La coalición internacional que derrocó a Rosas
“Nunca hubo hombre tan traicionado”
 
 
Con una notable claridad, y para darnos una pincelada de la psicología de los hombres y de lo que ocurría en el fondo de ese drama, Gore afirma en ese documento: “Casi todos los jefes en quienes Rosas confió se encuentran ahora al servicio de Urquiza”. Y agrega: “Nunca hubo hombre tan traicionado”. Esta situación debe de haber sido tan considerable, sensacional y conocida, que Gore vuelve a decir: “Nunca fue tan amplia la traición”. Una obra de nuestro tiempo basada en importante documentación inglesa, como es la de Ferns, permite a este autor sostener: “los beneficiarios directos de la política de Rosas, al final lo abandonaron. El mismo Oribe aceptó un compromiso con sus enemigos a espaldas de Rosas. Cuando se produjo la crisis en 1852, se descubrió que muchos de los hombres más allegados a Rosas habían hecho arreglos privados con sus enemigos” 86. Los arreglos secretos que, a escondidas de Rosas, afectuaban Oribe y sus hombres de confianza con Urquiza, le hacían decir a éste que las operaciones en el Uruguay serían “un paseo militar”.

El servicio secreto inglés tuvo conocimiento de las gestiones realizadas por el Brasil y del abundante dinero que hizo circular para destruir el poder de Rosas 87. Por analogía con la controvertida rendición de cuentas que Fernando el Católico exigió a Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, con motivo de las guerras en Italia (a principios del siglo XVI). Sarmiento aplicó el caso a Urquiza y sus allegados, en el comentario que publicó bajo el título: Los cuentas del Gran Capitán. En la carta de Yungay (13 de octubre de 1852) también señala a Urquiza que, por haber “permanecido dos meses en la corte del Brasil (...) conozco todos los detalles (...) y los pactos y transacciones por las cuales entró S. E. en la liga contra Rosas”. Allí refiere cómo consiguió los elementos y pertrechos militares el gobernador entrerriano, así como el dinero que le proporcionó el Imperio. Consigna que el diplomático brasileño Carneiro Leao le ha trasmitido las expresiones recriminatorias de Urquiza contra el Brasil, a las que ese representante respondió: “¡Sí, los millones con que hemos tenido que comprarlo para derrocar a Rosas! Todavía después de entrar a Buenos Aires quería que le diesen los cien mil ducados mensuales mientras oscureció el brillo de nuestras armas en Caseros”. Comentaba Sarmiento: “Se me caía la cara de vergüenza al oírle a aquel enviado referir la irritante escena (...)”88.

En consecuencia, Rosas no fue derrotado por sus enemigos políticos ni por la prédica que éstos realizaron dentro y fuera del país, ni por la falta de un equipo militar adecuado. Rosas fue vencido por la gravitación de diversas circunstancias, cuya reunión era esencial en la nueva guerra. Ellas pueden resumirse en los siguientes puntos: 1°) El pronunciamiento de Urquiza y la rendición de Oribe, que privaron a la Confederación de sus dos mejores ejércitos, sin el apoyo de los cuales ya no era posible ganar la guerra; 2°) El asedio diplomático urdido y desplegado por el Brasil alrededor de la Confederación; 3°) La carencia o la falta de una marina de guerra que permitiera enfrentar al enemigo: 4°) El desánimo personal e interior del propio jefe supremo de la Confederación, quien ya se consideraba derrotado; 5°) La deslealtad de importantes servidores, tanto civiles como militares, que pertenecían a la privanza de Rosas. En fin, la derrota militar, el deterioro espiritual, las deslealtades, todos se reunieron en aquella fecha aciaga para terminar con Rosas.