Las provincias del Río de la Plata en 1816
3. Una segunda asamblea constituyente se reúne en Tucumán
 
 
Sumario: Plan de los trabajos del congreso. El coronel Pueyrredón es nombrado director supremo del Poder Ejecutivo. Su carácter. Declaración de la independencia. Proyecto del general Belgrano sobre el restablecimiento del trono de los emperadores incas. Discusiones secretas sobre la forma de gobierno. De las ventajas de una monarquía constitucional y el proyecto de ofrecer la corona a algún príncipe europeo. La invasión de los portugueses al Paraguay* interrumpe el curso de los trabajos del congreso. Vuelta a Buenos Aires. Insurrección en Córdoba. Pillaje en Santa Fe. Celebración de la independencia en Buenos Aires.

*Graaner se refiere a la invasión de los portugueses al Uruguay y no al Paraguay, porque no la hubo a esta última región. Como más adelante incurre en el mismo lapsus, hemos preferido, a fin de evitar confusiones, poner el nombre de Uruguay siempre que el autor, aludiendo a la invasión portuguesa a esta última provincia, en 1816, escribe Paraguay por Uruguay. (N. del T.).


En el mes de mayo del año 1816 el congreso inició sus sesiones. El número de sus diputados, era entonces de treinta y dos, a saber:

Por la jurisdicción de Buenos Aires.................. 7

„ „ „ „ Córdoba....................... 4

„ „ „ „ Mendoza...................... 2

„ „ „ „San Juan.......................2

„ „ „ „ San Luis....................... 1

„ „ „ „ Santiago del Estero......2

„ „ „ „La Rioja........................1

„ „ „ „ Catamarca................... 2

„ „ „ „ Tucumán..................... 2

„ „ „ „Salta............................. 2

„ „ „ „Tarija (vacante).......... —

„ „ „ „ Jujuy............................ 1

„ „ „ „Chuquisaca o La Plata.. 3

„ „ „ „Potosí (vacante)........... —

„ „ „ „ Tupisa............................ 1

„ „ „ „ Cochabamba u Oropesa.. 1

„ „ „ „ Misque........................... 1

Total............................... 32

En este número cuentan diez y siete doctores en leyes, diez sacerdotes clérigos, dos monjes y un militar.

Comenzó sus trabajos el congreso con mucho celo, pero dentro de una gran confusión. Con todo, poco apoco los congresistas fueron desarrollando sus ideas. En los discursos alternaban los nombres de Solón, Licurgo, la República de Platón, etc. El Contrato Social, el Espíritu de las Leyes, la constitución inglesa y otras obras de ese género, fueron consultadas y estudiadas, citadas y documentadas con gran entusiasmo por los doctores en leyes, en tanto que los sacerdotes condenaban a los filósofos antiguos como a ciegos paganos y a los escritores modernos como a herejes apóstatas impíos. Es verosímil que los eclesiásticos —muy preponderantes en las primeras sesiones— tuvieran como plan el establecimiento de un gobierno rigurosamente jerárquico, tomando como buen pretexto, que el célebre régimen teocrático de los jesuitas del Paraguay, formado en parte sobre el modelo de los incas, era el más benéfico entre todos los conocidos hasta entonces, pero parecieron olvidar que una hermosa constitución supone costumbres puras e inocentes, igualdad absoluta de fortunas y de condición, renuncia voluntaria a toda ambición de títulos y preferencias exteriores, respeto absoluto por los jefes y por las leyes establecidas, en una palabra, un número infinito de cualidades y virtudes, de que no solamente los criollos están desprovistos sino quizá todo hombre educado en las delicias y los vicios de la sociedad civilizada 1.

Por fin, el congreso nombró una comisión, compuesta de tres de sus miembros, encargada de presentar un plan para ajustar a él sus trabajos.

Este proyecto fue presentado a la Asamblea Nacional y obtuvo inmediata sanción.

Nota de las materias de primera y preferente atención para las discusiones y deliberaciones del Soberano Congreso, presentada por los diputados Gazcón, Bustamante y Serrano

1. Un manifiesto que exponga a la consideración de las provincias los espantosos males que han causado las divisiones de los pueblos y las revoluciones fraguadas en el ardor de las pasiones; la inminencia de los riesgos y peligros, y necesidad de la más estrecha unión, con un decreto general, que establezca fuertes y rigurosas penas contra todo hombre que baxo de qualquier pretexto en las ciudades, villas, campañas, ó exércitos, quebrante el orden, atente, ó desobedezca las autoridades.

2. Declaración, ó deslinde de las facultades del actual Soberano Congreso nacional constituyente, y tiempo de su duración.

3. Discusiones sobre la declaración solemne de nuestra independencia política: el manifiesto de dicha declaración. Incitativa al poder executivo para el envío de diputados á las cortes que se crean convenientes a tratar sobre el reconocimiento de aquella, como también á la de Roma para el arreglo de materias eclesiásticas y de religión.

4. Pactos generales de las provincias y pueblos de la unión, preliminares á la constitución, y que en las circunstancias se estimen necesarios para consolidar dicha unión.

5. Que forma de gobierno sea más adaptable á nuestro actual estado, y mas conveniente para hacer prosperar las provincias unidas.

6. Decretada la forma, un proyecto de constitución

7. Plan de arbitrios permanentes para sostener la guerra por la libertad común, mientras dure, y proporcionar armamento para las milicias nacionales; tales como el establecimiento de un banco, aumento del valor actual de nuestra moneda, creación de una nueva, ú otros que se crean convenientes.

8. Nombramiento de una comisión compuesta de los mejores oficiales del estado para el arreglo de nuestro sistema militar, que abraze la fuerza veterana, la cívica y las milicias nacionales de cada provincia.

9. Arreglo de la marina según sus ramos; formación de ordenanzas de corso; habilitación de puertos; escuelas de náutica y matemáticas.

10. Arreglo de rentas generales del estado, confirmación, nueva creación, ó supresión de los empleados en éste y demás ramos de pública administración; método, uniformidad y seguridad de aquellas.

11. Establecimiento de una nueva casa de moneda en la ciudad de Córdova solicitada por el gobierno de la provincia.

12. Establecimientos útiles de prosperidad general sobre educación, ciencias y artes, minería, agricultura, dirección y habilitación de caminos, y otros que permitan las circunstancias y actual estado de las provincias.

13. Arreglo de magistraturas, creación de las necesarias y supresión de las que no lo sean.

14. Demarcación de territorio; creación de ciudades y villas.

15. Arreglo de fondos y ramos municipales de cada pueblo.

16. El repartimiento de terrenos baldíos; aplicación o venta de las fincas de temporalidades á beneficio de la agricultura y aumento de los fondos del estado. La arreglada distribución á los naturales en plena propiedad de las tierras de comunidad con alguna habilitación de las primeras herramientas para fomento de la labranza baxo un derecho moderado, que facilitando el reintegro de esta anticipación, ayude á sostener las cargas del estado.

17. Revisión general de todo lo dispuesto por la anterior asamblea constituyente desde el día de su instalación hasta el de su disolución, para confirmar y llevar adelante todo lo que sea digno de aprobación: como igualmente la de todos los reglamentos expedidos por el poder executivo 2.

Este plan, tal como lo he transcripto, fue unánimemente aprobado y aceptado, y el congreso dispuso que sería la norma destinada a reglar en adelante sus operaciones.

Para las materias de menor importancia o tocantes a casos particulares, la Asamblea debía nombrar una comisión especial.

Después se procedió a nombrar un jefe del poder ejecutivo, porque el Director Alvarez había sido nombrado con carácter provisorio. El coronel Pueyrredón, diputado por San Luis, obtuvo todos los sufragios y se instaló como Director Supremo del Estado. Es el primer director elegido por los representantes de la Nación. Le fueron acordados plenos poderes para dirigir las operaciones militares, para tratar con las cortes extrangeras y velar por la seguridad interior y exterior del estado, y en general para ejecutar las resoluciones del congreso.

Como dicho jefe es en la actualidad el primer ciudadano del nuevo estado y en verdad uno de sus hombres más ilustrados, no creo fuera de propósito dar algunas ideas sobre su persona y carácter.

El señor Juan Martín de Pueyrredón es hijo de francés y su padre era nativo del Bearn. Murió el padre en Buenos Aires, donde dejó una familia particularmente estimada. Su viuda volvió a Francia, adonde fue con este hijo menor, quién pasó allí algunos años. Tiene ahora (Pueyrredón) unos cuarenta años, más o menos, su físico es interesante y sabe combinar admirablemente bien su seriedad española con la urbanidad francesa.

Más político que soldado, trata de ganarse la voluntad de todos los partidos y de unir las facciones opuestas por medios pacíficos, y en esto ha obtenido un resultado superior a cuanto podía esperarse. Ha sabido hasta reprimir el espíritu de aristocracia de diferentes jefes de la fuerza armada, sin que ellos lo hayan advertido y con esto se ha ganado la confianza de todos sus conciudadanos. Sin compartir ni aprobar las supersticiones y los prejuicios de sus compatriotas, hace como que se presta a ellos y al mismo tiempo trata de anularlos.

Ha sido miembro del gobierno de Buenos Aires y a consecuencia de la revolución contra Alvear se le desterró al distrito de San Luis, próximo a la cordillera. Los habitantes de San Luis, encantados por la afabilidad de sus maneras y por su patriotismo, le eligieron, aunque era extraño a la provincia, por su representante al congreso de Tucumán.

A fines del mes de junio del año pasado, entró (el congreso) a deliberar sobre la declaración de independencia de las Provincias Unidas y animados por la instigación del nuevo director —que parecía conducir secretamente la marcha del Congreso—, sus miembros publicaron por acta solemne, el 9 de julio, la resolución adoptada de declarar y constituir la nación libre e independiente de España, del Rey Fernando, de sus sucesores, y de toda potencia extrangera.

Esta declaración fue recibida con el mayor entusiasmo y solamente después de tal acontecimiento ha podido advertirse actividad en las diferentes ramas de la administración de los negocios públicos con la esperanza de ver algún día estas provincias organizadas en cuerpo de nación. Y la razón es muy natural. Los hombres que fluctuaban hasta entonces entre los intereses de la metrópoli y los de la patria, sin osar declararse abiertamente, ni por una ni por otra, se encontraron ahora obligados a decidirse, y de haberse negado a prestar el juramento de independencia, hubieran perdido sus empleos y sus fortunas y habrían sido desterrados.

Al mismo tiempo, quienes prestaban juramento a la patria, contaban con una muerte segura, si el país volvía a caer bajo la dominación española. En esta situación desesperada, y no obstante la dolorosa, experiencia que se tenía de la inflexible justicia vengativa de los españoles en América, han preferido exponerse a un peligro eventual, antes que sacrificar sus propios intereses, su fortuna, o sus empleos. Por eso están dispuestos a vencer o morir.

El 25 de julio fue el día fijado para la celebración de la independencia en la provincia de Tucumán.

Un pueblo innumerable concurrió en estos días a las inmensas llanuras de San Miguel. Más de cinco mil milicianos de la provincia se presentaron a caballo, armados de lanza, sable y algunos con fusiles; todos con las armas originarias del país, lazos y boleadoras. La descripción de estas últimas me obligaría a ser demasiado minucioso, pero tengo ejemplares en mi poder.

Las lágrimas de alegría, los transportes de entusiasmo que se advertían por todas partes, dieron a esta ceremonia un carácter de solemnidad que se intensificó por la idea feliz que tuvieron de reunir al pueblo sobre el mismo campo de batalla donde dos años antes, las tropas del general español Tristán, fueron derrotadas por los patriotas 3. Allí juraron ahora, sobre la tumba misma de sus compañeros de armas, defender con su sangre, con su fortuna y con todo lo que fuera para ellos más precioso, la independencia de la patria.

Todo se desarrolló con un orden y una disciplina que no me esperaba. Después que el gobernador de la provincia dio por terminada la ceremonia, el general Belgrano tomó la palabra y arengó al pueblo con mucha vehemencia prometiéndole el establecimiento de un gran imperio en la América meridional, gobernado por los descendientes (que todavía existen en el Cuzco), de la familia imperial de los Incas.

Pero si he de explicar la razón de este discurso, que causó a los indios tanta sorpresa como alegría, debo hacer aquí una corta digresión. Poco después de producida la derrota de Belgrano, a que me he referido anteriormente, el general fue enviado a Londres en calidad de comisionado del gobierno de Buenos Aires.

Una vez allí y después de cantidad de gestiones inútiles, llenáronle la cabeza con el proyecto de restaurar en América el antiguo trono de los incas (probablemente bajo la protección de los ingleses). Llegó Belgrano al congreso con esta idea, que le preocupaba por entero, precisamente en momentos en que el congreso se ocupaba de la forma de gobierno que podía darse a las provincias, y cuando estaban muy convencidos de las ventajas de una monarquía constitucional o moderada. Algunos de sus miembros se sentían muy inclinados a invitar un príncipe joven de las dinastías que han dejado de reinar en Europa, siempre que el príncipe fuera protegido y secundado por alguna potencia de primer orden.

El general Belgrano exageraba un poco estas deliberaciones secretas y logró persuadir a la mayor parte de la Asamblea sobre el restablecimiento del imperio de los incas, proyecto que a primera vista parece noble, magnánimo y digno de la aprobación de todo ciudadano americano, pero examinado en sus detalles, y pensando en los intereses diversos de los habitantes, ofrece infinitos obstáculos y dificultades de que podrían resultar para el país muchas desgracias, guerras civiles y venganzas terribles que debilitarían sus fuerzas, facilitando con ello a los españoles la entrada en el corazón del país, por la desunión y los celos entre indios y criollos.

Estaba el congreso ocupado en estas deliberaciones cuando se recibió la noticia de la invasión de los portugueses al Uruguay. Se esperaba de tiempo atrás esa invasión y el Director del Estado había recibido de la corte del Brasil la seguridad (muy solemne) de que no sería dirigida a las Provincias Unidas y que la expedición portuguesa no tenía otro fin que rechazar al general Artigas, cuyo poder creciente se temía, y que había devastado una parte del territorio portugués. Con todo, en la creencia de que no debía fiarse demasiado en las protestas del ministro portugués, el congreso interrumpió sus trabajos para concertar con el Director Supremo los medios más eficaces de asegurar la integridad del territorio.

Por este tiempo, después de haber hecho una gira por Salta y las fronteras, dejé yo la ciudad de Tucumán para volver a Buenos Aires y hacer antes un rodeo por Mendoza, que queda en la frontera de Chile. A mí llegada a Córdoba, me hallé con que la guarnición de la ciudad y parte de la campaña, estaban en insurrección, a causa de que el gobierno de Buenos Aires había prohibido a la ciudad de Santa Fe ayudar a Artigas y unirse a su partido, etc. 4. Fueron abiertas las cárceles de Córdoba de donde se sacaron de treinta a cuarenta bergantes y asesinos que pillaron las tiendas de comercio y el arsenal. Se impuso a la ciudad una contribución de quince mil pesos y prendas de vestir. El jefe de estos bergantes me mandó una guardia, la que creí de mí deber rechazar, pero él lo tomó a mal y me ordenó dejar la ciudad en el término de tres horas. Antes de cumplido el plazo, fue arrojado del poder por la burguesía armada de la ciudad.

Por otra parte, la ciudad de Santa Fe, abandonada por sus habitantes, fue víctima de un pillaje abominable durante veintitrés días, para vengar el degüello de algunos negros prisioneros de guerra, cuyas pieles sangrantes fueron colgadas de los árboles a la entrada de la ciudad y a la vista del enemigo 5.

Los ciudadanos sensatos de la hermosa ciudad de Córdoba no tomaron parte alguna en esta execrable insurrección, ella fue dominada por las providencias acertadas del Director del Estado.

Durante este periodo, o en el mes de agosto de 1816, los indios de las pampas aumentaron las calamidades de esta parte del país con sus frecuentes devastaciones hasta las orillas del Río Tercero, llevándose cuanto ganado encontraron en el camino.

Estos disturbios producidos en el interior del país, y también razones de otra índole, me obligaron a renunciar a mi proyecto de pasar a Mendoza y tomé el camino más corto a Buenos Aires donde estuve de vuelta el 11 de septiembre de 1816, después de una gira de novecientas setenta y tres leguas. En los días 13, 14 y 15 del mismo mes, celebróse en Buenos Aires el acto de la jura de la independencia, con muy lucidas y costosas fiestas que duraron cinco días seguidos, con bailes, espectáculos y corridas de toros, etc., etc.

El 22 de agosto me embarqué para el Brasil.