Cartas confidenciales de Sarmiento a Manuel R. García /1866-1872
Cartas de Sarmiento de 1871
 
 
Buenos Aires, enero 14 de 1871.


Señor don Manuel R. García, ministro plenipotenciario.


Mi estimado amigo: Le escribo a usted por llenar un vacío que no diré mis ocupaciones sino mis preocupaciones de ánimo dejan a cada correo.

La brutal guerra de Entre Ríos no me deja un momento tranquilo. Nuestros ejércitos han triunfado siempre, sin terminar la guerra. ¿Quiere usted la explicación de este fenómeno? Caballos. Desde el principio, Jordán, como es la costumbre y la necesidad del país, arrió con los caballos de todo el mundo, mientras aquí nuestros generales se obstinaban en comprarlos. El error principió con la guerra, dejándole así al gaucho su elemento. Ahora para remediarlo necesitamos comprar a peso de oro caballos afuera y estamos paralizados mientras se reúnen. Nuestras fuerzas ocupan la ciudad del Paraná y todo el litoral hasta Gualeguay. El movimiento Jordán es el del caudillo con degüello y cuereo de vacas. Ha creído resucitar las luchas de salvajes unitarios, y este anacronismo nos costará cuatro o seis millones de pesos.

La tentativa hecha de sublevar a Santa Fe fracasó, mostrándose el pueblo gaucho decidido a sostener las autoridades nacionales. Este sentimiento domina profundamente en las provincias que han permanecido tranquilas, y nada menos desean que alborotar. Ha intentado hacer lo mismo con Corrientes y hasta hoy creemos que sin éxito. Nos preparamos a entrar en campaña en ocho días y dar un fuerte golpe. He consumido generales que no se han mostrado a la altura o más bien a la bajeza de esta guerra de disparadas y correrías. Ahora está al mando del ejército Arredondo, que ha hecho con éxito la guerra de montonera.

La prensa de Buenos Aires es toda hostil al gobierno, simplemente porque detrás de cada diario está un empresario político, Mitre, Quintana, Castro, Oroño, todos hostiles entre sí pero de acuerdo en incomodar al gobierno. Hacemos pocos progresos sobre el antiguo programa de república demagógica y anárquica, en frente de los instintos populares que tiran al despotismo del gaucho feliz en las correrías a caballo.

Aproveche la primera ocasión de dar al presidente Grant mis gracias por los buenos consejos que me enviaba por de nuestra excelente Eduarda, a propósito de los ataques de la prensa. Sigo el consejo, como dicen del avestruz que sepulta la cabeza en la arena, cuando perseguido, para que no lo vean.

Grande alarma y vocinglería han causado aquí las correcciones del código, dando pretexto a Mitre y otros de desfogarse contra el gobierno, el ministro, etc. Se ha nombrado una comisión de cotejo y ésta ya asegura que, conservado el sentido sin alteración, la redacción ha ganado en corrección. Vélez está contento, pero otros no lo están por él, y parece que se preparan para incomodarlo en la Cámara. De todos modos un código que ha de sobrevivir a la época presente, que ha de ser leído fuera del país, que tiene que sostener la comparación con el del hablista Bello, de Chile, merece todo cuidado al imprimirlo y quitar los pretextos a la crítica. Si, pues, las correcciones satisfacen esas exigencias que yo llamaría de decoro, y en nada alteran la ley, han debido hacerse, y me complazco en ello.

Todos los trabajos emprendidos para mejorar la vialidad del país o extender la educación, continúan, aunque la guerra nos distrae enormemente. La hacienda sufre y como usted puede imaginarse, en país donde se autoriza al poder ejecutivo a gastar y no se le da dinero, vivimos de expedientes.

Las lanas han tomado algún valor, y la seca es espantosa. La exposición marcha con éxito; y la de máquinas fue espléndida. ¿Cómo estarán los ánimos para entonces Margo? ¿Tendrá el presidente que ir escoltado por un ejército?

Nada le digo de la Francia. El desastre es demasiado grande para que lo reparen actos de heroísmo. Aquí todos los diarios son afrancesados. El mensaje del Presidente Grant al Congreso sobre sus relaciones con la Inglaterra, ha llamado la atención como una amenaza. Lo que descuella en la perturbación general es la majestad de la república exenta de conflictos, desarrollando su poder y mostrando la solidez de sus instituciones.

La guerra de Jordán me ha traído dudas sobre la estabilidad de las nuestras. El bárbaro de las campañas siempre. Cada año un Chacho, un Varela, un Jordán, con este o el otro pretexto, siempre el mismo. Admírese. Buenos Aires se reedifica y extiende como Chicago. Los tranvías llegan a San José de Flores, y tienen toda la ciudad en movimiento.

Mil recuerdos a Eduarda, y a Carranza y amigos. Quedo todo suyo afectísimo.


D. F. Sarmiento.


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Buenos Aires, mayo 31 de 1871.


Excelentísimo señor ministro don Manuel García.


Mi estimado amigo: No he recibido carta suya por este vapor, y esto me estimula a escribirle a fin de que no se crea olvidado, o intencionalmente négligé. La guerra del Entre Ríos me dejó una impresión de desaliento que me hizo desconfiar de todo. Era yo un experimentador que había anunciado con gran pompa hacer marchar un buque por un nuevo mecanismo; y antes del ensayo encontrado que el tal mecanismo era una ilusión. No es que me sorprendiese que hubiera guerra en el país de la guerra, sino que por motivo tan innoble, con medios tan grandes como los que el gobierno nacional poseía, se encendiese guerra que en un año no se pueda terminar. No hubo batallas hasta noviembre, que fue una sorpresa, no obstante tres ejércitos y seis generales. De la guerra sólo quedan seis millones menos. Verdad es que el orden y la libertad del Entre Ríos los darán en aumento de prosperidad y renta.

A esta altura iban las cosas cuando estalló la fiebre amarilla, la más mortífera que se conoce en los anales de las epidemias. Estábamos, pues, minados, envenenados por las emanaciones del Riachuelo — de los comunes — de la infiltración de las aguas corrientes sin desagües dos años, renovando y fermentando los antiguos depósitos desde la fundación de Buenos Aires.

Esta epidemia ha traído otras en los ánimos. La política mezclada con la caridad, a punto de no hacerse una receta o dar un socorro sin mandar una andanada al presidente o al gobernador o a alguien, porque los candidatos políticos, los diarios y los polticians son los que promueven todo. Hemos salido al fin de la plaga y de la comisión popular.

Tenemos ahora el empréstito de Londres para emprender trabajos públicos. Dios sabe qué nuevas dificultades se presentarán.

El Código será según se cree materia de ataques furibundos de parte del general Mitre y de Quintana. Una comisión examinadora declara que nada hay que cambie el sentido de ninguna frase. Pero el ataque no es contra usted sino contra mí, contra Vélez... Lo apoyarán todos los que no leen el Código, porque no pueden leerlo, pero que pueden apasionarse por puntos y comas creyendo que eso entienden o pueden entender. No se preocupe usted, pues, de eso, que en manera ninguna afectará su buen nombre, porque no es a las comisiones, sino a la facultad de corregir lo que no se había dé antemano examinado. Usted sabe que el Código de Chile fue redactado por don Andrés Bello, uno de los primeros hablistas y con qué desprecio se miran fuera de nuestro país las negligencias de lenguas a que nos hemos habituado nosotros. La corrección final de un libro de leyes es asunto que no interesa a la legislación, en cuanto los códigos son examinados vervatum por los legisladores, sancionando el conjunto, y el pensamiento del autor. Por la gloria de la República, por la más fácil aceptación de las otras, por honor a la lengua, debe, pues, depurarse un libro de todo defectillo de detalle. Desaprobarán el acto sin desaprobar, porque no pueden la bondad y la utilidad de la revisión. No sé qué harán enseguida. El libro existe irreprochable en cuanto a edición. ¿Se mandará hacer una edición incorrecta? ¡Sería el colmo del ridículo!

Felicito a usted y a su señora por el yanqui con que nos ha favorecido. Nada puedo decirle de futuras misiones. Tampoco dan las presentes que el país y los que gobiernan se confirman en su inutilidad, estando aquí representados todos los gobiernos con la misma inutilidad, pero dejando la esperanza de que seamos atendidos cuando algo reclamamos, cosa que no siempre sucede en los países donde tenemos ministros, ojalá, pues, que puedan conservarse algunas de las actuales embajadas. Hubiera querido nombrarlo miembro de la Corte suprema aquí, con sueldo vitalicio, poco trabajo, mucho honor y quietud de ánimo, seguro de hacer en ello gran bien al país, y conservar las invitaciones federales, cuyo espíritu nos traería de allí. No lo he hecho por temor de contrariarlo en sus propósitos de educación, etc. Se lo comunico para cuando haya una vacante que puede ocurrir, pues más tarde o más temprano se han de suspender legaciones, y pudiera ser que no pueda yo salvar la suya.

Apenas he tenido tiempo de ver las noticias europeas, sólo veo que los parisienses resisten y escandalizan al mundo con lo insólito de su doctrina. Es fortuna que hayan dado en este exceso, porque aquí habrían sin eso tenido repercusión.

Esperando que se disipen los últimos restos de la epidemia y de las penas y sufrimientos que trae consigo, tengo el gusto de subscribirme.

Su afectísimo amigo.


D. F. Sarmiento.


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Buenos Aires, julio 12 de 1871.


Excelentísimo señor don Manuel García.


Mi estimado amigo: ¡Cuánta duda le habrá traído mi silencio! La verdad es que siento invencible repugnancia al escribir sobro asuntos en que mi espíritu sufre, con sólo refrescarlos. A la guerra del Entre Ríos siguió la fiebre; a la fiebre, los Taboadas. Todo mostrando que estamos sobre un terreno mal preparado para el mantenimiento de la paz; pues sería mucho aspirar a ver realizadas las esperanzas que hemos hecho concebir.

La del Entre Ríos nos cuesta seis millones, agregados a las goteras de la del Paraguay. Esto sería nada, pues la mejor administración y progreso de aquella provincia dará en renta mayor rédito; pero a más de quedar expuesta a nuevas tentativas de revuelta ha mostrado el hecho sólo de tan larga resistencia, que no hay mucho que contar con paz interior. ¿Y qué hacer y cómo hacer ferrocarriles en medio de estas alarmas continuas?

En cuanto a la fiebre sepa usted que nadie se preocupa ya de ella. Se ha renovado la sala, la municipalidad; sin que haya interés representado que a la higiene se refiera. 380 votos en toda la ciudad dieron una lista a Quintana que la Legislatura rechazó por ser de Mitre la mayoría. Vuelta a repetir las elecciones, triunfó la lista de los clérigos encabezados por Eduardo Carranza, para oponerse en la convención a la separación de la iglesia y del estado. No crea que es broma. Ya van dos elecciones que gana Carranza con fines religiosos o clericales; y digo a usted que es esto lo más real, pues siquiera la preocupación católica obra en los electores. Lo demás es farsa; pues Buenos Aires permanece tranquilo espectador de las luchas de las ambiciones.

Se está reformando la Constitución de Buenos Aires, y el público se disputa la entrada a oír al doctor Vicente López, a Mitre, Rawson, Varelita, etc., etc., hacer asalto de erudición e invención, en materia constitucional. Vamos por las regiones aéreas. El aura popular sonríe a López, que deja atrás a los otros en dotes oratorias y audacia para iniciar reformas. Propone, por ejemplo, los ministros parlamentarios, es decir, los ministros como en Inglaterra salidos e impuestos al Ejecutivo del seno de la Cámara. Yo soy el único espectador de esta descomposición, que pierde la esperanza. El espectáculo de la Francia me ha causado una terrible impresión; por lo que ha dejado desnudo y en esqueleto el cuerpo social. Si la Francia no aprende nada casi en un siglo de errores, concluyendo por parodias del imperio militar y fanatismo republicano, qué podremos esperar nosotros que tenemos además la barbarie indígena y el desierto para disolver todo gobierno, y hacer imposible toda organización. Esperar del tiempo era antes una esperanza; pero hoy puede decirse que el tiempo da poco. La monarquía en Europa se consolidará, y el sistema prusiano monárquico, educado, disciplinado, sin teorías, pero fuerte por la organización férrea, tenderá a hacer prosélitos, pues el éxito fulminante es una de las piedras de toque de los sistemas políticos. La Inglaterra sólo exterior en los mares tiene pocas ocasiones de poner a prueba sus instituciones. Son los Estados Unidos los que representarían el lado opuesto, la república con gobierno electivo, impersonal, discutiente y amovible.

La educación más general, regular y profunda en Prusia. El ejército más fuerte en Prusia. No sé cómo anda la industria. La de Prusia se dice que ha hecho progresos inmensos. Aquí nada se agita. Lo de los Taboadas es lo siguiente. Habían delegado el gobierno en uno que quiso tomar a lo serio la cosa. Se han disgustado y puéstose en pugna la verdad con la apariencia. Depusieron al substituto, nombrando a otro. La Legislatura camarilla, hizo el embeleco. Voilà tout.

Con mil recuerdos a su señora, tengo el gusto do suscribirme su afectísimo amigo.


D. F. Sarmiento.



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Buenos Aires, septiembre de 1871.


Señor don Manuel García.


Mi estimado amigo: No sé desde cuando no le escribo. La serie de perturbaciones porque en el mal espíritu que anima a sus próceres, es una verdadera perturbación — me han quitado el hábito de mantener correspondencia regular, y Mrs. Mann empieza a notarlo, y ser menos cumplida conmigo.

Muchas cosas merecen unas cuantas palabras de explanación. Por ejemplo, el Código, su impresión, trabajo admirable de perfección y paciencia. Nadie le halla defecto, ni desaprueba que se haya mejorado; pero el haberlo hecho da a Quintana, Oroño y otros ocasión de ajar al doctor Vélez, y son capaces de estudiar gramática el uno, leyes el otro para conseguir su intento. Se nombró una comisión para que examinase las correcciones y ésta ha hecho un folleto, en que entran quinientas comas puestas o quitadas; pero declarando que en el fondo no hay nada cambiado y que el trabajo mejora y completa el Código.

La exposición de Córdoba se hará en un mes más. Creen unos que con brillo, pienso yo que fríamente como pastel recalentado. Es el emblema de mi gobierno, el progreso detenido esterilizado por las condiciones normales del país. ¿Creerá usted que alguien se ocupa de la fiebre o de la higiene? Cosa olvidada ya.

Créese que la pacificación del Entre Ríos es completa. Está en los ánimos; y la sancionan la demanda de los productos de aquella provincia, y la necesidad de reparar los estragos de la guerra.

Aquí el Congreso se ocupa de dotar al país con una capital en Villa María. Es la obra de la imaginación de Rawson, y pasará por tan fuertes mayorías que el veto será inútil. La otra cuestión capital es un banco bajo la inspiración de Oroño. El Senado desechó las indicaciones del doctor Vélez, hallándolas tímidas, atrasadas. Esto habremos de vetar, porque pasa de castaño.

El estado del país no es desconsolador. Los precios subidos de todos los productos del país en Europa vienen a reparar los pasados quebrantos y dar buen humor a las gentes.

Se proveyó como habrá usted visto en Gorostiaga el...


En el gobierno tengo dificultades que nacen de la importancia de los ministros, que no siempre opinan del mismo modo, ni se tienen simpatías todos. Vélez se muestra cansado, no del trabajo, sino de soportar las groserías habituales de la prensa, o del público. El poco miramiento que se ha tenido en el Senado con sus ideas sobre Banco, que él exponía aun a pesar del gobierno le ha hecho bastante impresión. Olvido decirle que estoy escribiendo desde la cama, a donde me ha dejado un pie estropeado. No sé qué decirle sobre embajadas de que me habló usted antes. En el Congreso hay la mira de suprimir varias, de manera que habrá poco en que escoger.

Me agrada el rumbo que las cosas toman en Francia. Hacía años que estaba divorciado con los republicanos franceses, cuyas teorías vinieron a parar en la Comunas. El mal ha dado su fruto. A quelque chose malheur est bon. La república práctica, sin la pretensión de organizar el mando ni dominarlo puede ser el comienzo de un mundo nuevo en Europa. La influencia moral de los Estados Unidos se hará sentir cada día más y es de esperar que la Inglaterra especialmente también se alcance.

No puede usted imaginar todo lo que en el malestar de estos países es pura importación francesa. Hace años uno me echaba en cara, como escritor que era amigo del poder, esto es del Poder ejecutivo, del gobierno, de la autoridad. Ningún hombre que se respeta será, pues, amigo del gobierno, de la administración. Un diario se perdería si dijese o dejase traslucir que era amigo y sostenedor del gobierno. Esto va hasta las relaciones particulares personales: va hasta el lenguaje del Congreso, y como esto se introdujo ahora veinte o treinta años es de temer que todo cambie en Francia a este respecto y tarde diez años en cambiarse el mal espíritu dominante.

Si algún buen libro se publica por allá no descuide mandarme. Aquí estamos a obscuras de lo que en el mundo de las ideas pasa.

Démele muchos recuerdos a nuestra amiga Eduarda y mil felicitaciones por haber añadido un yanqui a sus anteriores franceses y argentinos.

Deseándole prosperidad me subscribo su afectísimo amigo.


D. F. Sarmiento.



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Buenos Aires, septiembre 29 de 1871.


Señor don Manuel García.


Mi estimado amigo: Le escribo la víspera de terminarse las sesiones ordinarias del Congreso y comenzar las extraordinarias en que habrán de hacer algo. El Congreso es hoy un niño grande, que está dispuesto a armar camorra con todo el mundo, y sobretodo con el ejecutivo que es el poder, el tirano, como era en tiempo de Luis XVI.

Como la France vivimos de parodias, y a veces sangrientas, aunque felizmente nada haya do este género por ahora.

Ayer tuve el honor de vetar la capital de Villa María que será como Betti que nació en David Cooperfield, la reina de las capitales futuras. No pudiendo ponerse de acuerdo cordobeses y santafecinos sobre quien se escamotearía el gobierno, Rawson les propuso partir la diferencia, y creo que a cordel midieron y cayó en Villa María que no es villa en el Ferrocarril de Rosario a Córdoba. El veto produjo el efecto como la luz cuando se fragua algo en lo oscuro. No sé que haya ni una respetable minoría que lo sostenga.

El Congreso de hoy tiene el mismo espíritu que el que acompañó a Johnson. No es que sean enemigos, sino que son adversarios del Ejecutivo como sus abuelos, y que compuesto por mayorías bien intencionadas, se dejan impresionar por los demagogos que, como Mitre y otros, creen lo más glorioso y democrático y republicano crearle dificultades al gobierno. El presupuesto ya muy rebajado por nosotros ha sido mutilado en la Cámara; y la legación de París suprimida, creo que porque ya la Francia no está de moda. No se ha dicho nada de la de usted.

Ha sido nombrado oficial mayor del ministerio del Interior el joven Carranza que está a su lado, en virtud de permiso de venir que tenía pedido. Este empleo sólo tiene 200 pesos, lo que le prevengo por lo que pueda interesarle.

Por aquí todo está tranquilo; y aún se cree que sólidamente establecida la paz en Entre Ríos. El 9 saldré para Córdoba a abrir la exposición. Creo que no estarán muy expresivos los cordobeses, porque parece estaban seguros de que les llevaría una capital con una fuente de plata de donde se derramarían millones. Cosa parecida era lo que hacían brillar en perspectiva a los ojos de los ilusos en el proyecto original; de hacer surgir de un pantano, una ciudad floreciente en la Pampa.

Como lo verá usted por la prensa, y por fortuna no lo verá en los debates del Congreso hasta dentro de dos años que se publicarán la opinión va cayendo en enfance. Hales entrado el furor constitucional, la rabia de la democracia como lo entiende la oligarquía más pura que se conoce a la raza blanca española en la América del Sur; sin los poor whites del sur. Pido leyes para reclutar el ejército, y me lo niegan a fuer de constitucionalistas, porque la Constitución no prescribe que se defiendan las fronteras. Nunca el charlatanismo argentino tuvo más elocuentes órganos. No quiero maldecir, y que digan que compongo versos de picado.

Con mil recuerdos a su familia, tengo el gusto de subscribirme su afectísimo amigo.


D. F. Sarmiento.



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Buenos Aires, diciembre 15 de 1871.


Excelentísimo señor don Manuel 11. García.


Mi estimado amigo: Aprovecho estos días de calma para anticiparle mis felicitaciones de año nuevo, que le deseo próspero.

El 71 ha sido cruel en verdad para todo el mundo no escapando los Estados Unidos de pagarle su tributo en el desastre de Chicago que ha tenido la buena fortuna de interesar a toda la tierra; pues hasta aquí se han reunido subscripciones que en número de ocho, o diez mil pesos fuertes llevará este mismo vapor. Yo era el más vivamente interesado en aquella ciudad donde había pasado los días más agradables de los Estados Unidos, hecho una especie de huésped público de la ciudad, y rodeado de amigos y amigas que querían hacerme agradable la vida.

Le acompaño una carta para los señores Appleton, con una letra sobre Londres, respondiendo con eso al fuerte empeño de usted de que les atendiese sus negocios. Creo y puede usted reposar sobre ello, que terminarán a satisfacción de dichos señores, no habiendo tropiezo ninguno según el señor Mackern a quienes ellos han comisionado. Este asunto, promovido por mí por interés público, me ha traído muchos desagrados, y me lleva algunos centenares de pesos; como debía suceder.

Veo con placer que con el triunfo del partido republicano, continuará cuatro años más el presidente Grant, lo que hará 16 años de política racional en cuanto a aplicar la constitución de manera que no sea un dogal para la nación misma. Usted sabe que aquí somos franceses a este respecto, y el grito es que perezcan las colonias antes que un principio. Verdad es que el principio es una invención propia, contra el testimonio de la conciencia, de la historia, o de la práctica diaria.

Hemos tenido nuestro pequeño Chicago, en la ruina de Oran, por un temblor que lo arrasó.

El año ha sido próspero, los cueros, lanas, cebos, a precios exorbitantes, y constante la demanda. La fiebre ha dejado sus rastros que afectan sin embargo el comercio. Se ha prohibido a los saladeros del Riachuelo funcionar, y algunos millones se pierden por no tener dónde beneficiar. El Entre Ríos después de la guerra ha medrado mucho por tener saladeros y puertos. San Nicolás prospera por la misma causa, y el Rosario gana terreno, por las mismas causas.

Un millón de fanegas de trigo están casi aseguradas de perderse, aunque el precio bajará en proporción de tan gruesa cifra. Cuente usted por allá que el año pasado cosechó uno y otro ciento veinte. Este año habrá mucho más.

No hemos recuperado sin embargo los tres millones de renta no cobrados a causa de la paralización causada por la fiebre. Este entrante año debo suponer que andaremos felices.

Antes de ahora le he hablado de la exposición, asunto anticuado aquí donde papamos moscas. Los resultados han sido incompletos en cuanto a atraer hacia el interior estas gentes de la costa. Al contrario todos los que no quisieron ir, con los diaristas a la cabeza, iniciaron una propaganda de descrédito no contra la exposición que no podían atacar sino contra Córdoba, y los cordobeses, y los frailes y el fanatismo.

El censo de los Estados Unidos acusa la presencia en los estados nuevos de doscientos, trescientos mil hijos de la nueva Inglaterra, Nueva York o Pensilvania. Aquí el censo revela que nadie va de las costas al interior y que al contrario vienen 40.000 a poblar la costa. En lo demás el éxito ha sido inmejorable.

No sé si le he dicho a usted antes que estoy enfermo, amenazado de perder ambos oídos, pues ya uno es un mero simulacro. Estoy en cura por lo presente, con poquísima esperanza de recuperar el oído. Puede usted imaginarse lo que sufro.

Hágame la gracia de poner en el correo la adjunta también para el profesor Wickersham.

De Francia tengo los mismos temores que usted y por las mismas causas.

Con mil recuerdos a su señora, tengo el gusto de subscribirme su afectísimo.


D. F. Sarmiento.



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