período hispánico
fundación de ciudades
 
 

 

La fundación de ciudades constituía la estrategia fundamental para cumplir el objetivo de controlar vastísimos espacios con los reducidos recursos humanos que se poseían.

 

Cada fundación se hacía con escrupulosa legalidad, se levantaba un acta del acontecimiento y se realizaba el repartimiento de tierras entre quienes acompañaban al fundador, haciéndoseles propietarios del fundo sobre el que habrían de edificar sus viviendas.

 

La traza urbana de la ciudad se dividía en cuadrados tan perfectos que en plano se podía ver un damero, con calles rectas para optimizar las condiciones defensivas. Además de los solares que se distribuían para

[+]Plano fundacional de


San Juan de la Frontera


las casas de las familias, se destinaban las manzanas centrales para constituir la Plaza Mayor, la Iglesia y el Cabildo. También, se proyectaba un espacio libre llamado "ejido" de la ciudad en previsión a su desarrollo futuro. Luego se proyectaban las “chacras", dedicadas a tierras de labranza, que se divididían en "pagos de arriba y pagos de abajo".

 

Por su ubicación fundacional la Plaza constituía el corazón de la ciudad, dónde se producía una variada y bulliciosa actividad vecinal, que se adaptaba a las diversas circunstancias: juego de cañas, espacio para un alarde militar, o un cabildo abierto, un lugar para las ceremonias de las principales festividades religiosas, y muy de vez en cuando eran el marco para los castigados por la ley.

 

El mismo día de la fundación se formaba al Cabildo, es decir al gobierno de la ciudad, cuyos funcionarios eran designados por primera y única vez por el fundador, dejándose constancia en un acta fundacional que se labraba. Al finalizar sus períodos aquellos funcionarios eran reemplazados por los elegidos entre los propios vecinos.

 


 


 


 


 


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