Las provincias del Río de la Plata en 1816
Apéndice
Sumario: Fragmentos de apuntes y cartas personales escritos en sueco y dirigidos por Graaner al Ministro de Relaciones Exteriores de su país. (Traducción de Axel Paulin). Oficios de O'Higgins y Pueyrredón a Bernadotte y una carta de Pueyrredón a Graaner. El congreso de Tucumán y el proyecto de monarquía incásica Las Provincias del Río de la Plata, hasta ahora campo fértil y sangriento para los cambios más terribles y para un desorden anárquico, empiezan al fin, —cansadas y empobrecidas después de diez años de lucha— a organizarse en un estado regular. En la ciudad de Tucumán se ha reunido un congreso compuesto de representantes de Buenos Aires, Córdoba, Santiago, Mendoza, Tucumán, Salta, Jujuy, Rioja, Potosí, La Paz, Chuquisaca. Cuzco, Cochabamba y muchos otros pueblos. Los otros pueblos del Perú no han podido mandar delegados por causa de la ocupación enemiga. Casi dos meses seguidos he presenciado las deliberaciones de la Asamblea. Las resoluciones más importantes son las siguientes: El Poder Legislativo queda en manos del congreso. El Poder Ejecutivo ha sido confiado a un director supremo, don Juan Martín de Pueyrredón, compatriota de nuestro querido príncipe heredero (Bernadotte) y oriundo del Béarn. Libre intercambio con todas las naciones del mundo. A los extranjeros les está permitido viajar en el país, provistos de pasaporte y bajo la salvaguardia del Director Supremo. Pueden establecerse, ejercer oficios, dedicarse a la agricultura o a la industria. El comercio, por mayor o menor, les está prohibido sin un permiso especial, el que, sin embargo, es fácil de obtener. Este comercio tiene muchas ventajas y está especialmente ejercido por ingleses que continuamente mandan a Buenos Aires transportes con barras de plata. Hay tolerancia para las religiones de los extranjeros pero les está prohibido celebrar servicios religiosos públicos. El Congreso ha declarado la independencia, del Reino de España, del Rey Fernando y sus descendientes, comprometiéndose a sacrificar su última gota de sangre y el último real para dar cumplimiento a esta resolución. El mismo juramento ha sido prestado el 25 de Julio por toda la nación en una extensión de mil leguas. Precavidos contra la mala suerte sufrida por las más grandes repúblicas en Europa, contra sus propias experiencias desastrosas, y siguiendo el consejo de algunos extranjeros, el congreso está en estos días deliberando sobre el establecimiento de un gobierno monárquico constitucional, y en vías de hacer resurgir el antiguo Imperio de los Incas. Se trata de poner sobre el trono al más calificado de los descendientes de los incas, que todavía existe en el Perú, y devolverle los derechos de sus antepasados, regido por una constitución compilada con lo mejor que se pueda sacar de las que rigen en Inglaterra, la nueva Prusia y en Noruega. Los indios están como electrizados por este nuevo proyecto y se juntan en grupos bajo la bandera del sol. Están armándose v se cree que pronto se formará un ejército en el Alto Perú, de Quito a Potosí, Lima y Cuzco. Doña Inés de Azurdui y Padilla, una hermosa señora de veintiséis años que manda un grupo de rail cuatrocientos indios en la comarca de Chuquisaca, ganó el mes pasado una victoria sobre los realistas, tomando una bandera y cuatrocientos prisioneros. Todos los indios están llevando ahora luto por su casa reinante: matan las ovejas blancas para que de su lana no se puedan confeccionar tejidos blancos y contrariar así sus vestimentas de luto. Anualmente celebran una ceremonia macabra que es un espectáculo trágico en conmemoración de la muerte de Atahualpa (Atabaliba) y representan la escena de su asesinato, provocado por la crueldad y la traición de Pizarro. Estoy completamente convencido de que América no caerá nunca bajo el yugo de los españoles, aunque se aniquilaran sus ejércitos y se quemaran y devastaran sus pueblos. Esto debe interesar a toda nación esclarecida, a cada casa reinante legal, a cada hombre de sentimientos nobles que ame la causa de la humanidad y odie la opresión sangrienta con que América fue conquistada y oprimida durante siglos. Yo, en cuanto he podido, he tratado de ser útil en las materias militares de mi competencia, y hasta he logrado implantar algunas novedades que se practican en la administración militar de Suecia, no obstante haber tenido que luchar contra la envidia, los prejuicios y el egoísmo que desgraciadamente se encuentran en todos los ejércitos. Esta es la situación en el Perú y en el Río de la Plata. Parece que un nuevo sol está levantándose sobre estos países, tan hermosos, tan fértiles, pero hasta ahora oprimidos, abandonados y atrasados por falta de cultivo, de industrias, ciencias y comercio. Creo que mi patria podría obtener muchos beneficios entrando en relaciones comerciales con ellos y que todo acercamiento será bien recibido con los brazos abiertos. En este sentido he escrito a Pueyrredón, exponiéndole la importancia y la utilidad de tales relaciones comerciales con los países del norte de Europa, tan pronto como se haya estabilizado el gobierno aquí. Me es grato remitir su contestación en original y estoy convencido de que un negociador hábil, y autorizado en debida forma, podrá con ventaja aprovechar la ocasión para concluir un tratado público o secreto, según los intereses políticos, especialmente si fuera posible proveer al gobierno de cañones, armas, etc., desde Suecia. A pesar de las ricas minas que hay en estos países, sus finanzas se encuentran en situación muy enredada como consecuencia de una guerra devastadora, de la falta de brazos y de la avaricia de sus ex gobernantes. Esto no obstante, la República Norteamericana, con miras a ganancias futuras, ha hecho grandes adelantes de armas y otros efectos necesarios. En las montañas de Córdoba, Tucumán, Salta y Jujuy existen ricas minas de oro, plata, hierro, plomo y otros minerales, pero no se explotan. Entre el río Bermejo y el río Salado, cerca de cien leguas al oeste de Santiago del Estero, yacen a flor de tierra grandes bloques de un metal puro, pero no se sabe si es o no hierro. Estos bloques se encuentran en una extensión de varias millas. Lo que se sabe es que se han fabricado, con este mineral, hachas y pistolas pero ningún mineralogista lo ha analizado ni aprovechado. Lo que me extraña más todavía es que ningún, especialista europeo (el Barón de Humbolt visitó solamente Nueva Granada y Alto Perú) haya visitado con fines científicos estas comarcas de clima admirable, donde abundan todos los productos de la naturaleza y donde se viaja en una eterna primavera, bajo un cielo despejado a través de bosques de naranjos, limones y palmeras, sin peligro de animales salvajes. Aquí uno puede viajar con tanta seguridad y aun más barato que en Suecia. Los mineralogistas suecos serían aquí muy bien recibidos y puedo asegurarles desde ya una hospitalidad y una buena acogida de que en Europa no tienen idea. Yo puedo facilitar buenos mapas de Buenos Aires hasta Potosí, Cuzco y Chile, así como también una gramática y un diccionario en quichua, que es el idioma antiguo de los indios y que se habla todavía, especialmente entre los indios del Perú. La situación en 1818 (Buenos Aires) He encontrado la situación aquí más o menos como me lo presumía. Una actividad ininterrumpida y el lujo —al mismo tiempo causa y consecuencia de la industria— progresando considerablemente desde que me ausenté, hace diez y ocho meses. Un comercio próspero y la suba de los precios en los productos del país, consecuencia natural del aumento de la exportación, está sembrando bienestar en todas las clases de la población. Ya está levantando su espíritu sobre las preocupaciones diarias y dedicándose a las ciencias y a las artes. Entre estas últimas, la música y el dibujo ocupan uno de los primeros lugares, como más fáciles de practicar. La extensión del comercio y las relaciones con gente de afuera, han contribuido considerablemente a este cambio. Desgraciadamente el gobierno ha puesto trabas al comercio, lo que, temprano o tarde, lo va a arruinar. Un impuesto exagerado sobre las mercaderías más necesarias no ha tenido otro efecto que el de transformar el contrabando, una de las profesiones más sucias, en negocio sumamente lucrativo, disminuyendo las entradas del fisco y arruinando a los comerciantes leales para enriquecer a una cantidad de sinvergüenzas que, “patrióticamente”, ofrecen al gobierno como préstamos o adelantos una quinta parte de lo que han robado. Parece que han olvidado por completo la sentencia inolvidable de Montesquieu de “ne géner jamais le commerce qu'en faveur du commerce”. No puedo creer que el gobierno de Buenos Aires esté tratando de procurarse influencias incompatibles con el sistema federal, porque esta inoportuna y casi incurable ambición, ha sido la fuente de tantas divergencias cívicas y de la disensión entre las provincias. Los políticos de Buenos Aires están proclamando en alta voz los derechos de su estado a dirigir el desarrollo de la política en todo el vasto continente de la América del Sud. Lo curioso es que estas pretensiones, son casi contemporáneas con la existencia de su propio Estado. Se puede decir con Raynal: “Combien de petits états avec des prétentions ridicules aux grandes destinées de Rome”. El [hombre] que hasta ahora se ha hecho más merecedor del aprecio de sus conciudadanos es Pueyrredón. Director del Poder Ejecutivo, pero también él, con todas sus buenas intenciones, carece de poder para hacer efectiva la gran obra que se ha comenzado sin sistema y sin principios. Un pequeño grupo de verdaderos e inteligentes patriotas, desean establecer en la América del Sur una monarquía constitucional, entregando a un príncipe europeo su dirección, pero en completa independencia del viejo mundo. Esta idea está ganando cada día más popularidad, después que se desvaneció el sueño de la restauración del Imperio Incaico. No es factible tampoco la unión de estos países bajo el gobierno de un americano nativo. A mi regreso a Buenos Aires encontré al congreso, formado antes de mi salida para Suecia, ya sin poder, sin estabilidad y sin prestigio. La provincia de Buenos Aires está ejerciendo una forma de gobierno aristocrático sobre las demás Provincias Unidas, como en su tiempo Atenas con veinte mil ciudadanos y cuatrocientos mil esclavos, sin tener la cultura ni las virtudes de la república griega. El general San Martín Este general llegó de Chile a Buenos Aires (mayo 1818) unos días antes de lo que se esperaba, para evitar los homenajes preparados. Se fue directamente al Palacio Directorial. El día siguiente fui presentado a el y lo vi en los días siguientes casi a diario, siendo yo muy amigo y huésped frecuente de don Antonio de Escalada, su suegro. Don Antonio me invitó a comer en su casa y así tuve la ocasión de ver a San Martín y conversar largamente con él, una vez casi todo un día. San Martín es un hombre de estatura mediana, no muy fuerte, especialmente la parte inferior del cuerpo, que es más bien débil que robusta. El color del cutis algo moreno con facciones acentuadas y bien formadas. El óvalo de la cara alargado, los ojos grandes, de color castaño, fuertes y penetrantes como nunca he visto. Su peinado, como su manera de ser, en general, se caracterizan por su sencillez y es de apariencia muy militar. Habla mucho y ligero, sin dificultad o aspereza, pero se nota cierta falta de cultura y conocimientos de fondo. Tiene un don innato para realizar planes y combinaciones complicados. Es bastante circunspecto, tal vez desconfiado, prueba de que conoce bien a sus compatriotas. Con los soldados, sabe observar una conducta franca, sencilla y de camaradería. Con personas de educación superior a la que él posee, observa una actitud reservada y evita comprometerse. Es impaciente y rápido en sus resoluciones. Algo difícil de fiarse en sus promesas, las que muchas veces hace sin intención de cumplir. No aprecia las delicias de una buena mesa y otras comodidades de la vida, pero, por otro lado, le gusta una copa de buen vino. Trabaja mucho, pero en detalles, sin sistema u orden, cosas que son absolutamente necesarias en esta situación recientemente creada 1. Hay motivos para reprocharle no haber actuado con energía y aprovechado las victorias que sus tropas han ganado en Chacabuco y Maipú. Es difícil juzgar si esto tiene su origen en falta de energía o en intrigas políticas, demasiado complicadas para exponer aquí. Sus costumbres y sus hábitos de vida sencillos, lo han hecho sumamente popular. Espero tener ocasión de conocerlo mejor en Chile. O'Higgins (Santiago de Chile) O'Higgins, Director Supremo de Chile, es hombre de unos treinta y dos años, de estatura mediana, bastante corpulento, con cara redonda y rosada, que poco se asemeja a la de los criollos en general. Su rostro no da la impresión de un carácter firme ni apasionado. O'Higgins da la impresión de ser lo que es, un soldado bueno, honrado y franco. Ama la comodidad, cuando puede gozar de ella, y le repugna toda ocupación en que haya de concentrarse, lo mismo que los problemas complicados. Por eso se deja muchas veces convencer y acepta planes de cuyos propósitos o maquinaciones no se ha dado cuenta muy bien. San Martín ejerce mucha influencia sobre O'Higgins, especialmente porque este último está muy agradecido a su compañero de armas argentino a quien es deudor de su elevación política actual. Sin embargo, ahora está tratando de independizarse de su compañero de armas argentino con gran descontento de este último. Antonio G. Balcarce Al salir de casa de O'Higgins me fui a hacer una visita al general Balcarce, jefe militar interino que tuve ocasión de conocer hace dos años en Buenos Aires, siendo él Director interino. Este general, a pesar de su juventud, es un jefe lerdo, “borne” y sin energía, cuyo mérito principal consiste en haber ganado la primera batalla sobre los españoles en la primera campaña de 1810, en Tarija. [Suipacha]. Y basta de comentarios sobre este general que fuma y dormita... Tomas Guido Mi próxima visita, fue a casa de don Tomás Guido, coronel, y ministro del gobierno de Buenos Aires ante el gobierno de Chile. Le entregué una carta de San Martín. Me recibió de manera muy cortés y diplomática y al día siguiente me retribuyó la visita. Este hombre no tiene otra cosa de notable que ser un “debutante” diplomático de un Estado nuevo en un Mundo nuevo. Como quizás he de ocuparme de él más adelante, daré aquí algunos de sus rasgos característicos, tal como pude observarlos. Es, literalmente, hombre pequeño, grave, cortés y ceremonioso con una expresión de rostro entre mística y diplomática. Habla con voz muy apagada y cercando, hace largas pausas, “soigné” y prevenido a veces, en tono de misterio y con frecuencia en tono confidencial. En ocasiones parece advertir que se ha descuidado y se detiene en mitad de la frase. Estoy seguro de que podría contar mucho, si quisiera, y si no tuviera temor en hacerlo. También aparenta no tener conocimiento de cosas que todo el mundo sabe y de que él asimismo está informado, y habla confidencialmente sobre asuntos que uno sabe perfectamente bien que el no conoce sino de manera muy superficial. Origen verdadero de la revolución No puedo dejar de reconocer que una estancia prolongada en el país y un conocimiento más íntimo de la verdadera situación, me han hecho rectificar ciertos juicios que al principio guiaron mi opinión sobre el verdadero espíritu y origen de la revolución. Ella no fue nunca, como creí en un principio, una sublevación general provocada por la amargura y la efervescencia producida en los ánimos contra una opresión soportada y odiada desde mucho tiempo atrás; tampoco una manifestación de amor a la patria, a sus leyes y a su independencia, porque estos conceptos son todavía muy nuevos en la América del Sud para hallarse generalizados. La ambición, la rivalidad y la envidia contra los funcionarios españoles, y en general contra todos los chupetones, de parte de muchas de las más importantes y poderosas familias criollas, han sido, en general, el origen de todos estos cambios, los cuales ahora han tomado un aspecto sistemático. Por causa de la oscuridad rayana en la esclavitud y la pobreza extrema en que el gobierno español ha tratado de mantener a las clases bajas, ha resultado bastante fácil para estas juntas aristocráticas, ganarse al pueblo en favor de su causa, especialmente con promesas de recompensa y de una vida sin preocupaciones durante el nuevo régimen. Pero cuando estas ilusiones se vieron poco a poco frustradas y nuevas exigencias de dinero y de gente estuvieron a la orden del día, el patriotismo se convirtió en apatía, de la cual sólo pudo despertar al criollo que dormitaba, un ejército devastador y feroz. Puede decirse que el proceder imprudente y sanguinario de los ejércitos españoles en las provincias rebeldes reconquistadas por ellos, ha sido en primer termino lo que contribuyó a enseñar a las otras la necesidad de aceptar una forma de gobierno cuyo beneficio apreciaron considerándolo indispensable. Parece que la crisis revolucionaria ha pasado ya, y no puede quedar duda de que esta lucha tenaz, si no media la intervención de potencias extranjeras, tiene que terminar con la independencia completa de la América del Sur. Ahora bien, ¿cuál será la suerte de América del Sur? Es esta una cuestión sobre la cual no me atrevo a hacer pronósticos. Los Estados Unidos de la América del Norte y los del Sud Es en vano formarse esperanzas ilusorias sobre un bienestar futuro parecido al de la América del Norte sin seguir su ejemplo. Los insurgentes que iniciaron la revolución norteamericana, formaban ya un pueblo ilustrado, culto e industrioso, con principios y costumbres sólidos y sin prejuicios. La instrucción, la cooperación y la experiencia europea, les sirvieron como guía y como medio para afianzar su independencia. Desgraciadamente, los sudamericanos no poseen esas calidades y ventajas. No están maduros para un gobierno democrático y son como niños recién escapados de la casa paterna, muy inclinados a la indisciplina. Por consiguiente, el Congreso Nacional no ha logrado mantener prestigio e influencia entre el pueblo, y tampoco el Poder Ejecutivo. Oficio de O'Higgins a Bernadotte (11 de marzo de 1819) En medio de las pocas relaciones que ha habido hasta ahora entre el país que tiene la felicidad de ser gobernado por V. M. y éste, la opinión pública nos había instruido de los sentimientos filantrópicos de V. M. y del interés que se digna tomar en favor de la causa Americana; y la llegada a Chile del Edecán de V. M. D. Juan Adán de Graaner, Mayor del Estado Mayor General de V. M., y Caballero de la Real Orden de la Espada, no ha hecho más que confirmar lo que ya había pregonado la Fama —Este Caballero, al paso que nos ha dado pruebas del vivo interés que toma en nuestra felicidad, ha manifestado en las ventajosas propuestas que ha hecho a este Gobierno para el adelantamiento de Chile, que obraba conforme a las instrucciones de un Príncipe benéfico, y que cifra su gloria en labrar el bien— estar de sus semejantes. Permítame V. M. que penetrado de la más profunda gratitud por los sentimientos que animan a V. M. respecto de la América, le felicite por su augusta exaltación al trono de Suecia; y le manifieste los deseos que tiene la Nación Chilena de entablar con esa Potencia relaciones de amistad, que puedan ser útiles a ambas. Desde el glorioso día en que Chile proclamó su independencia ante Dios y los hombres, sus esfuerzos han sido recompensados en gran parte. Después de haber conseguido por tierra victorias importantes, estamos próximos a asegurar el dominio del Pacífico, y a dar el último golpe a la dominación Española en América con la toma de la Capital del Perú. La pronta consecución de este noble objeto no solo interesa á los hijos de América, sino también á todas las naciones civilizadas, que hasta ahora puede decirse que han estado privadas de toda comunicación con los habitantes de este Continente bajo el sistema colonial, y las cuales van a extender la esfera de sus relaciones políticas y comerciales bajo los principios liberales y de benevolencia universal que forman la base de nuestra insurrección —Consolidada la independencia de estas regiones, los brazos que ahora se emplean en la defensa de nuestros hogares se dedicarían al fomento y cultivo de este suelo; la libertad, madre de la industria, desarrollaría progresivamente nuestras riquezas naturales; y el comercio, que une con vínculos poderosos los países mas remotos, haría participar a la Suecia de las ventajas que reportarán de nuestra Independencia todas las naciones. Permítame V. M. que le asegure a nombre de la Nación que me ha conferido el honor de elevarme á la primera Magistratura del Estado, que nuestros deseos por la gloria de V. M. y por la felicidad de la noble Nación Sueca son iguales á los que V. M. y sus dignos vasallos han formado por nuestra prosperidad. Dios gue a V. M. muchos años. Palacio Directorial de Santiago de Chile á once días del mes de Marzo de mil ochocientos diez y nueve años, segundo de nuestra Yndependencia. Señor, Bernardo O'Higgins A S. M. el Rey de Suecia y Noruega. (Hay un sello). Oficio de Pueyrredón a Bernadotte (septiembre 18 de 1816) Las Provincias Unidas del Río de la Plata acaban de constituirse independientes de su antigua Metrópoli, del Rey de España, y de sus sucesores por declaración solemne de sus Representantes Nacionales. Todos los pueblos la han recibido con el mayor entusiasmo, y están dispuestos a no renunciar sacrificio de quaquier genero por conservar unos derechos consagrados por la justicia de la causa qe pleitean, y por las ventajas gloriosas qe han adquirido sobre los opresores implacables de su libertad. El Oficial Mr. J. A. Graaner, vasallo de V. A. R. que ha visitado estos Países hasta el interior podrá testificar de estas disposiciones, y yo he querido aprovechar la oportunidad de su regreso á ésa Corte para ofrecer a V. A. R. con mis particulares respetos, los que le tributan estas Provincias qe tengo el honor de mandar manifestando al mismo tiempo quan satisfactorio seria pa ellas qe reconociendo V. A. R. el nuebo rango en qe han creído deber considerarse, se hiciese exequible el entable de relaciones comerciales, baxo de las bases qe se juzgaren convenientes, y cualesquiera otras del reciproco interés de ambas Naciones. Al mismo tiempo no puedo excusarme de exponer a V. A. R. qe la conducta del referido Mr. Graaner en este País, ha merecido el aprecio y la distinción de todos estos habitantes, y qe llebe consigo este informe qe le recomiende en la consideración de su augusto Príncipe. Tenga V. A. R. la bondad de aceptar los sentimientos de respeto y alta consideración que con este motibo logro poder ofrecer á V. A. R. y de proporcionarme algún día el distinguido honor de acreditárselos. Buenos Ays septiembre 18 de 1816 B. L. M. de V. A. R. Jn Martín de Pueyrredón Al Serenísimo Príncipe de la Corte de Suecia. Carta de Pueyrredón a Graaner, escrita en Tucumán el 27 de junio de 1816 2 (Autógrafa, en francés) Monsieur Jean Adam Graaner Monsieur: Au retour de mon voyage a l'armee j'ai reçu dans cette ville votre tres estimable letre du 5 courante, avec la reconnoissence dúe aux genereuses atributions dont vous honorez ma persone, et avec le plaisir que doit m'inspirer le noble obget qui vous á conduit a mon Pais. C'est, Monsieur, de mon devoir procurer l'agrandissement de ma Patrie par toutes les voyes qui dependent du ressort de mon pouvoir. Soyez par consequent persuadé de la meilleure disposition de ma part a admetre les relations comercielles que vous me proposez avec les Royaumes Unis de Suede et Norvege; et que je recevrai avec agrement toutes les expositions que vous veuillez bien me faire a cet obget important. J'ai l'honneur d'etre avec toute ma consideration votre tres devoué serviteur. Jn Martín de Pueyrredón Tucumán 27 Juin 1816 |
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