Juan Felipe Ibarra y el federalismo del Norte
Apéndice documental
 
 

I


Santiago y abril 1° de 1820.


Compañero y general mi amigo:


No entiendo el manejo de algunos hombres: ellos dicen libertad, unión, concordia y usted verá que no ha sucedido así por lo que le diré.


Cuatro hombres (no es exageración) se propusieron ser individuos de este Cabildo, pero como observaban que no tenían el voto general ni les era fácil conseguirlo por el natural desafecto que se les tiene, tomaron el partido de irse al Tucumán, y alucinar al Gobernador consiguiendo por resultado el ponerse en los empleos protegidos por una fuerza de 50 hombres enviados por el Señor Gobernador al mando del Capitán don Juan Francisco Echauri quien obtuvo el título de Comandante de esa plaza.


La conducta de ésa pareció juiciosa, por algunos días pero muy luego manifestó que estaba vendido al interés de los capitulares; cometiendo tropelías con algunos vecinos, revistiéndose para esos actos de la autoridad civil que no tenía: sin embargo el pueblo no se fijó mucho en estos fueros, con la esperanza de que el Gobernador se persuadiría alguna vez de la injusticia de tal estado de cosas; pero llegó el momento de la elección de dos diputados para Tucumán y entonces el Cabildo hizo a Echauri quitarse del todo la máscara, pues mandó éste en pública plaza cargar las armas a mi tropa las hizo poner en pabellón al frente mismo del Cabildo, y se colocó él a la puerta de la Sala como de portero, en donde admitía a los que se le designaban y echaba a los que no se querían.


Desesperado el pueblo con este hecho escandaloso me llamó con instancia, representándome el triste cuadro de su situación, y no siéndome posible desetenderme por más tiempo de sus justos clamores me puse en movimiento hacia esta ciudad con una División.


Desde el camino dirigí un oficio a Echauri pidiéndole que desocupe la Plaza dejando al Pueblo en libertad: no tuve contestación hasta la madrugada de ayer en que me hallaba a dos leguas de esta Ciudad, y concebida aquélla en los términos más insultantes y groseros que pueden haberse producido, pero mirando yo con indiferencia este atentado continué valiéndome de cuantos arbitrios estaban a mis alcances para evitar la efusión de sangre, mas todo fue infructuoso, pues situando una partida avanzada de la posición en que estaba Echauri con el resto de su fuerza; rompió aquélla el fuego sobre mi División de suerte que sin poderlo yo remediar se contestó causándose algunas pocas desgracias por que Echauri que tuvo tanta audacia para exponer algunos infelices de su tropa, abandonó a ésa a los primeros tiros y se refugió despavorido a los montes con sólo dos soldados.


Libre el pueblo ya, concurrió todo a las Casas de Cabildo y me eligió por su Teniente Gobernador provisorio que he accedido por esta calidad y he dado cuenta de todo al Gobernador de la Provincia.


Pero como pudiera ser que se intente obrar con la fuerza armada me parece que usted debe interponer su influencia y consideraciones para que no se verifique tal empeño que nos causaría los mayores desastres pues no dudo que toda esta jurisdicción en masa está resuelta a sostenerse a toda costa.


Ruego a usted que se interese en asunto tan grave, y que me cuente por su más apasionado amigo.


Felipe Ibarra.


P. D. Envío a usted la proclama que hice a este pueblo, y por él mis ideas y sentimientos cuáles han sido.



Señor Don Juan Bautista Bustos, General en Jefe del Ejército Liberal.



Inédito. Archivo de Córdoba. Letra A. Año 1820. Tomo 68. N° 6.



II


Santiago del Estero, diciembre 13 de 1821.


Ya he dicho en otra ocasión a ese gobierno que la voluntad de mi Provincia está decidida por la instalación del Congreso General. Nada ha podido hacerla variar de esta idea, con la que debe V. E. contar en todo tiempo; y con la sinceridad de mi consideración. Es con que contesto a su apreciable e interesante circular del 27 del p. pasado.


Felipe Ibarra.



Señor Coronel Don Juan Bautista Bustos, Gobernador Supremo de la Provincia de Córdoba.



III


Son en mi poder las proposiciones que hace la Provincia de Mendoza a la de Buenos Aires relativas al Congreso. Si algo hay que sea de resolución yo ya he dicho a V. E. que la a mi mando está decidida por su instalación, y es con que contesto a su oficio del 5 del corriente.


Dios guarte a V. S. Santiago del Estero, Diciembre 15 de 1821.


Felipe Ibarra.



Señor Gobernador Supremo de la Provincia de Córdoba.



Inéditos. Archivo de Córdoba. Letra A. Año 1821. Tomo 73. N° 24.



IV


El Gobierno de Santiago presta su accesión a la Convención preliminar en los términos siguientes:


Artículo 1°: El Gobernador de Santiago ratifica de su parte y a nombre de su Provincia la Convención preliminar celebrada en 20 de Julio último entre el Gobernador de Buenos Aires y los comisionados de S. M. C.


Artículo 2°: La ratificación de que habla el Artículo anterior empezará a tener valor desde el momento que el Gobierno de Lima y su fuerza a quienes especialmente incumbe la Convención la ratifiquen y se tendrá por nula y sin ningún valor, siempre que dicho Gobierno y sus fuerzas la desechen.


Artículo 3°: El Gobernador de Buenos Aires no nombrará el Ministro Plenipotenciario cerca de S. M. C. de que habla el Artículo 8 de la Convención hasta que no se hayan pronunciado favorablemente el Gobierno de Lima y sus fuerzas y en este caso el Ministro reglará su negociación a las leyes de 16 de Agosto de 1822 y 19 de Junio último, sancionadas por la Legislatura de la Provincia de Buenos Aires y esta negociación no tendrá efecto hasta que no se ratifique por un Congreso General si lo hubiere establecido y cuando no, por las respectivas provincias.


Santiago del Estero, Septiembre 28 de 1823.


Felipe Ibarra.



José Manuel Romero, Sec. de Gobierno. Es copia. Romero.



Inédito. Archivo de Córdoba. Letra A. Tomo 80. Año 1823. N° 10.



V


Campamento General en Santiago del Estero.


Junio 26 de 1827.


Los que suscriben tienen el sentimiento de comunicar Exmo. Señor Gobernador de la Provincia de Córdoba ae provocados a una guerra la más injusta y horrorosa por los Gobiernos de Tucumán y Catamarca, autorizado escandalosamente y sostenidos por el titulado Presidente de la República marchamos sobre ambos territorios, resueltos o a vengar injurias tantas, tantos insultos o a desaparecer de entre los hombres. Si Exmo. Señor la conducta de esas tropas de bandidos han cometido excesos y crímenes hasta aquí desconocidos de la misma malicia, asesinatos sin distinción de personas, edades ni clases, robos sin respetarse lo que la impiedad misma tiembla al acercarse a ellas, estupros, violaciones, incendios de poblaciones enteras son los rasgos con que han marcado el orden que traían por divisa, así es que la Provincia toda a Santiago vierte lágrimas al impulso del dolor que le han ocasionado esos monstruos nacidos para tormento de la especie humana, y las provincias federadas resentidas de tan dolorosos hechos no se han dispensado sacrificio ninguno para levantar el ejército que marcha bajo la dirección inmediata de los que suscriben, y al anunciar su movimiento tienen por objeto dar con ligero bosquejo del motivo de la presente guerra, de cuyos funestos resultados no responden sino los autores bien conocidos que el Exmo. Sr. Gobernador a quien se dirigen para que a a través de cuadro tan triste podrá inferir cuál será la indignación del Ejército Federal y cuan difícil es poder contener los furores de la más justa rabia y la más prudente represalia; los que suscriben apurarán hasta lo infinito si es posible, su celo por inspirar en las tropas moderación y piedad que no pueden de modo alguno salir garantes.


Los que suscriben tienen el mayor placer de ofrecer al Exmo. Sr. Gobernador a quien se dirigen sus distinguidas consideraciones y particulares respetos.


Juan Facundo Quiroga - José Gil Domínguez - Felipe Ibarra - José Manuel Romero, Sec.



Exmo. Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia de Córdoba.



VI


Santiago del Estero, Septiembre 21 de 1827.


El que suscribe tiene el honor de acompañar copia legalizada al Exmo. Señor Gobernador de Córdoba de la resolución de la Legislatura de Santiago: ella pone de manifiesto los sentimientos que animan a esta H. Corporación que en esta parte no hace más que expresar la voluntad general de la Provincia que representa.


Al trasmitirla el que suscribe tiene el placer de ofrecer al Exmo. Señor Gobernador de Córdoba como siempre los sentimientos de su respeto y aprecio.


Felipe Ibarra.


José Manuel Romero.



Señor Gobernador de la Provincia de Córdoba.


“Sala de Sesiones de Santiago del Estero y


Septiembre 14 de 1827.


Exmo. Señor:


Habiendo tomado en consideración la Legislatura la nota del Exmo. Señor Gobernador de la Provincia de Córdoba fecha 24 de Julio en que acompaña la resolución de su H. Sala reducida a encargarle y autorizarle para que invite a las demás Provincias a la formación de un nuevo Congreso, cuyas comunicaciones se han introducido originales por el Ejecutivo de esta Provincia y penetrada la Legislatura de su importancia y urgencia después de las más serias reflexiones, ha acordado la siguiente Ley:


Artículo único: Se autoriza al P. Ejecutivo de la Provincia para que conteste a la de Córdoba aplaudiendo su celo por el empeño que ha tomado en reorganizar el país por medio de un nuevo Congreso que no debe ser en Buenos Aires, de consiguiente que se admite dicha invitación y ofrezca a aquella Provincia que la Legislatura de Santiago procederá con la posible brevedad al nombramiento de Diputados y designaría el punto donde deba reunirse el expresado Congreso.


Al trasmitir a V. E. esta resolución de orden de la H. Junta se forma un placer el Presidente que suscribe de ofrecerle las distinguidas consideraciones de su particular aprecio y respeto.


Santiago de Palacio - Mariano Santillán, Secretario.



Exmo. Sr. Gobernador y Capitán General de la Provincia de Santiago del Estero”.


Está conforme. José Manuel Romero.



Inéditos. Archivo de Córdoba. Letra A. Año 1827. Tomo 94. N° 23.



VII


Santiago y Enero 9 de 1829.


El Gobernador de Santiago va a hacer el último esfuerzo para marchar a vengar los insultos que se han hecho a la Nación con el escandaloso movimiento de 1° de Diciembre y cuando las dificultades sean tales que no se puedan vencer, le quedará el consuelo de caminar con su escolta y entrar a las filas de soldado y acabar allí su vida para no sobrevivir a los oprobios de la Patria.


Con este motivo el que firma saluda al Exmo. Señor Gobernador de Córdoba con su más distinguida consideración de aprecio y respeto.


Felipe Ibarra.


Manuel Pérez, Secretario.



Exmo. Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia de Córdoba.



VIII


Santiago y Enero 9 de 1829.


Bien convencido el que suscribe de lo que debe expresarse de la facción que se ha hecho arbitra en Buenos Aires, se contrae exclusivamente a trabajar por la seguridad de las provincias que han jurado sostener la causa de la libertad y le es muy grato protestar al Exmo. Sr. Gobernador de Córdoba que su marcha en todo y para todo será uniforme e inalterable, en cuyo concepto puede S. E. el Señor Gobernador de Córdoba indicarle lo que convenga en la seguridad de que sin desmentir procederá acorde a sus sentimientos.


El que firma saluda afectuosamente al Señor Gobernador a quien se dirige con su acostumbrada consideración.


Felipe Ibarra.


Manuel Pérez, Secretario.



Exmo. Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia de Córdoba.



IX


Santiago, Agosto 27 de 1829.


Señor Don Gregorio Araoz de La Madrid.


Mi querido amigo:


Recién he recibido tu apreciable fecha 24 de Abril que me parece bastante atrasada si no te has equivocado en la fecha. Veo en ella tus repetidos consejos para que deje el gobierno con la seguridad de encontrar entre ustedes inviolables garantías; agradezco infinito tu amistosa oferta y cree que la admitiría si mi deber y el honor de esta Provincia no se opusieran a mis deseos. Pues observó que fundas tus consejos en falsedades que si tú las ignoras, ya te las haré ver. Me hablas de paisanos que maldicen mi nombre y andan desterrados por mí, ¿quiénes son? Sólo veo a los Frías que andan vagando como espíritus errantes buscando sin duda ocasiones para dar a conocer a todo el mundo lo que han sido, son y serán. Estos señores entraron conmigo el año 20 con el fingido objeto de propender a la felicidad de esta Provincia y del país en general, pero en realidad para ver si satisfacían su codicia y ambición teniéndome de espantajo que cubriese sus maquinaciones, se engañaron redondamente y fueron refrenados en su principio; desde entonces me cobraron un odio y encono rabiosos hasta el grado de intentar asesinarme por repetidas veces; no obstante fui tan generoso que teniéndolos en mis manos nada les hice y si ellos salieron de esta Provincia ha sido con libre pasaporte mío, no desterrados, salieron ciertamente por que ya no había más capellanías que robar, iban a otras partes a emplear sus uñas con el provecho que en Santiago. Te aseguro que las veces que estos señores han vuelto a Santiago como fue con Bedoya y cuando tú viniste fue con el fin de registrar el Archivo y robar documentos que de algún modo pudiesen comprometerlos a justos pagos. Mira qué casta de pájaros son esos caballeros que me maldicen, déjalos que ladren como perros furiosos que echan menos las presas que han perdido!


Me dices que la campaña se ha despoblado y yo también te digo que en parte es cierto lo que dices, algunas gentes de las fronteras habrán salido por la suma esterilidad del terreno y por la seca fatal de estos años, en esto obran como tú, yo y todo el mundo obrarían en igual caso, todos huyen de la hambre y buscan la subsistencia adonde pueden y quieren. Justamente en estos años casi hemos llegado al extremo de abandonar este pueblo por la falta del río y lluvias que fertilicen en nuestros campos; en este estado es muy natural que algunas gentes pobres vayan a buscar a otras partes los auxilios que aquí no tienen y ¿seré yo responsable de las calamidades que están fuera de la esfera del poder humano? No te engañes amigo, no atribuyas a falta de opinión, lo que es efecto de las leyes constantes de la Naturaleza. Nadie más que tú debe conocer si yo tengo a mi favor la opinión de la Provincia; bien has visto cuando tu venida que la Provincia en masa te resistía y por eso fui siempre fuerte, en ese mismo grado estoy ahora: porque siempre fui fiel a mi deber y los ciudadanos me corresponden.


Me hablas sobre la urgente necesidad de evitar sangre y constituir la República. Amigo, éste ha sido el fin de mis continuos votos, en prueba de ello recuerda que siempre fui el primero en concurrir a los Congresos o corporaciones nacionales que se han instalado para fijar la suerte del país. Siempre fui el primero en proponer tratados de amistad y concordia, como lo efectué cuando tú a la cabeza de Tucumán y yo a la de Santiago combatimos por conseguir la organización tan deseada, aunque tu Provincia por un medio y la mía por otro. Permíteme que te diga que tú no quisiste conciliaciones, te cegaron tus pasiones o siniestros consejos y aunque por algún tiempo calmaron, después han renacido, y ahora, ¿cuál ha sido mi conducta?, trabajar infatigablemente por cortar una guerra que tan caro cuesta a nuestra Patria. Fui el primero en invitar y rogar a Santa Fe para que tratase con el nuevo Gobierno de Córdoba a ver si se impedía la guerra con el General Quiroga; la guerra ha tronado pero los tratados se han celebrado y prometen un feliz porvenir. Así me he manejado amigo y creo que he cooperado en lo posible a la pacificación; con que ya ves que antes de recibir tus apreciables consejos obré conforme a ellos. Esto no me ha valido para cortar la saliva del mentecato autor del Monitor de la Campaña. Este me reprocha mis amores secos con José María y ya advierto que será alguno de tantos charlatanes que escriben por ser algo pero cuyas palabras son insignificantes para todo el que esté al cabo de nuestros negocios; dígalo el mismo José María si mis amores han sido secos y después se convencerán todos de que esa clase de escritores sólo quieren perturbar el orden.


Antes de ahora estuve convencido que este gobierno que presido sólo ha servido para dejarme sin calzones y para indisponerme con mis mejores amigos, aún aquellos a quienes más servicios he hecho; de consiguiente creo que la ingratitud es efecto en ellos de las medidas políticas que siempre he adoptado, por lo que mejor que hubiera sido haberme quedado en la vida privada para disfrutar verdaderos bienes con paz y tranquilidad. Mucho, mucho te hablaría amigo, sobre esto si estuviésemos cara a cara, ahora omito más reflexiones para no cansarte.


Te contaré que me aseguran que tu Paisano el Señor López piensa atacarme y para ello hace grandes preparativos, aunque se cree que su dirección es a La Rioja, a cualquier parte que sea, yo por eso veo infinitos males y gravísimos que se podrían evitar si tus paisanos hubiesen aprovechado la triste experiencia de tantos años —yo me preparo a recibirlos del modo que me sea posible aunque previamente pienso hacerle presente el estado relativo de Córdoba con Santa Fe y los poderes que tengo del Señor don Estanislao López para obrar en oposición con su auxilio, siempre que mis enemigos sean bastante ciegos para no ver la situación que van tomando las provincias— pero haga López lo que le guste, él es responsable a los cargos que algún día le hará la Nación. Yo hago mi deber en procurar evitar unas disensiones tan vergonzosas como fatales, que nos acarrean unos hombres cuyo alimento, según parece, es la sangre de sus hermanos. Quisiera que llegara el tiempo en que la Nación nos tome una exacta cuenta a todos los Gobernadores, deseo ardientemente que llegue esa época para que al fin conozcan los pueblos el verdadero origen de sus desgracias.


No creas que te escribo tan largo para justificarme, no pretendo hacerlo sino a su tiempo; sólo te he hablado en el lenguaje de la amistad para abrirte mi corazón y cree que si antes hubiera recibido tu carta habría causado un doble placer en mí, por no haber sido así y por no saber nada de tí me he limitado sólo a mandarte expresiones en las que he dirigido a José María. Tengo el gusto de decirte que soy como siempre tu afectísimo amigo y compañero.


Felipe Ibarra.



Inéditos. Archivo de Córdoba. Letra A. Año 1829. Tomo 112. N° 14.



X


Córdoba, Enero 13 de 1831.


Las ocurrencias últimas que han tenido lugar en la Provincia de Santiago del Estero hacen llegar al que firma los conocimientos necesarios de su actual estado y que deben seguir sus deliberaciones para todos los casos que puedan ocurrir. A este efecto el Exmo. Señor Gobernador de Santiago se servirá informarle a la brevedad posible cuanto crea digno de su noticia y muy particularmente en los puntos siguientes: 1° Si la Provincia de Santiago después del sacudimiento que ha sufrido y del término dado en Loreto a sus agitaciones podrá concurrir con el contingente de tropa que le está designado y la disposición con que puede contarse de sus habitantes para el sostén de la causa común. 2° Si no fuere asequible el total del contingente sin grandes inconvenientes, ¿con cuántos hombres podrá concurrir la Provincia de su mando? 3° Si por el estado a que han arribado las cosas con los triunfos obtenidos por V. E. juzga innecesaria la tropa de línea que está a su cargo. 4° En el caso de necesitarse alguna tropa de línea para el respeto del orden interior determine qué número será , suficiente a esté objeto y para el caso de una campaña en que el Ejército tenga que alejarse más.


Finalmente me informará de lo que pueda suministrar su Provincia en numerario del contingente que le está asignado.


El que firma saluda al Exmo. Señor Gobernador de Santiago del Estero con su distinguido aprecio.


José María Paz.



Exmo. Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia de Santiago del Estero. BORRADOR.



XI


Santiago del Estero, Enero 26 de 1831.


El Gobernador de Santiago del Estero contestando la nota de 13 del actual del Exmo. Supremo Jefe Militar en la que exige una explicación del estado a que ha sido reducida esta Provincia después de las agitaciones que le ha causado una guerra desoladora cuyo incendio se ha propagado en todos los puntos de su superficie, sujetándose a contestar sucesivamente a cada una de las interrogaciones que envuelve dicha comunicación, puede asegurar:


1° Que los habitantes de Santiago gobernados por diez años por un caudillo arbitrario que no empeñó otro trabajo que el de su perpetuidad, valiéndose para esto del dolo y engaño con que hizo concebir a los santiagueños ideas odiosas y de terror contra los defensores del orden manteniéndolos en las tinieblas de una ignorancia grosera y después que estas ideas acaban de ser fomentadas empeñosamente, sería difícil sacarlos de la Provincia sin sufrir una deserción numerosa. A más de esto, después de una guerra a la que han contribuido fuerzas considerables de extraña Provincia y que los enemigos fundaban su defensa en evadirse de los golpes huyendo por los bosques ha quedado la Provincia sin caballadas tanto por las innumerables que se han extraviado como por las muchas que se han inutilizado en las marchas prolongadas y forzosas que ha sido indispensable hacer. De consiguiente no será posible llenar totalmente el contingente asignado a esta Provincia.


2° Santiago del Estero podrá concurrir a los objetos nacionales haciendo marchar trescientos hombres de una regular disciplina y decididos a derramar su sangre en defensa de la causa común.


3° Que para después de 15 ó 20 días que serán sin duda los precisos a terminar la pacificación de esta Provincia, estarán ya desocupadas las tropas de línea pertenecientes al Ejército siendo necesarios solamente 100 hombres para el objeto de mantener el orden interior, aún en el caso de que el Ejército tenga que alejarse más de esta Provincia.


Finalmente habiendo quedado con la guerra las fortunas particulares arruinadas y de consiguiente obstruidos los ingresos del erario público, le ha sido preciso al Gobernador de Santiago invertir los pocos fondos que por un empréstito al comercio se habían colectado, destinados a llevar el contingente en numerario designado a esta Provincia en la gratificación de las fuerzas auxiliares y gastos de guerra.


Por este motivo le es imposible por ahora indicar con seguridad la cantidad que fijamente podrá suministrar pero promete que tan luego de tocar con el resultado de ciertos recursos que tiene tentados informará inmediatamente con la certidumbre que se le exige.


El Gobernador infrascripto al saludar al Exmo. Supremo Jefe Militar le reitera las mejores consideraciones de su estimación y respeto.


Román A. Deheza.


Amancio Alcorta, Ministro Gral. Int.



Exmo. Señor Jefe Supremo Militar de las Provincias de la Liga.



Inéditos. Archivo de Córdoba. Letra A, Año 1831. Tomo 121. N° 4.



XII


¡Viva la Confederación Argentina!


¡Mueran los salvajes unitarios!


Santiago del Estero, Febrero 5 de 1845.


Año 36 de la Libertad, 30 de la Independencia y


16 de la Confederación Argentina.


El Gobernador


Al Exmo. Señor Gobernador y Capitán General


de la Provincia de Córdoba:


El infrascripto no omite momento alguno para dirigirse a V. E. poniendo en su conocimiento el nuevo acaecimiento que hoy aparece de la invasión que el salvaje unitario Peñaloza hace al territorio de esta República, como lo sabrán instruir las adjuntas comunicaciones que en copia N° 1 y 2 se le remite.


Aun cuando el infrascripto considera hayan dirigídose a V. E. con el mismo objeto los Exmos. que comunican a este Gobierno, cree conducente por su parte practicar esta diligencia de impartir a V. E. este aviso que en el día de la fecha ha sido recibido por si algún incidente imprevisto le llegase a privar a V. E. del oportuno recibo de las comunicaciones que por aquella vía le fuesen remitidas. Dios guarde a V. E. muchos años.


Felipe Ibarra.



XIII


¡Viva la Confederación Argentina!


¡Mueran los salvajes unitarios!


Santiago, Marzo 15 de 1845.


Mi distinguido compañero y amigo:


Señor Don Manuel López.


Recibí su muy apreciable del 18 de Febrero pasado con las adjuntas copias de las comunicaciones que instruyen del completo exterminio de la gavilla de malvados que capitaneaba el salvaje Peñaloza.


Al dirigirme a Usted en contestación a tan plausible y satisfactoria nota tengo el gusto de expresarme de la manera más grata por el generoso comedimiento de Usted y por las felicitaciones con que me favorece por este acontecimiento lisongero repitiéndome de Usted como siempre amigo y affmo. servidor.


Q. B. S. M.


Felipe Ibarra



Inéditos. Archivo de Córdoba. Año 1845. Letra A. Tomo 196. N° 17



XIV


¡Viva la Confederación Argentina!


¡Mueran los salvajes unitarios!


Exmo. Señor Gobernador y Capitán General de la


Provincia de Santiago D. Felipe Ibarra


Chilecito, Abril 25 de 1848.


Señor de mi aprecio y amigo:


Con motivo de la gran pobreza e indiferencia en que se halla nuestro país, enteramente coartados de hombres, escasos de los principales recursos para poder trabajar, necesitamos a la vez, tocar los últimos resortes para conseguirlo, valiéndonos de los amigos que nos pueden favorecer particularmente en semejantes casos, y hallándome yo en igual apuro asistido por gran deseo de trabajar, he meditado valerme de Usted satisfecho (roto) mucha satisfacción y confianza que me ha dispensado y contando a V. E. en primer lugar en este número, he resuelto molestarlo se sirva con la suma de mil pesos en dinero para trabajar por el término de ocho o diez meses si no le es posible por más tiempo, con el fin de poner en esta un banco de rescate y hacer sellar de nuestra cuenta las pastas que se extraigan del rico cerro de Famatina a pesar de ser muy pocas las que hoy en el día se sacan por no haber ninguna faina formal por la escasez de numerario que quedó la Provincia después que se depuso al Gobierno y por la suspensión de la moneda provincial, la que nos ocasionó toda la ruina (roto) que hoy nos rodea en el tiempo de su permanencia esperanzados y podrá mejorar dentro de poco conforme haya más circulación y vengan algunos hombres que faltan del país y puedan dar algún impulso al mineral pues es lo más interesante porque los que habemos acá damos vuelta al cerro, lo vimos y nos vamos conformándonos con esto.


Amigo: en atención a mi solicitud se servirá V. E. contestarme si tiene lugar o no, lo más pronto que le sea posible, con el mismo conductor de ésta que lo es mi amigo D. Facundo Iturri persona de toda mi confianza y estimación a quien se lo recomiendo lo sirva en cuanto le sea posible, quien va facultado por mí para que convenga y ajuste el trato bajo las condiciones que a V. E. le convengan prometiéndole hacerle la devolución del dinero en plata pina, si no lo es sellada considerando que a V. E. debe convenirle y hacerle cuenta.


Entretanto reciba usted unos cuantos marcos de plata para que mande hacer un par de espuelas a mi nombre y un sombrero de paja para su uso en recuerdo del hermoso caballo que se dignó obsequiarme el que he recibido y es el colmo de mi deseo.


Con este motivo disponga V. E. de la voluntad de este su afectísimo amigo que le saluda deseándole toda felicidad y S. M. B.


ángel Vicente Peñaloza.



Inédito. Archivo Gral. de la Nación. Sección Autógrafos, N° 2.334. 1 al 125.



XV


¡Viva la Confederación Argentina!


¡.Mueran los salvajes unitarios!


El Gobierno de Santiago.


Santiago del Estero, Setiembre 27 de 1845.


Año 36 de la Libertad, 30 de la Independencia y


16 de la Confederación Argentina.



Al Exmo. Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia de Buenos Aires, Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, General en jefe de los ejércitos de la misma Brigadier General Don Juan Manuel de Rosas.


El Gobierno de la Provincia de Santiago del Estero tiene la complacencia de dirigirse a S. E. el Señor Gobernador de Buenos Aires Encargado de las Relaciones Exterioresá de la Confederación Argentina sobre un asunto que si le es altamente desagradable por el origen que reconoce, le es del mismo modo plausible por la ocasión que le presenta de manifestar decididamente los sentimientos patrióticos de que se encuentra animada la Provincia de su mando.


La escandalosa intervención que se han arrogado los Agentes AngIo-Franceses en la cuestión que se ventila por los Gobiernos de la Confederación Argentina y de la República Oriental del Uruguay contra un grupo de anarquistas que audazmente atentó contra la independencia del primero y la legalidad del segundo, apoyado por brazos extranjeros, es un hecho que ha escandalizado al mundo; que; ha conculcado los principios establecidos por el derecho común de las naciones; que ha empañado el lustre de los gobiernos cuyo nombre se invoca y que en fin, ha excitado toda la susceptibilidad del pueblo Argentino, celoso defensor de su independencia y de todos los amigos de la Libertad Americana.


Pero un atentado semejante no puede quedar impune. Consentirlo sería merecer la ignominia del esclavo.


La Provincia de Santiago del Estero que juró morir y vivir independiente, hoy a vista de aquel hecho escandaloso ha reproducido sus juramentos; y su gobierno fiel órgano del sentimiento popular que preside se dirige a S. E. el Señor Gobernador de Buenos Aires Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina y Jefe Supremo de los Ejércitos de la República para manifestarle con la más decidida expresión, que espera las órdenes de V. E. para marchar con todos sus recursos al campo del honor y tomar parte con los demás pueblos Confederados en la defensa de los augustos fueros de la nacionalidad Argentina.


No será la primera vez que el suelo de Buenos Aires es el teatro destinado para enseñar a los poderes Europeos que el orgullo y la ambición del injusto agresor se abate ante los pueblos que defienden los derechos sacrosantos de la naturaleza y de la ley.


Quiera V. E. impartir sus órdenes tan luego como sean oportunas mientras que el Gobierno y Provincia de Santiago se disponen a ejecutarlas con entusiasmo.


Dios guarde a V. E, muchos años.


Felipe Ibarra



XVI


¡Viva la Confederación Argentina!


¡Mueran los salvajes unitarios!


El Gobernador de Buenos Aires Encargado de las


Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina.


Buenos Aires, Marzo 4 de 1846.


Año 37 de la Libertad, 31 de la Independencia y


17 de la Confederación Argentina.


Al Excmo. Señor Gobernador y Capitán General de la Provincia de Santiago del Estero Brigadier Don Felipe Ibarra.


El infrascripto se ha instruido con íntima satisfacción de la apreciable nota de V. E. del 27 de Setiembre último en la que consigna honoríficamente su pronunciamiento y el de la benemérita Provincia de su mando contra la escandalosa intervención armada de los Ministros de Inglaterra y de Francia en el Río de la Plata que ataca la soberanía, dignidad e independencia de la Confederación Argentina, los derechos del Estado Oriental, la Ley Pública y los intereses más caros de la nacionalidad y honor Argentino; y ofrece V. E. para resistir a semejante atentatoria y odiosa intervención todos los recursos y valientes fuerzas de la Provincia de su mando y toda la decisión e influjo de V. E. para marchar con todos sus recursos al campo del honor y tomar parte con los demás pueblos Confederados en la defensa de los augustos fueros de la nacionalidad Argentina.


El infrascripto aprecia altamente los nobles principios y sentimientos que V. E. expresa con tanta virtud y dignidad, que son propios, así del valor y patriotismo que caracterizan a la benemérita Provincia de su mando, como de la eminente carrera pública de V. E. y distinguidos antecedentes suyos en la lucha por la Independencia, la libertad y el pacto federal de la Confederación Argentina.


El infrascripto admite muy complacido la importante cooperación que V. E. le ofrece y tiene la satisfacción de contar con ella para sostener y cumplir dignamente el santo juramento de la independencia y honor nacional, y la fidelidad a los principios Americanos tan cruelmente atacados por la tiranía y sanguinaria intervención Británica y Francesa y por la traición vil de los impotentes y degradados salvajes unitarios.


Dios guarde a V. E. muchos años.


Juan Manuel de Rosas


Felipe Arana



La Gaceta Mercantil”. Buenos Aires, número del 6 de Marzo de 1846. Colección Biblioteca Nacional.



XVII


¡Viva la Confederación Argentina!


¡Mueran los salvajes unitarios!


El Gobernador y Capitán General de la Provincia de


Santiago a sus conciudadanos.


Compatriotas:


Un acontecimiento sorprendente, atroz, infame: una perfidia inaudita perpetrada en nuestro suelo, contra los inviolables derechos de nuestra cara independencia, libertad y dignidad nacional, nos presenta el ominoso cuadro de desgracias en que intenta sumergirnos la maldad más inicua. Dos potencias europeas que bajo el disfraz de la amistad habían ocultado el nefando designio de señorearse sobre nuestro suelo, pretextan sin pudor una alianza ignominiosa con los salvajes unitarios, para desplegar contra nosotros sus execrables planes de conquista.


¡Conciudadanos! El precio de nuestra independencia nacional es la sangre de millares de víctimas que desde el campo del honor, adonde reposan sus cenizas nos recuerdan nuestros deberes y nuestros juramentos. ¿Habrá Argentino que oiga indiferente esos ecos sagrados?


Para recuperar los derechos de la naturaleza rompísteis los vínculos que os ligaban al tirano de la España y mirando en menos las fuertes simpatías que nos unían a los que profesaban nuestro idioma y nuestra religión, todo lo sacrificasteis, hasta las más íntimas relaciones de sangre, por ser independientes.


¿Cuál es entonces hoy vuestro deber, cuál será vuestro denuedo y vuestra decisión cuando os amaga una esclavitud mil veces más ignominiosa como que tiene por único título la fuerza, por único objeto la dominación, por único fin apoderarse de las riquezas con que el Dios del Universo ha favorecido a los hijos de la joven América? ¡ Santiagueños!


Ya llegó el caso de olvidar las más caras afecciones, de escuchar la voz imperiosa de la Patria y de volar a su defensa recordando que somos soldados de la Libertad. Por todas partes nos rodean eternos monumentos que publican la gloria de los defensores de la independencia. ¡Quién es capaz de despojarnos de estos títulos augustos!


Nuestro poder es inmenso, nuestro patriotismo sin límites, nuestros recursos inagotables. Reunamos todos estos elementos para enseñar a los ambiciosos Europeos que los Americanos somos invencibles.


He ceñido ya la espada que empuñó mi brazo en la guerra gloriosa de la Independencia. A vuestro frente marcharé, adonde quiera que nos llame la voz del Inclito Argentino que preside los negocios nacionales de la Confederación. ¡Estad prontos, Santiagueños! Independencia y Federación es vuestra divisa: Constancia y Fidelidad sea el lema que ostenten vuestros pechos. Así lo espera vuestro compatriota y Gobernador.


Santiago, 12 de Diciembre de 1845.


Felipe Ibarra



La Gaceta Mercantil”. Buenos Aires, número del 13 de línero de 1846. Colección Biblioteca Nacional.



XVIII


¡Viva la Confederación Argentina!


¡ Mueran los salvajes unitarios!


El Ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno de


Buenos Aires Encargado de las que corresponden a la


Confederación Argentina.


Buenos Aires, Octubre 19 de 1849.


Año 40 de la Libertad, 34 de la Independencia y


20 de la Confederación Argentina.


Al Excmo. Señor Gobernador General de la


Provincia de Santiago del Estero


Brigadier Don Felipe Ibarra.


El Exmo. Señor Gobernador se ha impuesto de la muy apreciable carta de V. E. fecha 16 de Diciembre del año próximo pasado cuyo tenor es como sigue:


“Circunstancias fuertemente excitantes animan hoy mis sentimientos a producir un designio a cuya significación, si bien me lo exigen mi deber y mis conatos, juzgo también me lo permite la confianza que su fina amistad me dispensa.


Después de un largo y penoso encadenamiento de habituales dolencias advierto ya el peso de una tanto más quebrantada, cuanto que sobre mi avanzada edad se hacen más graves y repetidos los ataques que abruman mi desfallecida naturaleza. Estado es éste tan decadente que no permitiéndome un solo día de descanso, me presagia la cercanía de mi término en la carrera de mis días.


Sin prescindir de la justa y debida conformidad con los Divinos decretos y con aquel indispensable tributo de la naturaleza a que nos hallamos sujetos, siento sin embargo las profundas impresiones del pesar que este mi país natal me ofrece en mis desgracias después de mi fallecimiento.


En situación tal y con tan amarga contemplación, vivamente conmovido por un deseo que corre más allá de la vida, me contraigo a dirigir a V. la expresión con que por esta vez interrumpo su atención. Inscripto entre los primeros defensores de nuestra Independencia, tuve la gloria de haber tributado en mi primera edad el homenaje de mis servicios al digno objeto que lo indica, hasta tanto que, por un orden de nuestros acontecimientos políticos, llamado de mis conciudadanos a la dirección de sus negocios, vine a ocupar entre ellos la primera Magistratura, con que el voto general y decidida confianza de todos me había honrado. Desde entonces constituido en un fiel depositario de sus más sagrados intereses y animado de los sentimientos que forman mi carácter, no he cesado un solo momento en consagrar mis afanes y desvelos al interesante objeto de sus conveniencias, haciendo todos cuantos esfuerzos me han sido posibles para sostener sus fueros y derechos, mantener su tranquilidad y reposo, y salvarlos del abismo a que ha procurado sumergirlos el espíritu impío que en diversas ocasiones vomitó la discordia y la anarquía para turbar el sosiego y devorar los pueblos.


Mis sacrificios personales en este orden, correspondidos con el reconocimiento, con la lealtad y general aprecio de mis conciudadanos ha excitado constantemente una inquieta y sórdida emulación no de pocos que abrigando un negro encono han intentado sacrificar la tranquilidad, la libertad y demás conveniencias de este país al vil interés de sus abominables aspiraciones. Estos entorpecidos en sus nefandos designios por el noble sostenimiento en el orden en esta Provincia y por la firme decisión de sus habitantes en escuchar solamente mi voz, esperan el momento de mi desaparición para saciar la sed indigna que en aquellos produce esta loable y bien provocada conducta de mis paisanos. Consideraciones son éstas que al presentarme el deplorable cuadro de un porvenir tan funesto, me dictan igualmente la calmante idea de consignar esta distinguida porción de la República al cuidado y protección de la primera autoridad de ella. Este es mi objeto y esta mi solicitud.


No pretendo recomendar a mis deudos, pues que estos hallándose en edad y estado de discernir y acoger lo más conducente a su bienestar, se miran tanto más distantes de mis presentes designios cuanto que esto podría importar una particular vehemencia; quiero sí para después de mis días dirigir un encarecido encargo en favor de mis paisanos y conciudadanos. A este singular objeto de mis deseos, invoco la fina delicadeza de V. los elevados sentimientos que le asisten y la grata amistad con que se ha servido honrarme, para suplicarle se digne extender sobre los habitantes de este suelo su paternal amparo y una particular asistencia de sus benéficos cuidados, a fin de que, poniéndolos a salvo de aquel despliegue fatal de pasiones innobles que los amenaza, les garantice igualmente el perfecto goce en que hasta hoy se mantienen de sus mejores y más inestimables tesoros de su libertad y descanso.


Dígnese tomar en consideración que si los naturales de este país, fueron prontos en oír el primer grito de libertad que resonó entre nosotros, y con virtud heroica ofrecerse en justo holocausto a los derechos recientemente reclamados, no han sido menos en conducirse siempre por el camino del orden, oponiendo su lealtad y constancia al furor impío de los desnaturalizados, en las fatales azarosas épocas que señala la historia de nuestra revolución. Méritos son éstos que valorados por los esclarecidos principios que V. profesa, la alta justicia que le caracteriza sabrá debidamente acogerlos para dispensar el favor, que con el más tierno voto de mi corazón impetro.


Con una significación tal que me produce la satisfacción en que reposa mi espíritu, creo no me resta otra cosa sino asegurar a V. el lleno de mi existencia con el último suspiro en obsequio de la Patria y ofrecer a V. la sinceridad del aprecio con que he sido y soy su fiel amigo y afmo.”



El Exmo. Señor Gobernador por cuya orden tiene el infrascripto la honra de contestar la transcripta estimable carta de V. E. ha mirado con el más acendrado placer el noble testimonio de fina amistad que V. E. le ha dado al comunicarle los sentimientos patrióticos y dignos ciertamente de los gloriosos antecedentes de V. E. que lo agitan en medio de las sensibles dolencias que aquejan su importante salud.


Ellos son una nueva demostración más del amor y profundo interés que V. E. tiene por los leales y virtuosos Santiagueños a quienes tan sabia y paternalmente gobierna.


El Exmo. Señor Gobernador por su parte, se complace sobremanera en que V. E. lo haya asociado a sus recomendables deseos en pro de los Santiagueños para el inesperado acaecimiento del muy sensible fallecimiento de V. E.


El bien y felicidad de todos los buenos hijos de la Confederación ha sido y es uno de los principales objetos a que han tendido siempre los más decididos esfuerzos de S. E. durante su administración.


Y mucho se complace S. E. al dar a V. E. la seguridad de que velará cuidadoso a fin de que no tenga lugar en esa benemérita Provincia el desarrollo de pasiones innobles que puedan perturbar la quietud y libertad de sus habitantes.


Bien reconoce S. E. cuan dignos de este paternal cuidado son ellos.


Su constante patriotismo y la noble abnegación con que en todas épocas han combatido por la salvación de la Patria contra crueles enemigos extranjeros, y los salvajes unitarios, hácenlos acreedores a la más decidida eficaz protección de S. E.


Y es en vista de estos nobles títulos, y de la muy estimable recomendación y solicitud de V. E. que el Exmo. Señor Gobernador General Don Juan Manuel de Rosas Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación, tiene viva complacencia en dar a V. E. la seguridad enunciada y en dirigirle la tierna expresión de su más íntimo afecto.


Dios guarde a V. E. muchos años.


Felipe Arana.



La Gaceta Mercantil”. Buenos Aires, número del 19 de Octubre de 1849. Colección Biblioteca Nacional.



XIX


¡Viva la Confederación Argentina!


¡Mueran los salvajes unitarios!


Exmo. Señor General Don Juan Manuel de Rosas


Santiago, Junio 28 de 1850.


Mi fino y grande amigo:


El correo D. Hilarión Olivares llegó a ésta el 22 del corriente siendo remitido extraordinariamente por V. con el único objeto de conducir la comunicación que contenía el dictamen de los hábiles facultativos relativamente a la consulta dirigida a ésa, con motivo de la grave enfermedad de que fui atacado y en la que aún continúo.


En medio de mi afligente y atormentadora situación a que la gravedad de mis dolencias me habían reducido, tuve muy presente la memoria de su noble y sincera amistad para dirigirme a V. con el objeto antedicho; pero no olvidando jamás las consideraciones debidas a sus altas y serias atenciones, juzgué solamente molestar a los amigos los Señores Doctor Don Eduardo Lahitte y D. Saturnino San Miguel.


Las estimables comunicaciones de estos señores y la manera que acredita el despacho del referido correo, me instruyen satisfactoriamente de los importantes finos servicios de V. para la diligencia de la expresada consulta obrando en ella con el más vivo interés por mi salud y con los sentimientos propios de su distinguida benevolencia.


Con tan singular motivo, vivamente penetrado de la más profunda gratitud me permito dirigirle las muy justas y debidas gracias por tan obligantes demostraciones, que tanto han sensibilizado mi alma reconociendo en ellas la prueba relevante de su cordial aprecio, y con que V. acaba de sellar en mí un eterno agradecimiento.


Creo asimismo comunicar a V. que favorecido de la Divina Providencia y la buena y eficaz asistencia de los Médicos que me atienden, me hallo en estado de un grande alivio, y me persuado con la más lisonjera esperanza de que con el método que han tenido a bien dictar los facultativos de la consulta obtendré todo resultado favorable para mí completa mejoría, y cuando no, obre la alta Providencia como más convenga a sus eternos decretos.


Al satisfacer el sagrado y grato deber a que me propongo con reiterada expresión de mi intenso reconocimiento tengo el placer de repetirme su constante fiel amigo. Q. B. S. M.


Felipe Ibarra.



XX


¡Viva la Confederación Argentina!


¡Mueran los salvajes unitarios!


Santiago del Estero, Julio 1 de 1850.


Informe sobre el estado del Señor General


Don Felipe Ibarra después de haber recibido la consulta


de los médicos de Buenos Aires convocados por el


Ilustre General Rosas.


Bajo el imperio de los hydragogos se ha conseguido una mejoría sorprendente! La hidropesía ha desaparecido totalmente; hoy hace un mes que no se observa aun el menor oedime en las extremidades inferiores. Las vías digestivas están en un estado lo más satisfactorio, todas las funciones de este aparato se hacen con la mayor armonía.


El hígado aunque hipertrofiado no ofrece ninguna seña de flegmasía crónica.


El corazón aunque en el mismo estado relativamente a su vicio orgánico no produce síntomas alarmantes en la circulación; el pulso aunque muy irregular no deja percibir intermitencias muy largas. La hydropericarde ha desaparecido y junto con ella el tintement metallique.


El cerebro ha sido afectado de unas congestiones pasivas a varias épocas; en la primera hubo primeramente somnolencia a la cual sucedió el delirio que fue combatido con una emisión sanguínea a la nuca y cedió a esta sangría local; a el segundo día después de estar tan mejorado el enfermo perdió repentinamente el uso de la palabra conservando la libertad completa de las demás facultades; él quería hablar, hacía ciertas señas que no dejaban dudas que tenía perfectamente conocimiento de todo lo que pasaba a sus alrededores. Unas lavativas purgantes y sinapismos a las extremidades se aplicaron y luego todo volvió a su estado normal.


El segundo estado de congestión ha sido quince días después; se anunció por el delirio, fue combatido por ventosas a la nuca y desapareció. Cada vez que esta perturbación cerebral se ha observado, la lengua ha sido pesada dos o tres días y la locución difícil embarazada.


Relativamente a la causa de esta congestión, es de pensar que existe en el corazón; el obstáculo a la circulación la produce por el defecto de equilibrio entre la circulación arterial y venosa. Entonces el pulso no es ni más fuerte ni más duro, sino mucho más intermitente. Desapareciendo el ascites y el anasarca ha cesado la deaspni.


El médico que suscribe acepta la opinión y el dictamen de sus sabios comprofesores de Buenos Aires y se complace en poner a ejecución todo su contenido con el respeto que le inspira.


Bruland.



La Gaceta Mercantil”. Buenos Aires, número del 19 de Julio de 1850. Colección Biblioteca Nacional.