Los caudillos y el federalismo argentino
Estanislao López. Vida, idea y acción
 
 

Estanislao López nació el 22 de noviembre de 1786, han transcurrido doscientos años del nacimiento de este servidor de la organización federal argentina. Sabemos que surgió de cuna humilde, porque no es necesario que los grandes hombres surjan de cunas destacadas, A los 15 años, siendo un adolescente, con las primeras letras adquiridas con los padres Franciscanos, que a la par de la instrucción le inculcaron los principios evangélicos de la caridad, la justicia y la paz en su corazón; principios estos rudimentarios pero básicos para una futura concepción aristotélico-tomista del bien común, marchó a cumplir con el deber de la sangre, a defender su ciudad natal enrolado en el ya legendario regimiento de Blandengues en la frontera Norte. La vida dura del fortín de fines del siglo XVIII le dieron fortaleza y templanza física y espiritual para su obra futura.


Cuando el cuerpo expedicionario del Gral. Belgrano marcha al Paraguay, en su estadía en Santa Fe recibe el aporte de nuestro héroe que sienta plaza en su ejército. Es esta Santa Fe la que hizo posible, al complementar la logística de la expedición, la marcha de Belgrano, pues la Santa Fe de Francisco Antonio Candioti y la de Gregoria Pérez de Dennis lo dotaron materialmente de importantes bastimentos y además le aportó la sangre de sus hijos, entre ellos el entonces Sargento Estanislao López.


El joven Sargento del ejército de Belgrano, es hecho prisionero en Tacuarí, engrillado es llevado por una nave española hasta la bahía de Montevideo, en donde en un acto de valentía, burlando la vigilancia del centinela, se arroja una noche borrascosa a las aguas encrespadas del Río de la Plata y se presenta al día siguiente al Gral. Rondeau poniéndose al servicio del ejército patriota que sitia Montevideo, ciudad todavía en manos españolas. Después de cumplir servicio de armas en el sitio regresa a su provincia natal. López ya ha comenzado con esto su carrera de armas, la que realizará —como sostiene el historiador rosarino Juan Alvarez— obteniendo los títulos, grado por grado como pocos militares lo hicieron en su época.5 Apoya decididamente los movimientos santafesinos autonomistas que se inician en 1815 con Francisco Antonio Candioti y más tarde con Mariano Vera haciendo de Santa Fe la vieja aspiración de la provincia autónoma. En 1818, siendo Teniente Coronel y Comandante de Armas de la provincia, dividida la ciudad en dos sectores aparentemente irreconciliables, ante la inminencia de la anarquía y la lucha fraticida, avanza desde la campaña con sus dragones y toma el poder de facto en un intento de lograr la reconciliación, lo que obtiene. Superada esa situación se despoja de la investidura de hecho y solicita al Cabildo-Gobernador que alejado todo peligro convoque al pueblo para que elija sus autoridades, ya que el poder que él obtuvo sólo lo hizo por su bien. Producida la elección el pueblo santafesino lo consagra primer magistrado de la provincia.


Este Estanislao López gobernador, ahora por voluntad del pueblo, es un hombre de una concepción republicana popular como todos los caudillos que hemos mencionado y tiene una visión geopolítica nacional, no se reduce solamente a las fronteras de la provincia, pues va mucho mas allá, tiene la idea política del país total como la tuvieron los caudillos federales, concepción que se puso fuertemente de manifiesto cuando el rechazo masivo por las provincias de la constitución unitaria de 1826. Buscaba la unidad e integridad sobre la herencia territorial del viejo virreinato respetando la forma de estado federal para la organización, como lo clamaban los pueblos, lucha en la cual él tanto se destacó poniendo su espada al servicio de ella, sin perder tampoco de vista la directriz sanmartiniana del continentalismo de Sudamérica. Idea esta, de profundidad geopolítica y geohistórica que no la tuvo el centralismo porteño directorial ni el rivadaviano, ya que fueron éstos los responsables de la disgregación de gran parte de esa herencia común, que López les imputa cuando en oficio del 14 septiembre de 1820, le manifiesta al Cabildo de Buenos Aires:


“Los pueblos de las Provincias Unidas están en libertad solo por sus esfuerzos contra ambiciosos extranjeros y domésticos. La ruina de la Banda Oriental, Entre Ríos, Santa Fe, y muchas otras provincias del Perú y Chile, ha sido decretada y ejecutada por la administración de Buenos Aires. Solo a fuerza de sangre han podido algunas sustraerse a su cruel dominación más terrible que la del mismo Fernando VII”. 6


Llegó al poder imperando una situación de necesidad y desorden en su Provincia —ya lo vimos— pero inmediatamente entró en el plano de la legalidad y proyecta su Estatuto Constitucional de 1819, que aprobado por el Cabildo, viene a ser la primera constitución provincial argentina y la primera constitución democrática que se dio en la nación, pues en su artículo sexto expresa claramente: “Residiendo originalmente la soberanía en el pueblo, éste expedirá su voz por el órgano de su representación” (o sea la Junta de Representantes). Posición digna de destacar en una época que no existía otra república representativa en el mundo que los EE.UU. de Norte América y por otra parte el incompleto Congreso Nacional de 1819 se aprestaba a imponer la monarquía. En ese momento Estanislao López, fiel al mandato de mayo afirmaba que la soberanía estaba representada en el pueblo. También es digno hacer resaltar en este estatuto constitucional su diáfana postura americanista, el art. tercero decía: “Todo americano es ciudadano de la Provincia”; en el art. quinto: “Cualquiera que por su opinión pública sea enemigo de la causa general de la América se le suspenden las prerrogativas de ciudadano”; en el art. decimotercero que establece el juramento como gobernador, leemos: “Defenderé la causa general que defiende la América del Sur...” 7


Esta posición americanista clarísima, acerca con Justicia a López a los grandes hispanoamericanistas de su momento histórico como José de San Martín y Simón Bolívar.


Para hacer posible los deseos de esta tierra santafesina de tener el gobierno propio, de respetar aquellos derechos seculares, aquellos fueros que habían adquirido en el devenir histórico, tuvo que desenvainar su espada —aunque siempre intentó antes los logros por las vías pacíficas y de conciliación— y le tocó lidiar junto a su pueblo, más que a otros caudillos, porque era conductor fronterizo de esa gran hondonada santafesina que se interponía entre el interior y la ciudad-puerto, la ciudad que quería aherrojar y someter homogénea y verticalmente al resto del país. O sea que en cierta forma él fue el defensor de todas las autonomías, el defensor primero, la vanguardia permanente frente a las pretensiones avasallantes de esa especie de Nueva España. Como bien lo dice Leoncio Gianello en su Estanislao López: fue “el edificador armado: los que edificaban el muro, con una mano trabajaban en la obra y en la otra tenían la espada” (Nehemias, IV, 17). 8


No tuvo estudios militares académicos pero su profesionalidad castrense demostró que por naturaleza tenía las condiciones para ser un general de academia. No conoció sino pequeñas y breves derrotas. Rondeau, Díaz Vélez, Balcarce, Dorrego, Soler, Lavalle, Viamonte, sucumbieron todos bajo las huestes de sus dragones.


Armado el servicio del federalismo, junto con Francisco Ramírez, derrotaron al Directorio en un intento de salvar la tierra de Artigas y también liberar al pueblo bonaerense integrándolo a la organización federal. En 1829 frente a la guerra civil que inicia el Gral. Lavalle, con el inicuo fusilamiento de Manuel Dorrego, López se constituye en brazo armado de la legalidad, pues la Convención Nacional que funcionaba en Santa Fe, (1828-29) lo nombra Comandante en Jefe del Ejército de la Unión. Tenemos el título allí emergente de un órgano soberano argentino que le otorga el generalato de la Nación. Como ya lo expresamos no es un auto-título, ni le deviene de su condición discrecional de caudillo, contrariamente a lo pretendido por ciertas historiografías. Es por ello, que cuando dicte su testamente, con toda legitimidad y fundamento podrá expresar: “Yo, Estanislao López, Gobernador de la Provincia, Capitán General de la misma y Brigadier General de la Nación...”. 9


Fue General por decisión de la soberanía del pueblo y en defensa de los derechos de éste. La Asamblea le elevó a tal grado para defender el orden nacional y reprimir al sedicioso Lavalle, que no pudo resistir la táctica y la capacidad militar de la caballería santafesina en los campos de Puente de Márquez. Bueno es señalar que López siempre anteponía la paz a la guerra, es así que antes de Puente de Márquez le propuso en tres ocasiones la paz, rechazada siempre con arrogancia por Lavalle. Vencido éste, López le manifiesta en un oficio:


“... vuelvo a proponerle la paz. Yo la quiero sinceramente y creo que V. E. también porque todos la necesitamos. Ya hemos combatido y no puedo quejarme de mi fortuna: pero tengo el dolor más vivo por la sangre que se ha derramado y por las vidas que se han perdido. Al cabo la guerra civil ha de conocer un término, tengamos nosotros la gloria de ponerlo, General Lavalle”. 10


Lavalle con su acostumbrada soberbia, le contestó que jamás trataría con provincianos.


Quizás, en el aspecto militar, le hubiera faltado medirse con el gran estratega de la época, el Gral, José María Paz, para conocer el alcance de sus naturales aptitudes.


Un estudio del Coronel Ornstein —profesor contemporáneo de la Escuela Superior de Guerra de la Nación— nos dice que el Gral. Paz tuvo un anticipo de la derrota que le esperaba, cuando marchando Paz hacia Santa Fe en 1831, tuvo un encuentro en Calchines donde la caballería santafesina le infringió una derrota a la avanzada de la vanguardia unitaria que era un inminente anticipo de una derrota mayor que podía sufrir el jefe unitario. 11 Ya que por más profesionalidad y disciplina que tuvieran Paz y su ejército, como bien dice Efrain U. Bischoff “...la montonera obedecía ciegamente a su caudillo, como consecuencia de un sentir espontáneo que raya a veces en el fanatismo. Por su conductor, la montonera llegaba a la muerte anónima y heroica sin ninguna vacilación". 12


Sin embargo no queremos dejar a López militar, sin reiterar que antes que un hombre de guerra fue un hombre de paz, quiso la paz, buscó la paz, la conciliación fraterna, y él mismo lo expresa cuando a sus Comisionados antes los generales Quiroga y Paz, el Canónigo Amenabar y Domingo de Oro les escribe:


“...las vías pacíficas deben preferirse siempre al tremendo medio de las armas, siempre que aquellas se puedan practicar con honor…”


Como Gobernador, guiado siempre por una severa moralidad republicana y una clara concepción del bien común, institucionalizó la provincia fortaleciendo sus instituciones, se preocupó por su desarrollo general creando condiciones propicias y para ello debió mantener constantemente alejado al salvaje de las zonas en que se desarrollaba el trabajo pionero y próspero de los pobladores de las fronteras tanto norte como sur. Acudió en auxilio de éstos, existe legislación que testimonia su preocupación por el desarrollo productivo del campo. También tuvo una gran preocupación por la educación a la que considera motor dinámico del desarrollo, mientras que su inexistencia “significa estado de ignorancia que es el origen de todos los males”. Consecuente con ese pensamiento, creó nuevas escuelas primarias en Santa Fe y además en San Lorenzo, Rosario, San José del Rincón, Coronda, y San Gerónimo del Sauce. Pero fue más allá, a él le debe la provincia la primera concreción de la enseñanza media, a la que establece creando el Gimnasio Santafesino y el Instituto Literario de San Jerónimo. Asimismo se preocupa de becar a jóvenes santafesinos para que cursen estudios en Buenos Aires en el Colegio de Ciencias Morales.


Pero quizás lo que más lo destaque a nuestro caudillo, aparte de esta acción tan decidida, tan concreta, tan llena de realizaciones en el ámbito provincial fue como dije, su visión geopolítica nacional, pues nunca perdió de vista la unidad y la integración de la Nación por sobre todo otro valor.


El liberalismo iluminista de los centralizantes unitarios, que concebían una patria teórica al margen de la realidad histórica, quiso organizar el país erróneamente a través de estatutos, reglamentos y constituciones siempre por vía unilateral, desde arriba hacia abajo sin participación de la sociedad, del pueblo que es la esencia de todo. El federalismo en cambio, frente a eso, actuó según la realidad socio-histórica, su base fue un historicismo dado en el tiempo y en el espacio, y en virtud de esas realidades legisló con claridad existencial y funcional. He allí el secreto del éxito de López, ser político realista, lograr una primera instancia de unidad a través de pactos, pactando entre las provincias entre las "polis" existentes que eran la esencia real del país. La formación de la Nación se plasmaría jurídicamente más adelante. Es decir bajo la forma de tratados, respetando los derechos mutuos de las partes que vinieron a formar la Nación Argentina. En este aspecto la acción de López en el orden nacional es clara y precisa: organizar el país, respetando el clamor de los pueblos, o sea bajo el sistema federal, lucha que llevó a fondo, para que esta federación fuera una realidad, tipo de organización que no significó como ha pretendido cierta historiografía, fragmentar y desunir el país. No fue casualmente el interior quien desgarró jirones de territorios heredados sino Buenos Aires en este proceso histórico constitutivo. Y menos puede culparse de secesionista a Estanislao López, ya que el concepto de unidad nacional estuvo siempre en él. Es por ello que citamos con frecuencia a un hombre de la escuela historiográfica liberal, a Ricardo Levene, cuando sin eludir la verdad dice:


"En Estanislao López hay siempre la visión de la política nacional. Uno de sus conceptos más orgánicos enunciados en varias oportunidades, producidas a lo largo de la dolorosa experiencia y desmembramientos que desgarraban la patria, es el de la unidad e indivisibilidad de la historia interna y externa argentina". 13


Logró sobre la base pactista interprovincial que se respetaran sus voluntades, ya que eran los estados originarios y gestadores de la nación futura, y con ello hizo también que se respetara la voluntad de sus pueblos. Fue el gran constituyente de la nación republicana federal, y en magnífica síntesis lo afirma José Luis Busaniche cuando dice:


"El firmó todos los tratados que prepararon la definitiva organización federal. El preámbulo de nuestra constitución, pese a nuestros encopetados teorizadores, no alude para nada a la constitución unitaria de 1819 —la constitución monárquica sin rey— ni tampoco a la constitución unitaria de 1826. La constitución federal argentina se dictó en cumplimiento de "pactos preexistentes" y estos preexistentes a la constitución, exceptuando el acuerdo de San Nicolás, llevan todos la firma del Brigadier General". 1