Citas
1 Buenos Aires, 8 de agosto de 1890. National Archives. Washington. 10.4.7 (M.47.R.4)

2 SIGLAS: AAEM: Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores. Madrid; AAEP: Archive Diplomatique du Ministère des Affaires Etrangeres. París; PRO-FO: Public Record Office. Foreign Office. Londres.

3 Robert Schenerb, El siglo XIX. El apogeo de la expansión europea (1815-1914). En: Historia General de las Civilizaciones. Publicado bajo la dirección de Maurice Crouzet. Traducción de Santiago Sobrequés Vidal. VI. Barcelona, Destino, 1958, p.199.

4 Ibídem.

5 H.S. Ferns. Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX. Buenos Aires, Solar/Hachette, 1966, p. 361 y Traducción (Cap. X y XI) de Ramona del Valle Herrera con Introducción y notasde Pedro S. Martínez, Universidad Nacional de Cuyo, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Historia, Mendoza, 1965, pp. 130-31. Para este Apartado hemos seguido nuestro estudio que acabamos de citar. “El Banco de Londres y Río de la Plata demostró pronto que podría pagar todas las demandas en libras, de manera que los ciudadanos argentinos y también los extranjeros encontraron en la institución el medio de depositar haberes en una forma que tenía un valor bastante más estable que el del dinero local. Además, un depósito en libras hecho en el Banco de Londres y Río de la Plata podía gastarse en el mercado mundial, y la persona que poseía libras estaba libre de los riesgos inherentes a los cambios monetarios y a los cambios de precio de los mercados. La medida del Banco de Londres y Río de la Plata de pagar los intereses sobre el balance diario de los depositantes, junto con la medida de pagar en libras los haberes convertidos a esta moneda, atrajeron depósitos de toda clase y el hecho de que estuviera dispuesto en cualquier momento a cambiar sus billetes por oro o su equivalente en libras creó en verdad una moneda fuerte que circulaba con una débil” H.S. Ferns, ob. cit, p. 361 y Traducción cit. de R. del Valle Herrera, p. 130. Vid.: David Joslin, El Banco de Londres y Río de la Plata entre 1880 y 1914. En: David Joslin; Rick Wolff; Fred Goff; Michael Sweeney; Harry Magdoff, El poder de los bancos extranjeros. Buenos Aires, Edic. Síntesis, 1975, pp. 11-66.

6 Vid. nuestro trabajo citado supra (Nota 5), p. 26 y notas 35 y 36.

7 Horacio Juan Cuccorese, Historia económica financiera argentina (1862-1930), en: Academia Nacional de la Historia, Historia Argentina Contemporánea. Vol. III. Historia Económica. Buenos Aires, El Ateneo, 1966, pp. 52-54.

8 José A Terry, Contribución a la historia financiera de la República Argentina. En: Finanzas. Buenos Aires, V. Abeledo, Editorial Librería Jurídica, 1912, p. 469.

9 Ibidem, pp. 469-470.

10 Ibidem, p. 467; Mario Guillermo Saraví; y Enrique Díaz Araujo, Crítica de la obra de H. S. Ferns: Gran Bretaña y Argentina en el siglo XIX (Buenos Aires, 1966) Segunda parte. En: Revista de Historia Americana y Argentina, Universidad Nacional de Cuyo. Instituto de Historia. Año VI, N° 11-12. Mendoza, 1966-1967, p. 276; Vicente Vázquez-Presedo, El caso argentino. Migración de factores, comercio exterior y desarrollo, 1875-1914. Buenos Aires, Eudeba, 1971, pp. 30-32. “Estas olas de préstamo extranjero aumentaron la deuda externa argentina a 922 millones de pesos oro hacia 1892. Los pagos del servicio de la deuda externa habían aumentado de un promedio de 57 millones de pesos oro en 1899-1900, a un promedio de 156 millones de 1911-14”. A.G. Ford, El patrón oro: 1880-1914. Inglaterra y Argentina. Buenos Aires, Instituto Di Tella, 1966, p. 115.La deuda externa e interna del país, en 1900, ascendía a $ oro 392.094.114,87.El listado de esos compromisos (de origen nacional y provincial) estaba contenido en el proyecto de ley elevado por el P.E. al Congreso para emitir los “Consolidados Argentinos” con el objeto de convertir y amortizar aquella deuda a oro. Agustín Rivero Astengo,Pellegrini. 1846-1906. Obras. VI.Buenos Aires, Coni, 1941, pp. 390-391.

11 J.A. Terry,Contribución a la historia financiera..., ob. cit., p. 467.

12 Ibidem, p. 470.

13 El ministro residente Juan Duran al ministro de Estado. Buenos Aires, 23 enero y 24 abril de 1884 y AAEM. Leg. 1352. Correspondencia Argentina (1882-1888).

14 Ibidern, Buenos Aires, 24 de febrero de 1884. Para conocer con algún detalle los gastos ocasionados por las obras públicas durante la primera presidencia de Roca, costeados con empréstitos externos y los malos resultados que ellos ocasionaron, Vid. Horacio Cuccorese, En tiempo histórico de Carlos Pellegrini, T. II. Estudios económicos y sociales. Buenos Aires, FECIC, 1985, pp. 33-39. En esta obra se inserta también la lista de los créditos al descubierto contratados en 1884 (desde el 5 de setiembre hasta el 29 de diciembre). Asimismo se encuentran importantes consideraciones sobre la crisis financiera en pp. 49-50.

15 El ministro residente Juan Duran al Ministerio de Estado. Buenos Aires, 8 de setiembre y 25 de octubre de 1881 AAEM, loc. cit.

16 Ibidem. Buenos Aires, 8 de diciembre 1884 y 10 de enero 1885. Ibidem.

17 Ibidem, Buenos Aires, 24 enero 1885. Ibidem.

18 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., p. 403; José María Rosa, Historia Argentina, T. VIII. El régimen (1878-1895). Buenos Aires, Ed, Juan Carlos Gránela, 1969, p. 106. La lista de los títulos argentinos en el mercado de Londres, en H. J. Cuccorese, La historia económica..., ob. cit., p. 67.

19 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., p. 245.

20 El ministro residente Juan Duran al ministro de Estado. Buenos Aires, 13 de abril de 1885. AAEM. loc. cit. en nota 8.

21 El senador Absalón Rojas pintó crudamente cuál era el comportamiento oficial en 1884-1885, tanto del P.E. como del Congreso: “el año pasado, cuando el Congreso clausuraba sus sesiones, la crisis golpeaba ya nuestras puertas, y no queríamos mirar sus efectos [...] y [...] continuábamos votando crecidos gastos, sin detenernos a meditar siquiera sobre cuáles eran las fuentes de recursos con que contábamos para atender esos gastos “(Sesión del 27 de agosto de 1885) H. J. Cuccorese, La historia económica..., ob. cit., pp. 52.

22 H. S, Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., p. 407.

23 Thomas F. McGann, Argentina, Estallos Unidos y el sistema interamericano. 1880-1914. Buenos Aires, Eudeba, 1960, p.53, nota 17. Además, mediante “las especulaciones de la Bolsa, negocios mineros, compra y venta de casas, era posible amasar una fortuna de la noche a la mañana. Primero conviene enriquecerse [...] luego habrá tiempo de hacer las mejoras que se aconsejan”. Agustín Rivero Astengo, Pellegrini, 1846-1906. Obras. II. Buenos Aires, Coni, 1941, p. 189.

24 H. J. Cuccorese, Historia económica..., ob. cit., pp. 56 y 58.

25 Roberto Cortés Conde, Nuevos aspectos en la crisis de 1890. Serie Documentos de Trabajo. Instituto Torcuato Di Tella. Centro de Investigaciones Económicas. Buenos Aires, 1987, pp.15-17.

26 H. J. Cuccorese, Historia económica..., ob. cit., p. 58.

27 Ibidem, pp. 55-58; José García Vizcaíno, Tratado de Política Económica Argentina. T. II. Buenos Aires, Eudeba, 1975, pp. 125-129.

28 Roberto Cortés Conde, The Growth of the Argenline Economy, C. 1870-1914. En: The Cambridge History of Latin American, V. 5. Cambridge, Cambridge University Press, cap. 9, p. 346.

29 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., p. 403

30 J. A. Terry, Contribución en la historia financiera..., ob. cit., p. 475.

31 Emilio Hansen, La moneda argentina. Estudios históricos. Buenos Aires, 1923. La nómina de los títulos provinciales en el mercado de Londres desde 1882 hasta 1888, en H. J. Cuccorese, En tiempo histórico..., ob. cit. p. 69.

32 Agustín Rivero Astengo, Juárez Celman, 1844-1909. Estudios histórico y documental de una época argentina. Buenos Aires, Guillermo Kraft Ltda., 1944, pp. 435-438. T. F. McGann, Argentina, Estados Unidos..., ob. cit., pp. 172-176.

33 T.E. McGann, Argentina..., ob. cit., p. 176. Quizás, el diario porteño opinaba con tanto entusiasmo impresionado por los juicios que el año anterior habían emitido algunos órganos londinenses ante la transmisión pacífica del mando presidencial. Entre ellos, The Financier que, ante esa circunstancia política, informó: “Esta noticia originó ayer un alza de 2% en los Bonos a pesos fuerte (Hard dollars) y de 2 1/2% en los de Tesorería”. Por su parte, el semanario Money Arket Review (18.IX.1886) anunció: “El triunfo de los candidatos Juárez Celman-Pellegrini constituye la promesa más segura de que los títulos argentinos alcanzarán las más altas cotizaciones en nuestros mercados” A. Rivero Astengo, Juárez Celman,.. ob. cit., II, p. 185.

34 A. Rivero Astengo, Juárez Celman..., ob. cit., p. 438.

35 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit. p. 397.

36 A. Cortés Conde, The Growth..., ob. cit., pp. 345-346.

37 A.Rivero Astengo, Juárez Celman..., ob. cit, pp. 472-346.

38 Raúl Scalabrini Ortiz, Política británica en el Río de la Plata. 2a. ed. Buenos Aires, Fernández Blanco, 1957, Historia de los ferrocarriles argentinos, 2a. edición. Buenos Aires, Devenir, 1958; José María Rosa, Historia argentina, ob. cit., cap. V., p. 2.

39 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., pp. 456-457.

40 M. G. Saraví y E. Díaz Araujo, Crítica de la obra..., ob. cit., pp. 278-279; Julio Irazusta, Breve Historia de la Argentina, Buenos Aires, Editorial Independencia, 1981, pp. 195-197. J. M. Rosa, Historia argentina, ob. cit., pp. 244-246.

41 J. M. Rosa, Historia argentina, ob. cit., p. 246. El espectáculo de un Congreso servil e ineficiente fue denunciado por La Nación en junio de 1890. Cit. por A.Rivero Astengo, Juárez Celman..., ob. cit., II, p. 236.

42 Cit. por J. A. Terry, Contribución a la historia financiera..., ob. cit., p. 473.

43 Vid. J. M. Rosa, Historia argentina, ob. cit., VIII, pp. 239-240.

44 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., p. 407.

45 Pakenham a Salisbury, Buenos Aires, 15 de octubre 1889, PRO-FO, 6/404. Cit. por H. S. Ferns, ob. cit. p. 445.

46 Duran al Ministro de Estado. Buenos Aires, 1 de julio 1886. AAEM, loc. cit.

47 Mafalda Díaz Melián, La revolución argentina de 1890 en las fuentes españolas. Buenos Aires, Plus Ultra, 1978, p. 100.

48 Ibídem.

49 J. A. Terry, Contribución a la historia financiera..., ob. cit., p. 476; J. M. Rosa, Historia argentina, ob. cit. VIII. p. 246.

50 J.A. Terry, Contribución a la historia financiera..., ob. cit,. p.477. H.J. Cuccorese, Historia económica..., ob. cit, p. 65.

51 Ibidem, p. 477, ibidem, p. 65.

52 J. Irazusta, Breve historia de..., ob. cit., p. 194.

52 bis Desde Francia, Carlos Pellegrini escribía a su hermano Ernesto (1. VIII. 1889) que la clausura de la Bolsa dispuesta por Varela “ha obligado a una fuerte suma de oro, que se ocupaba en el juego, a salir del país por falta de empleo. Esto me lo han confirmado en Alemania los mismos que lo han retirado y se puede evaluar esa partida en un millón de libras esterlinas”. A. Rivero Astengo, Pellegrini. 1846-1906. ob. cit. II, p. 220.

53 J. M Rosa, Historia argentina, ob. cit. p. 247. “La venta de 24.000 leguas en Europa sería una calamidad que nos costaría la vida. Sería crear una Irlanda en medio de la República y sacrificar el porvenir de la Nación por dificultades del momento” (Carta de Pellegrini a su hermano Ernesto, 29.IX.1889. A. Rivero Astengo, Pellegrini: 1846-1906, ob. cit., II, p. 226).

54 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit. p. 425.

55 H. J. Cuccoresee, En tiempo histórico..., ob. cit., II, p. 107. J. A. Terry. Contribución a la historia financiera..., ob. cit., p. 478.

56 Ibidem, p. 261.               

57 M. Díaz Melián, La revolución argentina..., ob. cit., p. 113.

58 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., pp. 451-452.

59 Sesiones del 29 de mayo; 3 y 28 junio 1890. H. J. Cuccorese. En tiempo histórico... ob. cit., p. 62.

60 Pakenham a Salisbury. Buenos Aires, 27 de abril 1890. PRO-FO. Cit. por H. S. Ferns, Gran Bretaña..., ob. cit. p. 451. Sostiene J. M. Rosa, que Uriburu estaba conectado con la Baring Brothers (Historia argentina, ob. cit, VIII, p. 262, hoja 7).

61 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., pp. 451-452.

62 A. Astengo Rivero, Crítica de la obra..., ob. cit., II, p. 216. M. G. Saraví y E. Díaz Araujo, Crítica de la obra..., ob. cit., pp. 278-279.

63 El Imparcial, Madrid, 23 de julio de 1890, por M. Díaz Melián, La revolución argentina..., ob. cit., p. 114.

65 Bland a Salisbury. Buenos Aires, 21 de julio 1890. PRO-FO 6/420. Cit. por H. S. Ferns. Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., p. 453.

66 Ibidem, Buenos Aires, 30 julio 1890. PRO-FO 6/409. Cit. por H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., ibid.

67 T. F. McGann, Argentina, Estados Unidos y..., ob. cit., pp. 27-28.

68 H. J. Cuccorese, Historia económica..., ob. cit., p. 52.

69 T. F. McGann, Argentina, Estados. Unidos y..., ob. cit., p. 28.

70 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., p. 441, T. F. McGann, Argentina, Estados Unidos..., ob. cit., p. 29.

71 Cit. por J. Irazusta, Breve historia de ..., ob. cit., p. 196.

72 T. F. McGann, Argentina, Estados Unidos y..., ob. cit., p. 38.

73 Ibidem, p. 177.

74Luis V. Sommi,La revolución del 90. Buenos Aires, Monteagudo, 1948, pp. 59-66.

75 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit, p. 329.

76 Ibidem, pp. 478-479. De ahí , que “la economía argentina no sólo tenía que producir y pagar lo más rápido posible, sino producir lo bastante para pagar en oro o en libras” (Ibidem, p. 438).

77 A. Rouvier a Ribot. Buenos Aires, 31 de agosto 1890. AAEP. Correspondence Consulaire et Comerciale (1793-1901). Buenos Aires, vol. 5 (1880-1890), pp. 300-303. Pedro Santos Martínez, Los sucesos del 90. En: Testimonios diplomáticos sobre revoluciones argentinas. En: Investigaciones y Ensayos. N” 14, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, 1973, pp. 265-276; 287-289.

78 Juan Pablo Oliver, El verdadero Alberdi. Génesis del liberalismo económico argentino. Buenos Aires, Biblioteca Dictio, 1977, p. 449.

79 Diario de Sesiones. Período extraordinario 1890-1891. Buenos Aires, Cía Sudamericana de Billetes de Banco, 1891. Para ampliar estas afirmaciones y las contenidas en otro lugar de este trabajo (Cfr. Nota 95), véase el sugestivo libro de Julio Irazusta, Influencia económica británica en el Río de la Plata, Buenos Aires, EUDEBA, 1963, especialmente Cap. VI y VII. Del mismo autor: Osvaldo Magnasco y su denuncia de los abusos cometidos por el capital británico. Buenos Aires, Editorial Esquife, 1959, Apartados II y IV.

80 Valentín Vázquez de Prada, Historia Económica Mundial. II, De la Revolución Industrial a la actualidad, Madrid, Rialp, 1964, pp. 338-339.

81 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., pp. 452 y 453. Contra la propuesta de Juárez Celman, podría sostenerse, quizá, que como el compromiso contraído con los financistas extranjeros era pagar la deuda en £ o en oro, debía satisfacerse de esa manera porque los contratos obligan al modo como se han pactado. Sin embargo, cuando un deudor se encuentra imposibilitado de cumplir sus obligaciones del modo como se comprometió con el acreedor, el Derecho Comercial reconoce el recurso de la “convocatoria de acreedores” para que el deudor insolvente ofrezca satisfacer lo que debe pagar en condiciones que, muchas veces, difieren de las convenidas originariamente. Entonces, el acreedor puede aceptar esas modificaciones y hasta disminuir el monto de la deuda a fin de no perder totalmente su inversión. Juárez Celman ofreció no continuar pagando del modo como el país lo venía haciendo. Pero, como sostiene Ferns, los inversionistas se alarmaron porque, dada la crisis financiera existente, pensaron que no continuarían obteniendo sus elevadas ganancias (véanse notas 75 y 76). Y, en vez de aceptar una nueva negociación sobre la deuda, optaron por jugar a la deposición del Presidente a través de la Revolución.

82 H. S. Ferns, ob. cit, p. 453, y P. S. Martínez, Los sucesos del 90, ob. cit., p. 272-273.

83 Cit. por M. Díaz Melián. La revolución argentina..., ob. cit., pp. 273-372.

84 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., p. 450.

85 Roberto Tamagno, Sarmiento, los liberales y el imperialismo inglés. Buenos Aires, Peña y Lill, 1963, pp. 420-421.

86 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit. p. 453. J. M. Rosa, Historia argentina, ob. cit. VIII, pp. 302-303.

87 Según trascendió, mientras la Asamblea Legislativa consideraba la renuncia de Juárez Celman, el vicepresidente Pellegrini estaba reunido en su casa con un grupo de banqueros, a quienes les dijo: “La Constitución va a hacerme presidente, pero la ruina que amenaza al país me prohibiría aceptar sino fuera capaz de evitarla [...]. Necesito de ocho a diez millones de pesos para pagar en Londres de aquí a nueve días, y en el Banco Nacional no hay nada. Se los reclamo a ustedes. Será una contribución inmediata y reservada, porque si divulgamos lo que pasa, agravaríamos el pánico. Si no tenemos el coraje de apeligrar los bienes, perderemos todo lo que nos queda además de lo que ya hemos perdido [... ]. Invito a ustedes a entregar al contado esa suma que será una deuda de honor para la Nación”. En ese instante lo llamaron para decirle que la Asamblea acababa de aprobar la renuncia de Juárez y le correspondía asumir la presidencia, mientras los banqueros anotaban el dinero que podían entregar. Cuando volvió Pellegrini, hizo la suma: “¡Dieciséis millones! Bueno; ahora sí soy presidente”. A. Astengo Rivero, Pellegrini. 1846-1906..., ob. cit. por J. M. Rosa, ob. cit. VIII, p. 297.

88 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., p. 454.

89 Piktin a Blaine. Buenos Aires, 20 enero 1892. Despacho. Vol 29. N” 177, Cit. por McGann, Argentina, Estados Unidos y ..., ob. cit., pp. 259.

90 Vid. Jorge Abelardo Ramos, Revolución y contrarrevolución en la Argentina. II. Del patriciado a la oligarquía, 1862-1904. Buenos Aires, Plus Ultra, 1976. p. 243. El Manifiesto de la Junta Revolucionaria del 26 de julio de 1890, decía en uno de sus párrafos: “En el orden financiero los desastres, los abusos, los escándalos, se cuentan por días. Se han hecho emisiones clandestinas para que el Banco Nacional pague dividendos falsos, porque los especuladores oficiales habían acaparado las accciones y la crisis sorprendió antes de que pudieran recoger el botín. El ahorro de los trabajadores y los depósitos del comercio se han distribuido con mano pródiga en el círculo de los favoritos del poder que han especulado por millones y han vivido en el fausto sin revelar el propósito de cumplir jamás sus obligaciones. La deuda pública se ha triplicado, los títulos a papel se han convertido, sin necesidad, en títulos a oro, aumentando inconsiderablemente las obligaciones del país con el extranjero; se ha entregado a la especulación más de cincuenta millones de pesos oro que había producido la venta de los fondos públicos de los Bancos garantidos, y hoy día la Nación no tiene una sola moneda metálica y está obligada al servicio en oro de más de ochenta millones de títulos emitidos para ese fin; se vendieron los ferrocarriles de la Nación para disminuir la deuda pública, y realizada la venta se ha despilfarrado el precio; se enajenaron las obras de salubridad, y en medio de las sombras que rodean ese escándalo sin nombre, el pueblo únicamente ve que ha sido atado, por medio siglo, al yugo de una compañía extranjera, que le va a vender la salud a precio de oro; los Bancos garantidos se han desacreditado con las emisiones falsas; la moneda papel está depreciada en doscientos por ciento y se aumenta la circulación con 35 millones de emisión clandestina, que se legaliza, y con cien millones, que se disfrazan con el nombre de bonos hipotecarios, pero que son verdadero papel moneda, porque tienen fuerza cancelatoria; cuando comienza la miseria se encarece la vida con los impuestos a oro y después de haber provocado la crisis más intensa de que haya recuerdo en nuestra historia, ha estado a punto de entregar fragmentos de la soberanía para obtener un nuevo empréstito, que también se habría dilapidado, como se ha dilapidado todo el caudal del Estado” (Leandro Alem. Mensaje y Destino. VII. Buenos Aires, Raigal, 1955, pp. 49-50).

91 A. Rivero Astengo, Juárez Celman..., ob. cit., p. 535.

92 H. S. Ferns, Gran Bretaña y Argentina..., ob. cit., pp. 449-450.

93 J. A. Terry, Contribución a la historia financiera..., ob. cit., pp. 470-471; Pedro Santos Martínez, El nacimiento del Banco Hipotecario y su época. En: Boletín de la Academia Nacional de la Historia. Vol, XLIX. Buenos Aires, 1976, pp. 169-182 (Existe edición aparte del Banco Hipotecario Nacional, Buenos Aires, s. f. )

94 A. Rivero Astengo, Juárez Celman..., ob. cit., p. 422. Juárez Celman no se limitó a disponer genéricamente una “reducción del gasto publico”, sino que, concretamente, decretó la cesantía de todos los empleados supernumerarios de la administración “por ser necesaria la más severa economía en todos los gastos del gobierno”. Esta medida produjo grandes descontentos (Ibidem, pp. 440-441).

95 Luis V. Sommi, La estructura económico-social de la Argentina en 1890. En: Revista de Historia. N° 1, La crisis del 90. Buenos Aires, 1957, pp. 34-35; La revolución del 90, cit. pp. 34-35. Con referencia a lo sucedido en esta época, Carlos DAmico vaticinó la reiteración de conductas y actitudes, con indicación de un inevitable y doloroso desenlace: “Continuará después que pase esta crisis aumentando cada día sus obligaciones a pagar en e] extranjero, desvirtuando sus instituciones, lo que es lo mismo, entregando su dinero a quienes no lo han de devolver. Así continuarán, porque ése es el carácter argentino... Dominada esta crisis, otra vez serán deslumhrados por las riquezas excepcionales de esa tierra privilegiada y volverán a las andadas, y cada cinco años tendrán una crisis cuyos peligros irán creciendo en proporción geométrica, hasta que llegue un día en que deban a los judíos de Londres y Frankfort todo el valor de sus tierras; en que los usureros del otro lado del mar sean dueños de todos los ferrocarriles, de todos los telégrafos, de todas sus grandes empresas, de todas sus cédulas, de las cincuenta mil leguas que les hayan vendido a vil precio. Cuando no tengan más bienes que entregar en pago empezarán por entregar las rentas de sus aduanas, seguirán con entregar la administración de todas sus rentas; permitirán para garantizar usa admistración, la ocupación de su territorio, y concluirán por ver flotar sobre sus ciudades, en sus vastas llanuras, en sus caudalosos ríos, en su altísima montaña, la bandera del imperio que protege la libertad de Inglaterra, pero que ha esclavizado al mundo con la libra esterlina, cadena más fuerte y más segura que el grillo de acero más pesado que haya usado jamás ningún tirano”. (Buenos Aires. Sus hombres, su política (1860-1890). Buenos Aires, Edit. Americana, 1952, pp. 16-165).