Primer Adelantazgo del Río de la Plata
Juan de Ayolas
 
 
Es este el segundo personaje que hemos seleccionado para esta exposición, por su importancia como figura y por lo destacado de su participación en momentos claves de la expedición. Podemos decir que desempeñó funciones y responsabilidades que el Adelantado no pudo asumir, dado el estado de postración en que arribó al Río de la Plata. Era, sin duda, el hombre en quién aquél depositó toda su confianza delegando en él las misiones de mayor responsabilidad.

Según Ruy Díaz de Guzmán, además del titulo de Alguacil Mayor que ostentaba, era Mayordomo de Cámara de Mendoza. Hombre joven, no llegaba a los treinta años en esa época; decidido y emprendedor no tenia reparos en efectuar las comisiones más riesgosas y difíciles. La excesiva confianza que el Adelantado depositaba en él lo llevó a cometer el injusto y criminal atentado sobre Juan de Osorio, atentado que repercutió tan negativamente en el ánimo de los expedicionarios y cuya secuela de remordimientos persiguió y obsesionó a Mendoza hasta el día de su muerte.

Recapitulando y volviendo atrás en esta historia, recordemos que Mendoza envió a Ayolas en Mayo de 1536, a pocos meses de su arribada, río Paraná arriba en busca de bastimentos y noticias de la Sierra del Plata.

Zarpó con tres naves en cumplimiento de su misión. El pasaje se embarcó en pésimas condiciones por la falta de alimentos suficientes desde que desembarcaron en Buenos Aires; fue así que murieron muchos durante esas penosas jornadas de navegación fluvial. No obstante Ayolas cumplió su cometido en la medida de sus posibilidades. Llegó hasta la tierra de Timbúes y Caracaráes, fundó allí el asiento que denominó Corpus Christi, trabó relación con los aborígenes que lo trataron amistosamente, correspondiendo al trato que les brindó Ayolas. Obtuvo que lo abastecieran suficientemente como para cargar a pleno las naves y regresó apresuradamente para socorrer al Adelantado y su gente que desfallecían en la primera fundación del Plata.

De vuelta en Corpus Christi acompañado de Mendoza, éste le pidió que continuara Paraná arriba y se internara en el Paraguay en procura de la comunicación con el Perú. Lo hizo en tres bergantines: uno a su mando, otro a cargo de Carlos de Guevara y el tercero al de Domingo Martínez de Irala. Zarpó el 14 de Octubre de 1536 con ciento sesenta hombres.

La navegación río arriba resultaba sumamente difícil, si los vientos no eran favorables era necesario avanzar a fuerza de remos o bien a la “sirga”: esto es cinchando desde la costa firme con un cabo a la embarcación. Normalmente se efectuaba con tracción a sangre de caballos o bueyes, pero cuando no los había los mismos tripulantes y pasajeros se turnaba en la pesada tarea. Antes de llegar al río Paraguay naufragó uno de los bergantines y se perdió; los pasajeros salvaron la vida, pero como la capacidad de los otros dos estaba colmada, gran parte del pasaje debió continuar el viaje de a pie, acompañando por tierra a las naves.

Finalmente y padeciendo toda clase de contrariedades, llegaron a tierra de los guaraníes; acá se trocó la suerte, que se puso de su lado, no sólo fueron recibidos pacíficamente por estos aborígenes, sino que también los proveyeron de abundante comida, principalmente maíz, batata y habas que cultivaban en buena escala. Sin embargo Ayolas no se detuvo mayor tiempo entre los guaraníes, sino que continuó enseguida su viaje hasta arribar a los dominios de los “payaguás”, donde también fueron acogidos con buena disposición. Evidentemente Ayolas poseía condiciones especiales para tratar a los indígenas, pues a donde llegaba era bien recibido por éstos, fueran timbúes, guaraníes, payaguás u otros.

En tierra de los payaguás, el 2 de Febrero de 1537, fiesta de la Candelaria, fundó el puerto de ese nombre sobre la margen occidental del Río Paraguay. Según las coordenadas que da Félix de Azara sobre el emplazamiento de La Candelaria, ese punto coincide hoy con la población Paraguaya de Fuerte Olimpo o Fuerte Borbón. Efectivamente, en ese lugar existe una elevación, casi un cerro, que contrasta notablemente con el resto del terreno del chaco paraguayo, por lo general bajo y anegadizo. No es de extrañar pues que Ayolas haya elegido ese lugar para fundar lo que sería su base de operaciones para la “entrada al Chaco”.

En Candelaria los expedicionarios se encontraron con un antiguo esclavo de Alejo García, aquel portugués que años atrás atravesara desde la Isla Santa Catalina, todo el continente hasta llegar a los charcas, de donde regresó con un rico botín. Dicho esclavo les contó las maravillas de las riquezas que allí vieron.

Con tales referencias, Ayolas decidió suspender la navegación río arriba y lanzarse por tierra atravesando el Chaco, por el derrotero de Alejo García. El 12 de Febrero de 1537 inició la travesía con 130 hombres y 300 indios payaguás. Dejó a Irala en Candelaria, con el titulo de Teniente de Gobernador al mando de los que con él permanecieron. Allí debía aguardarlo hasta su retomo. La espera debía prolongarse por cuatro meses según unos, otros dicen que seis; si transcurrido ese tiempo Ayolas no regresaba, Irala podía retirarse de Candelaria sin aguardar más.

Lo ocurrido posteriormente con Ayolas y su gente en esta aventura poco puede saberse, pues no sobrevivió ninguno para contarlo.

Transcurrido con creces el tiempo convenido, Irala se retiró de la Candelaria para carenar sus navíos en otro lugar más apropiado, pues estaban muy deteriorados. Entonces fue que volvió Ayolas de su travesía al Chaco; al no encontrar a Irala acampó entre los indios payaguás, en quienes seguía confiando plenamente.

La única referencia de lo que pudo haber sucedido a los expedicionarios, la tenemos a través de una versión de Ruy Díaz de Guzmán, según la cual en uno de los viajes de Irala a la Candelaria, encontró un indio chañe que dijo haber integrado la comitiva de Ayolas cuando regresaba y quien refirió que, habiendo llegado aquél a las faldas de la Cordillera del Perú, fue bien recibido por los naturales comarcanos y que volvió cargado de ricos metales; una vez de retorno en la Candelaria, aguardando el regreso de Irala, los payaguás le tendieron una celada encontrándose ellos entregados al descanso, confiados plenamente en sus amigos, y a traición dieron muerte a todos, alzándose con las riquezas obtenidas en el Perú.

Así terminó sus días con todos sus compañeros, este valiente y arriesgado conquistador, que no terció en su misión de alcanzar la famosa Sierra del Plata hasta lograrlo aún a riesgo de su vida, como lamentablemente ocurrió.

Ayolas retornó de su expedición al Chaco alrededor del mes de Marzo de 1538, según algunos, pero se estuvo cerca de un mes aguardando la venida de Irala en su busca, su muerte, por consiguiente, tendría que haber acontecido en Abril del mismo año.