La conquista del Plata y Tucumán
Reconocimiento y fundaciones en el Tucumán
La corriente pobladora que penetró por el noroeste del actual territorio argentino provenía del Perú. Era su propósito reconocer y dominar las regiones del Tucumán, nombre que se daba a la región ocupada por las actuales provincias argentinas de Salta, Jujuy, Catamarca, La Rioja, Tucumán, Santiago del Estero, parte del Chaco y Córdoba. Para algunos autores, «Tucumán» es la corrupción de una palabra indígena. Otros sostienen que el reino de Tucma era un territorio perteneciente a los incas, que se extendía desde el noroeste argentino hasta Cuyo. La referencia histórica antigua más precisa sobre este reino se encuentra en el inca Garcilaso de la Vega (Comentarios Reales, libro V, capitulo XXV). Mientras la corriente del este fue original y de gente que tomaba contacto por primera vez con América, porque procedía directamente de España, la de Tucumán fue secundaria, pues era consecuencia de la del Perú, donde estaba el centro capital de la conquista y colonización españolas. Por ello, la del Tucumán fue una conquista peruana que debió aproximarse al río de la Plata, hasta formar con él una unidad política. a) La entrada de César y el paso de Almagro Francisco César y sus compañeros (de la expedición de Caboto) habían penetrado en el Tucumán por el sur. Pero quien primero atravesó el corazón del territorio fue Diego de Almagro, en 1536, cuando marchaba desde el Perú camino de Chile, cuya conquista y gobierno se le habían entregado. Fue después, a consecuencia de las guerras civiles entre pizarristas y almagristas, tras el asesinato de Francisco Pizarro (1541) y la posterior derrota y ejecución de Almagro (1542), cuando se originó una nueva oportunidad. b) La entrada de Rojas Con el propósito de «descargar la tierra» y de evitar nuevas asonadas, el comisionado real Cristóbal Vaca de Castro otorgó a Diego de Rojas la «entrada» a una indeterminada región situada «entre la provincia de Chile y el nacimiento del río grande que llaman de la Plata» (fines de 1542), pero cuyo verdadero objetivo era llegar a la región de los Césares, que se presumía situada en la actual provincia de Mendoza, la Patagonia o la Araucaria. Rojas fue nombrado gobernador y justicia mayor de las tierras que descubriera. Como segundo figuraba Felipe Gutiérrez, con el cargo de capitán general, y un tercero era Nicolás de Heredia, como maestre de campo. Entre las 250 personas que componían la hueste iban dos sacerdotes y algunas mujeres, conjunto que se dividió en tres grupos, partiendo escalonadamente en el mismo orden de sus jerarquías. Rojas llegó a los valles calchaquíes, donde se le incorporó la partida de Gutiérrez, pero al poco tiempo falleció como consecuencia de la herida que le produjo una flecha envenenada. Antes de morir nombró como sucesor a Francisco Mendoza, con lo cual ocasionó un agravio a Gutiérrez, quien, de acuerdo a lo convenido, era segundo en el mando. Pronto Mendoza detuvo a Gutiérrez y lo envió de vuelta al Perú con una partida que, posteriormente, regresó al Tucumán acompañando al tercero, Nicolás de Heredia, quien se encontraba en Charcas. Mendoza y Heredia emprendieron la marcha hacia el sur y llegaron hasta el lugar donde Caboto había fundado el Sancti Spiritus. Así, mientras los conquistadores del Paraguay abandonaban el río de la Plata para penetrar en busca de los dominios del rey Blanco, los conquistadores del Perú se alejaban de este centro de riquezas para lanzarse a la aventura sobre las regiones desconocidas. Como Mendoza no encontraba nada extraordinario, tuvo intenciones de dirigirse a la Asunción, pero resolvió atravesar nuevamente la región mediterránea. Sufrieron sobremanera en el camino de regreso, como consecuencia del hambre, la sed y la hostilidad de los indios. Una noche, Mendoza fue muerto a puñaladas por sus compañeros y Heredia asumió el mando, para emprender todos juntos el retorno al Perú, adonde llegaron después de tres años de haber partido (1546). |
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