La coalición internacional que derrocó a Rosas
Previsiones bélicas del Brasil
 
 
Estos dos intereses alguna vez tenían que encontrarse para estallar. Las vinculaciones diplomáticas entre la Confederación y el Imperio quedaron suspendidas desde que el 30 de setiembre de 1850 el embajador argentino, Tomás Guido, abandonó Río de Janeiro y podemos tomar esa fecha como inicio de la intensificación de los preparativos para la guerra que ambos estados estaban realizando. Antes de regresar Guido a Buenos Aires, el Senado brasileño autorizó a su gobierno para aumentar el ejército a 26.000 hombres 3. El Jornal do Comercio de finales de 1850 informa que ha salido de Inglaterra, con destino al Brasil, Juan Pascot Grenfell para mandar la estación naval del Río de la Plata, la cual iba a ser aumentada con siete buques de la escuadra 4.

El canciller Soares de Souza instruyó al embajador brasileño en Montevideo, Silva Pontos, para destacarle que: “El Brasil está resuelto a acabar con este actual estado de cosas para obtener seguridad y tranquilidad en lo futuro. Para esto cuenta con las fuerzas de mar y tierra que tiene preparadas y está preparando, con las tropas que mandó enganchar en Europa, con la alianza del Paraguay (...), con las fuerzas que existen en la plaza de Montevideo, con las que ha de traer Pacheco y Obes [alude a colonos italianos y franceses] y con los emigrados que existen en Río Grande” 5.

Por su parte, el representante británico acreditado en Río de Janeiro —Hudson— informaba a Londres que el gobierno brasileño había obtenido un préstamo de £ 500.000 facilitado por la casa Gomes y Paiva. Comenta este diplomático que “a menos que fueran utilizados en activos preparativos para la guerra”, no había otras necesidades que requirieran la contratación de un empréstito tan grande. A continuación agrega que después de conversaciones mantenidas con algunos dirigentes brasileños “estoy convencido que Brasil se está preparando para una guerra ofensiva. Esto no concuerda con las repetidas declaraciones hechas a mí del señor Paulino [Soares de Souza] en el sentido de que Brasil no atacaría al General Rosas”6. Esta interpretación se confirmaba —continúa Hudson— porque algún tiempo después, en una entrevista con un consejero de estado, éste le había dicho que “el actual gabinete se estaba lanzando ciegamente a la guerra contra Rosas” 7.