Reseña histórica sobre la capital y el proceso de centralización
Consecuencias del régimen de intendencias
 
 

El proceso de control del manejo de los dineros públicos se hizo más agudo en relación con las aspiraciones locales, por el cercenamiento de facultades que en este rubro sufrieron los cabildos. En efecto; en el manejo de sus propios y arbitrios, la entidad capitular cayó bajo la tutoría e inspección de la Junta Superior de Real Hacienda y del gobernador-intendente, perdiendo pues gran parte de su autonomía financiera. También en otros aspectos sufrió la tradicional institución comunal una acentuada subordinación a los organismos centrales. Así hízose más rigurosa la confirmación de las elecciones concejiles puestas en manos de intendentes y virreyes; en el Río de la Plata, desde 1800 en adelante, los virreyes se adjudicaron privativamente esta facultad, lo que acarreó demoras que entorpecían la labor municipal. También se coartó sensiblemente la facultad que tenían de peticionar mejoras para su ciudad ante las autoridades superiores (gobernadores, audiencias. Consejo de Indias, etc.). Y se les impuso la obligación de dar noticia a los gobernadores-intendentes de cuanto deliberaran “para que, instruido, disponga su cumplimiento, no hallando reparo grave en perjuicio del público, o en agravio de algunos particulares que lo reclamen con derecho a ser oídos” 20.


Estas innovaciones tendieron a debilitar las naturales y caras libertades locales, en beneficio inmediatamente de las nuevas estructuras centrales de gobierno, que eran en América los gobernadores-intendentes y la Junta Superior de Real Hacienda, y en España el Secretario del Despacho Universal de las Indias y ulteriormente los cinco Secretarios de Estado 21. Pero mediatamente, tras la Revolución de Mayo, cortadas amarras con la estructura político-administrativa española, la gran favorecida por la instauración de la reforma borbónica de 1782, fue Buenos Aires. Quienes busquen las raíces de ese centralismo porteño que fue durante largas décadas ludibrio para los pueblos del interior, no pueden menos que acudir a esta reforma para explicarse como ese Puerto creíase heredero de un aparato que no inventó siquiera, sino que recibió conformado de la época virreynal. Y los personajes que como Bernardino Rivadavia, yerno del virrey del Pino, fueron arquetipos de despotismo ilustrado insertados en el proceso revolucionario, parecieron encontrar inspiración para su propósito de verificar la organización a palos 22, en la época en que precisamente se produjo la reforma intendencial comentada 23. Es que así como ésta fue factor unitarizante innegable, no es menos claro que los alientos federalistas de los pueblos mediterráneos tuvieron origen en lo que significaba la institución capitular como elemento descentralizante. La pugna prerrevolucionaria intendencia-cabildo, que existió pues éste resistió en cuanto pudo la reforma de 1782, precedió a los conflictos entre el autoritarismo porteño y los bríos autonómicos de esas nuevas entidades nacidas al calor de la lucha y que fueron las provincias.