nuestros pueblos
Seguí
 
 


Seguí, un pueblo que quiere crecer con memoria



La calma y una antigua construcción reflejan la vida y las historias cotidianas de SeguíEsta pequeña


localidad entrerriana


se moviliza para


conocer la versión


oficial de su historia



Seguí.— La pequeña localidad del oeste entrerriano, ubicada a unos 180 kilómetros al noreste de Rosario, surgió como otras gracias al desarrollo de la actividad ferroviaria y, en particular, por la construcción del ramal que unía las ciudades de Crespo y Hasenkamp.


Ya pasaron 100 años desde aquel 1 de septiembre de 1907, cuando por estas tierras pasó la primera locomotora. Precisamente, ese día fue tomado como la fecha fundacional del pueblo, cuyo nombre rinde tributo al abogado y constituyente Juan Francisco Seguí.


Si bien el decreto provincial por el que se impuso ese nombre no especifica las razones de su elección, según el recuerdo de algunos de los primeros pobladores, Seguí fue secretario del general Justo José de Urquiza y habría pasado por el lugar acompañado por tropas del caudillo.


Desde entonces, la comunidad creció en torno a las actividades rurales hasta alcanzar actualmente los 4.500 habitantes. Sólo la tradición oral mantuvo vivo el pasado de los seguienses, quienes ahora se movilizan para recolectar datos que permitan escribir su historia oficial, la que será redactada por el subsecretario de Cultura de Entre Ríos, Roberto Romani.


Una muestra del interés popular por rescatar el pasado es la futura inauguración de un museo que la comuna está construyendo en un espacio de la ex estación de ferrocarril, el cual estará conformado por antiguos objetos de uso cotidiano donados por la población.


Cien años. Otro indicio de la importancia que los vecinos otorgan a su historia es la magnífica celebración realizada el año pasado en honor al centenario de Seguí, organizada por una comisión municipal de festejos integrada por no menos de cuarenta miembros.


Desde mediados de abril y hasta octubre, la población participó de una gran cantidad de actividades culturales y deportivas, como espectáculos musicales obras de teatro, exposiciones y talleres artísticos, torneos de paddle, ajedrez, jockey y bochas, entre otras.


En ese marco, también se llevó a cabo una fiesta de criollos e inmigrantes, un homenaje a los colonos y trilladores de la zona, la inauguración de una muestra de objetos antiguos y la presentación de un video documental alusivo.



La historia de un científico autodidacta


Rubén Bruno tiene la humildad de los grandes, aunque es una de las mentes brillantes del país. A los 8 años y viviendo con su familia en precarias condiciones en el campo, se rebeló contra el sistema educativo, dejó la escuela y comenzó su solitaria formación autodidacta.


En 1997, con 39 años, Bruno se sometió a las evaluaciones correspondientes y obtuvo el título secundario otorgado excepcionalmente por el Consejo de Educación, que lo consideró un caso inédito en la provincia.


Luego inició la carrera de Medicina, pero no pudo seguir estudiando por falta de recursos, experiencia que vive diariamente con iniciativas que incursionan en la bioingeniería y que, aunque son reconocidas por profesionales e instituciones de renombre, no logra desarrollar por el nulo apoyo oficial.


Sin contar con título universitario, Bruno inventó un ventrículo artificial computarizado, cuyos resultados expuso en foros de física médica y cardiología. También desarrolló un prototipo de corazón artificial automatizado que no prosperó al no contar Entre Ríos con laboratorios para este tipo de investigación.


En oftalmología, trabaja en una prótesis para devolver la visión a ciegos. Sus avances despertaron el interés de la Universidad de Harvard, que aportaría el 90 % de los costos. “Gestionamos el otro 10% a la Nación, pero no tuvimos eco”, se lamentó Bruno.


Ciudadano ilustre. A los 50 años, Bruno disfruta en familia —con su esposa y dos hijos— de la apacible vida pueblerina rodeado de sus inventos y creaciones con los que incursiona también en la astronomía y la meteorología. Con materiales reciclados, montó en su casa un observatorio que es visitado cada año por cientos de alumnos entrerrianos. Bruno fue declarado el 10 de abril Ciudadano Ilustre de la localidad.



Lizi Domínguez l La Capital l Miércoles 30 de julio de 2008







En crecimiento. La prolija trama urbana, totalmente pavimentada, se emplaza dentro de la jurisdicción del departamento Paraná, en una zona rural apta para la agricultura, ganadería, apicultura, avicultura, tambo, explotaciones alternativas e industria.


En ese sentido, cuenta con un área fabril dotada con gas natural, agua potable, electricidad y otros servicios para satisfacer las demandas de la iniciativa privada, que además cuenta con una política municipal de constante apoyo e incentivos económicos e impositivos.


Todas estas actividades locales y de la región se dan a conocer en la fiesta más significativa del pueblo: La Expo Seguí, que desde hace 13 años es una de las muestras más importantes de la zona.


La muestra se realiza el segundo fin de semana de noviembre, organizada por la comuna y la Escuela Técnica Facundo Arce. El compromiso y el entusiasmo de los seguienses comienzan a vivirse 10 días antes para recibir a más de 15 mil personas que año a año los visitan.


El padre Marcelino Moya, un evangelizador al modo criollo


El Evangelio de un sacerdote payador. De los personajes destacados de Seguí, uno de los más pintorescos es el padre Marcelino Moya, que desde hace unos años tiene a su cargo la parroquia Nuestra Señora de la Merced y otras siete capillas de la zona rural.


Lo que destaca a Moya del resto de los clérigos es que es el único cura payador del país, y que justamente aprovecha esta veta artística como un recurso para evangelizar. El padre Marcelino suele oficiar la misa de campaña antes de las jineteadas y luego se despacha con sus relatos por milonga.