La coalición internacional que derrocó a Rosas
Afianzamiento del predominio brasileño
 
 
La convención de 1828, que puso fin a la guerra con Brasil, no fijaba con precisión las fronteras uruguayas y esta circunstancia hizo ilusoria la vigencia o la efectividad de aquel acuerdo de seguridad argentino-brasileño. De esa manera, el espacio territorial del Uruguay se hallaba “participado” entre él, Argentina y Brasil. La guerra civil que se produjo después en el vecino país ocasionó una perturbación general, complicada con la lucha ideológica que realizaban los exiliados argentinos contra Rosas.

Los acuerdos que suscribió Lamas el 12 de octubre de 1851 (y que hemos examinado anteriormente) permiten al Imperio eludir sin disimulo el pacto firmado con la Argentina en 1828, bajo garantía británica, que protegía la integridad e independencia del Uruguay. Los tratados de Lamas de Río de Janeiro dieron al Brasil supremacía en la Banda Oriental y le facilitaron la activa intromisión en la propia Confederación. Esos tratados afirmaron la hegemonía brasileña en la República Oriental, y después el Imperio “prosiguió —dice Cárcano— activa e incesantemente, su labor de absorción entre los países del Plata” 104. Tanto es así, que al terminar la guerra en el Uruguay los signatarios de los tratados de Lamas (29 de mayo de 1851), suscribieron uno nuevo, también en Montevideo (21 de noviembre de 1851), para sobrellevar conjuntamente esa guerra que se preveía contra la Confederación Argentina, utilizando el pretexto de que se trataba sólo de atacar a su gobierno. Era la segunda contienda que apenas distaba veinte años de la anterior. Pero en esta oportunidad, Brasil tuvo como auxiliares a Urquiza y a los uruguayos.

El pretexto de una guerra ideológica y no contra la Confederación, en verdad encubría las verdaderas intenciones de predominio que ambicionaba el Brasil. Esos propósitos del nuevo acuerdo quedaron de manifiesto más adelante, cuando el Imperio restringió el rol protagonice de la Confederación en el Plata, en cuyo perjuicio y en el del Uruguay obtuvo provechos territoriales. En el tiempo inmediatamente posterior a Caseros, el Brasil no cumplió actos explícitos contra la Confederación por la presencia de algunos factores (cómo ser el presumible control de las potencias extranjeras, las tensiones internas en su país producidas por la expansión de la ideología federal y republicana, etc.). Pero apenas esos elementos dejaron de preocupar, el Imperio se presentó como potencia moderadora del sistema rioplatense y, en tal carácter, alcanzó dos objetivos esenciales que ya habían sido anunciadas por Soares de Souza: avanzar sobre el espacio uruguayo y tranquilizar para el futuro sus propias fronteras 105.

Como en la época de Caseros el Imperio se encontraba en un estado de suma tirantez interior, sus gobernantes se esforzaban para que el conflicto con la Confederación Argentina tuviese una salida rápida e inmediata, pues su subsistencia era una amenaza para la propia corona imperial debido a la extendida propaganda republicana, que como refuerzo ofrecía el testimonio de la Confederación. Los diplomáticos extranjeros acreditados en Río, al informar a sus gobiernos sobre la importancia de este problema, advertían del desastre que podría ocurrir en Brasil si era vencido por la Confederación. El general Urquiza conocía esta situación y se lo hizo presente a Paranhos, después de Caseros, en una reunión en la que el diplomático imperial insistía ante el gobernador entrerriano para que el gobierno uruguayo ratificara los tratados de Lamas 106.

En nuestro tiempo puede apreciarse una situación semejante en el área rioplatense. A partir de Caseros, Brasil fue fortaleciendo alianzas o compromisos con los estados colindantes de la Argentina. Subsistían para aquel país, los objetivos que se propuso desde los tiempos coloniales y, más efectivamente, desde 1851. Ahora lo ha hecho dedicándose al desarrollo de un intrincado y espectacular sistema de carreteras con rápido acceso a los países de Bolivia, Paraguay y Uruguay; la construcción de la represa de Itaipú, controvertida en su momento pero ya concluida y en perjuicio nuestro; la puesta en marcha del Operativo Misiones; la explotación de los yacimientos de El Mutum (Bolivia) ; se ha empeñado unir el Atlántico con el Pacífico bajo su control (Vgr. Santos-Arica o Proyecto Capricornio o el que pretende salir a puertos peruanos del sur desde Puerto Maldonado); y, finalmente, con la reclamación y presencia en la Antártida a través de la expedición científica a ese sector. En el damero rioplatense, para cercar a nuestro país, el cuadro se completa con el proyectado “charter que unirá Montevideo, Malvinas y Punta Arenas. La Confederación, conducida por Rosas, estaba en lo cierto cuando denunciaba las ambiciones del Imperio, pues vislumbraba el riesgo que para el Río de la Plata, y en particular para la Argentina, significaba la intervención y consolidación del poder brasileño en esta región.