Los Congresistas de Tucumán
Incorporación de los diputados
 
 
Treinta y tres fueron los diputados que, elegidos por las ciudades y villas del antiguo Virreinato del Río de la Plata que habían aceptado y podido concretar la convocatoria hecha por el director interino del Estado, se incorporaron al Congreso de 1816 durante las sesiones que realizó en San Miguel del Tucumán.

Del total indicado, veintiuno llegaron allí con el tiempo necesario para participar de la sesión inicial del 24 de marzo. Ellos fueron Darregueyra, Gascón, Medrano, Paso, Rodríguez y Sáenz, de Buenos Aires; Acevedo y Colombres, de Catamarca; Cabrera, Corro, Pérez Bulnes y Salguero de Cabrera y Cabrera, de Córdoba; Godoy Cruz y Maza, de Mendoza; Castro Barros, de La Rioja; Laprida y Oro, de San Juan; Pueyrredón, de San Luis; Serrano y Malabia, de Charcas, y Rivera,de Mizque.

Posteriormente, y antes del 9 de julio, se incorporaron Anchorena, de Buenos Aires; Sánchez de Bustamante, de Jujuy; Boedo y Gorriti, de Salta; Gallo y Uriarte, de Santiago del Estero; Aráoz y Thames, de Tucumán; Sánchez de Loria, de Charcas, y Pacheco de Meló, de Chichas.

De los nombrados, veintinueve suscribirían el acta de la Declaración de la Independencia. No lo hicieron ni Pueyrredón, porque desde mayo se desempeñaba como supremo director del Estado, ni Corro, quien cumplía una comisión fuera de la sede.

Luego del 9 de julio se agregaron Carrasco, de Cochabamba, e Iriarte, de La Plata.

No fueron estos treinta y tres diputados los únicos elegidos para integrar el Congreso. Otros cuatro hubo que, designados al efecto, no llegaron a incorporarse. Así, don Jaime Zudáñez, uno de los representantes de Charcas, no participó de la etapa tucumana por carecer de los fondos necesarios para trasladarse desde Buenos Aires, su domicilio habitual. Pudo agregarse un año después, cuando sus colegas se instalaron en esta ciudad.

Razones muy diferentes hicieronque no participara del Congreso don Serapión de Arteaga, elegido por Tucumán. Como a su designación se le hiciesen algunos reparos, molestóse y dimitió ante sus pares que nunca llegaron a tomar una decisión al respecto porque no se consideraban competentes en la materia.

Quien no parecía ser varón particularmente apto para participar de asambleas y congresos era el coronel José de Moldes, diputado elegido por Salta, su provincia natal. Siendo integrante de la Asamblea del año XIII, hubo que separarlo de ella porque, dejándose llevar por la ira, agredió en pleno recinto de deliberaciones a un colega, el doctor Agrelo. Ahora, contando treinta y un años de edad, encontró cerrada oposición tanto para incorporarse al Congreso como para aspirar a la dirección suprema del Estado. Realmente debía ser grande esa oposición que suscitaba su persona para que, desde Cuyo, San Martín dijera por escrito a Godoy Cruz que si Moldes se incorporaba al Congreso, éste entraría inmediatamente en disolución.

Más dolorosa fue, sin lugar a dudas, la causa que impidió la llegada a San Miguel del Tucumán de uno de los diputados de Chichas. Conocido comúnmente por el Marqués de Yaví, dice Manuel Lugones que solía suscribir sus proclamas militares con todos estos nombres, apellidos y títulos: Juan Fernández Campero Maturana del Barranco, Pérez de Uriondo y Hernández de la Lanza, marqués del Valle de Tojo y vizconde de San Mateo. Americano de nacimiento, poseía vasta extensión de tierras en el sur altoperuano y gozaba de gran ascendiente por toda la región. A pesar de que su excesiva corpulencia le impedía ser buen jinete, fue hombre de armas, llegando a ostentar el grado de coronel de milicias reales. Plegado a la causa revolucionaria, constituyóse en tenaz opositor de los realistas, ya como jefe guerrillero, ya como jefe de tropas regulares. Su participación en la lucha militar lo inhibía de llegar a San Miguel del Tucumán para desempeñar las funciones que le habían sido encomendadas. Y en el frente de lucha estaba cuando el enemigo lo tomó prisionero y lo puso en camino a España para ser juzgado. Murió en alta mar, sin declinar en su fervor por una causa a la que “sirvió de todo corazón y por la cual se sacrificó”