El Ochenta es un año crucial en la historia argentina. Es el año del acceso de Roca a la Presidencia de la República y es el año de la federalización o nacionalización de la ciudad porteña. Pero el Ochenta tiene una significación más vasta que la de un año calendario, por más nutrido de acontecimientos que esté. ¿Es acaso la década? Si así fuera, el Noventa tendría un signo propio, independiente. Es tan arcaico periodificar la historia año por año (anales) como por períodos decenales. Ahora vemos claro que las generaciones, como dice Perriaux (pág. 18) son los sucesivos pasos con que va marchando la historia.
En 1880 se inició una nueva época para el país. Es fundamental en ella la obra de Roca. En su legado cabe registrar la federalización de Buenos Aires, el patrocinio de la fundación de la ciudad de La Plata, nueva capital para la provincia de Buenos Aires; la organización de la Municipalidad de la capital federal, la ocupación de la Patagonia y el Chaco, el tratado de límites con Chile, la unificación de las fuerzas armadas, la creación del Consejo Nacional de Educación, la institución de la enseñanza común, gratuita, obligatoria y laica, el Registro Civil para la capital federal y los territorios nacionales, la unificación de la moneda y fijación de su valor, la creación del Banco Hipotecario Nacional, la creación de la gobernación de Misiones, etc.
Julio A. Roca presidió la nación de 1880 a 1886, y luego, nuevamente, de 1898 a 1904. Entre sus dos presidencias, de período completo, se intercalan los cuatro años de Juárez Colman, complementados por los dos de Carlos Pellegrini después de la Revolución del Noventa, y los tres de Luis Sáenz Peña, completados por los tres de José Evaristo Uriburu. Después de la segunda presidencia de Roca están los dos años de Manuel Quintana completados por los cuatro de Figueroa Alcorta. En total treinta años, hasta el Centenario de Mayo.
En 1910 el país celebró el Centenario de la Patria y se pudo hacer el balance y el juicio del siglo. Joaquín V. González tuvo a cargo esta tarea y Leopoldo Lugones, nuevo Horacio, cantó a la patria en sus Odas Seculares. La nación que celebraba el Centenario era la nación construida por Roca y las generaciones del Ochenta.
La obra del Ochenta —dice Gustavo Ferrari— no fue traducción de un proyecto nacional ni producto de una generación, sino resultado de la conjunción feliz de un pensador como Alberdi y un ejecutor como Roca. Sin Roca, gran parte de los trabajos de Alberdi no habría abandonado la esfera intelectual. Pero si Roca asumió casi todos los grandes principios de su comprovinciano, no dejó de adaptarlos también en casi todos los casos a la realidad política”. (Gustavo Ferrari, Apogeo y crisis del liberalismo, en colección “Memorial de la Patria'', Buenos Aires 1978, pág. 119).
En esta obra la generación de Roca no estuvo sola. En su primera sesquidécada (1880-1895) tenía su período de gestión o reinado la generación sexta, la de Avellaneda, y en su segunda sesquidécada (1895-1910), estuvo acompañada por la generación octava, la de Joaquín V. González, en el período de su primera madurez, gestación o creación. Además fueron contemporáneos, ya que no coetáneos, los ilustres viejos de la generación cuarta: J. B. Alberdi (hasta 1884) y D. F. Sarmiento (hasta 1888) y de la generación quinta: V. F. López (hasta 1903), B. Mitre (hasta 1906), B. de Irigoyen (hasta 1906), Guillermo Rawson (hasta 1890), Ovidio Lagos (hasta 1891), Eduardo Costa (hasta 1897), Carlos Calvo (hasta 1902), Carlos Tejedor (hasta 1903), Luis Sáenz Peña (hasta 1907), Carlos Guido Spano (hasta 1918).
La generación octava, la de J. V. González, tuvo su dorada juventud hacia 1880-1895 y su período de gestación o creación, entre 1895 y 1910. Ya vimos que figuran en ella el Gral. Riccheri, Ernesto Quesada, David Peña, Juan Agustín García, Juan B. Justo y Lisandro de la Torre.
Y la generación novena vio transcurrir su juventud entre 1895 y 1910. Las montañas del oro, de Lugones, data de 1897. De 1905 son Los crepúsculos del jardín y La Guerra Gaucha. Luego, en 1909, Lunario sentimental. C. O. Bunge publica El Derecho en 1905. Su informe sobre “La Educación” data de 1901. Los tres grandes estudios psicológicos de José Ingenieros tienen fecha de 1903. Y en ese mismo año Ricardo Rojas publica La Victoria del Hombre. Luego La Restauración Nacionalista (1909) y Blasón de Plata (1910).
De todo lo expuesto se desprende que la obra del Ochenta, la construcción de la Argentina moderna, la realizaron las generaciones sexta, séptima y octava, bajo la mirada vigilante de los viejos ilustres y bajo el anhelo esperanzado de los inquietos y entusiastas jóvenes.