, que concillaba los intereses de los tres partidos existentes”86.


Y esto es evidente, en la junta habían entrado los dos jefes de los grupos revolucionarios más importantes, esto es, Saavedra y Castelli; además figuraban dos destacados miembros de esa estructura de circunstancias que fue el denominado “partido moderado”, que por otra parte, habían votado la cesantía del virrey en el mando, es decir. Sola e Inchaurregui; y por ultimo, el propio Cisneros, que era la figura más prominente del “partido metropolitano”. El grupo de Alzaga había quedado al margen, e inclusive Ruiz Huidobro, cabeza visible del partido conciliador, de acuerdo con la consigna, no figuraba en la junta.


La junta era, en definitiva, fruto de la conciliación, pero era en sí un triunfo revolucionario —el propio Saavedra afirmó posteriormente-que pudiendo ser Presidente en el primer instante, introdujo al Virrey—. Así lo confirma Jaime Delgado en sentido genérico, cuando expresa: “Las Juntas... significaron ya la aplicación de un primer principio revolucionario triunfante, porque tales organismos no estaban previstos en la doctrina jurídica tradicional”87.


El pueblo pareció satisfecho de esta elección —afirma Guido— y los españoles se felicitaban de haber salvado del peligro de un trastorna fundamental viendo triunfante la autoridad del virrey. Muy diferente sensación produjo tan inesperado desenlace en el club reunido a las ocho de la noche en casa del señor Peña. Allí se analizó el carácter délos elegidos; se descubrió el origen de la candidatura Cisneros; se reconoció por unanimidad que dos de los miembros de carácter asético y tímido, se plegarían sin violencia a la político del presidente y hasta llegó a dudarse de la firmeza del coronel Saavedra, bajo la presión y el influjo de un jefe superior. Contábase solamente con la persona del Dr. Castelli; pero ninguno de sus amigos descubiertos como conspiradores, se reputó seguro continuando en el mando el general Cisneros”88.


Los revolucionarios no se sentían conformes con que Cisneros conservara, no el poder político, sino lo que era más importante en ese momento, el mando de las armas, y pese a la aprobación de sus principales caudillos, —Saavedra y Castelli—, exigieron que se nombrara comandante de armas al primero y, ante la resistencia de Cisneros, la formación de una nueva Junta.


Es Castelli, precisamente, quien, en la primera reunión celebrada por la Junta del 24, advierte de esta manera al ex-Virrey: “una parte del pueblo no está satisfecha con que V. S. mantenga el mando de las armas y pide su absoluta separación. Hay peligro de conmoción como que en el cuartel de Patricios gritan descaradamente algunos oficiales y paisanos89. Este dato se corrobora con lo asentado por los miembros del Cabildo en su libro de Acuerdos: “En el primer acto que ejerce esta Junta Gubernativa ha sido informada por dos de sus vocales de la agitación en que se halla alguna parte del pueblo por razón de no haberse excluido al excelentísimo señor vocal presidente del mando de las armas...” 90.


Francisco Saguí, en sus memorias citadas, ratifica aun más este episodio: “...la noche de ese mismo día 24 la Junta fue informada por el comandante Saavedra y por Castelli de la mucha agitación que se manifestaba en una parte del pueblo en razón de no haberse llevado a efecto la total, la absoluta separación del virrey en la participación del mando; pero mucho más por haberle dejado el de las armas91. Reléase la última expresión y se encontrará el motivo de la disolución de esta Junta. Los revolucionarios podían aceptar compartir el mando político con el ex-virrey, pero no podían consentir que éste conservara la suprema autoridad militar.


Esa misma noche, a las diez, la Junta renuncia en pleno. Su duración había sido efímera, pero —como escribe Gervasio Posadas en su Autobiografía— “no se alcanza la razón que haya tenido el deán de Córdoba doctor don Gregorio Funes [y los historiadores subsiguientes hasta la fecha, agregamos nosotros] para olvidarse, de esta primera Junta en su Bosquejo de la Revolución que ha dado a la prensa”92.