Cartas confidenciales de Sarmiento a Manuel R. García /1866-1872
Cartas de Sarmiento de 1872
 
 
Buenos Aires, febrero 16 de 1872.


Excelentísimo señor don Manuel García.


Mi estimado amigo: Como no sabemos qué hará el joven Carranza con el

nombramiento que le fue, nada podrán contestar a usted sobre el largo congé que pide. Debo decirle que la idea no es popular, y que no poco esfuerzo nos costó el pasado año contrarrestar el espíritu de retranchement y el intento de suprimir legaciones. En todo caso su presencia de usted va a ser necesaria en los Estados Unidos para contrarrestar las malas influencias que habrán de ponerse en juego, a fin de engañar la opinión.

Tenemos en campaña otra vez la tradicional política brasileña, que terminará por tragarse el Paraguay, y por poco que se la deje obrar, pasando al Chaco tendremos en pocos años al Brasil limítrofe de Santa Fe y Salta.

La calaverada francesa nos ha traído esto. El imperio como institución, ocupaba en América una posición moral desfavorable, que sólo sostenía las virtudes e inteligencia del emperador. Pero los acontecimientos últimos en Europa, el triunfo de la fuerza, del imperio, y esté justificado, la Alsacia y la Lorena, y los gastos de guerra como castigo, vinieron a dar al tratado de alianza, que establecía de antemano las mismas condiciones una interpretación rigurosa, que nosotros no queríamos aceptar por respeto a los principios republicanos, y a la desgracia horrible de aquel pobre pueblo.

Le daré a usted en resumen el espíritu sino la letra de las discusiones habidas con Paranhos, las cuales dejaban establecida una política benevolente (palabra que Tejedor hizo adoptar expresamente). Resistíamos a cobrar los gastos de guerra tan destructora y que valían más que todo el Paraguay. En este punto se mostraban inflexibles los negociadores brasileros, con lo que el Paraguay queda para siempre tributario del Brasil, y por tanto de nosotros, si como será necesario no podemos excusarnos de cobrar, para ser al menos parte en la transacción.

Sobre territorios, aunque el tratado marca los límites, y había dado razón para conservarlos sosteníamos que debía irse al Paraguay sobre derechos que pudiese alegar, a no ser que se diese a las exigencias del tratado de alianza el valor de un tratado celebrado con el Paraguay, como no queríamos (por decoro) que dichos tratados se celebrasen con el mismo gobierno provisorio que nosotros creábamos.

El gobierno electo se formó y principiaron las intrigas de partidos paraguayos compuestos, como debe usted suponerlo, de algunos centenares de hombres que le quedan al país entre los cuales descuellan como más hábiles los que sirvieron a López, es decir el gobierno.

En cuanto al Brasil, mientras estos asuntos políticos tenían lugar mandaba a Paranhos el jefe del partido conservador, el primer ministro, a residir en la Asunción seis meses durante la fiebre amarilla. Por otro lado desde la terminación de la guerra han dejado cuatro mil hombres, y un grueso parque, mientras nosotros conservamos doscientos, por pura forma. Ocupaban los brasileños y conservan Humaitá y el Cerrito, que es una isla o promontorio que avanza del lado del Chaco; y a pretexto o con motivo de pastorear caballos lo que ahora se llama Villa Occidental en el Chaco reputado argentino; pero nunca paraguayo, pues es Bolivia quien pretendería tener derechos.

Paranhos regresó a Río, y en su lugar vino el barón de Cotegipe, ministro de Hacienda, nombrando nosotros al doctor Quintana para representar a la república. Un señor Rodríguez, de Montevideo, representaba al Uruguay, que tenía en la guerra 200 hombres.

Cada vez que pasa Paranhos o Cotegipe toma en (ancas de) su buque de guerra al representante o ministro que algunas veces aloja en su legación brasileña. No es una imputación que hago a nadie; pero imagínese el estado de penuria e indigencia a que cada individuo quedó reducido en el Paraguay, y podrá usted ser indulgente con las larguezas imperiales si las hubiera.

El hecho es que Quintana se encontró en mala atmósfera, y que cada proposición hostil, y aún en violación del tratado sale del representante del Uruguay en la alianza o del ministro paraguayo.

Si se propone tratar separadamente, es el ministro oriental quien lo propone y acepta el brasileño. Si se propone una garantía especial de la independencia paraguaya por el Brasil, éste se niega rotundamente a las solicitudes del Paraguay; pero al fin cede, dominado por las razones de aquél.

Han tratado pues — que podrá por cinco años conservar en el Paraguay las tropas que juzgue necesarias para conservar el orden — dejando a arreglos especiales como han de mantenerse, y garantiendo el Brasil la independencia por cinco años contra tout venant. Permíteles ahora fortificar a Humaitá, porque ellos los brasileños la guarnecen (de hecho). Se ha formado allí una colonia brasileña de soldados que se casan o los casan con paraguayas. ¡El Paraguay reconoce la deuda de los gastos de guerra, que se fijarán dentro de dos años !!!

Tal es la situación que ha creado el tratado Cotegipe, que nos llevarían la guerra inevitablemente, o a dejar el Paraguay provincia brasileña, a la que se agregará por los mismos medios más tarde la Banda Oriental, y no tardaría en seguirles Corrientes y Entre Ríos.

El general Mitre se hallaba en Río de Janeiro cuando empezaron a traslucirse estos cambios de política, y el tratado que separadamente hacía Cotegipe.

Paranhos, los otros ministros, los jefes de la oposición misma, todos concurrían en un solo pensamiento, a saber que no había podido celebrarse un tratado por separado. Paranhos decía que le habían dado instrucciones latas para un caso extremo; pero que éste no había llegado, que todos persistían en la idea de conservar la idea y sus estipulaciones, y que se prometían que Mitre influiría a su llegada para que cesase todo mal espíritu, etc., etc.

El general Mitre dirigió una carta al barón de Cotegipe expresándole estos sentimientos de su gobierno, dándonos copia de ella. Al leerla el ministro Tejedor pudo decir al ministro brasileño aquí residente que no sabía quien mentía, pero que las aserciones y los hechos estaban en flagrante contradicción.

últimamente hemos tenido copia de los tratados de que extracto lo que llevo dicho, y entre mandar una legación a Río de Janeiro o Paraguay, y dirigir una nota nos hemos quedado por este último expediente expresando nuestra sorpresa de la violación del tratado de alianza, etc.

Mitre cree que si llega a tiempo tal nota hará que no se apruebe el tratado; pero teme, creyendo a Paranhos de buena fe, que sea vencido por Cotegipe que es segundo jefe del partido conservador. En tal caso se apresurarán a ratificar los tratados, antes que vuelva el emperador (abril), a quien suponen amigo sincero de la alianza.

Estando, pues, a las resultas de tan contingentes influencias Mitre cree que los arsenales de Río estaban en actividad, no bastando a explicarla la amenaza de cuestiones con la Rusia.

El Brasil tiene, usted sabe, política de expansión, diplomacia y hábito de abrir los codos, para hacerse ancho lugar. Nosotros no la hemos tenido nunca; y en estas cuestiones con el Brasil somos sorprendidos, porque nadie quiere persuadirse que estamos rodeados de dificultades a que se presta un territorio vacío, extenso, mal regado, y un imperio a las puertas con diez millones de habitantes con libertos disponibles y una prosperidad inmensa y creciente. En el vapor subsiguiente le mandarán a usted los documentos para que esté bien informado. La conducta prescindente de los Estados Unidos en Cuba, Europa y Canadá ha dado en Río la certeza de que no serán molestados en el Paraguay; y creo que en pocos años más seremos imperio, o tan menguada república que no valga la pena de reivindicar el nombre. Buenos Aires está entregado al mercantilismo que le imprime el extranjero, que ya es más rico y numeroso que el nacional y las provincias apenas pueden luchar con su pobreza y su ignorancia.

Muy interesantes son los datos que suministra en sus cartas y en sus notas, y lo serán más en adelante que nos proponemos darlas a luz sin nombre de autor, a fin de que no le imponga esto demasiada reserva.

Con mil recuerdos a su apreciable señora y familia, tengo el gusto de subscribirme de usted afectísimo amigo.


D. F. Sarmiento.



……………..



Buenos Aires, julio de 1872.


Señor don Manuel R. García.


Mi estimado amigo: El regreso de Carranza me proporciona ocasión de pedir al general Mitre, hoy ministro en Río de Janeiro, lo instruya del espíritu y estado do las negociaciones en las cuestiones pendientes con el Brasil. Usted podrá guiarse con lo que él le transmita, en cuanto se crea necesario interesar a los Estados Unidos en nuestro favor. La aparente calma de la prensa brasileña, que se ha comunicado a la nuestra, deja presagiar que no saldremos de las vías diplomáticas. Las notas de Tejedor han sido, como habrá usted visto, ahogadas bajo un diluvio de palabras.

Aquí marchan las cosas tant bien que mal. La expedición a los indios no ha tenido éxito cumplido.

De ferrocarriles nos abruman los proyectos bajo garantía del 7 por ciento. Pueden valuarse en seis millones de pesos los que nos harían reconocer; y lo peor es que el Congreso en materia de acordar pensiones, conceder garantías y bajar los impuestos, no se para. Hoy vuelve la cuestión Capital que tiene como siempre mayoría entre los diputados, aunque no se ocupe el pueblo ni la prensa de ello. Me temo que reúnan los dos tercios para hacer inútil el veto. La idea se ha hecho tradicional y gana terreno como remedio para la pobreza del interior y las convoitises del Rosario. Buenos Aires así, Buenos Aires asá, como diríamos Santiago de Chile, Londres, París, etc.

Tengo que contestar a su señora dos palabras bien medidas sobro las cosas de Mansilla, que no tienen fácil arreglo, no porque en sí no lo haya, sino porque sus nuevos actos quitan hasta la ocasión de ser indulgente, si no se quiere pasar plaza de intimidado.

Ruego a usted me compre y envíe los libros nuevos que aparezcan y juzgue usted hayan de interesarme. Sobre cuestiones religiosas, paleontológicas, prehistóricas, etc.

Habrá leído el artículo de commande de la revista de Ambos mundos sobre el libro de Calvo. Que talento para no nombrar el libro. El artículo es a pretexto del libro, de que sólo recuerda al fin las negociaciones americanas por cobros indebidos, la guerra de Méjico y la estéril doctrina de Monroe.

Nuestra situación interior es buena, salvo amenazas de López Jordán, invasiones de indios y trabajos (dicen) del Brasil en nuestras fronteras del este.

Después de retirado Vélez del gobierno, ha dejado de ser objeto de ataques virulentos. Sacúdense La Tribuna y La Prensa que van a los tribunales a verificar los ataques que los redactores de la última dirigen a M. Varela a pretexto del empréstito, en realidad por celos de mabier; y yo creo que por algo que no es la bondad nativa que inspira tan desmesurados ataques. ¡Nuestra prensa es a disgrace!

La política puede decirse que no existe. Hay en la Cámara una mayoría que sería omnipotente si tuviera cohesión; pero es manejable porque se desmorona al quererla tocar; y porque cede ante las maniobras parlamentarias de una debilísima minoría que componen los amigos de Mitre, dotados del don de la palabra. Es curioso ver a la mayoría abrir los brazos en cruz para entrar por la boca de Ocantos, cuando éste u otro saltimbanqui les ofrece tragárselos enteritos.

Se están haciendo, pues, las cosas por sí mismas, bajo el impulso impreso a las ideas, y acaso por exageración de ese mismo movimiento, que de brisa saludable puede convertirse en huracán destructor.

Con mil recuerdos a los amigos y antiguos colegas de embajada (tengo aquí de paso a Asambucha), quedo de usted afectísimo amigo.


D. F. Sarmiento.



……………..