La Santísima Virgen María, Madre de Dios y de los hombres, se ha manifestado en la historia a través de muchas advocaciones. También conocemos como hecho frecuente diversas imágenes de una misma advocación; advertimos que cada una de ellas expresan distintos matices históricos, religiosos, artísticos, que siempre nos hablan de la única Madre de Dios representada de distintas maneras. En el caso de la ciudad de Rosario, la Madre de Dios, es honrada en su precioso Camarín, desde donde ejerce su Patronazgo a través de la Imagen Coronada de Nuestra Señora del Rosario. En una primera etapa de la historia de esta ciudad y de la iglesia rosarina, nuestra Madre fue honrada en una humilde imagen de la Virgen del Rosario. Tallada por las manos del indio bajo la orientación de los evangelizadores. La primera y sencilla capilla de barro levantada en su honor, fue su primera sede desde 1731 a 1773, fecha en que llegó de España la actual imagen patrona de Rosario. La misma Madre, a quien honramos en el Camarín de la iglesia Catedral, quiso ser honrada primeramente como patrona del curato de los Arroyos en aquella pionera imagen desde la cual se convirtió también en fundadora de la Villa del Rosario, convertida hoy en la gran ciudad que nos enorgullece y lleva el nombre de Rosario en homenaje de su fundadora. La verdad de los hechos nos dice que la primera imagen de la Madre de Dios tiene los mismos derechos correspondientes a toda imagen de María, a lo cual se agrega en este caso su condición de primera imagen Patrona y Fundadora. Los derechos de la imagen primera, se sintetizan en un solo y gran anhelo: que ella reciba de sus hijos, el culto que merece como Madre, Misionera y Fundadora de la ciudad que lleva su nombre. María desde su trono real en el Camarín, y como Patrona Jurada y Coronada nos está invitando a mirar nuestras raíces históricas y honrar a la imagen pionera de la evangelización en el territorio de nuestra arquidiócesis.