De los orígenes toponímicos de símbolos e instituciones en la historia de Santa
El escudo de la Provincia de Santa Fe
Para desarrollar este tema, si bien hemos tenido en cuenta varias fuentes y autores, debemos admitir que la investigación que más gravitó en este trabajo por lo erudita y documentada, fue la del Dr. José María Funes, investigación que realizara entre los años 1940-41 durante su gestión como director del entonces Archivo Histórico de Santa Fe. Los antecedentes históricos. Las armas originales del escudo El Dr. Ramón Lassaga en su trabajo «Tradiciones y Recuerdos Históricos»(1895), en el capítulo «Heráldica Santafesina», dice que algunos años después de la Revolución de Mayo, empezóse a usar como escudo de la Provincia un emblema ovalado «... destacándose en su centro, cruzado en forma de cruz de San Andrés, dos flechas volcadas en señal de derrota atravesadas en su intersección de arriba a abajo por una lanza; (fig. 1) quién fue el inventor de este escudo?». Lassaga agrega: «no lo hemos podido averiguar, solamente y como tradición recibida, se puede consignar que en el lenguaje simbólico de ese escudo, las flechas cruzadas y la lanza vertical significan: la barbarie del salvaje vencida por la lanza del caballero cristiano».1 Tal como detallaremos más adelante, interpretamos que la lanza simboliza la permanente lucha de los santafesinos por su sobrevivencia y defensa del terruño. Creo que la interpretación que da el Dr. Lassaga -la del triunfo del caballero cristiano sobre la barbarie indígena- podrá ser acorde con lo acontecido en los siglos de la conquista española (XVI y XVII) pero no con la incipiente ciudad y provincia santafesina que se perfila en el siglo XVIII y se consolida en el XIX. A ese escudo que hace referencia el Dr. Lassaga, debemos ubicado apareciendo a partir de 1815, año de la autonomía provincial de Santa Fe, en que ésta deja de ser dependencia jurisdiccional de Buenos Aires. Según referencias, entre otras, de la ex-presi denta de la Junta Provincial de Estudios Históricos, Prof. J. Catalina Pistone, durante el gobierno de Mariano Vera (1816-1818) esas ya eran las armas de la provincia. El Dr. Funes cita concretamente que, en el gobierno ejercido interinamente por el Gral. Estanislao López, en un decreto del 2 de octubre de 1817, aparece un sello oficial mostrando las armas ya señaladas. Lo que se sabe a ciencia cierta es que el escudo original consistía en un campo oval vertical, que según Lassaga era de esmalte azul el medio campo superior, y color plata el inferior; en cambio Funes sostiene que el campo oval no estaba dividido en dos colores, sino que era enteramente blanco.. Las armas contenidas en el medio del campo oval eran dos flechas volcadas en forma de cruz de San Andrés y una lanza con la punta hacia arriba que corta las flechas en su intersección. Respecto de estas armas originales de la segunda década del siglo XIX, bien dice Federico Cervera: «Estas armas presentadas con la mayor justeza y sencillez heráldica, encierran una vívida tradición y evocan con un inspirado acierto en concepción única y exacta, el capítulo básico de gestación territorial de la provincia de Santa Fe».2 Modificaciones durante el siglo XIX En el año 1822 hay una notable modificación de las armas y ornamentos, aunque veremos que, a pesar de ello, seguirán apareciendo las armas tradicionales. Se emplea en esa época un sello, atribuido según crónicas, al Dr. Juan Francisco Seguí, que contenía en el centro la figura «de un castellano, con yelmo y coraza, parado junto a unos yuyos, y sostiene en su mano una larga pica. Sobre el extremó superior de aquella arma, hay un sable y tercerola cruzados y atados con boleadoras». (fig. 2) Sostiene el historiador Dr. Funes que fue usado como un gran sello oficial, sobre lacre en folios de expedientes. Es acá donde el mencionado investigador hace notar que la aparición de estos sellos no significó la desaparición del escudo primitivo, y existió por ende, una doble heráldica en la que las armas de Santa Fe continúan siendo las flechas y la lanza. «Los clásicos signos de Santa Fe se mantienen, en forma poco variada, en los papeles de las dependencias públicas provinciales».3 El escudo originario santafesino sufrió una notable mutación durante el período 1860-1868. Derrotada la Confederación Argentina en la batalla de Pavón por el Estado de Buenos Aires, los liberales porteños, esto es los ex-unitarios, tomaron el poder con Mitre en la presidencia, sometiendo a casi todas las provincias a una acción centralizante y negadora del federalismo. Los gobernadores santafesinos de este período, Patricio Cullen y Nicasio Oroño, respondieron a las directivas de Buenos Aires. «Entre otras medidas, Cullen trató de nacionalizar (término que en aquel momento era una acepción antiautonórnica) el viejo blasón provincial, se mezclaron las armas del escudo nacional argentino con las del local, colocando al efecto, entre las apretadas manos de aquel dos flechas volcadas y en lugar de la lanza el gorro frigio».4(fig. 3) A pesar de esa «nacionalización» del escudo provincial, en el gobierno de Patricio Cullen, vemos que la tradición e historia heráldica santafesina no se dejan totalmente de lado, porque se conservan las flechas volcadas en cruz de San Andrés. El escudo que estuviera en el frente del antiguo cabildo en esa época, y que se conserva actualmente en el Museo Histórico Provincial de Santa Fe, responde a esa diagramación en que se mezclan las armas nacionales con las provinciales (gorro frigio, manos entrelazadas y flechas volcadas en cruz de San Andrés). (fig. 4) «Esa tendencia a suprimir los símbolos propios se manifiesta desembozadamente al tomar el mando don Nicasio Oroño (febrero de 1865), obedeciendo a cuyas inspiraciones, las cámaras sancionan una ley que sustituye el emblema provincial vigente durante medio siglo por el escudo de la República (12 de julio de 1865). (fig.5). Sin embargo, las clásicas armas de Santa Fe, se mantienen en forma poco variada en los papeles de las dependencias públicas».5 Funes expresa: «... la supresión de los antiguos símbolos provinciales desagradó a la opinión pública, siendo uno de los desaciertos que desprestigiaron al gobernador Oroño, y provocaron gran resistencia, que culminó en su caída. La revolución popular de 1868 depuso a Oroño; los gobernadores subsiguientes fueron dejando de lado al escudo nacional implantado en 1865, y volviendo al tradicional».6 Federico G. Cervera también destaca la vuelta al tradicional escudo de la provincia diciendo «...después de la revolución de 1868 que combatiera a Oroño y su gobierno, fueron desapareciendo los atributos impropios del escudo provincial original, el que al recobrar poco a poco su característica fisonomía, quedó en vigencia respondiendo tan sólo a lo indestructible de la tradición hecha ley».7 Llegamos así al gobierno del ilustre y progresista Dr. José Galvez (1886-1890), en que se decide legalizar la vuelta al símbolo tradicional como una de las consecuencias de la revolución de 1868. El 13 de setiembre de 1887, se presenta en el Senado de la Provincia el proyecto de ley; el que mantiene como armas centrales las dos flechas volcadas en cruz y la lanza hacia arriba, aprobándose en esa oportunidad. En la sesión del 8 de agosto de 1894, la Cámara de Diputados lo aprueba. Vuelve en revisión al Senado y es aprobada definitivamente y sancionada el 22 de agosto de 1894. Es esta ley la primera que corporiza la vieja tradición heráldica nacida en los albores de la autonomía provincial. Las estrellas del Escudo No sólo presenta el escudo de Santa Fe actualmente las armas ya descriptas, sino también estrellas y laureles. Las cuatro estrellas que aparecen por primera vez, en un sello mayor del gobernador Estanislao López (1819), son consideradas por la mayor parte de los investigadores como símbolo de los cuatro departamentos primitivos de la provincia: La Capital, San José del Rincón, Coronda y Rosario. San José del Rincón abarcaba en esa época todos los territorios del norte santafesino, departamento que luego desaparecerá en distintas reformas administrativas, pasando su territorio a formar parte de otras jurisdicciones departamentales. En cuanto al departamento Coronda es bueno aclarar que luego recibirá el nombre de San Jerónimo. Por ley sancionada por la Honorable Legislatura el 1 de septiembre de 1887, se estableció: «En el fondo o campo del escudo, con la lanza y las flechas entrelazadas, se colocaran nueve estrellas de oro en representación de los departamentos en que se halla dividida la provincia...». El territorio provincial había sido dividido en nueve departamentos por una ley del año 1883, se mantenían los cuatro históricos primitivos: La Capital, San José del Rincón, San Jerónimo (Coronda) y Rosario, creándose los de: San Javier, Las Colonias, Iriondo, San Lorenzo y General López. La ley del 31 de diciembre de 1890 determinó que se colocaran en el escudo nueve estrellas más, que correspondían a los nuevos departamentos de: Reconquista (Gral. Obligado), Vera, San Justo, Garay, Castellanos, San Cristóbal, San Martín, Belgrano, Caseros y Constitución. En el año 1907, una nueva ley dividio la provincia en diecinueve departamentos, apareciendo entonces el Departamento 9 de Julio, lo cual significó la estrella decimonovena en el emblema. En cuanto a los laureles, estos no aparecen en el escudo primitivo, comenzando a figurar en el gran sello de Estanislao López de 1819. De allí en más lo ornamentan; variando su disposición en diversas épocas, y atados con cinta argentina simbolizan las glorias de la patria. La uniformación de diseños del Escudo Ley 2537 de 1937 Es recién en el año 1937, bajo el gobierno del Dr. Manuel María de Iriondo, que se uniforma por ley el escudo de la Provincia, para evitar los diversos diseños que se utilizaban hasta entonces en distintas dependencias con carácter oficial. Efectivamente, por la Ley del 28 de junio de 1937, que lleva el N° 2537, Santa Fe tiene definitivamente establecido su escudo, que conserva las armas históricas originales y guarda la tradición de su significado. Dicha norma establece: Art. 1°: a- El Escudo de Armas que usa la Provincia será del siguiente diseño; b- Forma oval, de eje vertical. c- Campo dividido en dos secciones: azul celeste la superior y plata la inferior; d- En el interior del óvalo, y abarcándolo en casi toda su extensión, dos flechas volcadas en forma de cruz de San Andrés, cortadas de abajo hacia arriba por una lanza con la punta en alto, atado el todo con cinta federal. e- Alrededor de estos símbolos dentro del óvalo: diecinueve estrellas de oro uniformemente distribuidas sobre el fondo y bordeando las orillas del escudo. f- Enmarcado en el óvalo por fuera: dos gajos largos de laurel con sus cabos sujetos con cinta argentina. De esta manera quedó legal y definitivamente fijado el escudo provincial tal como lo conocemos actualmente. (fig. 6) La Ley N° 2537 promulgada por el gobernador Manuel María de Iriondo, fue reglamentada por el decreto N° 13212 del Poder Ejecutivo Provincial en setiembre de 1951. En dicho decreto se establece la distribución de los símbolos fijados por la Ley antedicha, y se otorgaba a todas las reparticiones provinciales, el plazo de seis meses para que todos los sellos, escudos y membretes se unificasen de acuerdo a lo establecido por la Ley 2537. La significación histórica de las armas del escudo Su cuestionamiento En algunas oportunidades, especialmente con motivo de la no muy lejana conmemoración de los 500 años del descubrimiento de América, el movimiento indigenista solicitó la modificación de las armas originales del escudo, esto es las flechas volcadas hacia abajo y la lanza hacia arriba. El pedido se fundamenta esencialmente en lo sostenido por Ramón J. Lassaga en «Tradiciones y Recuerdos Históricos» (año 1895) cuando dice que las armas del escudo original significan «...la barbarie del salvaje vencida por la lanza del caballero cristiano». Respecto de esta cuestión de modificar las flechas volcadas, argumentando que resultan agraviantes para los indígenas, creo -como señalo al comienzo de este trabajo- que ello podría sostenerse si estos símbolos provinieran de la época de la conquista, siglos XVI y XVII, pues ésa es la época en que una corriente de interpretación histórica sostiene que el imperialismo de España, con su poder bélico, sometía a los pueblos indígenas y destruía la cultura de América nativa. Considero que, ubicándonos en el siglo XVIII ya no nos encontramos con los conquistadores, su forma de actuación, sus abusos y sus empresas, propias de los siglos señalados. El siglo XVIII se caracteriza ya por la aparición de una sociedad formada, si bien en pequeña parte, por españoles peninsulares pero más que por ellos por criollos, mestizos e indios integrados. Los criollos, hijos de españoles nacidos en América, en las generaciones que se dan desde el siglo XVI hasta el XVIII, han dejado de ser españoles; ellos se sienten ya hijos de esta tierra, con una tradición creada y valores propios, distintos a los de sus padres españoles. Esta conciencia o identidad propia de los criollos americanos será la tierra fértil en que irá surgiendo la idea de independencia y gobierno propio. La imposición de los monarcas borbones de no permitirles ocupar cargos importantes en la administración americana, acrecentará esa idea independentista. En el último cuarto de siglo, y en especial a partir del hito que significó la expulsión de los jesuitas (1767), que estaban muy consustanciados con la sociedad criolla, este sentimiento e idea se fortalece y da lugar a los movimientos hispanoamericanos de independencia del siglo XIX. Dentro de este marco y contexto histórico de la adquisición de la conciencia propia, territorial, política y social, tenemos a la Santa Fe de los siglos XVIII y XIX. Como toda comunidad que surge y se constituye, debió luchar por su existencia. Santa Fe conoció en estos tiempos de su estructuración e identidad políticosocial, las dificultades que le causó la falta de cooperación y ayuda de Buenos Aires, capital de la gobernación (de la que Santa Fe era tenencia jurisdiccional) por un lado, y la agresividad destructiva permanente de los indios del norte. Si bien hubo notables casos de pacificación e integración, y fue preocupación de gobernantes santafesinos desde el siglo XVII el nucleamiento integrativo y buena relación con los nativos (por ej.: el caso del Teniente de Gobernador Francisco Javier Echagüe y Andía), hay que destacar que durante la primera mitad de dicha centuria, el asedio e incursiones a la ciudad misma por parte de los que mantenían una actitud belicosa, fue permanente. En más de una ocasión, se planeó su abandono y traslado, pero el Cabildo acaudilló a la empobrecida y diezmada población en esta lucha por su sobrevivencia. Muchas familias se fueron a Cuyo y Buenos Aires. Muchísimos vecinos murieron en la defensa de la ciudad y en extramuros en el entrevero con los indios. Muchas mujeres fueron tomadas cautivas y otras murieron en los ataques, al igual que niños. Este período de muerte, desolación e inseguridad de Santa Fe, puede apreciarse patéticamente en la gran obra histórica de Manuel María Cervera «Historia de la Ciudad y Provincia de Santa Fe», editada en el año 1907 y reeditada en 1980. En el siglo XIX la lucha continuó frente a los ataques interminables de los aborígenes meridionales y septentrionales. De estas luchas de las primeras décadas del siglo -nos dice Cervera- «... los indios, eternos enemigos de Santa Fe no daban paz ni cuartel. No pasaba año sin que por sus incursiones sufrieran las poblaciones de la capital, la campaña y vecindario de los pueblos, muerte, destrucción y saqueos...».8 Tal era la emergencia, que durante los años 1831 y 1832 el gobernador Estanislao López establecióse en Santa Fe, de la cual no salió más que exclusivamente para defender las fronteras de las invasiones de los indios, tanto las del norte como las del sur; en una de estas últimas (Melincué), salvó su vida milagrosamente en un combate.9 - 10 Merced a esta sacrificada lucha permanente durante los siglos XVIII y XIX, la ciudad y los poblados del interior sobrevivieron. Esta configuración territorial; política y social de Santa Fe está asentada en el esfuerzo y sangre de sus hijos, situación desgraciada que se agravó con las invasiones del Directorio porteño de 1815 a 1819, en las que Santa Fe resultó siempre triunfante; de allí lo de «Provincia Invencible de Santa Fe». Las flechas volcadas y la lanza arriba simbolizan esa lucha que permitió la existencia de Santa Fe y su jurisdicción. Por lo tanto, no fue la lucha de conquistadores españoles e indios como lo fue en los siglos XVI y XVII, fue la lucha de criollos y mestizos santafesinos contra un enemigo que estaba decidido a eliminarlos. El triunfo fue de los santafesinos y Santa Fe; he ahí la razón de las flechas volcadas, por ello aparecen así en el primer escudo de 1816. Las armas del escudo fueron para los santafesinos de comienzo del siglo XIX no sólo la memoria viva de sus luchas permanentes, sino también la memoria de sus antecesores del siglo XVIII, que eran santafesinos con plena conciencia de su identidad histórica, y por ende, de su ubicación espacial y temporal. Estos hechos históricos, trasladados a la simbología heráldica provincial, están en las raíces de lo más profundo del ser provincial y se proyectan hasta nuestros días a través de la herencia cultural, elemento constitutivo del constante devenir histórico.
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