Estanislao López y el federalismo del litoral
Buenos Aires y las provincias después del año 20
 
 

Cuando las provincias, por la acción de los caudillos federales del litoral se vieron libres de la omnipotencia del directorio, el país quedó constituido, de hecho, en una confederación de estados que habían manifestado expresamente su propósito de darse una constitución política. (Véase el texto de los tratados del Pilar y de Venegas, 1820).


En 1821, después de la muerte de Ramírez, las provincias gozaron de paz dentro de sus respectivas autonomías. Entre ellas Buenos Aires, hallábase en una situación espacialísima.


Como antigua capital del Virreynato, su relativa cultura social y sus recursos, la colocaban por encima de las demás. Su situación geográfica le había deparado un puerto, fuente de rentas inagotables, de las que no participaban por cierto las demás provincias de la unión. Era una situación de privilegio que explica el fuerte sentimiento autonómico desarrollado en Buenos Aires, después que los caudillos la libertaron de la oligarquía directorial. 46 Lo que había correspondido al gobierno de las Provincias Unidas, después del año 20 sería patrimonio de la provincia de Buenos Aires, mientras un congreso y una constitución “federal” (según era el propósito manifestado en los recientes tratados políticos) no determinara el sistema rentístico de la nueva república, como ocurrió en 1853.


Mientras Buenos Aires medraba a favor de su puerto, las demás provincias languidecían en la pobreza azotadas por los indios, sin fuentes de recursos, sin rentas, aisladas por la falta de comunicaciones. Así se encontraba en 1822.


En Buenos Aires gobernaba el general Martín Rodríguez, y su ministro Rivadavia realizaba una serie de reformas de “carácter administrativo” que significaban, dentro de la provincia, un gran avance institucional. 47


En Córdoba, gobernaba Bustos; en Santa Fe, Estanislao López; en Entre Ríos, don Lucio Mansilla.