Los caudillos y el federalismo argentino
Estanislao López. Vida, idea y acción
Estanislao López nació el 22 de noviembre de 1786, han transcurrido doscientos años del nacimiento de este servidor de la organización federal argentina. Sabemos que surgió de cuna humilde, porque no es necesario que los grandes hombres surjan de cunas destacadas, A los 15 años, siendo un adolescente, con las primeras letras adquiridas con los padres Franciscanos, que a la par de la instrucción le inculcaron los principios evangélicos de la caridad, la justicia y la paz en su corazón; principios estos rudimentarios pero básicos para una futura concepción aristotélico-tomista del bien común, marchó a cumplir con el deber de la sangre, a defender su ciudad natal enrolado en el ya legendario regimiento de Blandengues en la frontera Norte. La vida dura del fortín de fines del siglo XVIII le dieron fortaleza y templanza física y espiritual para su obra futura. Cuando el cuerpo expedicionario del Gral. Belgrano marcha al Paraguay, en su estadía en Santa Fe recibe el aporte de nuestro héroe que sienta plaza en su ejército. Es esta Santa Fe la que hizo posible, al complementar la logística de la expedición, la marcha de Belgrano, pues El joven Sargento del ejército de Belgrano, es hecho prisionero en Tacuarí, engrillado es llevado por una nave española hasta la bahía de Montevideo, en donde en un acto de valentía, burlando la vigilancia del centinela, se arroja una noche borrascosa a las aguas encrespadas del Río de Este Estanislao López gobernador, ahora por voluntad del pueblo, es un hombre de una concepción republicana popular como todos los caudillos que hemos mencionado y tiene una visión geopolítica nacional, no se reduce solamente a las fronteras de la provincia, pues va mucho mas allá, tiene la idea política del país total como la tuvieron los caudillos federales, concepción que se puso fuertemente de manifiesto cuando el rechazo masivo por las provincias de la constitución unitaria de 1826. Buscaba la unidad e integridad sobre la herencia territorial del viejo virreinato respetando la forma de estado federal para la organización, como lo clamaban los pueblos, lucha en la cual él tanto se destacó poniendo su espada al servicio de ella, sin perder tampoco de vista la directriz sanmartiniana del continentalismo de Sudamérica. Idea esta, de profundidad geopolítica y geohistórica que no la tuvo el centralismo porteño directorial ni el rivadaviano, ya que fueron éstos los responsables de la disgregación de gran parte de esa herencia común, que López les imputa cuando en oficio del 14 septiembre de 1820, le manifiesta al Cabildo de Buenos Aires: “Los pueblos de las Provincias Unidas están en libertad solo por sus esfuerzos contra ambiciosos extranjeros y domésticos. La ruina de Llegó al poder imperando una situación de necesidad y desorden en su Provincia —ya lo vimos— pero inmediatamente entró en el plano de la legalidad y proyecta su Estatuto Constitucional de 1819, que aprobado por el Cabildo, viene a ser la primera constitución provincial argentina y la primera constitución democrática que se dio en la nación, pues en su artículo sexto expresa claramente: “Residiendo originalmente la soberanía en el pueblo, éste expedirá su voz por el órgano de su representación” (o sea Esta posición americanista clarísima, acerca con Justicia a López a los grandes hispanoamericanistas de su momento histórico como José de San Martín y Simón Bolívar. Para hacer posible los deseos de esta tierra santafesina de tener el gobierno propio, de respetar aquellos derechos seculares, aquellos fueros que habían adquirido en el devenir histórico, tuvo que desenvainar su espada —aunque siempre intentó antes los logros por las vías pacíficas y de conciliación— y le tocó lidiar junto a su pueblo, más que a otros caudillos, porque era conductor fronterizo de esa gran hondonada santafesina que se interponía entre el interior y la ciudad-puerto, la ciudad que quería aherrojar y someter homogénea y verticalmente al resto del país. O sea que en cierta forma él fue el defensor de todas las autonomías, el defensor primero, la vanguardia permanente frente a las pretensiones avasallantes de esa especie de Nueva España. Como bien lo dice Leoncio Gianello en su Estanislao López: fue “el edificador armado: los que edificaban el muro, con una mano trabajaban en la obra y en la otra tenían la espada” (Nehemias, IV, 17). 8 No tuvo estudios militares académicos pero su profesionalidad castrense demostró que por naturaleza tenía las condiciones para ser un general de academia. No conoció sino pequeñas y breves derrotas. Rondeau, Díaz Vélez, Balcarce, Dorrego, Soler, Lavalle, Viamonte, sucumbieron todos bajo las huestes de sus dragones. Armado el servicio del federalismo, junto con Francisco Ramírez, derrotaron al Directorio en un intento de salvar la tierra de Artigas y también liberar al pueblo bonaerense integrándolo a la organización federal. En 1829 frente a la guerra civil que inicia el Gral. Lavalle, con el inicuo fusilamiento de Manuel Dorrego, López se constituye en brazo armado de la legalidad, pues Fue General por decisión de la soberanía del pueblo y en defensa de los derechos de éste. “... vuelvo a proponerle la paz. Yo la quiero sinceramente y creo que V. E. también porque todos la necesitamos. Ya hemos combatido y no puedo quejarme de mi fortuna: pero tengo el dolor más vivo por la sangre que se ha derramado y por las vidas que se han perdido. Al cabo la guerra civil ha de conocer un término, tengamos nosotros la gloria de ponerlo, General Lavalle”. 10 Lavalle con su acostumbrada soberbia, le contestó que jamás trataría con provincianos. Quizás, en el aspecto militar, le hubiera faltado medirse con el gran estratega de la época, el Gral, José María Paz, para conocer el alcance de sus naturales aptitudes. Un estudio del Coronel Ornstein —profesor contemporáneo de Sin embargo no queremos dejar a López militar, sin reiterar que antes que un hombre de guerra fue un hombre de paz, quiso la paz, buscó la paz, la conciliación fraterna, y él mismo lo expresa cuando a sus Comisionados antes los generales Quiroga y Paz, el Canónigo Amenabar y Domingo de Oro les escribe: “...las vías pacíficas deben preferirse siempre al tremendo medio de las armas, siempre que aquellas se puedan practicar con honor…” Como Gobernador, guiado siempre por una severa moralidad republicana y una clara concepción del bien común, institucionalizó la provincia fortaleciendo sus instituciones, se preocupó por su desarrollo general creando condiciones propicias y para ello debió mantener constantemente alejado al salvaje de las zonas en que se desarrollaba el trabajo pionero y próspero de los pobladores de las fronteras tanto norte como sur. Acudió en auxilio de éstos, existe legislación que testimonia su preocupación por el desarrollo productivo del campo. También tuvo una gran preocupación por la educación a la que considera motor dinámico del desarrollo, mientras que su inexistencia “significa estado de ignorancia que es el origen de todos los males”. Consecuente con ese pensamiento, creó nuevas escuelas primarias en Santa Fe y además en San Lorenzo, Rosario, San José del Rincón, Coronda, y San Gerónimo del Sauce. Pero fue más allá, a él le debe la provincia la primera concreción de la enseñanza media, a la que establece creando el Gimnasio Santafesino y el Instituto Literario de San Jerónimo. Asimismo se preocupa de becar a jóvenes santafesinos para que cursen estudios en Buenos Aires en el Colegio de Ciencias Morales. Pero quizás lo que más lo destaque a nuestro caudillo, aparte de esta acción tan decidida, tan concreta, tan llena de realizaciones en el ámbito provincial fue como dije, su visión geopolítica nacional, pues nunca perdió de vista la unidad y la integración de El liberalismo iluminista de los centralizantes unitarios, que concebían una patria teórica al margen de la realidad histórica, quiso organizar el país erróneamente a través de estatutos, reglamentos y constituciones siempre por vía unilateral, desde arriba hacia abajo sin participación de la sociedad, del pueblo que es la esencia de todo. El federalismo en cambio, frente a eso, actuó según la realidad socio-histórica, su base fue un historicismo dado en el tiempo y en el espacio, y en virtud de esas realidades legisló con claridad existencial y funcional. He allí el secreto del éxito de López, ser político realista, lograr una primera instancia de unidad a través de pactos, pactando entre las provincias entre las "polis" existentes que eran la esencia real del país. La formación de "En Estanislao López hay siempre la visión de la política nacional. Uno de sus conceptos más orgánicos enunciados en varias oportunidades, producidas a lo largo de la dolorosa experiencia y desmembramientos que desgarraban la patria, es el de la unidad e indivisibilidad de la historia interna y externa argentina". 13 Logró sobre la base pactista interprovincial que se respetaran sus voluntades, ya que eran los estados originarios y gestadores de la nación futura, y con ello hizo también que se respetara la voluntad de sus pueblos. Fue el gran constituyente de la nación republicana federal, y en magnífica síntesis lo afirma José Luis Busaniche cuando dice: "El firmó todos los tratados que prepararon la definitiva organización federal. El preámbulo de nuestra constitución, pese a nuestros encopetados teorizadores, no alude para nada a la constitución unitaria de 1819 —la constitución monárquica sin rey— ni tampoco a la constitución unitaria de 1826. La constitución federal argentina se dictó en cumplimiento de "pactos preexistentes" y estos preexistentes a la constitución, exceptuando el acuerdo de San Nicolás, llevan todos la firma del Brigadier General". 1 |
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