Bosquejo biográfico del Gral. Don José de San Martín
Breve paralelo entre San Martín y Bolivar
 
 
Los guerreros más notables de la América moderna española, Bolívar y San Martín, sólo se tocan por los propósitos de su carrera y por la gloria que les cupo en la lucha de la independencia.

Como hombres, son más bien dos contrastes que dos analogías. Caracteres encontrados, talentos de temple desigual, naturalezas subordinadas a diversos impulsos, se colocaron una vez uno frente al otro, y al darse los brazos como hermanos en la victoria, se repelieron advirtiendo que no pertenecían a la misma familia según las leyes que la naturaleza ha establecido para eslabonar por la simpatía a los seres inteligentes.

El uno anhelaba, sediento de ruido y resplandor, a subordinarlo todo a su personalidad y a su fama. Esforzábase el otro por hacer impersonales; sus proezas y esquivaba sus sienes a los laureles mejor merecidos.

El uno escala el Chimborazo para que resuene más desde la altura su delirio; el otro, silencioso como un cometa, describe su curva sobre las cumbres de los Andes deseoso de no ser sentido. El uno vence, destruye, aniquila impaciente; el otro economiza la sangre y las cosas, crea y administra. Bolívar es el vengador exasperado por los excesos de la guerra a muerte; San Martín el realizador con la espada de los severos principios de los pensadores de Mayo. El primero resucita un mundo para darle su nombre; el segundo redime a los pueblos de la caída de la servidumbre para que la gran patria americana cuente con ciudadanos y no con esclavos.

El sol que calentó la cuna de San Martín es tibio en comparación del que ardió sobre la de Bolívar. éste nace opulento y mimado en una ciudad capital; aquél en la severa economía del hogar de un soldado, en una aldea sometida al régimen monacal de la célebre sociedad de Jesús.

El uno tiene por maestro y mentor a un visionario cuya razón desgreñada no conoce freno al apetito de las novedades: el otro se educa en un colegio austero bajo la disciplina del compás y la escuadra del geómetra.

El hijo de Caracas pasea su primera juventud por las plazas de las ruidosas cortes de la Europa extranjera; mientras que el nativo de las Misiones gasta sus tiernos años en los campamentos de los ejércitos de un pueblo desgraciado, invadido por un usurpador injusto, y que defiende su independencia a esfuerzos de patriotismo y de virtud...

Ambos, al fin, son víctimas del ostracismo. San Martín se retempla y prolonga en él sus días por la resignación magnánima y la digna espera en la justicia futura; mientras que Bolívar, a semejanza del gran desventurado de la fábula, se deja devorar las entrañas por el buitre de la desesperación.