La conquista del Plata y Tucumán
Juan Díaz de Solís: descubrimiento del Río de la Plata
 
 
Con Juan Díaz de Solís se iniciaron los viajes que habrían de permitir conquistar y colonizar el Río de la Plata por el este. La capitulación, firmada en Mansilla el 24 de noviembre de 1514, imponía a Solís la obligación de recorrer las costas descubiertas por los portugueses, para seguir hasta encontrar el paso que lo llevaría hasta el mar descubierto por Balboa. Luego navegaría hacia el norte, para ir «a las espaldas de Castilla del Oro» (parte de la contracosta de Venezuela y del istmo de Panamá) y buscar el paso que más al norte se suponía comunicaba también los dos océanos. Un aspecto importante de la misión de Solís era tomar la altura en todos los puntos de la costa para delimitar la zona que correspondía a Portugal. La armadilla, que se componía de tres naves y llevaba víveres para dos años y medio, estuvo a cargo de la Corona, aunque debía aparecer como si fuera montada por Solís, «porque el viaje [...] —decían las instrucciones— conviene que sea secreto por muchas causas».

La expedición partió del fondeadero de Bonanza, en Sanlúcar de Barrameda, el 9 de octubre de 1515. El rey encargó que en los monasterios de Sevilla se encomendara a Dios este viaje y otros semejantes. En febrero del año siguiente estaba Solís en el estuario del Plata, al que puso por nombre Mar Dulce, conocido después como río de Solís, y mientras exploraba el litoral norte del estuario, fue muerto por los indios. Este hecho es referido por Herrera con estas palabras: «los indios, que tenían emboscados muchos arqueros, cuando vieron a los castellanos algo desviados de la mar, dieron en ellos y rodeándolos mataron sin que aprovechase el socorro de la artillería de la carabela». De los que estaban en tierra, solamente salvó su vida el grumete. Francisco del Puerto, quien quedó en poder de los indios. No obstante, con este viaje comenzaba el dominio de España en el Río de la Plata antes que los portugueses.

Los sobrevivientes regresaron a España bajo el mando de Francisco Torres. Casi a la salida del estuario (isla de Lobos), prepararon charque (carne seca salada) con 66 lobos marinos que cazaron, cuyos cueros vendieron después en Sevilla. Al pasar por Santa Catalina se perdió una carabela, y quedaron en aquella costa los tripulantes Melchor Ramírez, Enrique Montes y Alejo García. éstos, al igual que el grumete Del Puerto, aprendieron la lengua indígena y luego fueron de gran utilidad para Caboto, quien los encontró en su viaje, realizado años más tarde. Las dos naves que pudieron navegar llegaron a Sevilla el 14 de octubre de 1516.

En el ínterin, seducido Alejo García por las referencias que escuchó en la costa de Brasil sobre el Rey Blanco y la Sierra de la Plata, decidió internarse para llegar a esos imaginarios dominios. En su viaje descubrió el río Paraguay, llegó a los confines del Perú, atesoró metales preciosos, pero de regreso sucumbió a manos de los indios.