La Imagen Olvidada . Rosario Antigua
Testimonios - El Curato del Pago de los Arroyos
 
 

El relato de Perla continúa con la creación del Curato de Los Arroyos. Su narración es textual.


“Fechado en orden de 1730, Zabala pidió al Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires la creación de curato del Pago de los Arroyos y de otras Parroquias, en varias localidades de la gobernación y que se preste atención al desamparo espiritual en que se encontraban los vecinos españoles y los naturales. Para asistirlos cristianamente recorrían las comarcas sacerdotes que venían desde Buenos Aires o Santa Fe. Entre ellos Diego de Leiva que fue capellán de la Capilla Nuestra Señora del Rosario sita en los arroyos jurisdicción de Buenos Aires (cerca de San Nicolás).


El padre Juan Pascual de Leiva sacerdote de mucho prestigio de la parroquia de la Merced en Buenos Aires desde 1720 hasta 1738 y el padre jesuita Ignacio de Leiva, fueron antepasados de Petrona Mártir Leiva Gimenez heredera de la histórica imagen de la Virgen del Rosario que deambulaba con los indios.


Es resuelto favorablemente el 23 de octubre de 1730 el pedido de la creación del curato del Pago de los Arroyos al mismo tiempo se le daba por sede la Capilla construida por Domingo Gómez Recio. El clero de Santa Fe se opuso tenazmente a esta creación, pero el Cabildo eclesiástico llama a concurso para designar párroco y salen triunfantes los presbíteros Francisco Arias Montiel y Ambrosio de Alzugaray, por el total de los votos de los cuatro examinadores sinodales que eran los Dres. Bernardino Berdún de Villayean, Marcos Rodríguez, José Antonio Meléndez de Figueroa y Francisco de los Ríos. Todos los documentos que se refieren a esta reforma han sido publicados en un boletín de la Junta de Historia y Numismática. El juicio sobre sus servicios y méritos, le merece a los miembros del Cabildo de Santa Fe el citado dictamen, la singular personalidad del cura que el destino ponía al frente de la primera parroquia de los Arroyos es certificada por los cabildantes Siburo, López Pintado, Barrenechea y Zeballos.


El dictamen dice: “la virtud del ministro Dr. Ambrosio de Alzugaray es notoria y ejemplar y por consiguiente la suavidad de su escogida naturaleza con la que tiene granjeadas todas las voluntades de todos los vecinos y moradores de esta región haciéndose universalmente amable en ella por sus prendas y manteniéndose por ellas en toda paz y amistad y que juntamente sus méritos y asistencias y aplicaciones son constantes porque es cierto, acude con prontitud y edificando todos los ministerios de su estado y que continuamente ha estado y está sirviendo al Curato de españoles hacia los entierros, administrando sacramentos, bautismos, crismas y casamientos y asistiendo a enfermos y moribundos con toda claridad sin interés, que logran el consuelo y beneficio espiritual de sus almas en que es tan puntual y eficaz que sea llamado dentro como si fuera de esta ciudad y así mismo es notorio su celo y amor en cuanto a la defensa, porque les consta que en todas las ocasiones que han ofrecidos hacer corridas, emboscadas y salir al enemigo siempre concurre gustoso, aunque se ejecuten de noche y en tiempos rigurosos de agua y frío, sólo con el fin de acudir a cualquier sucesos por la piedad y claridad que les asiste y finalmente en todo es sumamente cumplido, amable y eficaz, celoso de la honra de Dios Nuestro Señor”.


Hay que agregar que el Padre Alzugaray había regresado en 1724 ordenado sacerdote después de cursar estudios en Chuquisaca. Tiene entonces veinticuatro años y se incorpora poco después de su arribo a las dos parroquias de españoles y naturales como teniente cura.


Luego del trámite para proveer de titular al curato fue designado párroco el presbítero Ambrosio de Alzugaray. De conformidad con lo ordenado por el Cabildo eclesiástico la capilla debía ser provista con ornamentos retirados de antiguas capillas clausuradas situadas en la región norte de la jurisdicción de Santa Fe, pero cuando el presbítero Alzugaray los solicita, el cura y vicario de Santa Fe se negó a entregarlos e insultó a los comisionados que fueron a dar cumplimiento a la orden. Finalmente luego de practicarse un sumario, el presbítero Alzugaray recibió los ornamentos y entre ellos dos imágenes, una de nuestra Señora del Rosario y otra de la Concepción.


La primera de las imágenes mencionadas había sido de la capilla que a orillas del río Salado tuvieron los calchaquíes desde el siglo XVII a quienes se le cediera el capitán Ignacio Arias Montiel vecino de aquella región. Cuando los calchaquíes reconocieron esta imagen, reclamaron con vehemencia su entrega para colocarla en una capilla que solicitaban se construyera en el Paso del Carcarañá, pero el presbítero Alzugaray no sin muchos ruegos y sagacidad “como lo escribiera Tuella, consiguió conformarlos, entregándoles la imagen de la Concepción. Una vez satisfechos los calchaquíes en sus demandas de contar con una capilla esta fue denominada de la Concepción de los Toldos, la que estuvo ubicada en el Paso del Carcarañá y desapareció mucho antes de terminar el mismo siglo XVIII.


El presbítero Alzugaray abrió los registros de la Capilla en 1731 y el 7 de mayo de dicho año anotó el bautismo de Petrona ávalos Medina que resultó ser la primera rosarina. Aunque en realidad los santos óleos les fueron impuestos por el padre fray Juan Bazares, mercedario.


La capilla del Pago de los Arroyos, conocida desde un principio, no sólo por esta casa religiosa, sino también por el pasaje circundante, fue denominada capilla del Rosario, en virtud de la Imagen allí venerada y que perteneciera a los calchaquíes y que luego nos queda por la gracia de Dios en la familia y hoy presidiendo la hermosa capilla del Instituto Cristo Rey en Roldán.


Desde entonces en sus alrededores y sin ordenamiento, ni trazado urbano, se fueron afincando más pobladores cristianos a medida que obtenían propiedad sobre los terrenos, por sucesivas ventas que se hicieron de fracciones de los campos que habían heredado los Gómez Recio. Uno de esos pobladores Santiago Montenegro, comprador de la superficie luego conocida como lonja Montenegro, en 1757 donó a la Iglesia el área ocupada por la capilla y que corresponde a la manzana actualmente limitada por las calles Santa Fe, 25 de diciembre (hoy Brigadier General Juan Manuel de Rosas), Córdoba y Buenos Aires.


Antes, en 1740, reclama nuevamente Fray Lucas de Leguizamón, sacerdote franciscano, a cargo de la capilla de Lencina la entrega de la Imagen de la Virgen del Rosario. Hay un largo expediente con declaraciones de vecinos a favor del Padre Alzugaray quien se niega a complacerlos.


El gobernador Echagüe y Andía no ignoraba que la Imagen había pertenecido a los calchaquíes y no a los españoles. La negativa del Padre Alzugaray permitió la imposición del nombre del Rosario a la primitiva Capilla de los Arroyos para la que había sido nombrado en 1730.




Según Fernández Díaz: “La ciudad de Rosario no fue fundada por nadie y nadie pensó fundarla. Nació por un conjunto de circunstancias que fueron encadenándose hasta el momento que un cúmulo de causas concurrentes, no ajenas a la existencia del primer poblador, a la bondad de Domingo Gómez Recio, a la abnegación del Padre Alzugaray, a la complacencia de doña Juana Romero de Pineda y a la devoción del capitán Santiago Montenegro fue lo que dio lugar a la iniciación de un proceso de formación de un pueblo, cuyos resultados al cabo de los siglos los tenemos a la vista.”


“El pasaje privilegiado del lugar donde se inicia este proceso, la presencia de la Imagen cuya influencia entre gentes que la amaban y veneraban debió tener gran arte en la realización de este hecho tan feliz.”


Dicha Imagen fundadora estuvo sometida a grandes vicisitudes motivada por la fervorosa devoción que inspiró a sus feligreses.


El Rdo. Padre Ambrosio Alzugaray desarrolla sus múltiples funciones con inteligencia y dedicación, dejó un archivo y libros parroquiales prolijos e importantes como fuente de investigación.


El 20 de mayo de 1744 sintiéndose enfermo el cura párroco Alzugaray llama a su lado a Fray José Alarcón. Luego de recibir sus auxilios espirituales lo designa en “artículo mortis” cura propietario interino de la parroquia. Entregó su alma a Dios el día 27 de mayo después de haber servido a la religión y a su grey con grande abnegación. El padre Alzugaray estuvo al frente del curato durante catorce años consecutivos y demostró en el cargo una contracción sólo comparable a su desinterés.


Es nombrado nuevo cura, después de un interinato de casi dos meses de Fray José Alarcón el 19 de julio de 1744 el presbítero Dr. Francisco Antonio de Cossio y Therán nacido en Barcelona. Este sacerdote encargó a Cádiz una imagen de la Virgen del Rosario. A principios de 1773, dos años después de cumplirse el segundo centenario de la célebre batalla de Lepanto, llegó a Buenos Aires la Virgen del Rosario que sustituyó a la primitiva. Todos los habitantes de la Capilla salieron a esperarla pues fue traída por tierra. Esta imagen es la que se encuentra actualmente en la Catedral de la ciudad de Rosario cuya coronación fue decretada el 25 de noviembre de 1939 por el Capítulo Vaticano y llevada a cabo con extraordinaria solemnidad el 5 de octubre de 1941.


La Virgen fundadora Madre dulcísima del Rosario desde aquél humilde trono de su capilla de barro, dispensó a su pueblo las mas insignes gracias espirituales y materiales. Pasó otra vez a manos de los indios calchaquíes nómades. Aquí el relato histórico se pierde pero sigue por trasmisión oral de mi bisabuela Petrona Leiva de Giménez y porque consta en documento de los Leiva durante los años establecidos en Rosario, Santa Fe y Coronda.


Se tiene constancia que estimadamente entre los años 1773 y 1775 María Mercedes Cabral de Leiva, abuela de mi bisabuela la trocó a los indios por onzas de oro. Se la guardó como el más grande tesoro familiar venerando a la Virgencita del Rosario, patrona Fundadora entre los avatares de la vida en el hogar y en la lucha por la formación de la naciente comarca y patria.”