La Imagen Olvidada . Rosario Antigua
Testimonios - Orígenes de la ciudad de Rosario
 
 

Hemos relatado acontecimientos históricos, hechos significativos ocurridos señalando complementarias informaciones, solo a los efectos de que el testimonio de Perla Picabea que expondremos a continuación, sea debidamente entendido, comprendido e interpretado en su justa dimensión.



Relato textual de Perla Picabea de Vitri


“Historia de la Virgen del Rosario, fundadora de la ciudad. Narro historias familiares trasmitidas oralmente y las corroboro con datos extraídos de libros, diarios, archivos y documentos.


Según el historiador Dr. Manuel M. Cervera “Abandonada la Capilla del Salado, en sitio inmediato a la estancia San Antonio de los jesuitas, veinte leguas al norte de la ciudad de Santa Fe”, “Suntuosa capilla cuya tutelar patrona fue la serenísima reina de los ángeles de nuestra Madre María Santísima del Rosario cuya imagen de bulto dio para que se colocase el sargento mayor Ignacio Arias Montiel”.


Los calchaquíes se dispersan al ser desalojados del lugar, por ataques de indígenas salvajes, manteniéndose cristianos vagan “sin pastor ni doctrinante” por zonas pobladas de españoles. La vida nómade de estas tribus se desarrollaba desde el río Carcarañá a la cañada de Las Hermanas. Desde fines del siglo XVII se designó al espacio comprendido entre ambos accidentes geográficos como Pago de los Arroyos nombre bien asignado por atravesar dicha zona los arroyos Blanco o San Lorenzo, Salinas o Ludueña, Saladillo o Romero, del Animal o Frías Seco, Pavón o Primero del Medio, Segundo, Ramallo o Tercero y Las Hermanas. La palabra pago está empleada en su sentido propio puramente castizo, distrito determinado de tierras o heredades y no en su acepción argentina vecindad o sea pueblecillo.


Los aborígenes llevaban la Imagen de la Virgen del Rosario con el Niño que hoy se encuentra en el monasterio de Cristo Rey, siendo innegable que esta era del Litoral, al estar realizada en “palo de yerba”. El misionero jesuita inició al indígena en la difícil tarea de talla de madera. Así no cabe duda de su procedencia, de imaginería india por su infantil ejecución, talla de Cristo, trajes y atributos denotan las manos del nativo. En cambio la carita esta hecha por un artífice, maestro, gran artista, trasunta la dulzura de sus facciones y su mirada llena de candor y delicia. Su cuerpo está pintado muy delicadamente de ocre muy pálido, con pequeñas manchas verdes como pinceladas y labrado con flores.


La superficie del Pago de los Arroyos luego de producirse diversos incidentes entre los cabildos de Buenos Aires y Santa Fe sobre los límites que separaban sus respectivas jurisdicciones, fue dividido en 1721, quedando la parte comprendida entre el río Carcarañá y el Arroyo del Medio bajo la dependencia de Santa Fe, y desde este arroyo hasta el de las Hermanas, de Buenos Aires. De entonces hasta la división que se ha perpetuado hasta la actualidad del antiguo Pago de los Arroyos, región del país de características bien definidas y original estructura.


Desde comienzos del siglo actual algunos historiadores, Juan álvarez, Juan Carlos Bórquez, Félix Chaparro y Augusto Fernández Díaz pusieron en duda y aún negaron veracidad al relato del primer historiógrafo de Rosario, Pedro Tuella Monpesar, publicado en 1802 en las páginas del primer periódico, aparecido en Buenos Aires “el Telégrafo Mercantil”, donde dio a conocer los orígenes del pueblo de conformidad a las informaciones recogidas por tradición.


Algunos de los historiadores mencionados aprovechando la falta de documentos de la época relacionados al acontecimiento precipitado, negaron la presencia de indios calchaquíes en el sitio donde se produjo el primer nucleamiento humano del que surgió Rosario, otros pretendieron suponer como promotor de la creación de la ciudad al capitán Luis Romero de Pineda quien había adquirido por merced real en 1689 en doscientos pesos veinticinco mil kilómetros cuadrados de tierra. área en cuya extremidad noreste junto a la ribera del río Paraná a mediados del siglo siguiente se levantó la primitiva aldea centro de la ciudad actual.


Don Luis Romero de Pineda debió interrumpir sus faenas campestres para acudir en defensa del villorrio. No era un místico, ni un esforzado paladín, templado en la lucha pues era Capitán de caballos (en el gobierno de la ciudad alcalde cabildante, administrador de pobres) defendiendo en las inmediaciones de Cululú sus campos de las tribus, era realmente una aventura y se dice corría peligro su pellejo. “Se puede escribir que estos hombres con justicia fueron la avanzada de la conquista y la colonización de nuestro país. La situación de su estancia estaba entre el arroyo Salinas y el arroyo Saladillo”.


Existen documentos en el Archivo de Indias en Sevilla, España, que ratifican las informaciones de Tuella acerca de los orígenes de la ciudad. El investigador Wladimir C. Mikielevich mediante conferencias y publicaciones, entre ellas, tres, en la revista de Historia de Rosario dio a conocer textos completos de estos documentos existentes en el archivo de Indias confirman la verdad transmitida oralmente por mi familia. Ellos decían que los indios calchaquíes deambulaban con la venerada Imagen de Nuestra Señora del Rosario que dio el nombre a la actual urbe.


Cuenta Tuella que hacia el año 1725 se descubre el principio de este pueblo “que no hubo fundación premeditada ni distribución de solares, ni tampoco trazado de calles como por las Leyes de Indias era obligatorio hacerlo al fundar pueblos y ciudades. Tal principio ocurrió con la instalación de una toldería de indígenas calchaquíes a una distancia de cuatro a seis cuadras del sitio donde cinco años después el capitán Domingo Gómez Recio, nieto del primer propietario de estas tierras, levantó la primera capilla construida para servir a los escasos cristianos radicados en la comarca. Esta capilla construida con paja y barro, al año siguiente de su construcción en 1731, sirvió de sede a la Parroquia del Pago de los Arroyos. La primera instalada en la vasta región que media entre las ciudades de Buenos Aires y Santa Fe.


Los calchaquíes de referencia, errantes y perseguidos desde 1712 por tribus aborígenes enemigas, fueron conducidos hasta el lugar indicado, por un vecino de Coronda, Francisco Godoy, a quien acompañaba su familia. Los Godoy se radicaron en el lugar y poco después se les agregó Nicolás Martínez, suegro de Godoy, y otras familias cristianas que huían del norte también a causa de los ataques de los salvajes.


El Dr. Manuel Cervera nos dice “en 1725 los enemigos habían invadido la estancia de Jasuando inmediata a la capilla del Rosario y los ornamentos del pueblo calchaquí, fueron trasladados por ser el pueblo despoblado”.


El gobernador Bruno Mauricio de Zabala el 23 de marzo de 1730 dispuso que los calchaquíes se trasladaran a orillas del Carcarañá en el paso del camino real de Buenos Aires a Asunción del Paraguay y ordenó a Tomás de Lencina “como cacique de los indígenas amigos” pasar con sus tolderías al fuerte de Paso del Río Carcarañá en las inmediaciones del hoy pueblo de Oliveros.”