Citas

Prólogo


 


(1) En mi colección de viajeros figura un ejemplar de la obra original de Gillespie cuya portada interior lleva la firma autógrafa de Manuel R. García, ministro de la Argentina en Londres e hijo de Manuel José, ministro del gobernador de Buenos Aires, general Martín Rodríguez, junto con Rivadavia. Manuel R. era amigo del doctor Vicente Fidel López, como éste lo declaraba en su Historia de la República Argentina (t. II, pág. 159, Buenos Aires, 1883). El ejemplar que poseo está profusamente anotado por la mano del ilustre historiador.


      Entre las fuentes bibliográficas más completas de origen inglés sobre los acontecimientos mencionados, debe contarse la que figura en la obra de Carlos Roberts, Las invasiones inglesas del Río de la Plata, Buenos Aires, 1938.


(2) Me cuento modestamente entre ellos. Gran parte de las obras que logré reunir fue utilizada por mi pariente Carlos J. Cordero en su libro Los relatos de los viajeros extranjeros posteriores a la Revolución de Mayo como fuentes de historia argentina, premiado y editado por la Institución Mitre en 1936, y yo compuse con ellas mis artículos sobre la ciudad de Buenos Aires vista por dichos viajeros, que formaron mi libro Centuria porteña (Espasa-Calpe, 1944).


(3) Travels in Bolivia, with a tour across the Pampas, vol. II. Londres, 1854.


(4) Paraguay, Brazil and the Plata. Letters written in 1852-1853. Cambridge, 1856.


(5) La Plata, the Argentine Confederation and Paraguay, etcétera. Londres. 1859. Hay una segunda edición más completa, de Nueva York, 1873.


(6) Letters from the battle-fields of Paraguay, Londres. 1870.


(7) Across the Pampas and the Andes. Londres. ¡884.


(8) The Great Silver River, Londres, 1887.


 


La vida en Buenos Aires


 


(1) La antigua Recova. (N. del T.)


(2) El autor se refiere a los cabs londinenses de dos ruedas (N. del T.)


(3) Frente a la Catedral, en dicha calle, hay ahora una placa recordatoria del edificio y de la institución aludida por Hincliff. (N. de! T.)


(4) No todos... Quien quiera conocer por lo menudo este crimen, que hizo época en Buenos Aires, lea la crónica de Eduardo Gutiérrez titulada El asesinato de Alvarez. (N. del T.)


(5) "La pelota perdida" fuera de la cancha es indudablemente el sentido de la frase. (N. del T.)


(6) Según la graduación del termómetro Fahrenheit. Téngase en cuenta para las temperaturas mencionadas más adelante. (N. del T.)


 


Escenas de la ciudad


 


(1) Mataderos de Londres. CN. del T.)


(2) El lazo que, arrojaba el matarife a los cuernos de los animales. (N. del T.).


(3) Guillermo É. Hudson dice que una de las causas que le determinaron a dejar este país fue la matanza sistemática de pájaros pequeños que hacían los italianos... (N. del T.)


(4) Téngase en cuenta que en 1861, la constitución sancionada en Santa Fe en 1853, no era reconocida por la provincia de Buenos Aires; que en las demás provincias apenas si tenía aplicación, careciéndose, como se carecía, de una legislación nacional; que las leyes dictadas por el congreso de Paraná eran casi todas de finalidad politica inmediata; que no se había podido organizar en Paraná una          Corte Suprema de Justicia y que la llamada organización nacional era entonces más una aspiración que una realidad. (N. del T,)


(5) Pall Mall. Calle de Londres donde estaban entonces los clubs de mayor distinción. (N. del T.)


(6) Se entiende la desembocadura del río Paraná. (N. del T.)


(7) La anchoa es un pececillo pero el texto inglés trae esta palabra en español. (N. del T.)


(8) Españolas... dice el texto original... ¡Todavía en 1861! Este quid pro quo es común en los libros de viajeros ingleses. (N. del T.)


 


Viaje al campo


 


(1) Los llamados Estados Unidos... Recuérdese que los Estados Unidos estaban en la Guerra de Secesión. (N. del T.)


(2) Es decir, que montaban con sillas inglesas, más fáciles de colocar sobre el caballo. (N. del T.)


(3) Quiere decir que el mango no está cubierto por cuero, que no siempre era de tientos trenzados. (N. del T.)


(4) No está de más decir que los adornos de plata en las cabezadas no se ponían a los caballos durante el trabajo diario y eran más prendas de paseo que otra cosa. (N. del T.)


 


Paseos a caballo y cacerías


 


(1) Les llamaban caballos gaíeadores. (N. del T.)


(2) Alusión a una ópera alemana, Der Freischutz: El Francotirador. (N. del T.)


(3) Siempre oí decir en el campo, y pude observarlo también, que las lechuzas hacían sus nidos en las cuevas abandonadas por las Vizcachas. Lo cierto es que los pichones salían de las cuevas y si la lechuza vigilaba la puerta, era porque allí los guardaba. (N. del T.)


 


 


Una estancia en la Banda Oriental


 


(1) La llamada "martineta" en el litoral argentino. (N. del T.)


(2) J. P. and W. P. Parish Robertson, Letters on Paraguay, vol. I, pág. 236.


(3) Por desdicha, los cazadores que, a poco andar, convierten el tal deporte en absurda manía destructiva, terminan por no dejar nada para los ornitólogos. Así va pasando ya entre nosotros, donde, por carencia de una ley para defensa de las aves, se están perdiendo las mejores especies. Hace más de un siglo los países civilizados de Europa tenían esas leyes y por eso la plena campaña europea puede ostentar —como he podido comprobarlo— las aves más hermosas y características de cada región. Aquí en pocos anos desaparecen especies enteras sacrificadas a la manía cinegética. (N. del T.)


(3) Es conocido el instinto del caballo en el campo para volver a su querencia (con jinete o sin él) y no ha de tomarse como condición necesaria el apretarle la cincha, según parece desprenderse del texto. En noches oscuras, aun en campos alambrados, encuentra las puertas y siempre el camino más corto para llegar al lugar en que ha de ser desensillado. La condición indispensable es no estorbarlo de ningún modo con la rienda. (N. del T.)


 


La vida en la Banda Oriental


 


(1) Alusión a un conocido pasaje de Macbefh, la tragedia de Shakespeare. (N. del T.)


(2) Excusado parece decir que se trata de la cuestión romana, de Napoleón III emperador de los franceses y de la guerra de secesión de los Estados Unidos. (N. de! T.)


 


De los gauchos y de la guerra


 


(1) La hazaña de arrojarse sobre el caballo en las circunstancias apuntadas, es verosímil; lo de volver a la puerta del corral montado en el mismo caballo y sin riendas, ya huele a "cuento"... La elección del general por el ejército mediante la tal demostración, parece burda patraña. Verdad es que fue recogida por Darwin, pero eso nada prueba (N. del T.)


(2) A pesar del ¡No! rotundo de Sarmiento, cualquier persona en sus cabales ha de resistirse a creer su afirmación. (N. del T.)


(3) Esto se escribió en 1863. En 1870 se produjo la gran rebelión entrerriana contra Urquiza y el asesinato del caudillo. (N. del T.)


(4) Derqui era presidente de la República, Urquiza gobernador de Entre Ríos y caudillo de prestigio nacional. (N. del T.)


(5) Hoy plaza Lavalle. La estación ocupaba el sitio del actual teatro Colón, (N. del T.)


(6) Los llamados orejones. (N. del T.)


(7) Era el aniversario de la revolución del 11 de setiembre de 1852, contra Urquiza, que trajo la separación de Buenos Aires del resto de la Confederación. (N. del T.)


(8) La batalla de Pavón tuvo lugar el 17 de setiembre de 1861 y el general Mitre, gobernador de Buenos Aires y jefe del ejército de la provincia, quedó vencedor. El general Urquiza (caso insólito en los anales de la guerra) abandonó su ejército en pleno combate para volverse a su provincia, mientras los demás jefes del ejército nacional, algunos victoriosos en sus respectivos sectores, se preguntaban unos a otros por el general. No es el caso de formular comentarios sobre este acontecimiento en una nota marginal, pero importa decir que Urquiza se retiró sin previo armisticio ni rendición dejando así expuesto su ejército al completo aniquilamiento por parte del adversario. Por eso se dieron después episodios tan deplorables como el de Cañada de Gómez, en Santa Fe, que se menciona en otro Capítulo de este libro. (N. del T.)


(9) Eran banderas argentinas tomadas en guerra civil. (N. del Traductor)


 


Por el Plata y el Paraná


 


(1) En realidad, y vistas las cosas dentro del proceso histórico-argentino, no puede considerarse al doctor Derqui "el gran enemigo" de los hombres de Buenos Aires". Estaba más vinculado a ellos que Urquiza, puesto que había sido unitario y vivido en el destierro durante la dictadura de Rosas. Fueron razones circunstanciales las que lo distanciaron de Mitre, gobernador de Buenos Aires y de su circulo, en 1861. (N. del T.)


(2) Más bien para la Sierra de la Plata. De ahí el nombre del río. (N. del T.).


(3) Esos remolinos de aire y tierra son por lo general inofensivos. (N. del T.)


(4) Hinchliff habría conocido a este oficial en su viaje de Inglaterra a Buenos Aires (N. del T.)


(5) Almacén en la acepción de depósito. (N. del T.)


(6) Eco de las diatribas injustas que oyó el autor en Buenos Aires contra el ejército de la Confederación. (N. del T.)


(7) Se llamaba Luis Cabassa (Coronel). Como en este asunto de la campaña de Pavón, hubo tantas cosas deplorables de parte de la Confederación, empezando por la actitud de Urquiza, debe decirse que el famoso almirante que tanto sorprendió a Hinchliff, estaba en tratos con Mitre desde el mes de agosto, es decir un mes antes de la batalla. Poco después de la visita de Cabassa referida por el autor de este libro —para ser exactos, quince días después de la entrevista— el jete de la escuadra porteña, don José Murature, escribía al general Gelly y Obes, desde Diamante: "...a las diez de la mañana se sintieron varios disparos de cañón a bala, de las baterías y buques enemigos, notándose al mismo tiempo que el vapor Buenos Aires se movía en persecución de un bote que navegaba con bandera blanca y la insignia de Jefe, en dirección a nuestra línea. Al parecer no le fué posible al mencionado vapor dar caza al bote expresado, por cuanto regresó a su fondeadero, dejando al bote seguir libremente su camino. A las diez y media de la mañana atracó al costado de la capitana el bote perseguido, conduciendo al señor coronel don Luis Cabassa, tres oficiales que le acompañaban y cinco marineros... El señor Coronel me ha hecho presente que en este paso dado por él, sólo debe verse el cumplimiento de su promesa de abandonar las filas enemigas y que de ningún modo es el interés el que lo conduce a nosotros... Véase Martín Ruiz Moreno. La Presidencia del Doctor Santiago Derqui y la batalla de Pavón, Buenos Aires, 1913, tomo II, págs. 244-248 (N. del T.)


(8) El entonces teniente Juan Page, norteamericano, llegado muy joven al país. Siguió después de Pavón prestando servicios en la armada argentina y exploró el Chaco y los ríos Pilcomayo y Bermejo. En las márgenes del Pilcomayo perdió la vida en 1890. Era hijo del comodoro norteamericano Tomás J. Page, también explorador de esa región y autor del notable libro La Plata, The Argentine Confederation and Paraguay. 1858. Hay reedición de New York, Harper and brothcrs. 1873. Juan Page fue padre de otro marino argentino, F. Nelson Page. (N. del T.)


(9) La alusión está completamente fuera de propósito. Nada tiene que ver una cosa con otra. (N. del T.)


(10) Ya hemos visto que no fue a tierra sino al buque del jefe enemigo y que sus propios soldados le enviaron algunos cañonazos. (N. del T.)


 


Paraná y Santa Fe


 


(1) El original dice: a little way up... "un poco aguas arriba del Salado". Santa Fe está en la desembocadura de ese río. (N. del T.)


(2) Medida más que excusable, porque el pais estaba en guerra civil. (N. del T.)


(3) El autor confunde el río Salado con el río Colastiné. (N. del T.)


(4) El autor vio una de las dos iglesias que se levantan en la plaza mayor de Santa Fe: la iglesia de la Merced, antiguamente de los jesuitas. Cuando con la expulsión de estos últimos, en 1767, fue cedida con su convento a la orden mercedaria que se extinguió por 1850. Fue atendida la iglesia y también el convento por las autoridades eclesiásticas hasta que en 1863 volvieron los jesuitas. Hinchliff visitó el claustro y subió a la torre cuando el convento estaba muy desmantelado y a cargo de un sacerdote. Tampoco echó de ver Hinchliff el edificio del cabildo en la misma plaza. (N. del T.)


(5) Todo hace creer que vieron el edificio de la antigua Aduana provincial destinado a oficinas y a cuartel, que no fue "fortaleza". Fue demolido en los últimos años del siglo pasado. Estaba frente al actual Museo de Bellas Artes y con sus patios comprendía casi toda la hoy plaza de la Legislatura. (N. del T.)


(6) Se trata de la sorpresa de Cañada de Gómez, en la que, efectivamente, un cuerpo considerable del ejército de Urquiza que se retiraba por la provincia de Santa Fe después de la derrota de Pavón, fue sorprendido de noche y mientras la tropa dormía, por la vanguardia de Mitre al mando del uruguayo Venancio Flores, después presidente del Uruguay. Mataron, indefensos, a más de trescientos hombres. Del ejército de Buenos Aires, murieron dos. (N. del Traductor)


(7) La historia de siempre... Este marino, jefe de correos en Santa Fe en 1861, era un distinguido oficial argentino, el coronel don Alvaro Alzogaray, que se formó al lado del Almirante Brown, con quien aprendió el inglés. En el Archivo de la Nación hay cartas de Alzogaray a Brown escritas en ese idioma. Nació en Santa Fe, y no en Buenos Aires como dicen sus biógrafos porteños. Su mejor biografía fue escrita por el Dr. Ramón J. Lassaga, y publicada en la revista santafecina Vida Intelectual, en 1904. Alzogaray hizo la guerra del Brasil y estuvo en las operaciones contra la armada anglo-francesa durante el gobierno de Rosas. Ha sido siempre muy bien considerado por los historiadores navales argentinos. Su provincia no le ha honrado de ninguna manera y creo no equivocarme si digo que se le desconoce en absoluto. Ya hemos visto quién comandaba la escuadra de la Confederación en 1861. (N. del T.)


(8) Expresión inglesa conocida y que equivale a lo que decimos en español "el hombre para el puesto" o "el hombre necesario en el puesto que le conviene" pero se ha difundido mucho en inglés y resulta más concisa y expresiva. (N. del T,)


(9) Verso latino muy citado de Virgilio: Así vosotras y no para vosotras hacéis vuestros nidos, aves... (N. del T.)


(10) Leibe dice el original inglés, pero ha de tratarse de don Manuel Leiva, distinguida personalidad argentina, constituyente del 53, medio santafecino, medio entrerriano, porque, nacido en Santa Fe, vivió mucho en Paraná y tenía intereses en Entre Ríos. (N. del T.)


(11) Empleo la palabra tienda en el sentido castizo de casa de comercio al por menor, en general. (N. del T.)


(12) Hasta la época en que Hinchliff permaneció en el país, el comercio a que se refiere estuvo en manos de la gente principal, por lo menos en las ciudades del litoral, sobre todo porque el numerario era muy escaso. Eso determinaba cierto sentido de paridad social que se perdió después. La constitución, las leyes, proclamaban teóricamente la igualdad, pero el capitalismo a su vez producía diferencias sociales más profundas porque infatuaba a los pudientes despertándoles un necio espíritu burgués con pujos de aristocracia que antes no había existido. Obsérvese cómo, cualquiera fuera su origen, don Manuel Leiva, hombre de pro, era amigo del modesto don Martín, que se ganaba la vida con su volanta. (N. del T.)


(13) El lenguaje de Cockaigne... El lenguaje de los cockneys en Londres, lenguaje por asi decir, suburbano. (N. del T.)


 


La vida en la estancia "Las Cabezas"


 


(1) No ha sido escrita la historia del trabajo rural en el país, y menos de la vida en la campaña. Cuando se haga, podrá echarse de ver que ciertos menesteres rurales de los postreros años del siglo pasado y comienzo del actual, que hemos conocido, eran de data relativamente reciente y resultado de una vida más ordenada y menos ruda que la del periodo anterior. Se habrá observado que, según Hinchliff, en 1861, todavía se tomaban a lazo caballos de las tropillas en estancias bien organizadas como la que describe. Años después se hacían las cosas de muy distinta manera. Lo cierto es que en mi niñez y adolescencia (primeros años de este siglo) he visto en la estancia de mi padre, provincia de Santa Fe, al norte de la ciudad, tropillas bien adiestradas que entraban al corral y al grito de ¡frente! se colocaban contra la palizada todos los caballos (hasta la yegua madrina) uno junto a otro y dando el frente a las personas que estaban delante para elegir el montado. Si algún caballo daba el anca se le castigaba en las patas con las mismas riendas del freno y ya se arreglaba el animal para dar el frente. Por lo general nadie enfrenaba un caballo hasta que todos los de la tropilla habían obedecido, manteniéndose quietos. El único animal que se libraba de aquella seria formalidad era el potrillo de la madrina. (N. del T.)


(2) Roan en inglés, es roano o ruano, pero también rosillo (o sabino, como dicen en España). Sabemos que, en punto a pelaje de caballos, los europeos no disponen del abundante vocabulario rioplatense ni se preocupan mucho por la exactitud en la definición del color, como que en Europa el color de los animales por razones de selección, es más uniforme. Ruano llamaban en el campo al tostado de crin muy amarilla y este pelo no era de los más comunes ni abundantes, por lo que me inclino a creer que la tropilla era de tostados y alazanes de distintos matices, entre los que habría ruanos también. (N. del T.)


(3) Por lo visto —y dado que Hinchliff se muestra buen observador— los trabajos de aparte en los rodeos se hacían sin ayuda de los siñuelos o siñueleros que tanto facilitaban la tarea y los arreos consiguientes. Se pregunta uno cómo se arreglarían los vecinos para conducir las tropas sin que se desparramaran en el camino. Dura tarea sería. Como en nota anterior, cabe decir que el empleo del señuelo (es la forma correcta de la palabra) parece ser de un período posterior de las faenas rurales. El señuelo estaba constituido por un grupo de unos treinta novillos de un mismo pelo —yo los conocí negros y colorados— con un madrina generalmente overo provisto de un cencerro de forma especial y ruido sordo y destemplado. Los madrinas que yo conocí eran mochos y los siñuelos estaban todos descornados. Estos novillos se amansaban y adiestraban al solo efecto de que pudieran servir como conductores y guías en los arreos y para que, en los apartes del rodeo, los animales apartados se acogieran a su presencia y se mantuvieran entre ellos más o menos tranquilos mientras se iba formando la tropa. A una distancia prudente del rodeo, lo bastante para ser visto por los animales que eran sacados de él, se apostaba el señuelo, y el animal apartado, en vez de disparar campo afuera, se incorporaba al grupo de novillos, hacia el cual se le corría como es natural. Los señuelos eran mansos y también muy prontos y obedientes. Manteníanse tranquilos con su madrino, pero una vez formada la tropa, seguían sin tardanza y haciendo punta la dirección que se les indicaba mediante movimientos y gritos convencionales de los jinetes.


      Eran muy listos para entrar precipitadamente por cualquier puerta de alambrado evitando así que la tropa se desordenara al detenerse. Lo mismo para entrar a una ensenada o corral y salir de ellos, comprendidas todas las maniobras propias de la conducción y manejo de ganado en alguna cantidad. Generalmente se les animaba al grito "Juera guey...", "Juera siñuelo". Formado el arreo, y ya la tropa en marcha solia oírse otra voz que parecía tranquilizar a los animales; se decía sin apremio, con acento monótono de salmodia y repetido hasta el cansancio: "Siga, siga, siga la tropa...", "Siga, siga, siga la tropita...". A veces, para aligerar el siñuelo y mantenerlo en forma, se le hacia correr por algún camino alambrado o callejón, y volver sobre sus pasos repetidamente. Para esto, la picana solía entrar en funciones. El trabajo que cumplían los siñuelos los desarrollaba mucho, y al último tomaban el aspecto de bueyes de labor. Era el momento de renovarlos. Hoy todo esto ha desaparecido. (N. del T.)


(4) Tacurú es el nombre indígena con que se designa a este hormiguero y tacurusal es el conjunto de los mismos. (N. del T.)


(5) En español, en el original. (N. del T.)


 


De Gualeguay a Buenos Aires, aguas abajo


 


(1) El calabozo o la mazmorra de Calcuta. Alusión a una mazmorra en que el Nabab de Calcuta hizo morir asfixiados a más de cien ingleses. Es un episodio del siglo XVIII. (N. del T.)